CUENTO 1
LUNA DE QUESO.
-Gaara…-
-Dime…-
-¿Por qué aquí no brillan las estrellas??-
El pelirrojo se levantó un poco y miró en dirección al cielo, por el enorme tragaluz de su recámara.
La noche era oscura, brillante a la altura de la ciudad, pero más allá, en el cielo, solo azul pardo, sin vida.
-¿Te gustaría verlas?- preguntó a su acompañante.
Lee se quedó recostado, algo anonadado por la pregunta de Gaara. Estaba acostumbrado a que el pelirrojo se quedara callado o mirándolo con “enojo” cada vez que le preguntaba algo referente a cualquier cosa.
-Si…me encantaría.- y sonrió. ¿De que valía pensar tanto sobre las reacciones de Gaara? Para el la vida era mucho más sencilla si se era sincero.
Sabaku se levantó, se colocó una camisa y se puso los zapatos.
-Vístete.-
Y Lee así lo hizo.
~
Salieron rayando las doce de la noche, con el aire casi gélido susurrando en medio de las calles parisinas. Tomados de la mano hasta llegar al coche de Gaara, una hermosa máquina negra.
Condujeron fuera de la ciudad, dejando atrás las luces, los escaparates, el ruido y el bullicio. Todo fue quedándose en silencio al tiempo que nacía un basto paisaje de naturaleza, el río fue claro, y aunque las estrellas siguieron sin verse, la luna decidió salir y hacerles compañía.
Cada vez más alto, cada vez más lejos, más naturaleza, más ruidos de bosque, todo tan simple que el latido de sus corazones fue audible.
Ambos jamás habían tenido tal oportunidad de sentirse a si mismos, uno con el silencio.
Gaara frenó, y miró a Lee unos segundos.
-Ponte esto…- le ordenó (o al menos fue el tono que usó), mostrándole una cinta negra.
Lee miró lo que le acercaba, no es que desconfiara de Gaara. O no, Gaara era incapaz de hacerle algo malo, pero….pedirle que se cubriera los ojos era otro asunto, estaban en medio de la nada, a oscuras, además, Gaara era de las personas que ni siquiera miran a las esquinas antes de cruzar una calle (aparentemente no le parecía importante la posibilidad de ser aplastado por un coche), mucho menos iba a preocuparse por llevarlo sano y salvo a través de árboles mientras estaba completamente ciego.
¡¡Pero era Gaara!! La persona que amaba, por sobre todo, la confianza es la base de las relaciones. Y el quería permanecer junto a Gaara hasta que su corazón dejara de latir.
Tomó la cinta y se la amarró detrás de la cabeza, sin titubear, y sin hacer trampa, no dejó ni una sola esquinita por donde mirar.
Gaara se bajó del coche y le abrió la puerta a Lee, tomando suavemente su mano.
La visión del pelinegro ligeramente temeroso era en extremo tierna. Por lo que Gaara se permitió sonreír.
¿Cuánto tiempo llevaban juntos? ¿9, 10 años? Y aun asi, Lee seguía despertando cada día con una sorpresa, con un gesto que no le conocía, le robaba besos, a veces los pedía, seguía manchándose la nariz de chocolate cada vez que comían helados.
Hacer el amor era descubrir cosas, nuevos sonidos, nueva entrega, un gesto inocente, y un grito desesperado por alcanzar esa parte, ese lugar que sabía tanto le gustaba a Lee. Hacer el amor era esforzarse y dejar atrás todo su egoísmo, era entregarse por completo.
La única monotonía perdurable era ese “te amo” mañanero que Gaara jamás olvidaba mencionar.
El tantra que en diez años fue su prioridad, y que seguiría siendo hasta que su voz se apagara, entonces lo escribiría hasta que no quedara nada de él.
Condujo a su pelinegro sobre matorrales, árboles y piedras. Varia veces Lee se le resbaló, pero eran rasguños menores, nada de que preocuparse. (^^U)
Parecía interminable, pero llegó a su fin.
Se colocó detrás de Lee y pasó los brazos sobre su pecho, la cabeza en su hombro.
-¿Tienes frío?-
-Gaa-chan…- Lee pudo oler el cabello de Gaara, tan fresco, tan reconfortante. Suspiro.- ya no…-
Retiró la cinta de sus ojos.
Y el cielo brilló con intensidad.
Pequeñas luciérnagas atrapadas en una cortina universal. Cubrían hasta donde alcanzaba la vista y tal vez más. Grandes, pequeñas, pero todas resplandecientes.
El frío dejó de importar, solo quería mirar las estrellas, por primera vez claras.
La luna era grande, y posiblemente de queso, como Lee recordó antes de soltar una risita. La luna era de queso, y las estrellas eran luciérnagas atrapadas.
Que visión tan inocente de la vida, el mismo pelinegro lo aceptaba.
Pero era tan fácil, soñar era fácil…
¿Gaara soñaría?
-¿Sabes? Cuando era niño tenía un ratón de mascota, y siempre soñé con hacerle un diminuto cohete para que pudiera viajar a la luna y comérsela…quería que fuera feliz…- exclamó Lee casi sin prestar atención a sus propias palabras.- ¿Has tenido sueños Gaara?-
Sabaku se acurrucó aún más en el hombro de Lee, dirigiendo su vista hacia los astros. ¿Qué tenían esas cosas que no podías dejar de verlas?
-Lo tuve…una vez.-
-ahhm….-un minuto de vergüenza, de palabras que por lo general Gaara no mencionaba.- ¿Y qué paso con el?-
-…se cumplió…-
-Woo!! Felicidades Gaa-chan!!- se dio la media vuelta y lo abrazó con fuerza.- ¿Y como fue?? ¿Qué era? ¿Cuándo paso? ¿Por qué no me avisaste?? Me hubiera gustado estar ahí…-
-Pero si estabas ahí…- cortó Gaara, dejando a Lee atónito y con su cerebro procesado miles de sucesos pasados tan solo en un segundo, intentando recordar cuando fue que pasó…- tu eres mi sueño…-