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El diván de la Terapía por chibiichigo

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Notas del capitulo:

hola, primero que nada lamento la demora para el capítulo. realmente no tengo un motivo concreto, pero no se me ocurría nada que poner y me ha  dado flojera ver dgrayman y getbackers (mucho menos onepiece) prometo ver los primeros dos (me los prestarán xDDDD). He estado metida últimamente en el shojo y en otras cosas (como entrar en una universidad...lo cual es dificil cuando no he definido mi carrera) pero eso no es relevante.

Aquí les traigo un capítulo dedicado a Princess Princess, anime que creoq ue muchos no han visto pero es muy nice. El próximo será Gakuen Heaven xDDD y luego getbackers y dgrayman (con posiblemes capítulos intermedios de otras parejas para darme colchón xDDDD) 

En fin, no los demoro más, lamento que el capítulo no esté muy bueno pero... pss luego lo arreglo o lo edito o algo. Ya veré.

-Sentía que me retaba. Me miraba con sus ojos malvados llenos de… Maldad.  Me dio mucho miedo muchacho Takito- le dije a mi asistente al borde de las lágrimas.

-Ayumi-chan… por lo general la maldad de malvada- apuntó el muy insensible casi riéndose de mí. Después de todas las cosas trágicas que me habían pasado en esos pocos minutos compartiendo espacio con el más grande enemigo de toda persona torpe con las manos como yo… -Además- continuó- es sólo una máquina de coser, no te pasará nada si te mantienes alejada de ella…como te indiqué desde que hiciste un cojín enorme utilizando las sábanas.

-Ese cojín era lindo- me defendí. Era enorme y podías dormir en él casi como un gatito. Como siempre, fui olímpicamente ignorada por el muchacho Takito; ya va pareciendo un deporte eso de tratarme peor que a un trapo.

-Creo que de verdad deberías considerar asistir a algún centro de ayuda para personas bobas que no saben hacer nada con sus manos que no implique romper cosas.- me lanzó una mirada grosera. Le saqué la lengua, lo mejor que una chica puede hacer en esos casos.

-Sí sé hacer cosas- me crucé de brazos molesta. Él me retó de nuevo mientras enumeraba con las manos las cosas que por distintos motivos habían salido no como yo lo había planeado.

-Ajá. ¿Te acuerdas cuando quemaste la cocina por querer cocinar?- cómo no me iba a acordar, eso pasó hace una semana. Asentí con la cabeza antes de rebatir su argumento con la defensiva más sólida que encontré.

-Eso fue porque tú no me habías dejado nada preparado. Pude haber muerto de hambre por tu culpa- iba a completar la frase con “desconsiderado infeliz” pero creí que no merecía gastar mis preciados insultos todavía. Creo que mi defensiva no funcionó del todo.

-Me fui una hora al supermercado y tú habías quemado parte de la casa.- lo decía como si nunca nadie hubiese tenido algún accidente con sopa instantánea.

-Era mi primera vez cocinando- el muy desconsiderado me deja a mi suerte para entender el funcionamiento de las estufas. Las muy infelices no me quieren cerca; cada vez que estoy en la cocina algo se quema.

-Era un jodido ramen instantáneo. Algo que para las personas normales sería imposible echar a perder… Mucho menos hablar de destrucción de inmuebles y perjuicios en propiedad privada.

-No me vengas con tus terminologías legales, señorito abogado. – lo único que me faltaba es que comenzara a emplear términos que no conozco. Posiblemente baje por internet mi título en abogacía… ya verá quién manda.

-Pusiste el ramen a calentar en el microondas … ¡¡sin agua y con aluminio!!

-¿Y cómo suponías que yo supiera que eso no se hacía?- “digo, que una no nace sabiendo”

- Porque se leen las instrucciones- agregó elevando un poco el tono de su voz, así como si me dijera “estúpida” a cada sílaba. Mostró la etiqueta que se encontraba en la parte superior del vasito.

“Así que esas letras eran importantes” me llevé la mano a la barbilla, feliz por mi descubrimiento; pensaba que sólo decían en varios idiomas “hecho en china”.- Vaya… eso es interesante.

El joven Takimoto sólo rodó los ojos y se llevó la palma de las manos a la frente. Creo que siente que estoy taradita o que de verdad necesito ayuda psiquiátrica urgente… o sólo que soy rara.

