-De acuerdo…de acuerdo…- finalmente logré convencer al muchacho Takito. Se había mostrado bastante reacio pero después de casi quince minutos de decir “por favor” se había hartado de mi.
Esa técnica es infalible…
-Entonces toma. Aquí está.- indiqué triunfal mientras le entregaba el paquete.
Lo miró por unos momentos con la cara desencajada. Aparentemente iba a ponerse pesado de nuevo, pero al ver mis ojos vidriosos solamente suspiró antes de comentar derrotado.
-Ayu-chan… ¿era necesario que el cosplay fuera de un bote de pepinillos con capa?
-No… pero únicamente quedaba ese o el de abejita, y sinceramente las alitas no se te ven bien.
-Ya veo…-me miró con un poco de odio.- ¿Por qué razón estamos haciendo cosplay?
-Porque hoy es el día internacional del cosplay… es importante tener todo preparado en caso de necesitarlo. Nunca sabes cuándo pueden venir cosplayers enfurecidos. ¿Tienes té de nombre extraño?
Recordaba ese video que había visto la noche anterior. Prácticamente era un mensaje a la población para cuidarse de la horda de cosplayers enfurecidos que llegaban de casa en casa para maquillar a las personas y convertirlos en mineros vestidos de topo. Según decía el chico que realizó el video arriesgando su vida, lo único que provoca que esos sujetos te dejen tranquila es darles mucho té.
-Si… ayer me mandaste a comprar cualquier cantidad de té al barrio chino. De hecho creo que incluso me hiciste comprar el de marihuana.- creo que mi asistente no había entendido todavía la gravedad del asunto. No quería que ninguno terminara en una mina disfrazada de topo… sentí un escalofrío.
-Pero… el empaque tenía un bonito dibujo.- intenté justificarme. Y…en verdad era lindo. Venía en diferentes colores y estaba al 3x2 en esa tienda de productos asiáticos.
-Si...- me vio como si fuera una retrasada mental- era el dibujo de una planta de marihuana. Y venía impresa justo arriba del nombre.
Me crucé de brazos e inflé los cachetes, molesta ante el comentario tan poco atinado de mi secretario. Sólo el lograba sacarme de mi habitual buen humor psicópata para convertirme en una malhumorada asesina.
-¿Yo qué demonios iba a saber?
-Se lee… maldita sea. Fíjate en que compras.
-Déjame tranquila… actúas como si fuera una compradora compulsiva.
-Vaya… lo siento- dijo sarcástico, subiendo el tono de voz- se me olvido que para nada fuiste tú quien compró las tablas de multiplicar simplemente porque las vio en rebaja.
-Vienen en diferentes colores…- me defendí rápidamente- ahora puedes aprenderte la tabla del 2 en color verde y morado. Esas cosas son útiles para cuando hay que haces cálculos rápidos…
-Si, por lo general son útiles para hacer cálculos rápidos si tienes cinco años y estas aprendiendo a multiplicar, o si son de valores altos… pero tu compraste solo la del uno y la del dos…
-Déjame ser. Soy un espíritu libre…
-Infantil…- dijo antes de perderse en la cocina. Creo que consideró que era estúpido seguir peleándose conmigo y discutiendo la utilidad de la fantástica tabla del uno.
Me enojé tanto que ni ganas de fumar me daban… pero rápidamente analicé las cosas y me di cuenta que sin el cigarrito a la hora apropiada no sería capaz de lidiar con mis pacientes de turno…
Tomé un poco de vodka mientras fumaba en el balcón. La ciudad era hermosa… y podía lanzar a Takito desde el doceavo piso y hacerlo parecer un accidente. Mi mente comenzó a vagar en las mil doscientas cincuenta y cuatro maneras de cometer asesinatos accidentales, lo cual significó que recapitulara en la pequeña discusión que habíamos tenido apenas minutos antes. ¡¡Cómo se atrevía a criticar las tablas de multiplicar!!
