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Borack por Aphrodita

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Shido lo supo... mucho antes de que ocurriese.
No solo se lo había dicho el mismo Mozart, sino que además lo pudo ver en sus ojos grises... Su luz se le estaba apagando, por eso esa noche permaneció junto a la mascota, y por eso mismo abrió la puerta de la habitación de Madoka para permitirle al perro que descansase por ultima vez en el regazo de su amiga.
El domador de bestias salió de la enorme mansión y caminó un buen trecho sin tener un destino concreto, necesitaba pensar... Idear alguna forma para sublimar el inminente dolor que experimentaría la joven.
Sus pies lo llevaron torpemente hasta Honky Tonk donde descansó, bebiendo de paso una taza de café. En el lugar, como siempre, se encontraban los Get Backers y fue tan evidente su agobio que a diferencia de otras veces, Ban no lo molestó, siendo Ginji quien investigó curioso y preocupado por su amigo.

-Mozart está muriendo.

Decirlo en voz alta logró estremecerlo de pies a cabeza pues fue una forma de hacer más tangible ese irremediable suceso, fue como si al decirlo estuviese llamando a la misma muerte.

-¿Madoka lo sabe?-Preguntó Amano con un tono entristecido pero con un brillo de empatía en sus ojos.
-No he podido decírselo.
-No hará falta.-Analizó el emperador relámpago-Recuerdo que una vez Ban me estropeó sin querer uno de mis comics favoritos y aunque no me lo dijo me di cuenta-Cerró sus ojos y elevó sus cejas-Uno que está agotado y que no se consigue.

Comenzó a relatar el rubio sin que el otro sujeto le prestase real atención a sus palabras, quizás porque no tenía absolutamente nada que ver la vida de un animal con un objeto inanimado, sin embargo Ginji siguió hablando:

-El siempre supo lo mucho que adoraba ese comic, lo bien que lo cuidaba sabiendo lo descuidado que soy con mis cosas, por eso mismo se sintió mal al no poder enmendar su error... Yo lo noté enseguida esa mañana-Sonrió Amano-Supe que algo le pasaba, pero no supe que, aunque se lo pregunté, hasta que llegó esa misma noche con una edición especial del mismo autor. Ya para esas alturas había notado que mi comic favorito no estaba, sumado al aspecto de Ban esa mañana entendí que había sido el responsable, por eso cuando llegó le recriminé, le grité y hasta le insulté... sin embargo cuando vi en sus manos ese artbook oficial, sabiendo lo caro y difícil de conseguir que es, comprendiendo que había pasado todo el día buscando una casa que lo tuviese en stock, todo el enojo se esfumó-De pura felicidad, el emperador relámpago cerró sus ojos sonriendo intensamente ante ese recuerdo-Lo abracé fuerte y le besé como nunca antes, no me importó el comic, ni siquiera el caro regalo de Ban, sino su intención.

Shido suspiró, nada de lo que le había dicho el rubio le servia para algo, sin embargo, como siempre sucedía con Ginji, entre tanta inocencia y palabrería, su ser escondía una sabiduría inigualable.

-Mozart es irremplazable, como mi comic... Pero puedes alegrar a Madoka de alguna otra forma.

En ese instante, una luz se le prendió a Fuyuki, se puso de pie sin oír las palabras de su amigo y tomándolo por los hombros exclamó:

-¡Otro perro!.-Impulsivamente besó la mejilla de Ginji-¡Gracias!.
-¡Hey! Mono sarnoso ¡Quita tus sucias manos!-Celoso, Midou reclamó lo que era suyo desde el otro extremo de Honky Tonk.

Shido enrojeció súbitamente y sin decir nada, soltó a Amano y se alejó del café en busca de una mascota perfecta. No sería fácil pues supo que Mozart era irremplazable, pero intentaría al menos ayudarla a Madoka a sobre llevar la perdida.

