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Escarchas por Hefestion

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Notas del fanfic:

¡Happy Happy!... después de un gran receso (y fuera de las revisiones) finalmente esta serie y yo avanzamos.

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E s c a r c h a s

[Serie: Eternamente Tuyo]

By. Kari no Chiryu.

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E s c a r c h a s

Continuación a: Invierno y Primavera

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Su corazón se sintió tan gélido como el paisaje, e igualmente vacío.

La muerte, de quien nadie escapa, lo encontró allí, en la tundra siberiana.

Los ojos azul celeste estaban perdidos en la distancia, sus rasgos dibujaron una extraña mezcla de dolor e indiferencia.

Para él, los recuerdos de una mujer rubia que yacía en el fondo del abismo congelado eran más una referencia que un sentimiento. Camus, "el señor del cero absoluto", se había encargado de suprimir esos recuerdos de su mente, y más profundamente, de su corazón.

En aquel paisaje de hielo y nieve, Tánatos parecía más que nunca un ángel, intocable por el amargo frío a pesar de sus ligeras vestiduras.

Caminó silenciosamente hacia el único otro ser viviente en aquella desértica llanura y con un suspiro, que pudo ser también aquel del viento, puso una mano en el hombro del ruso.

Hyoga dio un salto de sorpresa e inmediatamente, por los reflejos de años -quizás un poco oxidados pero igual de fiables- entró en posición de defensa.

Tánatos lo observó con ojos sabios, escasamente sorprendido que, en otrora un caballero sagrado, no hubiera percibido su presencia hasta que la hizo conocida.

"Tánatos". Su voz era un susurro, pero estaba llena de esperanzas, sus ojos fueron más allá del dios, como buscando a alguien más.

"Él no está conmigo".

El corazón de Hyoga se encogió y por un momento le fue imposible respirar. "Oh Dios". Se llevó la mano al pecho como una semblanza del dolor que era prácticamente físico. "Él ya no existe". Susurró. "Hades...".

Inesperado para ambos, Tánatos avanzó abrazándolo suavemente contra su cuerpo, completamente sobrecogido por el amor tan profundo que Hyoga abrigaba por su hermano. Sólo por eso, sólo por eso, Tánatos ya lo amaba con toda el alma.

"Él está bien, Hyoga, está vivo y está bien". Le aseguró e Hyoga tembló contra su cuerpo, completamente débil y exhausto.

"Entonces... ¿entonces él vendrá...?".

Tánatos lo abrazó aún más fuerte. "No, ahora no puede... él... Hypnos...". Frotó la espalda de Hyoga por el súbito escalofrío ocasionado, evidentemente, por la mención del nombre de su hermano que hasta el momento había quedado inarticulado.

"Hyoga". Comenzó de nuevo suavemente. "Hypnos ha estado cargando con mucho rencor y culpa durante siglos, al punto que su personalidad lo ha absorbido completamente. El... hombre a quien conociste, a quien has llegado a... a apreciar... es ese ser lleno de agonía y tristeza, yo... ya no puedo recordar cómo era mi hermano antes de que todo esto empezara". Titubeó en ciertas palabras, seleccionando cuidadosamente cada una.

Tánatos supo que, al igual que su hermano, Hyoga aún no había enfrentado la verdad que era tan evidente para todos: ellos dos estaban profunda y locamente enamorados el uno del otro. Pero no iba a ser él quién lo confrontara con esa realidad, y sobre todo no ahora, sin saber siquiera si él e Hypnos volverían a encontrarse de nuevo durante la vida mortal de Hyoga.

"Hypnos es incapaz de permitirse ser feliz ahora mismo, él cree que debe ser castigado".

"Pero ¿por qué?. ¡Dios, no entiendo!". Hyoga exclamó furioso saliendo de los brazos de Tánatos y alejándose, sus ojos brillaron con rabia... y nada más.

Tánatos suspiró. "Es una historia muy larga".