Me recompuse al escuchar el timbre sonar. Tenía que aparentar estar en perfecta calma y equilibrio emocional si es que tenía en planes lidiar con los problemas maritales o emocionales de alguien. Esperé a que Takito abriera la puerta, sin embargo no atendía y el pato seguía sonando.
A regañadientes apagué mi cigarrillo. ¿Qué clase de ser nefasto interrumpe cuando sabe que estoy fumando?
Bebí el vodka que quedaba de tan solo un trago, esperando estar lo suficientemente dopada como para tratar con alguna persona extraña. Me encaminé a paso veloz a la puerta y abría la puerta de un tirón. No estaba de un particular buen humor…
-Buenas tardes…-Dije de golpe, pero al notar quienes estaban parados en mi puerta lo único que pude hacer fue sonreír de manera estúpida y admirar a esos gemelos de cabello castaño que se miraban de forma altamente yaoi.
-Hola… soy Kaoru y él es Hikaru- sonrió uno amablemente mientras el otro lo tomaba por la barbilla. El primero se sonrojó un poco, activando por completo mi sexto sentido de psicóloga psicópata. Quería ver hasta donde llegaban…
-Kaoru… te ves tan hermoso cuando sonríes. Me haces amarte más que nunca.- parecía que eso me lo estuvieran diciendo a mí, porque comencé a hacer un extraño ruido de hámster semejante a “kyaaaa” pero a ondas prácticamente inaudibles para el ser humano. Me sentía uno de esos amplificadores después de separar la guitarra de ellos.
-Ohh Hikaru, yo también te amo… -estaba al borde del colapso. En verdad estaba viendo un poco de “poder gemelo” o como quiera que eso se llame. Intenté recomponer mi profesionalismo. Se suponía que yo era la doctora a cargo de atender a ese par de sujetos locos que habían llevado el amor fraternal a un grado extremo… pero mirarlos sin sentir que mi alerta yaoi sonaba era imposible.
Llamé al muchacho Takito, incapaz de detener toda la bola de pensamientos extraños que me despertaba el ver a ese par. Esperaba, tal vez en vano, que él los hiciera entrar en razón y con ello evitar que me llevaran al hospital por una taquicardia fanática incontenible… la factura saldría cara. O que en el peor de los casos se trajera una cámara para video-grabarlos.
-De acuerdo… por favor pasen y mantengan sus manos donde pueda verlas- salió mi castaño asistente todavía con el mandil de la cocina, que decía “BESA AL CHEF” Se notaba un tanto incomodo por la falta de pudor, y el incesto, que estaban teniendo ese par de chicos en la puerta de la casa. Los vecinos habían estado quejándose de que siempre había alboroto en mi casa. Bola de infelices… - y usted Ayumi-chan…- me miró con frialdad. Sentí como un pequeño impulso eléctrico recorría mi columna vertebral.- deje de estar fantaseando y pangase a atender a este par de degenerados incestuosos.
-Oye…- comenzaron los gemelos al unisonó- No somos degenerados.
-¿Ahh no? Entonces explíquenme porque se insinúan uno con el otro. Maldita sea, son HERMANOS. Entre familia, por lo menos hasta donde yo sé, no pueden relacionarse.
-De que podemos… podemos- se veían un poco desconcertados.
-Lo ven, par de enfermos. Y lo peor… vienen con una chica que bien podría hacerles una iglesia por tocarse la cara y hablarse suavemente.
Me sentí un poco indignada, pero me callé. Bien dicen que la verdad incomoda, pero no peca.
-Puesss…- se quedaron pensativos, mientras yo sacaba una enorme hacha en mi imaginación y desmembraba al totalmente inútil de mi asistente por quitarme el único placer que sentía en la vida. Esa sería la primera terapia en que no me amenazarían ni estaría con gente loca de personalidades múltiples y ¡¡¡¡¡¡ME LO HABÍA ARREBATADO!!!!!!!
Eso era malo. Muy malo… con tan solo una frase hostil había convencido a los gemelos Hitachiin de que eran unas personas turbadas.