-Eres todo un caso…- preferí hacer caso omiso de ese comentario. No tenía muchos argumentos para contrarrestarlo y no planeaba desatar algo estilo “la Guerra de las Galaxias” con sables de luz verbales; hasta yo sé que eso hubiera sido el equivalente a que Takito fuera “Darth Vader” y yo… R2D2 o alguno de los extras que mueren en la primera escena.

 Me voltee y fui a la pantalla del televisor. Uno de esos programas de concursos donde hacen preguntas y tienes que ser casi un híbrido de hombre y caballito de mar para no contestar. Bastante entretenido.  

“¿Cuál es el nombre de la línea imaginaria que divide el globo terráqueo en norte y sur?”- la conductora preguntó a uno de los participantes que de plano no daban una.

-“Meridiano de Greenwich”- contestó el sujeto y un tache grandote salió en pantalla junto con una calaverita que se reía.

Estoy segura que la calaverita se mofa de los concursantes y sus boberías… Pero es simpática.

 

Quack Quack

Escuché el timbre de la puerta y me levanté a abrir. No recordaba si tenía citas, pero podría ser una emergencia o algún sexy Itachi-sama empaquetado para regalo. Cosas así no se pueden dejar en la puerta…

Abrí y me quedé impactada; unas chicas muy lindas estaban paradas ahí.

-Maldito Takito… seguramente llamó a estas sujetitas para convencerme de que no es gay.

-¡No soy gay, con una mierda!- escuché un grito apagado desde la todavía incinerada cocina. En fin…

-Venimos a ver a la psicóloga Ayumi- dijeron las dos al mismo tiempo mientras sonreían angelicalmente y saludaban como los pingüinos de “Madagascar”. Enarqué una ceja…Si creían que eso me impresionaba estaban terriblemente equivocadas.

-Pues yo no atiendo mujeres; soy SOLO para mis chicos yaoi- contesté de mala gana. Es feo darse cuenta de que no hay un sexy Itachi-sama empaquetado esperando en la puerta. Iba a cerrar la puerta cuando una de las chicas, de cabello rubio dijo en un tono demasiado varonil y atemorizante:

-Somos chicos.

Tras eso, por supuesto que no puse nada en duda. Una chica ni esforzándose podría tener una voz así de grave… a menos que sea soprano; pero esas personas ganan lo suficiente como para no ir con una psicóloga de 17 años.

-Así es- escuché la aterciopelada voz del muchacho Takito a mis espaldas- estos son dos de  “las princesas” de la Academia Fujimori; Kouno Tooru- señaló a un chico de cabello azul chistoso- y Shihoudani Yuujirou- señaló a la rubia de voz varonil.

Refunfuñé un poco. Si Takito sabe cuándo tengo citas y casi me puede dar detalles de cada consulta, es estúpido que no me pueda pedir que me cambie los pants por algo un poco menos fachoso… sobretodo si las personas que vienen a consulta vienen en cosplay y se ven más lindas que yo.

 -Pasen por favor- dije con toda la amabilidad que podía; ya me había mandado un error y lo último que quería es que los ojos llenos de furia del rubio se clavaran de nuevo en mí.

-Claro- los dos pasaron, exhibiendo una sonrisa con la cual habrían cautivado el corazón de varios ejércitos… pero no el mío.

Fuimos a la habitación en silencio, mientras me preguntaba por qué habrían ido dos cosplayers, e ideando la forma de hacer que Takito se pusiera un vestido. Seguramente le quedaría mejor a él que a esos chicos.

---Pensamiento Aislado de Ayumi y su retorcida imaginación---

Takito con un vestido de volantes hasta la rodilla y que vaya a juego con unos holanes y mangas cortas y abombadas al más puro estilo de mucama francesa; con una linda diadema de lolita y maquillado. Además de llevar el cabello suelto y largo.

… Transmisión interrumpida por muerte cerebral…

 

“Diablos, debería dejar de pensar en tantas estupideces” me reprendí mientras me esforzaba por ofrecerles una conversación a mis pacientes.

-¿Qué es lo que los trae hasta aquí?- pregunté; asumiendo que eran pareja.

-Bueno… es que tenemos problemas de pareja- contestó el de cabello azul. “Lo sabía”, sonreí con mi muy practicado profesionalismo. Creo que el libro me sirvió mucho.