***

Ya era de noche cuando Madoka escuchó la puerta de calle abrirse, se encontraba sentada en la sala, tocando su violín. Elevó su cabeza y la guió hasta donde percibió que se encontraba Shido, le llamó la atención que le dejase tanto tiempo sola. No porque ella no pudiese valerse por su cuenta, sino porque era el mismo Fuyuki quien se empecinaba en ayudarla y estar todo el tiempo posible a su lado.

-Shido...
-Hola Madoka.-El domador de bestias bajó su vista al suelo, se quedó en el marco de la puerta, incapaz de poder atravesar la misma.
-¿Dónde has estado?
-Por ahí... -Notó que Mozart se encontraba acostado junto a su dueña, apenas había levantado su cabeza.

Ya no era como antes, ya no corría a su encuentro, se encontraba demasiado enfermo y muy viejo como para tener esas reacciones, sin embargo Fuyuki supo lo muy fuerte que había sido el can.
Se disculpó con la niña y se encaminó al baño, con el fin de darse una ducha y refrescarse un poco. Se escuchó, por unos cuantos minutos, el suave sonido del violín, hasta que se detuvo por completo.
El domador de bestias terminó su baño y buscó por toda la Mansión a Madoka, hasta que la encontró arrodillada en el suelo junto a su mascota.
Ya no escuchaba el violín, pero si en cambio, el llanto de la joven.

-Mozart... Mozart.-Llamaba la niña a su perro que ya sin vida permaneció descansando a su lado.
-Madoka.-Una contagiosa lagrima asomó los ojos del hombre, que impotente se arrodilló junto a Madoka y Mozart.
-Tu... Tu lo sabías ¿Verdad, Shido?-La joven secó sus lagrimas con el revez de su mano.
-Lo siento.-Se disculpó en un hilillo de voz, atinó a levantar sus brazos para consolar a su amiga pero no se sintió en su derecho.-Lo lamento mucho...

Madoka lo entendió, adivinó lo difícil que había sido para Shido saberlo y no poder hacer nada al respecto.

-…l... Ya estaba enfermo... –Pronunció Fuyuki recibiendo en su hombro la frente de la joven que con desasosiego se dejó caer-Desde hace tiempo que Mozart tuvo que haberse ido.

Era un perro muy viejo, y si antes no había abandonado el mundo, había sido por la necesidad de asegurarse de que su dueña estaría bien. Quizás por eso había esperado ese día la llegada de Shido.

-Sé... Sé que es inevitable que los seres que amemos partan algún día.-Sollozó Madoka sin dejar de acariciar el lacio pelaje de Mozart-Mi padre se ha ido... Aunque para mí siempre está conmigo.
-Con Mozart será igual.-Dijo el domador de bestias tomando entre sus brazos a la joven, intentando no quebrarse del todo pues supo que en ese momento era el pilar de ella.
-Lo sé... Pero...
-Duele.-Completó Shido conocedor de ese sentimiento-Duele y va a doler por algún tiempo, pero todo estará bien, lo verás.

Luego de las necesarias palabras que Madoka necesitó oír por parte de Fuyuki, este se vio obligado a tomar las riendas del asunto; aunque no lo vivió precisamente como una obligación hacerse cargo del “despido” de la mascota.
Con un poco de ayuda por parte de sus animales, en pocos minutos un hoyo lo suficientemente profundo había sido cavado en el suelo del jardín, junto al árbol donde tantas tardes había pasado la joven junto a su perro guía.
Madoka no dejó de llorar, aunque sus lagrimas poco apoco dejaban de tener ese gusto amargo, se despidió de su perro, aferrando la mano de Shido con fuerza:

-Mozart... Has sido el mejor compañero que cualquier ser vivo pueda tener, has sido mi amigo, has estado a mi lado, muchas veces sin que yo realmente lo supiese. Te pido perdón si alguna vez te descuidé, porque sin dudas no lo has merecido. Nunca buscaste mi dolor, ni mi tristeza, ni mi llanto... Como muchas veces los humanos, dominados por la envidia, los celos, el poder, lo han hecho... En cambio si has llenado mis días, logrando mi felicidad, mis sonrisas y mis risas en los momentos mas difíciles con tan solo exigirme que jugase contigo.