-Muy bien… no le hagan caso al muchacho Takito. El pobre no sabe lo que dice… creo que de tanto tomar tecito de marihuana comenzó a desvariar. Pasen por aquí…- comencé a halarlos de las mangas. Lo último que necesitaba era que el amor incestuoso de esos hombres se viera perdido. Era mi obligación como… ¿qué? Bueno ese no era el punto. Yo salvaría el fanservice.
Se sentaron frente a mí, mientras yo conseguía un cuaderno, que había pertenecido a los años de escuela de Takito y se lo había robado, y apuntaba. Me habían venido unas ganas tremendas de comenzar un diario o un cuaderno de ideas yaoi tan solo con mirar a ese par.
-Juguemos a encontrar a Kaoru- dijeron al unísono cuando hubieron recuperado mi atención. ¡Diablos! Me sentía de nuevo en el kínder, cuando teníamos que jugar “memoria” o algo parecido… yo nunca encontré ningún par. Me deprimí un poco, pero poco a poco fui recuperando la cordura. Creo que el vodka me hizo efecto antes de lo planeado.
Yo simplemente me quedé descontrolada a causa del mareo que había provocado el alcohol en mi, pero tenía un as bajo la manga. Los miré unos momentos.
-El de la izquierda es Kaoru y el de la derecha es Hikaru- dije con seguridad
Ambos se quedaron sorprendidos, mirándose el uno al otro con una cara clara de “¿Qué demonios?”. -¿cómo adivinaste?
-Muy sencillo- sonreí con suficiencia- tienen etiquetas con sus nombres pegadas a la playera.
“Si, punto para Ayumi-chan por ser muy lista y darse cuenta. Nadie puede vencerme.” Celebré en mi fuero interno.
-Bueno… creo que deberíamos comenzar- Hikaru estaba ocupando una maniobra evasiva. Aparentemente había sido un golpe muy duro para su ego el haber perdido por culpa de no quitarse las etiquetas que decían “MI NOMBRE ES…”
-De acuerdo… cuéntenme porque están aquí…- repasé mentalmente mi resumen de “profesionalismo para tontos” y crucé las piernas.
-Pues verás…- comenzó Hikaru- nosotros siempre crecimos solos. La única persona capaz de distinguirnos es una chica que convertimos en nuestra esclava por romper un jarrón obscenamente caro… pero ese no es el punto.
-Así es…- convino su hermano- el problema es que nos amamos pero todo mundo cree que es solo narcisismo. Creo que tienen algo en contra del “kinshinsoukan”
Un enorme signo de interrogación rojo se dibujó aparentemente en mi cabeza, al tiempo que revolvía los papeles tirados en el suelo y encontraba el diccionario “japonés-español”.
Busqué ágilmente y encontré KINSHINSOUKAN: INCESTO…
Verdaderamente agradecería que hablaran con palabras que yo entienda… por suerte siempre tengo muchos diccionarios de cosas inútiles.
-Aja… así que creen que la sociedad no está preparada para aceptar su relación incestuosa…- dije profesionalmente, mientras sacaba del bolsillo de mi pantalón unos anteojos. No es que los necesite ni nada, pero verdaderamente se veían bien conmigo y me daban un aire de especialista… además que estaban en rebajas especiales.
-Así es… Tamaki dice que eso siempre trae clientas, pero cuando estamos solos no le agrada que nos besemos. Es como si solo es estuviera contradiciendo, a pesar de que es perfectamente normal entre nosotros el amarnos y besarnos y…- se interrumpieron mientras se ponían ligeramente rojos. Mi mente comenzó a divagar.
-No le hagan caso. Yo los apoyo…- grité molesta y entusiasmada a la vez. ¿Quién se atrevía a negarles a esos sexys gemelos la oportunidad de estar juntos? Eso era imperdonable…
-¡¡Viva!!- gritaron también ellos, al tiempo que volvían a agarrarse de las manos y a hacer el esbozo de un beso.
-¿Qué ocurre?- entró Takito alarmado, sosteniendo un sartén y una banana en la mano, interrumpiendo ese pequeño momento de alegría y camaradería.
