¿Cuánto tiempo tendré que esperar tu llamada??
Por favor marca
Haz vibrar esta maquina.
No me dejes esperando escucharte.
Quiero saber de ti, llámame.
Quiero recibir tu llamada.
Fingiré uno, fingiré dos, tres días…toda la vida de ser necesario, para que nunca veas lo mucho que me duele tu indiferencia.
Se que aunque suplique, eso no hará que me abrases, que me beses y digas que todo esta bien, porque nada estará bien, si tu no haces nada, nunca volverá a estar bien.
Pierdo demasiado tiempo reflexionando…
Debía correr tras el, antes de que su figura se perdiera entre el ajetreo de la ciudad, se volvía una mancha difícil de distinguir.
Estiro los brazos, intentando atrapar una parte de su esencia, aun en el aire volando a su alrededor. No quería sentirse solo, no más. Ni dejar que el remordimiento volviera a abrir sus heridas.
Empujó a todos cuantos estuvieron en su camino…escuchaba los gritos.
-¡¡No!!!- se lanzó finalmente, el último metro que lo separaba de ese ente brillante que representaba más que su mundo, incluso más que su propia existencia.-
Lo atrapó y lo aferró a sus dedos, rasgo la ropa, se impregnó de él, intentando que nunca más se alejara, ni un milímetro. Estar tan cerca, tan juntos era su paz. Solo ahí, junto a Gaara y a su fría presencia se sentía libre y vivo.
Tan vivo que lo atormentaba. El pasado se borraba, el mundo entero se borraba y escuchaba el débil tarareo de Gaara como único fondo.
-Si debo rogarte, lo haré…¿Quieres que grite??!!! ¿Quieres que me rompa??!!-
Cabello negro y rojo se entrelazó. Su nariz cerca de la nunca de Gaara. Era ahora, cuando debía dar todo lo que quedaba de él, ese mísero trozo humano que guardaba para la posibilidad del amor.
-¡Te amo!! Y…no me importa decirlo…-
Aún más, las manos siguieron cerrándose. Pese a que lo abrazaba, tenia la necesidad de apretarlo, de unirlo tanto a su cuerpo que para siempre estuvieran juntos. –
Su frente ardía, su cara ardía, su cuerpo entero ardía.
No le dijo nada…
Lee se dejó caer suavemente, resbalando sobre la ropa de Gaara.
Todo se cierra y lo encajona. Lo aprieta, lo exprime, lo sofoca.
Vuelve a escuchar a la gente, pero ya no le importa, de repente nada le importa, puede llover pero el no siente el agua, nevar pero no le interesa el frío, hervir pero el calor dentro de el es tan fuerte que no se le compara.
De un momento a otro su bello mundo de esperanza envejece y se marchita como una vieja película, retazos de unos besos, de ojos azulados que era lo único que lograba ver en las noches.
En sus dedos aún cosquillea la sensación de la piel de Gaara, tan tibia, tan urgente.
Sin su amor, sin la base de todas sus fantasías y sueños, sin esa palabra que retenía las lágrimas, entiende que hay algo peor que estar muerto, y eso era estar solo.
¿Cuánto tiempo perdí esperando tu llamada?
¿Fingiendo que reflexiono??
-Perdóname….- le dice el pelinegro, tomándolo de un dedo, que oscila peligroso amenazando con zafarse.-
Sigue sin haber respuesta…
Y justo ahora comprende que nunca la habrá.
Esperabas por una llamada que nunca se haría…
Gaara….nunca lo quiso.
“Perdóname por quererte, por creer que también me amabas, por crear un mundo solo para nosotros”
“Tan perfecto, que tu sola presencia lastima…”
-Aún te amo…-
-Lo se…- y quiebra por completo el lazo que aun los une, los dos dedos entrelazados.- Algún día…entenderás.-
Sus primeras palabras y solo exclaman rechazo, hubiera preferido su silencio, la suave pero relajante presencia del “quizá”.