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Otra oportunidad por Akiko_y_Shizuka

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01. Hilo tenso

- ¡Tania!

Ingrid LeClaire corrió hasta donde estaba su hija y le quitó el puño de tierra que estaba por echarse a la boca.

- ¡Tierra no! - regañó.

- Pero, Ingrid - dijo Alan con burla - Tú te echabas lombrices a la boca.

Ethan soltó una carcajada.

- Tú también, Ethan - dijo Dean, con maldad y callando su risa.

- Y luego preguntan porqué no visito a la familia, a menudo - refunfuñó Ethan, arrugando la nariz y recargando la cabeza en el pecho de su hombre - Me iré como Dereck, a otro país... O como Astrid...

Takeshi había tenido que volver a casa, ya que tomaría posesión de la cabeza de su familia, por propia petición de su madre.

Astrid y Dorian habían viajado a varios lados... Dorian por fin se había hecho un lugar en el mundo artístico y tocaba, de vez en cuando.

- Por lo pronto te vas a quedar cuidando de Joshua, tengo cosas que hacer y mi marido está inmerso en su trabajo - suspiró Megg mientras llevaba al precioso niño de 2 años hasta Ethan y lo ponía sobre sus rodillas - No me lo perviertan demasiado, por favor.

- Vaya, se me estropeó la idea de enseñarle el kamasutra en vez de leerle un cuento. - respondió Blake con un chasquido.

Maguie le dio un severo golpe en la cabeza.

- Otra más y te saco el poco cerebro que tienes por la nariz, ¿entendido?

- Debes creerle - dijo Ethan, con una sonrisa, antes de recibir el bebe de su hermana y enarcar una ceja - ¡No! - gruñó.

- Me voy con Megg al salón - dijo la chica - Cuida bien de los bebés.

- Ya.

Ambas chicas terminaron por desaparecer entre risas y planes de compras mientras Dean reía con soltura.

- A ese bebé hace falta que le cambien el pañal... Ethan... - sugirió Dean, sin aguantarse la gracia.

Ethan hizo una mueca de asco y levantó a la bebe de su hermana, apreciando esas preciosas facciones infantiles.

- Se parece más a mí que a su padre - dijo a Blake con orgullo. Y era cierto, la pequeña había heredado el color de cabello de su abuelo y esos bellos ojos verdes.

- No será hija tuya, ¿no? - preguntó Blake, arqueando una ceja.

- Claro que no, tonto - dijo Ethan con una mueca de asco - Estamos hablando de Ingrid.

Alan sonrió. Ese era uno de los temas que a su hijo le resultaban incomprensibles, muy especialmente por su relación con Dean.

- Tendré que fiarme entonces.

Joshua se levantó del lugar y fue hasta donde estaba Ethan, con el bebé estirado, y le tiró del pantalón.

- Pipí.

Ethan suspiró y entregó su sobrina a Blake.

- Me alegra no tener posibilidad de engendrar - dijo tomando al niño en brazos y caminó hacia el baño.

Justo cuando Ethan desapareció por el jardín, se vio a una enérgica Magdalena.

Su cabello lucía bastante canoso y su piel más maltratada, pero conservaba ese brillo especial en sus ojos almendrados, a medida que avanzaba con uno de sus sobrinos en brazos y su hermano a un lado. Entregó al niño a Dean y le besó la mejilla, antes de acercarse a Jei y sonreír.

- Tenemos una pista - dijo con suavidad - El investigador parece optimista esta vez, pero sigue aconsejando cautela, al respecto.

- ¿En serio? - pregunto Jei totalmente interesado - ¿Dónde?

- Un estado a 15 horas de aquí - dijo ella acomodándose - En una zona rural muy tranquila. El investigador se ha centrado en un joven "adoptado" que tiene interesante parecido con Claire.

- Entonces habrá que investigar... no hay muchos que saquen parecidos con Claire.... y más si tienen mis ojos - repuso Jei.

- Eso mismo es lo que llama la atención -dijo Magdalena.

- De todas maneras no deberías hacerte muchas ilusiones - recomendó Marcus acomodando el cabello de su nieto, en brazos de Dean - Bastantes desencantos hemos tenido ya.