Fuyuki se quedó algo boqui abierto y sorprendido con tan bellas palabras, no porque no lo esperase de Madoka sino porque había expresado en pocas palabras lo mucho que a él le costaba explicar cuando se refería a los animales como los seres más puros... Libres del odio que siempre domina a los humanos.

-¿Listo?.-Investigó el domador de bestias cuando pudo volver en sí.

La joven asintió y Shido tomó entre sus brazos una vez mas el cuerpo inerte de Mozart depositándolo en el suelo; Madoka se arrodilló en el suelo y tocó por ultima vez a su mejor amigo, dejando sobre su lomo la manta de lana gris que le había tejido ella misma y con la que solía cubrirlo en noches de invierno; en pocos minutos la tierra lo había cubierto del todo.
Aquella, era una escena por demás extraña, no sólo los dos jóvenes, en plena madrugada, a la luz de la luna, se encontraban bajo un frondoso árbol, sino que ciento de animales, de diversas especies, le hacían compañía, en el último adiós a Mozart.
Pasado unos minutos, la muchacha giró su cuerpo y enfrentó a Fuyuki, este se quedó observándola, extrañado por la repentina reacción, la dama elevó sus manos y tocó las mejillas del hombre notándolas húmedas.

-Está bien llorar.-Una sonrisa surcó sus labios, la primera desde que la vida había abandonado a la mascota.

El domador de bestias nada dijo, aunque lo intentaba, no era nada fácil engañarla a Madoka cuando de sentimientos humanos se trataban.

***

Muy entrada en la noche, Madoka pudo conciliar el sueño, le costó hacerlo sin tenerlo a Mozart en su cama, a su lado. Shido por su lado, no pudo dormir en toda la noche nuevamente, en cuanto el sol apareció, salió de la Mansión rumbo al departamento de los Get Backers.
Tocó timbre como un desaforado por mas de quince minutos, hasta que un mal humorado Ban, tapado con unas sabanas amplias de dos plazas le atendió.

-¿Qué demonios, chico mono? apenas son las seis y cincuenta de la mañana
-Lo siento, creí que ya estaría despiertos.

Mintió, porque supo muy en su interior que ni por trabajo aquellos dos se despertaban antes de las nueve. Pero la desesperación y el insomnio lo arrastró hasta allí, además... Ya había clareado lo suficiente el día.
Midou, aun dormido, se hizo a un lado y lo dejó pasar al desordenado departamento, caminó hasta la cama desfilando con las sabanas blancas como si de la cola de un vestido de novia se tratase. Al ser un monoambiente, Shido pudo ver a Ginji dormido profundamente tapado con un cubrecamas y entre sus brazos un bola de pelo negra.

-Supongo que vendrás por ese engendro.-Pronunció el ojiceleste señalando el cachorro que soltó un ladrido al ver su dedo señalándolo.

Intentó, sin éxito, morderlo, en respuesta el telépata sacudió su pequeña cabeza peluda en castigo... aunque más que un castigo fue un llamado a jugar a las mordidas.

-¿Quieres que te muerda yo? Sales perdiendo.-Se bufó Ban para luego despertar a su compañero-Ginji, Ginji despierta.
-No Ban, ve tu... Yo ya fui ayer.
-Shido está aquí, quiere el perro.-Ignoró Ban sacudiéndolo enérgicamente, y con esa actitud logró que el cachorro se excitase del todo corriendo de un lado al otro en la cama para luego morder las orejas de Amano.

Así se despertó el rubio, entre risas, porque aquellos lengüetazos y mordidas le daban cosquillas, Fuyuki se había sentado en una de las banquetas de la cocina, esperando por el emperador relámpago.

-Noooo... —Exclamó este al borde del llanto al ver como su pareja le quitaba el animalito para dárselo al domador de bestias.
-Sí Ginji, estoy cansado de pisar mierda cada vez que voy al baño.
-Pero si solo lo tuvimos un día.-Se quejó Ginji frotándose los ojos adormecido.
-Y fue suficiente, defecó como por un año seguido.
-¿No puedes dejarlo unos días mas?.-Investigó Amano sentándose en la cama.
-Mozart murió, hoy.