-Nada… pelearemos a favor del incesto- gritamos los tres, totalmente convencidos de que podríamos hacerlo. Y en ese instante, solo sentí como la fruta amarilla daba de lleno contra mi nariz, moviendo los lentes de su lugar. “¿Qué le ocurre?” pensaba irritada, al tiempo que sentía mi piel ponerse verde como la de Hulk “¿Por qué me avienta un plátano? Es más… ¿Por qué tiene un plátano?”
-Muy bien… en vista de que esta mujer es fácilmente pervertible cuando de incesto o de relaciones malsanas se trata- me señaló acusador, mientras yo lo fulminaba con la mirada, considerando si debía aventarle una manzana o una piña. Me decidí por la piña… la manzana estaba reservada por si el shinigami del Muchacho Yagami se volvía a aparecer- El que les va a dar la terapia soy yo.
-¿tu no estás a favor de nuestra relación?- preguntaron confundidos. Yo casi lloro al escuchar eso… en verdad quería luchar a favor de ese par. Quería que se amaran…
-Eso no me interesa. Ahora siéntense y cuéntenme lo que pasa…
-Pues nosotros nos amamos. Nadie más nos reconoce, a excepción de la chica que se disfraza de chico en la escuela… y antes con nuestra sirvienta que siempre se vestía de beige aunque no le combinaba ese color, que robó la caja fuerte de la casa y jamás quiso jugar con nosotros- casi se ponen a llorar en ese punto. Era tan triste… sentí una opresión en el estómago. ¿Por qué alguien se compraría ropa beige si sabe que no le va? ¿Por qué no vestirse de rosa?
-Entonces sienten que nadie los comprende… que no son individuales- escribió rápidamente encima de los bellos dibujos de perritos y las anotaciones de cosas que podría sugerirle a Gaara-sama y a Itachi-sama para atormentar a Sasuke-kun.
-Si, técnicamente es eso…- afirmaban los gemelos mientras movían la cabeza. Era simpatico ver que hasta cuando se movían tenían los mismos gestos.
Mientras tanto, yo me quedé quieta esperando a ver a qué hora se aburría mi secretario y se iba a hacer…cosas de secretarios. O lo que quiera que hiciese durante mis horas de trabajo. Creo que mira la telenovela de las cuatro… o tal vez solo lo imaginé
Recuerdo fugaz de Ayumi
-Takito… quiero ver Dragon Ball… me quedé con la duda de si hoy van a matar a Cell por enésima ocasión o va a revivir. Y ayer en los avances dijeron que el capitulo se llama “Ohh No!!! Cell revive por decimo octava ocasión” y… en verdad quiero saber si murió de verdad o se regenerará”
-Pero yo estoy viendo el final de la novela. Ahí es cuando Juan Luis Pablo José le propone matrimonio a Maria Clara del Rosario Fernanda Sofía. Se van a casar al final del capítulo…- se veía sumamente interesado en esa cosa extraña. Yo me quedé pensando
-Takito… ¿cabe su nombre completo en las aplicaciones para la escuela?
-No sé y no me importa, cállate y me preguntas al final.
-Pero… ¿Cell revivirá?
Fin del recuerdo fugaz de Ayumi
“Vaya… nunca supe si Cell había muerto de verdad” pensé con tristeza mientras fijaba de nuevo mi atención en la terapia improvisada de mi secretario
-¿Alguna vez han estado separados?- preguntó el castaño todavía escribiendo a toda prisa. Incluso pensé que también se le había venido una idea a la cabeza…
-No… si nos separamos no tenemos clientas y si no tenemos clientas nadie nos verá amándonos.- decían eso como si fuera una obviedad. Claro, para mi SI lo era. ¿Qué el muchacho Takito estaba ciego?
-A ver… pongamos las cosas en orden… ustedes en verdad quieren estar juntos?
-Si… de verdad.
-¿Saben que es un problema el estar con su hermano? La sociedad los va a marcar y bueno… en verdad es extraño que un par de gemelos se estén haciendo cosas extrañas…
-Takito….- dije indignada.- El incesto es algo perfectamente normal para ellos… además quer son particularmente hermosos y…
-A ver loca… eso no es normal. El hecho de que tú seas una enferma anormal no significa que para la media de la población ver a estos chicos sexeandose esté bien.