-Ya veo…- hablé despacio mientras me tocaba la barbilla con la mano; lo había visto en televisión en uno de los programas de “La Ley y el Orden”  y daba aire de saber más que las personas promedio. Además de que me dio comezón y lo podía ocultar bastante bien.

-Sí, verás- dijo el rubio, que de nuevo tenía voz de chica. Me daba un poco menos de miedo- nosotros somos parte de una academia sólo para chicos y pues- se señaló la ropa- debemos vestirnos de chica para animar a la escuela.

A partir de ese momento, comencé a ver a esa pareja de manera diferente… tan solo pensar en una academia tan yaoi como para hacer eso sentía la emoción de la juventud de la que tanto hablaba Gai-sensei. Era sencillamente maravillosa la perspectiva.

-Quiero ser chico…- dije, más para mí que para ellos; pero desgraciadamente escucharon y me miraron con cara de “chica rara”. ¿Acaso todos los que me veían tenían que tenerme en mal concepto? Ayumi es amor…

El rubio elevó su ceja como si pensara “¿Cómo diablos terminé en este sitio?” y carraspeó un poco antes de continuar- Sí, pero el problema es que no nos dan tiempo para nosotros. Cuando estamos por los jardines las personas nos miran y nos piden que los saludemos o que sonriamos.- “Vaya… eso debe ser feo” meneé la cabeza.

-Deberían salir de la escuela para tener tiempo a solas…- me apresuré a decir mientras sacaba una campanita de mi bolsillo y llamaba a Takito. Me coloqué los lentes, que había olvidado para tener una apariencia de persona respetable.

-No soy un perro. Ayumi-chan…- llegó renegando. Se paró de frente a “las princesas” y no pude evitar notar lo increíblemente hermoso que se veía ahí. Parecía que la única que desencajaba era yo…

-Necesito Valium y Prozac por favor- miré a los pacientes-… ¿ustedes desean algo?

-Un vaso de agua por favor- dijo el rubio, mientras que el otro sólo negó con la cabeza. Se veían como “idols”. Eran casi como Bou.

Miré a la pared, donde se hallaba mi poster de Gaara-sama, de Itachi- sama y ahora un recién adquirido Bou. Eran sencillamente perfectos.

-Le estaba diciendo que aparte tenemos otro problema- dijo el rubio cuando Takito se fue. Era increíble la pinta de uke que tenía el sujeto cuando dejaba de lado su voz de macho.

-Mi prima está obsesionada conmigo y quiere que nos casemos pero yo soy…

-¿Gay?- inquirí, aunque ¡Dios santo del yaoi, eso era más obvio que mi obsesión por el Valium!

-No- dijo inmediatamente mientras enrojecía como semáforo. Su novio lo miró molesto y yo me reí mentalmente. Lo hubiera hecho en voz alta pero Yuujirou me da la impresión de ser pariente del señorito Light. –Bueno sí…ahhh- intentó corregirse el señorito Tooru – lo que ocurre es que me da cosa pedirle que me deje tranquilo. Ya sabes… lazos familiares…

No creí mucho de los “lazos familiares” pero en fin… una doctora tan profesional como mi persona no juzga a los demás.

-Bien, ¿sus familias saben que son chicos yaoi?- pregunté serena. Ellos simplemente evadieron la mirada del otro y se concentraron en el interesante piso de mi habitación. Lo bueno es que para esa clase de emergencias tengo un tapete con imágenes yaoi…

-No- contestaron un poco incómodos. Se veían tan…chicas.

-¿Saben que hacen crossplay?- pregunté. Ellos se quedaron con cara de “no sé nada de lo que está hablando esta chica, pero tengo que fingir que comprendí para no quedar como idiota”. Bufé un poco y expliqué en el tono más profesional y de conferencia que encontré que crossplay era cuando un chico se vestía de chica o viceversa; parecieron comprender. 

-¿Dónde aprendiste eso?- se quedaron confundidos. Yo me limité a mostrarles mi título y comprendieron que se debía a que había ido a la academia de psicología. Omití decir cosas de las horas que pasaba en páginas otaku o que quería crossplayear a mi asistente.

-Ayumi, sé lo que estás pensando- escuché un grito apagado por detrás de la puerta. Creo que Takito es extraterrestre o una especie de hijo de Nostradamus… SIEMPRE lo sabe. Me estremecí.