- No lo puedo evitar - repuso Jei - Aunque vuelva a darme de cara contra una pared... no lo puedo evitar....


* * *


Alphonse se llevó la mano a la frente y respiró profundamente, antes de mirar, de forma penetrante, a la mujer que no dejaba de gritarle de forma despectiva, nada más porque, nuevamente, había llegado una carta del banco con un recibo que sobrepasaba los límites de la comprensión humana.

- ¡Basta! - terminó por gritar él también, hacia la mujer - No me valen esas excusas para que intentes justificar en cómo te acabaste el crédito de la tarjeta, ¿entiendes? No otra vez.

-¡Son gastos que necesito! - insistió Denise con exasperación y extendió los brazos -¡No puedes limitar a tu propia esposa, Alphonse! ¡¡Es ridículo que me limites teniendo tanto dinero!!

- ¡¡Si no te limito no quedará dinero del que puedas gastar!! - exclamó él - ¿Cosas que necesitas? Según el recibo no es más que otro de los 30 carísimos abrigos de piel que tienes muertos de risa en el armario, Denise.

- No pensarás que use algo pasado de moda, ¿no? - ella arrugó la nariz estropeando sus preciosas facciones - ¡Soy tu esposa, Alphonse! ¡Soy la esposa de un millonario! ¿Por qué tienes que quejarte por el dinero que gastas en mí? ¡Te sobra el dinero!

- Si, me va a sobrar a partir de ahora - espetó Alphonse bajando su tono hasta aquel que daba miedo de lo serio que se ponía - Quiero el divorcio, Denise.

Denise enmudeció de repente y frunció el ceño. En un gesto absolutamente elegante se sentó en el asiento que estaba dispuesto en la oficina de su marido y acomodó las manos sobre su regazo.

Siempre hacía eso para convencerlo. Y siempre lo lograba, pero esta vez sería diferente.

- Es ridículo - susurró ella con un sorprendente control que Alphonse odió. Ella lo miró - Este problema puede solucionarse de manera sencilla. No tienes que ser extremista... Además... Yaime no lo soportaría.

- Es por él que he aguantado tanto tiempo, Denise - contestó él, con aparente calma -, pero se acabó. No creas que volverá a ser como las otras ocasiones en que vuelves a usar a tu hijo para convencerme de lo contrario. Mañana tendré listo los papeles, ten el bolígrafo a mano, querida...

- Tengo derecho a hablarlo con mi abogado - siseó ella con ironía, ya que su abogado había sido él.

Con elegancia se levantó y caminó hacia la salida.

- Hasta entonces no firmaré nada Alphonse.

- Claro, habla, pero sabes que nada se retrasará - la despidió él, con toda la seguridad del mundo.

- Espero que sepas el daño que le haces a nuestro hijo - musitó ella, antes de cerrar la puerta a sus espaldas.

Alphonse suspiró y recargó la barbilla entre sus manos.

La verdad es que por Yaime había estado soportando todo eso, y hasta entonces se creyó capaz de continuar así, pero la situación había llegado a ser intolerable.

Ya ni por Yaime podía tener a Denise a su lado. No era sano.

Ojalá su hijo de 4 años no resintiera todo eso.

Ojalá estuviera tomando la decisión correcta.

Alphonse comenzó a sentirse atrapado entre aquellas cuatro paredes. Sentía cómo si se cerraran sobre él, con la intención de terminar por aplastarlo.

Por eso se levantó de su sillón y caminó lejos, dejando orden a la secretaria de que tomara recados y argumentando una reunión con un cliente ficticio.

Pero es que necesitaba algo de aire.

En verdad lo necesitaba.... a pesar de que el ruido de la calle le retumbara en su cabeza.

Quizás era mejor idea marchar a casa, ya que sabía que Denise no estaría allí en ese momento, más bien estaría con la misma gente, que era igual que ella, sus adoradas amigas.

Alphonse suspiró y zozobró en el momento en que metió el pie en un pequeño socavón que lo hizo maldecir.

- Malditas obras de restauración de edificios, lo dejan todo peor de lo que ya estaban antes - gruñó, mirando hacia las mismas.