-Eres un malvado…
-Vaya… este chico dice lo mismo que Tamaki, ¿no Kaoru?
-Así es Hikaru… pero verdaderamente yo te amo. No dejaremos que nadie nos separe…- comenzaron a platicar entre ellos. Estaban totalmente ajenos al hecho de que Takito y yo estuviéramos echando un volado para decidir si el incesto era normal o no.
Ni asistente parecía exasperado. Creo que siente que está rodeado de personas locas. Me arrebató la moneda.
-Ayu-chan… no puedes decidir si el incesto está bien lanzando una moneda.- me la arrebató.
-Oye… ¿tienes té?- preguntaron al unísono los gemelos.
-Si claro… muchacho Takito, ve por te- indiqué, pero el me ignoró olímpicamente.
-Ve tu… yo estoy intentando solucionar un poco todo el revoltijo que tiene este par por tu falta de experiencia.
-Pero… tengo un título- lo señalé mientras comenzaba a llorar.
-Sí, tiene un título- acordaron los gemelos- es psicóloga.
-Hikaru… ¿tendré yo también un título?- mi alerta yaoi comenzó a hacer ruido.
-Si Kaoru… lo tendrás algún día. Mientras tanto tienes el título de mi corazón- se besaron tiernamente, mientras mi corazón casi saltaba de mi pecho y Taki les lanzaba un vaso con agua.
-Sepárense y háganme caso…
Salí por el té. Aparentemente nadie me iba a hacer caso en ese cuarto. Agarré el primer te que se encontró mi mano dentro del gabinete, mientras que yo intentaba no pensar en las atrocidades que Takito erradicaría si tomara a mis pacientes.
Posiblemente los volviera heterosexuales…
Sentí miedo solo de pensarlo.
El agua se había calentado lo suficiente, así que puse las bolsitas de te de quien sabe que en las tazas y se las llevé.
-Gracias- dijeron mientras le daban un sorbo.
Me sentía rara, era como ser Takito… a excepción de que yo no me resultaba tan molesta.
No pasó mucho tiempo desde que habían tomado el té cuando comenzaron a ver el techo y a reírse solos o a intentar besarse entre risa y risa. Parecían histéricos…
No quería ni imaginarme lo que habría hecho Takito en sus pobres e inocentes cerebros. Lo miré con recelo. Ya había tenido muchos pacientes esquizofrénicos como para ahora tener que lidiar con un par de tipos que charlaban con mi pared y con mi poster de Itachi-sama.
-Ayumi… ¿de qué era el té?- preguntó como si tuviera alguna clase de problema de estupidez crónica o estuviera hablando con una tarada que sirve te a lo loco sin fijarse en qué diablos está sirviendo.
-Bueno…- me rasqué la cabeza. Ahora que lo reflexionaba un poco, era una pregunta interesante.
-…- me miró como si en verdad tuviera un letrero fosforescente de “idiota” en la cabeza. Recordé que había metido las bolsitas de papel en mi bolsa en vez de tirarlas a la basura únicamente porque para llegar al basurero tenía que extender mi brazo casi 30 centimetros más que si los ponía en mi pantalón.
-Mira… es te de coco. Aquí está la hoja de palmera- desarrugándola con cuidado se la mostré a mi castaño asistente, que estrelló su palma contra la frente.
-Mmmm… Ayu-baka… ¿viste la bolsita volteada o no pasaste ni el kínder?
-Heyy… ¡Grosero!
-Parece que tienes una crayola insertada en el cerebro… esto no es una palmera ni a golpes. Es el dibujo de una planta de marihuana.
-Ohh vaya…- sonreí feliz al notar lo que eso representaba- este es el símbolo del reggae.
Simplemente recibí como respuesta una mirada mortal.
A veces siento que Takito sobreactúa… pero por lo menos no logró que los gemelos dejaran de amarse.