"¡Me importa un carajo!, estoy harto de los secretos, si no me puedes dar una respuesta recta hazme el favor de dejarme es paz". Prácticamente escupió con fuego. Quería saber de Hypnos, quería saber, pero estaba harto de ser tratado como un extraño, como si Hypnos no le importara, como si...

Tánatos rió suavemente. Al parecer Hyoga también tenía algunos puentes que remendar antes de permitirse ser feliz, quizás ambos se encontrarían a medio camino, quizás... ese sería un final muy feliz.

"Bueno, para hacer corta una historia muy larga... hmm, permíteme empezar por el principio". Tomó una respiración y volvió sus ojos hacia el horizonte. He aquí que estaban sus propios demonios y aún cuando Hyoga no lo condenara, no quiso verle a los ojos al relatar aquella historia.

"Cuando la nueva religión se extendió sobre Grecia y por el mundo y vino a su fin la era de los dioses, Perséphone estaba con su madre. Mi padre nos envió a recuperarla y traerla de nuevo al Averno, al mismo tiempo Zeús mandaba a buscar a mi padre con Hermes"

"Hypnos fue el primero en encontrarla, y confundiendo amor, celos y odio la hizo dormir el sueño eterno, como una venganza o anhelo, que sé yo, cuando llegué ya estaba así, no me atrevía a tocarla. Hypnos la escondió y ambos juramos ante nuestro padre que Persephone le había traicionado prefiriendo quedarse con Demeter". Suspiró con dolor. Incluso entonces su padre sólo la había amado, nunca la culpó y por aquellos sentimientos puros agradeció a cada deidad que aún pudiera existir. Si Hades la hubiera odiado siendo ella inocente, su culpa sería mucho mayor y francamente imperdonable.

"Hades enloqueció de dolor conforme el tiempo pasó y culpó a la humanidad, quien por su bienestar, había sido obligado a aceptar el trato del Invierno y la Primavera. Hades encarnó en Shun buscando inconscientemente una excusa para perdonar, pero cuatro años antes que él viniera al mundo, Persephone había sido también encarnada. Hypnos transó sus alas para devolverle la vida, y ahora estuvo dispuesto a transar su propia vida para devolvérsela a mi padre". Una sola lágrima corrió por el rostro pálido del Dios.

Hyoga escuchaba aquella historia atónito, entendiendo cada palabra y deseando saber más, cada detalle.

"Verás Hyoga, Hades logró concebirnos a cambio de un hilo de cáñamo que entregó a Hécate, y fue eso lo que Hécate le dio a Hypnos por sus alas, es así que Persephone nació humana y ha estado al lado de Shun desde el primer día de su vida mortal. ¿Sabes de quien estoy hablando?". Sonrió al ver la expresión confundida del rubio convergir en comprensión e incredulidad.

"Eso... no puede ser verdad... ¿Ikki?".

"¡Bingo!". Tánatos sonrió. "Así que ellos dos se reunieron mucho antes de lo que Hypnos planeó. Él vino a la tierra para devolverla al Averno pero creo que a veces volvía a anhelarla, sobre todo al verlo interactuar tan amorosamente con papá, como siempre". Suspiró y la sonrisa se hizo dulce en su rostro. "Pero entonces pasó algo, y su corazón subió al lado correcto de su pecho finalmente".

Hyoga tragó. "¿Qué pasó?". La noticia de que Ikki era, de hecho, Persephone, pasó a un segundo plano cuando se trataba de Hypnos.

Tánatos se volvió y sostuvo su mirada abiertamente. "Tú pasaste. Tú. Y entonces él simplemente quiso reparar el daño y ser perdonado y simplemente..." Le falló la voz.

Hyoga bajó la mirada a sus pies, un poco a su derecha estaba el morral que contenía lo poco que había elegido para aquel viaje.

"¿Entonces por qué no se quedó conmigo?". Susurró. No esperaba una respuesta a aquella pregunta, era más un reproche.