Justo caminaba con cuidado, por la zona, aunque no había manera de poner la debida atención a una simple obra.

La verdad es que debía pensar en otras cosas...

Denise jamás había sido buena madre... ¿Cómo serlo, si no llegó a ser buena esposa?

Era una espléndida amante, si. Pero solo eso.

Una preciosa mujer de elegancia envidiable que atrapó su corazón en una fiesta especial.

Una bella mujer con la que se casó y que perdió todos sus encantos.

Pero Alphonse pensó que podría mejorar.

Pensó mal.

Un nuevo suspiro escapó de sus pulmones y metió las manos en las bolsas de su pantalón.

Fue conciente de un grito que llamó medianamente su atención, pero solo eso.

No supo cómo pasó lo demás y de repente se sintió empujado contra una de las paredes en reparación con un agudo dolor en su espalda que le tumbó al suelo.

Alphonse escuchó más voces, aún por encima del dolor que sentía en todo el cuerpo en ese momento.

No le gustó en absoluto cuando trató de moverse y sencillamente no pudo...

Maldición, ¿y ahora qué?

Lo peor era que ese dolor casi amenazaba por hacerle desmayar... y no podía ser... porque pensaba demandar al inútil que le hubiera causado aquello.

- ¿Esta inconsciente? - se escuchó una voz, más clara que las demás - A un lado. Yo me haré cargo de la situación.

Después de eso no escuchó nada.

Todo se volvió negro.


* * *


- ¡Que sorpresa! - Alan abrazó a su sobrino y le besó la frente - A tu padre le dará gusto verlos, Dereck... Esta planeando un viaje a Japón, para verte, pero creo que es solo una excusa, ya que Jei y yo estamos dentro de sus planes, donde se incluye un manantial termal.

- Claro - rió él con gusto - Mi padre suele aprovecharse demasiado de que hay alojamiento gratis, allá... pero sería estupendo verlos por allí, a ver si os dais prisa.

- No te preocupes, ya estaremos por tus nuevos rumbos - Alan se acercó a Takeshi y le dio un fraternal abrazo antes de suspirar y ponerse serio - Sin embargo no podrás irte tan fácil, de nuevo, Dereck... Tu padre te designó heredero principal...

- ¿Estás de broma? - Dereck arqueó una ceja - Eso implica demasiado papeleo... ¿Acaso quiere que me muera entre todos esos papeles?

- Lo lamento - Alan hizo una graciosa mueca - Pero ten en cuenta que tu padre no contaba con que escaparías a un país del otro lado del mundo...

- Pienso que deberías arreglar eso - dijo Takeshi con una sonrisa - Si no tienes asuntos pendientes podremos encargarnos de mis propios asuntos y no separarnos por los viajes que tendrías que hacer para trabajar acá.

- Puedes designar a uno de tus hermano - Alan se encogió de hombros - En lo personal me gustaría que designaras a Ethan... Es el mayor de ustedes, debió encargarse de esto desde un principio, pero... bueno... ha estado muy rebelde.

- Como siempre, no sé de que te extrañas - espetó Dereck algo fastidiado y terminó gruñendo - Está bien, lo haré, todo sea por no separarme de él - terminó el hombre por decir mirando hacia Takeshi - Aunque tendré que hacerlo con todos estos... papeles... ¡ahg!

- Te recomiendo que no lleves a Takeshi mientras estés trabajando - soltó Alan.

- No te preocupes -dijo Takeshi con una sonrisa comprensiva - Yo te estaré esperando...

- Que lindos - se burló Alan y miró a su sobrino - Pero te tendrás que separar en serio... Nada de llegar cansado a la oficina, que esto es importante y si colocas un dato mal tendrías que repetirlo.

Dereck se llevó la mano al cabello.

- Que poco me queréis a veces....

Alan sonrió.

- En realidad te evito perder más tiempo - dijo antes de guiarlos al interior de la casa en donde estaba una emocionada Lara jugando son su padre y un Dean regañando a Claire.