Tan pronto el muchacho Takito entró a la habitación y me dio un Valium, me lo tomé con el vaso que me entregó.

-Takito-exclamé asqueada mientras regresaba el desagradable líquido al vaso- ¿Qué cosa me diste?

-Agua…- contestó como si fuera lo más natural del mundo.

-¿Por qué me das agua? Sabes que el Valium se bebe con bebidas alcohólicas. Lo dice la cajita.

-Mmmm…creo que no sabe leer. La cajita, que aparte es un frasco para su información tiene un grande y rojo NO frente a “se ingiera con bebidas alcohólicas”- se atrevió a retarme. Los chicos vestidos de chica frente a mí me miraban como si tuviera algún problema de adicción. El muchacho Takito aparentemente también lo notó porque se volteó más rápido que pronto para atenderlos con una sonrisa de Miss Universo- ¿Qué problema tienen?

-Mi prima me ama y mi familia no sabe que soy gay- suspiró el de cabello color agua. “¿Por qué dicen que es azul como agua si el agua no tiene color?... mierda Ayumi concéntrate”

-Vaya, creo que eso es un problema- Takito se quedó mirándolos un rato antes de volver a decir algo- Podrían hablar claro con sus familias y decirles el motivo por el cual usted no puede responderle a su prima, aparte del hecho evidente de que comparten sangre y los hijos pueden salirles tarados.

-Podríamos hacer eso- acordó el rubio, de nuevo con su cara de princesa de las flores. Posiblemente hubiera visto “El diario de la princesa” medio millón de veces para perfeccionar la sonrisa y la pose – pero me pregunto qué pensarían de nosotros.

-Nada que no se piense habitualmente de dos hombres que usan vestidos- apunté inconscientemente. Percibí la mirada llena de ira, odio y destrucción proveniente de todos. Consideré quedarme callada un rato; si el muchacho Takito quería hacerse cargo de la situación perfecto… yo me esforzaba menos.

Me levanté y fui por una cerveza, y whisky.

No podía dejar de pensar en Takito con vestiditos de Barbie. Sería demasiado lindo ver a un chico guapo; porque realmente no es feo el antipático y amargado de mi asistente; vestido al más puro estilo de una muñequita. O de una conejita.

Me reí de mis pensamientos al momento de darle el segundo sorbo a mi cerveza.

-Ayumi, deje de pensar en eso…- escuché de nuevo su grito apagado. Comencé a pensar si mis ideas estarían siendo transmitidas vía satélite.

 Volví al cuarto; demasiado asustada como para pensar siquiera en el problema estúpido de mis pacientes. Si pensaran como Gaara-sama y mataran a la chica no tendrían esos problemas y podrían vivir una feliz vida yaoi siendo ídolos de una escuela para chicos homosexuales.

-¿Cuánto tiempo llevan siendo pareja?- preguntó Takito, sentado en Chuy, la silla especial para mí.

-Casi un año- contestaron los otros dos mientras bebían unas misteriosas tazas llenas de té que sacaron de no sé dónde.  Me apaniqué y saqué de mi libro de “Cómo sacar cosas raras de las mangas en 10 sencillos pasos” y “Robo de tazas de té para idiotas” para intentar comprender la situación.

No comprendía lo que ocurría. Habían convertido mi habitación en una especie rara de pabellón mágico del té y charlaban como si fueran los mejores amigos en esta tierra. Me sentía más fea que ellos y fuera de lugar. Así que esperé en una esquina a que terminaran la estúpida sesión.

“Takito se ve lindo… debería hacerle un vestido. Pero mi máquina de coser no me ama y no sé usarla. Aprenderé a coser para él.” Me sorprendía lo mucho que pensaba en Takito últimamente; sentí un rubor en mis mejillas que intenté mermar infructuosamente. Noté que el motivo de mis estúpidos pensamientos no yaoi me estaba mirando y me puse más y más roja. Quería morir en ese momento.

-¿Qué le ocurre Ayumi?- preguntó Yuujirou. Tenía que inventar algo en ese momento o quedaría como la boba que se sonrojaba de la nada. Puse al hámster de mi cerebro a trabajar como loco.

-Quería preguntarle… si les gusta el pay- grité demasiado avergonzada como para darme cuenta de la estupidez que había dicho. ¡¡PAY, santo yaoi, PAY!!