Tánatos se acercó y tomó las manos se Hyoga sosteniéndolas contra su pecho. "Porque Hyoga, Hypnos siente que no tiene nada que ofrecerte ahora mismo, y yo creo que es verdad". Hyoga levantó el rostro, presto a protestar pero Tánatos no se lo permitió. "Hyoga mi hermano es la persona más importante de mi vida, y también mi padre, créeme cuando te digo que para mi él sólo merece lo mejor, pero ahora mismo él ni siquiera puede soportarse, bajo esas condiciones a la larga su... amistad, se habría deteriorado dejándolo aún más hundido de lo que está".

Hyoga asintió renuentemente, entender y aceptar eran dos cosas muy distintas.

"Pero él está bien, Hyoga, y por él estoy aquí". Ahora su mueca era infantil y dentona.

Los ojos de Hyoga brillaron con un poco de calor y sus manos asieron las de Tánatos. "¿Él dijo algo?...".

Tánatos asintió. "Oh sí, me contó la historia de cómo lo embriagaste y terminó cortándose el cabello". Hyoga se ruborizó. Quizás era el frío. "Y me dijo que te lo dio como un recuerdo". Su expresión era de nuevo tierna. "Yo que conozco a Hypnos debo decirte Hyoga, mi hermano en verdad... te estima, muchísimo. Y por otra parte Papá manda a decir y cito: Busca a Hyoga y dile que mi Hipnos está bien, que todo estará bien. Y que quizás vuelva a verlo más pronto de lo que imagina, quién sabe. Fin de la cita". Rió.

Hyoga humedeció sus labios antes de hablar nuevamente. "¿Volveré a verlo pronto?".

La sonrisa de Tánatos menguó. "Pronto, puede ser un concepto muy distinto para un dios que para un mortal, pero Hyoga, yo espero, con todo mi ser, que ese pronto, sea el tuyo".

El corazón de Hyoga cayó a sus pies, pero la esperanza renuente había sido sembrada en su corazón.

Tánatos apretó las manos aún en su asimiento y miró alrededor. "No tienes recuerdos de este lugar, ¿verdad?". Hyoga iba a responder automáticamente: Los recuerdos de mi entrenamiento, pero en el fondo supo a lo que Tánatos se refería. "No, no tengo".

"¿Entonces por qué has venido?, Seiya y Shiryu están muy preocupados por ti, ¿por qué no vuelves a Japón?".

La expresión de Hyoga se volvió amarga. "Porque a diferencia de este lugar, Japón está lleno de recuerdos".

Tánatos suspiró. "Creo que también necesitas tiempo para arreglar las cosas en tu cabeza, ¿uh?".

"Quizás". Hyoga masculló soltando las manos del dios. "Podrías decirle a Shiryu y Seiya que estoy bien, que llamaré en cuanto pueda".

"Claro, eso haré".

Hyoga asintió sin verlo y, por no tener qué otra cosa hacer con sus manos inquietas, recogió la mochila del suelo. "Bien, bueno, me alivia saber que Hypnos está bien. Gracias por venir a decirme".

Tánatos sonrió. "Tenía que venir, Hypnos no me habría perdonado si no lo hago, y papá tampoco hubiera estado muy feliz". Hyoga le ofreció una sonrisa renuente, diminuta. Y Tánatos supo que era el momento de despedirse, pero aún le quedaba un juramento personal que ofrecer.

"Hyoga, he sido un mortal los últimos doce años de mi vida, antes de ser quien ahora conoces yo era básicamente un niño bastante egoísta y egocéntrico, es increíble cómo cambió mi perspectiva de casi tres milenios en doce años mortales". Con aquellas palabras pretendió decir mucho más, que quizás el mismo milagro podría obrarse en Hypnos, que debía tener esperanza para Hypnos y para él. Que él, Tánatos, era ahora alguien capaz de amar sin condiciones ni penas. Sin embargo, no articuló ninguna promesa, de hecho al respecto no dijo nada más.

"Y una última cosa Hyoga". Añadió poniendo ambas manos en los hombros de rubio. "Por querer tanto a Hypnos, por haberlo hecho reír, por traer alegría a su corazón, te estaré para siempre en deuda, por eso, hasta que Hypnos pueda, yo seré tu ángel guardián". Quitó sus manos y extendió sus brazos. "Mira, hasta tengo las alas, ¡estoy listo!" Hizo unos ademanes estilo power ranger que tanto le gustaba ver. Hyoga no pudo evitar reír.