- Oh, por fin llegan - Claire ignoró a Dean con descaro y se acercó a besar las mejillas de Dereck y Takeshi, respectivamente - Deduzco que Alan ya te dijo lo que tendrás que hacer - dijo a Dereck - Como las chicas se están aprovechando de todo el que llegue, recomendaré que Takeshi se instale en casa, con nosotros.

Lara corrió hasta Takeshi.

- ¿Puedes leerme el futuro, o algo? -dijo emocionada.

- Quizá mas delante - dijo el oriental saludando a Jei con un ademán.

- ¡Jo! ¡Pero yo quiero ahora! - repuso Lara de forma caprichosa.

- Lara, no molestes, acaban de llegar - Jei le llamó la atención a su hija.

- Pero... - susurró ella y al ver la mirada dorada de su padre, lanzándole una advertencia hizo una rabieta y se fue a sentar al sofá.

Dean se acercó hasta ellos y les saludó, aunque notó la mirada de "felicidad" de su hijo por la noticia.

- Ya, será breve - prometió Dean.

- Claro, eso terminas diciendo siempre, papá... Y a ustedes, les recomiendo que no que pongan un dedo encima a mi Taki , ¿entendieron?

- Tengo a quién ponerle más que un dedo encima, jovencito - dijo Alan con burla y silbó - En todo caso Takeshi estará bajo nuestro cuidado... No somos violadores, no al menos con extraños.

- Ya - Claire miró a Alan disgustada por la charla que había sido expuesta ante su hija.

- ¿Violadores? - preguntó la niña hacia el adulto rubio.

- Es un termino que a tu primo Dereck le gusta usar mucho cuando esta al lado de Takeshi, querida. Especialmente cuando alguien más esta cerca.

- Basta - Claire frunció el ceño - Jei, haz algo.

El hombre suspiró.

- Lara, ¿y si le enseñas a Takeshi cuál será su cuarto?

- ¡Sí! - saltó la niña con una sonrisa, olvidando esa explicación, y corrió hasta Takeshi para tomarle de la mano y arrastrarlo hacia las habitaciones.

- Alan, espero que cuides un poco más ése lenguaje... - espetó Jei.

- Pero si te encanta ese lenguaje dentro del dormitorio... - agregó Dean.

Jei carraspeó ante eso y con un ligero rubor, lo miró directamente.

- Sí, sólo dentro del dormitorio.

- No es el punto - dijo Alan con una sonrisa - Tu hijo acaba de acusarnos - retó a Dean - Aunque no me extraña... es Tyler, al final de cuentas.

- ¿Y qué pasa con los Tyler? - preguntó Dean con doble intención hacia su pareja.

- Son unos celosos obsesivos - dijo Alan simplemente y miró a Jei - ¿No?

- No puedo estar más de acuerdo - Jei tuvo que darle la razón al rubio -, pero, al menos a mí, es una de las cosas que me gustan - rió bajito.

Dean aprovechó la ocasión y como niño pequeño le enseñó la lengua a Alan y abrazó a su amor.

- Eso no justifica que perviertan a mi hija - intervino Claire y miró a Dereck - Por mí puedes ser celoso y todo. Es lo encantador de un hombre... cosa que Jei jamás tendrá conmigo a menos que este detrás del culo de uno de sus hombres.

- Sólo porque eres la madre de mis hijos, nada más, te dejaría encerrada en la sala más lejana de la casa - repuso Jei con una sonrisa que daba miedo.

- Bueno, lo que sea - cortó Dereck de una forma impaciente - ¿Comenzamos con esos papeles? Ya quiero acabar.

- Este hijo mío que poco aguante tiene...

- Tardará, Dereck - dijo Alan con una sonrisa - Así que debes prepararte para semanas de abstinencia.

Dereck suspiró.

- No me queda otra... mejor antes que más tarde... así Ethan alcanzará a ser responsable de una vez.

- ¿Ethan responsable? - Claire enarcó una ceja - Preaparte para el celibato permanente, chico.

- Ni hablar - espetó Dereck - Ni un minuto más de lo necesario.

- En ese caso debes arreglar los papeles y convencer a Ethan de que tome tu lugar - dijo la mujer - Si estos tres no lo dejaron a cargo de la empresa, fue por una muy buena razón.