Ni siquiera me esforcé en ver la cara de asombro y lástima que me tenían los tres hombres. Podía ver a Takito mirándome con pena ajena y con dureza mientras que seguramente los otros dos desarrollarían miedo hacia mi persona.

-Este… no, a lo que yo me refería era quién les hizo los vestidos- intenté corregirme. Los pays nada tenían que ver con una prenda de vestir pero era lo mejor que se me ocurría para salir de la situación estúpida en que me había metido. Me tomé el Prozac que estaba todavía en mis manos y decidí sumirme en mi desgracia.  

-Ohh, los hizo un histérico fan de la costura que se peina como salido del siglo dieciséis.- contestó sin darle mucha importancia Tooru. Yo quería morir.

-Es que son lindos- contesté fingiendo naturalidad, una chica con un título falso sabe fingir correctamente. Sonreí como toda una Uesugi (con superioridad y gracia) y miré al cielo.

-Ayumi, eso no pasará. Deja de pensar en esas cosas- dijo Takito.

-¿Qué mierda? ¿Cómo demonios sabes cuando estoy pensando en verte con vestido o en algo que tenga que ver con yaoi?

-Porque siempre estás pensando en guarradas- contestó el rubio sonriendo con cara de burlarse de mi desgracia. Lo miré con cara de pocos amigos, estilo Uchiha- se te ve en la cara que sólo quieres yaoi y fanservice.

-¿Es tan obvio?- pregunté con cara de tristeza. Yo creía haber sido completamente discreta al respecto…omitiendo el momento del pay.

-Sí, lo es- dijo el otro mientras se levantaba y se arreglaba el vestido para marcharse. Me deprimí un poco. Tantos años en la escuela ocultándome de mis profesores para cometer actos vandálicos y poner cara de ángel no habían servido de nada. Había sido descubierta en mis pensamientos de yaoi y fanservice.

Toda mi vida había estado forjada en una mentira. Las dos “princesas” se sentaron junto a mí y comenzaron a palmearme la espalda y la cabeza como si fuera un perrito. Les gruñí.

-Ya, todos pensamos en yaoi de vez en cuando, es normal- sus palabras de consolación no me hicieron sentir mejor.

-No es cierto. Yo no lo hago- Takito hablaba serio, con su odiosa pose de “yo no soy un degenerado que piensa en chicos todo el día”.

-Entonces ¿por qué tienes un calendario yaoi en tu habitación?- pregunté hostil.

-Porque tú lo pusiste ahí y no puedo quitarlo o suena la estúpida alarma de “Anti-yaoi”

-Ohhhhhhh es cierto- recordé que había colocado ese calendario para inducir a Takito a que declarara su homosexualidad abiertamente. Otro intento fallido.

-Bueno- el rubio en su versión uke resignado lo miró como si hubiera matado a su madre. Takito le dedicó otra mirada asesina.- Seguro que no se refiere a eso.

-Sí me refiero a eso- exclamó el asistente ligeramente molesto mientras seguía fijando la mirada en el señorito Shihoudani. Parecía una épica lucha de miradas.

-Pero, deberías hablar con tu familia al respecto, eso siempre me hace sentir mejor- intervino el rubio. Me quedé con cara de confusión.

-¿Eso que tiene que ver?- pregunté sin saber en qué punto de mi conversación me había perdido.

-Nada, pero es la frase estelar de la serie. Junto a “estamos en el mismo barco”- sonrió con amabilidad. Por lo menos ya no me sentía tan rara.

-Dejen de ser amables con ella- Takito volvió a desmoronar mi amor propio- hablar con ella no sirve de nada. Miren y aprendan.

Sacó del bolsillo de su pantalón un objeto raro con un palito.

-Si te pones feliz te daré una paleta

-No me comprarás con una paleta- grité molesta. Sentía que me trataba como a una niña de tres años. Mi asistente frunció el ceño y sacó otra cosa.

-Te daré una paleta… y un pin que dice “I love yaoi”

Por eso amo al señor Takito, siempre sabe cómo hacerme feliz

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Hola de nuevo, soy yo xDDDD espero que les haya gustado. Sé que no es muy brillante ni nada pero ojalá lo hayan disfrutado.

Espero ser merecedora de un review aunque solo sea para aventarme piedras por el capi. 

Besos y gracias por haber leido.

C.


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