"Gracias, Tánatos". Suspiró. "¿Puedes decirle algo a Hypnos de mi parte?". Preguntó suavemente.

"Claro".

Miró a los ojos plateados y tragó. "Dile que estaré esperándolo".

Tánatos sonrió. "Claro". Dio un golpecito con el puño cerrado al hombro de Hyoga. "No olvides llamar a Seiya".

"No lo olvidaré".

Tánatos asintió. "Sabes que puedo encontrarte cuándo quiera, ¿no?".

"Oh sí".

"Mejor te cuidas si no quieres que te patee".

"¿Esa es la nueva filosofía de los ángeles de la guarda?".

"Sólo la mía".

Hyoga suspiró con una sonrisa tenue.

"Estaré a tu lado siempre que me necesites, es una promesa".

"No tienes que hacerlo".

"No, no tengo, ¿pero quién me lo va a impedir?". Sonrió. "Hyoga Bielo, ten una bonita vida".

Hyoga lo miró apaciblemente antes de responder. "También tú, Tánatos Hanekawa".

A Tánatos le gustó aquella combinación. "¡Yeap!, la tendré". -Y en parte, es posible gracias a ti-pensó mirándolo y sonriéndole desapareció con el viento.

Hyoga miró durante algún tiempo el lugar donde estuvo de pie el dios y luego, sin echar una mirada a sus alrededores comenzó a caminar mochila al hombro.

Sus pensamientos estaban llenos de un rostro similar al de Tánatos, pero de cabellos color trigo y ojos dorados.

 

Fin.

Notas: ¡Ah!, no puedo creer que finalmente esté escrito! ¡ESCARCHAS!, estuvo dando vueltas en mi cabeza durante mucho tiempo, de hecho: Los Gatos Cantan (que le continúa a este capítulo, y que también es independiente) lo escribí en septiembre de 2003. Yeap, incluso antes de terminar Invierno y Primavera. En fin, ya está hecho. Espero que no me haya quedado nada suelto porque, Dios sabe, siempre estoy pendiente de los detalles, y es que de ellos está hecha esta historia, ahora todos los cabos que aún quedan sueltos simplemente (se supone) tienen que encajar. No sé si habré cambiado un poco mi estilo, lo que si espero es haber mejorado mi redacción. Jujuju. De cualquier manera ustedes serán mejores jueces que yo en ese aspecto.

Con este capítulo pretendo no sólo explicar que fue de Hyoga (por lo menos inmediatamente) después de dejar Japón y recalcar por qué no es buena idea que él e Hypnos enlacen una relación en este momento de sus vidas. Ambos personales tienen muchos conflictos emocionales que habrá que ir desenredando. Y por último, y no menos importante, establecer un lazo entre Tánatos/Hyoga que significará mucho para ambos, después de todo, Tánatos está convencido que se ofrece de ángel de la guarda de su cuñadito.

Finalmente, con este capítulo inicio la etapa final de esta serie, así que con las mejores intenciones de llevarlo a cabo y con el favor de Dios y la Virgen, y pues, salud, hacia allí voy.

(Si han notado que siempre me encomiendo a Dios y la Virgen es porque sí, soy católica de corazón y siempre les tengo muy presentes en mi vida).

También habrán notado que a veces escribo HIPNOS con -i- latina y a veces escribo HYPNOS con -y- griega, simplemente se me chispotea, de cualquier manera es la escritura latina y la inglesa, así que vamos a dejarlo hasta allí.

¡Basta!, simplemente manifestaré de nuevo mi alegría por haber completado este capítulo y ¡a continuar!.

Oh y por supuesto, agradecer desde ya a todas y todos quienes me han acompañado hasta aquí y están dispuestos a continuar haciéndolo. Gracias por querer leer y bienvenidos.

KMSC©Septiembre. 2008

 

 

 

 

 

 


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