Dean asintió.

- Ya sé que soy bueno en finanzas, pero estando tan lejos no puedo encargar de ella, es hora de que ese niño entre en situación de una vez - dijo Dereck de forma seria.

- Ethan no es un tonto en finanzas - lamentó Alan - Pero no es tonto tampoco... y ha estado llevando una vida bastante acomodada.

- No sería así si no lo consintieras - gruñó Claire.

- Bastante frágil fue antes - Alan se apenó - No quiero provocar un nuevo desliz.

- Tonterías, lo consientes mucho y ya - espetó Dereck - Seguro que si yo hago igual me echáis la bronca.

- Si hicieras lo mismo, tus padres pensarían que estás loco - dijo Claire - Andando. A trabajar... ¡No quiero tener tentaciones en casa!

- Mujer malvada - rechinó Dereck entre dientes.

Y antes de que Claire pudiera decir algo más, Dean optó por rodearle los anchos hombros y conducirlo fuera de la casa para ir al abogado que Alphonse les había recomendado para ese caso en especial.


* * *

-... si... Ya me encargo de todo. No te preocupes.

Eso fue lo que Alphonse escuchó, antes de apretar los ojos y abrir un poco.

Sentía un dolor espantoso en el cuerpo, muy especialmente en la espalda, pero no era tanto como el que había sentido anteriormente.

Alphonse intentó tener el oído atento en la conversación, pero simplemente no podía...

En el tiempo en que terminó por abrir los ojos, la luz le cegó y gruñó en consecuencia de eso y del dolor que aún seguía sintiendo.

Maldición, los demandaría a todos por seguro.

Un tacto se dejó sentir en su frente.

Era delicado, pero estaba seguro que no lo hacía una mujer, cosa que confirmó la voz que siguió.

- Ya estás mejor, no te preocupes...

Una voz limpia y atenta. Alguien que estaba seguro de lo que estaba diciendo, pero que solo irritó más a Al, ya que no era quien sentía ese dolor.

- ¿Qué... demonios... pasó...? - por fin pudo articular palabra.

- Decidiste evadir una advertencia clara para dejar que una tabla te golpeara por detrás - dijo el hombre con soltura - Veo que escuchas perfectamente, así que despreocuparé al jefe por una demanda venida de discapacidad auditiva.

- Preocúpale entonces por otra clase de demanda - rectificó Alphonse a tiempo al hombre, en medio de un quejido.

- A mi no me preocupa una demanda - dijo él con una risita - Lo que me preocupa es que te sientas peor, de cómo dijo el médico.

- Váyase al diablo - espetó furioso.

- Eso me parece más natural - dijo el hombre y volvió a tocar, esta vez en la cintura, provocando un pinchazo de dolor - Oh... el medicamento debe estar perdiendo efecto.

- Por qué demonios no se va a tocar las narices a otro, en vez de tocarme a mí - gruñó - Llame a una enfermera, quiero sedantes.

- Yo soy su enfermera - declaró con toda soltura - Y no debo aplicar sedantes aún... Puedo drogarlo... cosa que no será muy agradable, créame.

- Pues eres una enfermera espantosa - dijo Alphonse - Quiero a un profesional, no a uno que haya tratado de matarme.

- No fui quien trató de matarte, hombre - dijo él con un suspiro - Fui quien te gritó y a quien no hiciste caso... Y de cualquier manera la empresa ya paga tu tratamiento... Pero eso no importa.

Alphonse suspiró cerrando los ojos.

- Si no me vas a dar algo para el dolor, ya puedes largarte y dejarme en paz...

- Soy el encargado de cuidar de ti - dijo - El jefe de la empresa así lo ordenó.

- Iros al demonio todos - volvió a repetir - Eso no os librará de una demanda.

- No me preocupa - insistió y volvió a tocar - Solo es el golpe, al menos eso dijo el doctor... Si puedes bajar un poco tu mal carácter, podremos ir a casa... El doctor ha dicho que no es necesario que te atiendan en un hospital, así que la empresa no lo pagará.

Alphonse recordó la situación en casa y pensó en algún otro lugar al cuál ir... pero... no quería ir a ninguno otro más.