Los Get Backers guardaron silencio, el rubio bajó su vista y tomó aire, Ban se rascó el cuello y rompió el pesado silencio ofreciéndole algo de beber al chico mono, pero este agradeció negándose.

-Gracias, pero volveré a lo de Madoka.-Con el cachorro en su poderoso brazo que el animalito no dejaba de morder acotó.-Gracias también por haberlo cuidado.
-Esta bien, sé que el trato había sido este.-Concedió Amano cual niño-Pero ven, deja despedirme de él...

Shido se acercó hasta la cama y lo dejó en el regazo de un alegre rubio, quien tomó al pequeño can entre sus manos depositando un beso en su frente en señal de saludo.

-¡Eso es un asco, Ginji!.-Se horrorizó Ban.
-Con la cosas que TU debes meterte en la boca-Shido guió su mirada hacia el ojiceleste y luego a su amigo-le vienes a recriminar eso al emperador relámpago.
-Lo que yo me meta en la boca y me deje de meter no es asunto tuyo.-Se defendió el indefendible telépata cruzándose de brazos.
-O mejor dicho, lo que hagamos nosotros dos en la cama, no es asunto tuyo.-Bromeó Amano entendiendo las sutiles palabras de los otros dos.

Sin nada mas que hacer en ese lugar, Fuyuki tomó nuevamente al cachorro y se lo llevó de su guardería hasta la Mansión de Madoka, cuando llegó a dicha casa, aun era muy temprano en la mañana, por eso, suponiendo que la joven se encontraba dormida, se acercó con sigilo hasta su cuarto.
Golpeó una vez muy despacio, pero no recibió respuesta, esperó un tiempo prudencial y golpeó otra vez, el cachorro en sus brazos era muy enérgico sin embargo se encontraba calmo y expectante.
Había considerado la idea de dejarla dormir, suponiendo que no había podido conciliar el sueño hasta tarde, lo más probable era que estuviese cansada, pero cuando dio la vuelta para ir en busca de leche para el cachorro, escuchó la voz de Madoka.

-¿Shido? Pasa.

El joven abrió apenas la puerta y asomó la cabeza.

-Lo siento. Si estas muy cansada, te dejo dormir.
-No, esta bien... -Se sentó en la cama acomodando algunos almohadones en su espalda -He dormido lo suficiente.-Palmeó el colchón indicándole al domador de bestias que se sentase a su lado.

Lo cierto era que no había dormido mucho, frustrada se había levantado apenas el domador de bestias se había ido para tomar un poco de jugo, pero se había vuelto a acostar con el fin de seguir durmiendo un poco más. Sin embargo, sin Mozart le era algo complicado moverse sola por la enorme mansión a pesar de conocerla a la perfección.

-¿Qué traes?-Automáticamente, al preguntar eso, Madoka escuchó un ladrido.
-Yo...
-¿Un... ?-Frunció su frente.
Y ante ese gesto, Shido reculó, quizás había sido muy precipitado de su parte buscar un sustituto de Mozart tan rápido.
-Sé que Mozart es irremplazable, sé que otro perro no llenará su vacío, pero este pequeño...-Lo dejó caer en la cama-Necesita de alguien que lo cuide y lo ame.

El cachorro, sin ninguna raza que lo identificase, de pelo negro azabache, patas anchas y cola corta corrió en busca de las orejas de la joven, para mordisquear y lamer. Madoka rompió en risas y se quitó de encima al pequeñín que se revolcó en su falda un buen rato, mientras ella lo acariciaba reconociendo por primera vez su anatomía.
Shido se sentó a su lado, para ser parte de ese juego, notó que el cachorro, por el momento, no era el compañero que Madoka necesitaba, por eso acotó:

-Necesita entrenamiento para ser un verdadero perro guía, como lo era Mozart... Pero yo me encargaré de eso.
-Gracias Shido.-Sonrió Madoka con una amplia sonrisa.

