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Taiyou no Namida por katzel

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Notas del fanfic:

Los personajes de "Haru wo Daiteita" pertenecen a Youka Nitta.

Sobre las cañas de bambú que se doblaban al pasar la brisa, se elevaba el palacio de madera conocido como el "Taiyou no Cho", símbolo del poder de la familia Iwaki.

Testigo del comienzo de la era feudal gozaba de gran popularidad por sus bailes, su exquisita comida, la calidez de los anfitriones y sus bellos muchachos.

En efecto, en el Taiyou no Cho se hallaban los jóvenes más atractivos de todo el imperio.

Algunos decían que el mismo dios Tsuki Yomi (Luna) había bajado encantado por una doncella y de su amorosa unión habían procreado una casta de perfectos descendientes.

Quienes venían periódicamente de la capital daban fe sincera de ello.


Los gobernantes del palacio felices y prósperos se envanecían secretamente de las habladurías que atraían cada vez a más y más nobles a su limitada corte y elevaban su posición. En esta cadena ascendente lo más importante era la elección matrimonial.

Todos los hijos principales, herederos del Taiyou no Cho lograron casarse con personajes de alcurnia, familia del emperador...

La hermosura era su dote privilegiada...

Y los padres ya proyectaban el camino que debía seguir Iwaki Kyosuke, el Elegido del clan.


Justamente, presionado por los asuntos familiares y agobiado con las preocupaciones de la llegada de su futuro prometido, Iwaki se distraía mirando los peces del estanque.

De pie, sobre el puente de madera roja, Iwaki suspiraba sin prestar atención al mundo que le rodeaba.

¿Era Iwaki una belleza?

Si hablamos del exterior la respuesta era absolutamente afirmativa.

De cabellos negros como el pecado y muy finos ya los poetas le habían puesto mil preciosos sobrenombres a causa de ellos.

Su piel muy blanca y transparente era la ambición de muchos extranjeros que venían de visita sólo para, entre bambalinas, poder observarle en secreto.

Los ojos rendían con su mirar fogoso a todo aquel que tenía la fortuna de cruzarse con ellos...
... y quienes lo hacían pasaban los días callados y mudos, sellados por el hierro de su mirada.



Vestía el heredero un traje largo de color azul con flores celestes que caía libremente hasta el piso.

Sus mangas grandes y anchas eran cómodas y sus brazos blancos podían verse alternativamente entre la tela de la mas fina seda.

Para adornarse llevaba un sencillo amuleto en el cuello con una piedra de jade blanco.


Ahora bien, si la belleza interior está dictada por las cualidades humanas, Iwaki seguía siendo bello.

Era generoso y procuraba ser justo...

Aunque en su crianza, su madre había puesto mucho de mezquindad y diferencia tal y como era necesario para su espíritu noble.

Le acusaban de altivo quienes no estaban lo suficientemente cerca para saber lo sensible que era.

Además gustaba de la literatura y las artes, así como de los bailes y tocar los instrumentos.

Para la madre era la ficha de un juego importante.

Un joven como él debía realizar un matrimonio exitoso.


El problema era que hasta entonces, por más fascinados que hubiesen estado sus pretendientes, Iwaki había sido rechazado ya por dos de ellos.

Era duro para el Taiyou no Cho que un heredero les fuese dejado así a vísperas de preparar las bodas.

Y más aún cuando no había razón alguna para ello.


El tercer pretendiente de la temporada estaba a punto de llegar.

Iwaki se dijo que no soportaría ser rechazado una vez más.

Sentía su orgullo y el de su casa heridos por la repentina decisión de esos aristócratas.

"Acaso... no soy bueno para ellos... no he aprendido todo para complacer a mi futuro esposo... qué mas puedo hacer"


Seguía mirando los peces en medio del mediodía estival.



- Pero qué interesante... mirar los peces dorados... cuando el maestro de danza está que te busca como loco por todo el palacio...

La voz burlona lo sacó de sus reflexiones.

Iwaki levantó el rostro y se encontró con el de su esclavo dotal.

Hace tiempo que le molestaba la forma tan familiar en que Katou se dirigía a él.

En su infancia habían sido muy amigos y habían compartido todo. Sin embargo a partir de su adolescencia le habían explicado las diferencias que existían entre ellos y estaba un poco avergonzado de esa antigua proximidad.

Sin embargo, Katou a pesar de los años no había cedido ni un centímetro de su trato.

No importaba cuanto se lo repitiese ni las continuas peleas que se establecían entre ambos.

Para Katou, Iwaki continuaba siendo su amigo más que su amo.

Como esclavo dotal debía acompañarle como regalo de bodas al nuevo esposo, así que ni siquiera esta situación proyectaba separarlos.



Iwaki, enfadado posó esa mirada que hacía a los demás inclinar la cabeza sobre él sin resultados.

- Esclavo impertinente... cómo osas interrumpir los pensamientos de tu señor...

- Mi señor anda pensando en los peces y no creo que eso sea bueno para su salud... ya ve cómo me preocupo por el...

La sonrisa escondida y la voz, imitación de una respetuosa advertencia, sacaron a Iwaki de sus casillas.

Se veía que con respecto a Katou su autoridad andaba por los suelos.

- ¡Ya te he dicho que te des cuenta de tu posición! ¡Por qué no lo comprendes!

- Ohhh alguien se está empezando a enfadar... y sus arrugas no le harán bien al heredero del Taiyou no Cho... quién querría a un esposo tan severo desde el principio...

En vez de romper en exclamaciones, Iwaki se quedó en silencio.

Katou, preocupado por la mirada de tristeza y la actitud del moreno se acercó.

- No quise...

Iwaki le dio la espalda dirigiéndose hacia la puerta lateral.

Katou no deseaba dejarlo partir así y le tomó de la mano apretándola.

- Cualquiera que no se quiera casar contigo es simplemente un idiota... y no vale la pena que te entristezcas por él, Iwaki Kyosuke...

Luego le soltó por que sabía la cantidad de reproches que esa simple acción le acarrearía y echó a correr hacia las caballerizas.

Iwaki sintió algo de nostalgia por la mano apretada y se quedó con esa sensación.

"Me he sonrojado... pero qué... estúpido Katou... estúpido criado... como siempre, haciendo lo que le viene en gana..."


Al traspasar la puerta se encontró con su madre.

Luego de la inclinación Iwaki iba a empezar a hablar.

- Katou...

Fue la primera palabra que dijo.

Se sorprendió de decirla frente a su madre y de que en su inconsciente estuviese tan grabada esa palabra como para repetirla maquinalmente.

La madre le dirigió una seña de reprobación.

- ¿Sucede algo con Katou? - preguntó mientras abría el abanico violentamente.

Iwaki se sentía incómodo.

¿Cómo explicar algo que para él también era inexplicable?

Los minutos corrían y sentía que no tenía nada que decir...

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