Era lo problemático de vivir en otra ciudad en donde sólo tenía a su "adorada" esposa. Toda su familia estaba lejos, pero era lo que había en esos momentos.

Sólo esperaba que Denise no le importunara con el divorcio, nada más llegar a casa.

- Está bien - aceptó entre un suspiro e hizo ademán de incorporarse de la cómoda cama, para sentir un calambre en toda la zona de la espalda, que lo hizo apretar las mantas con fuerza.

Sólo eso le faltaba.

- No te esfuerces -recomendó el desconocido - Pediré que traigan una silla... Temo que ese traslado será aún más doloroso que el del automóvil... La empresa ha brindado una bella unidad...

- La empresa, la empresa - repitió Al con molestia - Déjalo ya...

- Trabajo en ella - dijo con una sonrisa - No puedo dejarlo o me echarán.

- Ése no es mi problema - contestó rudamente - Cielos... ya quiero estar en mi casa...

- Ahora estás bajo tutela de la empresa - dijo el hombre haciendo una señal a una enfermera a quien le dijo algo y volvió a concentrar su atención en Al - Así que iremos a donde te puedan tener bien vigilado, de tal manera que sanes completamente.

- Basta, iré a mi casa - rectificó Alphonse – Si no, lárguese, puedo cuidarme perfectamente solo.

- Si quieres demandar tendrás que hacerlo bajo estas condiciones - dijo el hombre con tranquilidad - La empresa esta enfocada en tí... Si niegas la atención puede usarlo en tu contra.

- No tengo que ir bajo las condiciones de nadie, eso lo sé perfectamente - rectificó Al.

- La silla ha llegado - dijo él y se acercó hasta Al - Imagino que tendré que instalarme en su casa - suspiró - Soy el encargado de vigilarlo.

- ¿Es una broma, verdad?

Alphonse maldijo interiormente en el momento en que realizó un movimiento y volvió a sentir ese dolor agudo que parecía que lo fuera a romper por completo. Sólo se sintió algo liberado cuando por fin pudo sentarse en esa silla.

- Soy Darwyn Fauré - dijo ayudándole a acomodarse, sorprendentemente con bastante cuidado - Y no bromeo... Es mi trabajo a partir de ahora.

Alphonse calló por el momento.

Sentía que le dolía la cabeza también y nada más se dispuso a apoyar la frente en la mano dejándose llevar en la silla, por aquel hombre que comenzaba a sacarle de sus casillas.

No necesitaba a nadie más que lo pusiera de mal humor, no por el momento, al menos.

Por eso permaneció callado durante el viaje en el taxi. Escuchaba al hombre comentar varias cosas nuevamente relacionadas con la empresa y estuvo tentado a meterle algo en la boca para que guardara silencio, varias veces.

Sólo pudo sentir algo de relajo cuando vio al taxi salir de la ciudad y entrar en la tranquila zona residencial donde estaba su preciosa casa.

- Linda casa - comentó Darwyn pagando al taxista con bastante cambio y ayudó a Al a bajar con extremo cuidado - ¿Vive solo?

Al se pensó la respuesta detenidamente.

¿Qué decir?

- Algo así - al menos pronto lo haría, echaría a esa maldita mujer de su vida.

- Que desperdicio - Darwyn suspiró y se detuvo frente a la elegante puerta - ¿Las llaves?

Al ignoró ese comentario e hizo ademán de buscar en su pantalón manchado, pero... simplemente no pudo.

¿Es que ni eso podía?

- En mi bolsillo...

Darwyn hizo un ademán afirmativo y buscó en la bolsa hasta dar con el juego de llaves. Abrió con envidiable agilidad, para tratarse de un completo extraño, y ayudó a Al, a entrar.

- Opino que será prudente instalar una cama abajo - dijo viendo la preciosa escalera - No creo que a la empresa le haga gracia que te lastimes por caer de las escaleras y nos demandes por ello.

- ¿Puedes callar de una vez? - pidió Al - Al menos intenta dejar de meterme la empresa por los ojos... es muy irritante - indicó con fastidio y señaló hacia el salón, en donde Darwyn lo acompañó hasta que pudo sentarse en el cómodo sofá.