Pero a pesar de su sonrisa, las lagrimas que sus ojos brotaban hacían un notable contraste. Fuyuki supo que era de alegría, pero no pudo evitar quedarse embelesado con esa imagen.
La joven tomó una mejilla del muchacho, acariciándola con profundo cariño y agradecimiento, el domador de bestias acercó un poco mas su rostro motivado por ese trato que no solía ser muy habitual. Sí, Madoka necesitaba “tocar” para saber, pero no estaba solo palpando, sino acariciando de una manera, que le acariciaba hasta el alma.
Y sucedió, de una manera natural y suave, sin poder definir bien quien de los dos dio el primer paso para que sus labios hicieran contacto. Pero Shido se encontraba besando inocente y tiernamente, los aterciopelados y dulces labios de la joven quien se dejó abrazar por los fuertes brazos del guardián de su corazón.
Todo fue mágico hasta que el cachorro algo molesto por ser ignorado saltó entre medio de los dos mordiendo la mejilla de Fuyuki. Ambos rompieron a reír por el arrebato del can.

-¿Tiene nombre?.-Preguntó Madoka con toda la naturalidad del mundo, como si nunca se hubiesen besado.

O mejor dicho, como si se hubiesen besado en otras ocasiones. Para el domador de bestias no fue tan fácil ya que aunque reconocía sentir algo por ella, nunca supo bien que era hasta ese momento.

-Pues... Le había puesto Borack provisoriamente, porque imaginé que tu...
-¿Borack?
Shido asintió, se vio en la necesidad de explicarse al pronunciar nombre tan extraño.
-En nuestra tribu significa “amigo fuerte y leal”-Quitó al pequeño engendro del demonio de su dedo de donde se había aferrado con sus dientes y acotó-Y así se llamaba mi mejor amigo... Era un perro también, que falleció cuando yo era niño.
-Pues bien, así se llamara este pequeño que no será tan pequeño porque sus patas...—Comentó la joven palpándolas-Auguran que será un perro de tamaño mediano a grande.
-Bueno, entonces Borack...-Le habló al cachorro-Deja de morderme-Solicitó el domador de bestias serio pero arrancándole una carcajada a Madoka.
-Creo que está celoso.

Y así era, pues cuando Shido dejó la cama de la joven, el pequeño corajudo se acomodó en el pecho de su nueva dueña tranquilizándose del todo. Solo era eso, quería que Shido se levantase de la cama y los dejase solos. ¡Si tan solo supiese que lo podría meter dentro de una taza y dejarlo a la deriva en una tina llena de agua! Pequeño engendro, enano de un jardín de enanos.
Sería difícil, de ahora en mas, la convivencia de los tres.
Mozart ya no estaba, pero su partida había dejado mucho a las dos únicas personas que lo extrañarían y lo recordarían de por vida. Se fue, cuando supo que su amiga tenía a alguien en quien contar... Se fue sabiendo que Shido estaría junto a ella, toda su vida. Ayudándola, protegiéndola y hasta queriéndola desde su lugar de mascota de la misma forma que como lo hacia él.


FIN
Notas finales:

Gracias por leer.

En memoria a Borack, el perro más leal, inteligente, astuto, guardián y cariñoso que cualquier ser viviente pudiese tener. A ya mas de cuatro años de tu muerte, te sigo recordando como si fuese ayer... aun te veo recostado sobre mis pies, rasgándome con tus pezuñas para que te acaricie, echado sobre la puerta sin ningún interés por moverte del lugar aunque uno te corriese de prepo, quejándote por pedírtelo, alcanzándome tu techo del agua o de la comida exigiéndome mas... Mordiendo trasero y rostro a cuanto ladrón atinaba a asomar la nariz en el jardín, corriendo como el viento solo porque escuchabas nuestro llamado de auxilio cuando los perros no nos dejaban pasar mostrándonos sus afilados dientes... Nunca voy a volver a tener un perro como vos, y tampoco espero tenerlo, porque haberte conocido a vos me fue suficiente para valorarte mucho mas de lo que valoro a los humanos.

Mas conozco a los humanos, mas quiero a mi perro.

Ja!

20 mayo de 2008
Argentina


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