- No puedo evitarlo - se disculpó Darwyn... - Lo siento.

Un chillido excitado interrumpió lo que Darwyn quisiera agregar y Alphonse vio a un precioso niño correr en su dirección.

Para su disgusto y agradecimiento, Darwyn lo detuvo antes que pudiera tirarse encima de él y lastimarle más.

- Papa - dijo el niño y miró a Darwyn - ¿Uh? ¿Quién es?

Alphonse lo miró pensando bien qué decir

- Un amigo de papá - sonrió él, con adoración, hacia su hijo - Papá está enfermito, así que tienes que tratarme con cuidado, ¿vale?

- ¡Vale! - dijo el niño con una adorable sonrisa - ¡Mamá me compró un video juego! -informó cuando Darwyn lo liberó y se le quedó viendo - ¿Podremos jugar más tarde?

- Claro - aceptó Al, a pesar de no sentirse bien, pero es que no había nada que pudiera negarle a él - Pero ahora ve con la nana, tiene que darte tu merienda, ¿eh? - le dijo, haciendo un esfuerzo por acariciar ese precioso cabello negro.

- Mamá despidió a mi nana - dijo el niño con toda inocencia y miró a Darwyn - ¿Tu amigo será mi nana, papá?

- Soy un desastre con los niños - dijo Darwyn con paciencia y sonrió - Me han dicho que maleducaría a cualquiera.

- Maldita mujer... - masculló por lo bajo sin que pudiera él oírlo - ¿Mamá está en casa?

- En su habitación...

- No por mucho tiempo - dijo la preciosa mujer, bajando por las escaleras y miró a Darwyn con una ceja enarcada - ¿Tardaste tanto en llegar por eso, querido? - se burló - Que sorpresa.

- Habrá que buscar, en otras personas, lo que tú eres incapaz de dar, ¿no, amor? - ironizó Alphonse.

Denise se encogió de hombros.

- Me es increíble ver la persona en cuestión - dijo con una sonrisa y caminó hacia ellos, tomando la mano de su hijo - Por nosotros no te preocupes, te dejamos la casa libre.

Alphonse abrió los ojos de forma furiosa.

- Suéltalo ahora mismo - le dijo Al - Tú puedes irte, estás invitada a ello, pero él se queda aquí.

- Mi hijo y yo vamos a pasear juntos - dijo Denise con dulzura y abrazó al pequeño - ¿quieres salir con mama, cielo?

- Si - el pequeño se entusiasmó.

Denise sonrió.

- Habla con mi abogado, cariño...

Si pudiera...

Si pudiera levantarse... se daría el gusto de echarla él mismo.

Debido a eso sólo pudo observar su estúpida sonrisa y ver cómo ambos se marchaban.

¿Qué se creía?

Esa mujer no vería un centavo suyo.

Lo juraba por Dios.

Nunca.

Alphonse dejó caer la cabeza de forma derrotada sobre el respaldo del sofá y cerró los ojos.

Sólo esperaba que cuidara bien de su hijo.

Y seguro lo haría, porque sabía que le convenía.

- No te preocupes - dijo Darwyn con tono conciliador - Hasta una mujer como esa actúa de acuerdo a sus conveniencias... Así que actuemos a las propias.

Al abrió un ojo para mirar al hombre.

- Oh, tú, ya me había olvidado de ti.

- No es lo más encantador que me hallan dicho - dijo Darwyn con una sonrisa y le ayudó a incorporarse - Te llevaré a tu habitación...

Al terminó por dejarse llevar.

La verdad es que estaba cansado... así que indicó a ese hombre en dónde era su habitación y agradeció en silencio cuando por fin se pudo tumbar en su adorada cama.

Claro, las puertas abiertas de los armarios con ropa desordenada no era una agradable visión...

Maldita mujer, ni dejarlo todo ordenado podía.

- Haz lo que quieras - termino Al por decir -, pero déjame a solas un momento... por favor.

- Como quieras - dijo Darwyn - Si me permites, preparare algo de comida para ti... Es mejor que estés con energía.



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