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Los Gatos Cantan por Hefestion

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Este es un capítulo independiente, sin embargo, cronológicamente está ubicado después de ESCARCHAS.

Es una historia bastante corta al final de la cual se harán una pregunta y la respuesta es: Sí. ^_^

Con la esperanza de que lo disfruten les dejo este fic, y gracias por leer.

 

...Los Gatos Cantan...

©Kari no Chiryu.

 

Eros lo miró desapasionadamente, sus ojos de cachorro súper desarrollado pestañearon a su figura, entonces volvieron a cerrarse. Con un resoplido rodó sobre su costado. 

Él ya no gastó tiempo en Ikki, porque no importa cuánto ladró, lloró, chilló, aulló, gimoteó, ó, ó, ó, Ikki siempre le prestaría la misma atención que ahora.

Ninguna atención absolutamente.

La figura alta paseó por el patio, la luz de la luna, pálida y dulce, bañó la tierra, acarició los árboles y lo besó con la ternura de un amante. 

Ikki cerró los ojos, su cuerpo no se inmutó a la brisa nocturna, las sombras siempre había sido su aliado principal, después de todo, sus ‘fulminantes apariciones en escena' no eran una casualidad.

¡Ho!.

Dios, Ikki esperó que ninguno de los otros se sentara el tiempo suficiente a meditarlo o iba a estar muy avergonzado.

Una sonrisa renuente agració su rostro, una mueca que no pudo controlar, la noche era clara y serena... Y su corazón estaba tan lleno... y feliz...

Uno de sus brazos descansaba ligeramente por su cintura, con su mano libre, frotó ausentemente su abdomen.  Su garganta gorgoreó  alguna canción vieja que no pudo recordar dónde la oyó ni cómo iba la letra...

Ikki había estado teniendo problemas para dormir recientemente y caminar, además de aliviar un poco su malestar, le trajo solaz bienvenido.

La noche trajo oscuridad, pero no noches como ésta, no con esa luna llena blanca y gigante.  Ikki se sentía de repente tan pequeño pero tan seguro y protegido, y tan importante.

Sobre la cerca, un gato negro se apeó, sus ojos oscuros brillaron misteriosamente en la noche silenciosa y, sin ser invitado, acompañó la canción de Ikki, maullando suavemente.

En su casa del patio, Eros afiló una oreja, abrió un ojo y reconoció al intruso en su jardín.  El perro le echó una mirada a Ikki, entonces bajó de nuevo la cabeza y resopló.  Era bastante obvio para el can que Ikki sintió simpatía por los gatos, y él no fue afortunado por ser uno.

"Eh".  Ikki susurró acercándose a la cerca, aún sosteniendo su propio cuerpo con aire casi etéreo.   El gato reconoció su presencia, se incorporó y maulló más fuerte cuando Ikki se acercó. 

Ikki levantó una mano y le acarició la cabeza, el felino convergió en sus caricias en su hedonista naturaleza.  Rascando suavemente detrás de sus orejas, Ikki sonrió al notar a otro gato, este blanco pero con los mismos ojos oscuros, subirse en la tapia y acercarse cautamente a su predecesor. 

"¿Celoso?".  Le preguntó al gato blanco que para todos los efectos y propósitos asintió diplomáticamente.

"Honestidad".  Ikki rió entre dientes.  "Me gusta eso en un gato".  Él rió a su propia tontería al dejar a ambos felinos solos. 

Dando una nueva vuelta por el jardín, Ikki se detuvo ofreció su rostro al cielo nocturno, cerró los ojos y se entregó a la sensación de la brisa y la hierba húmeda de rocío bajo sus pies descalzos.  Un suspiro dejó su cuerpo.

Detrás de él los gatos continuaron su serenata callejera.

Eros no se movió más...

Hasta que una mano aterrizó en su cabeza sobresaltándolo. Incorporándose, se prestó a la lucha pero se encontró desarmado ante la sonrisa tonta de Ikki.  "¿Te asuste, amiguito?".

Eros pestañeó, sentándose y permitiendo, atónito, que Ikki le acariciara la cabeza.

"Sabes, Eros, siento envidia, aquí tienes libertad, la luna, los gatos y las estrellas".  Ikki volvió a reír.  Esa noche se sentía especialmente alegre y no le importó.  Por otra parte, ni los gatos, Eros, la luna o las estrellas le comentarían a nadie más. 

"Dentro de la casa me tienes a mi".  Dijo Shun suavemente, para no sobresaltar a su hermano distraído.  Sus pasos habían sido enmudecidos por el césped, más Shun dudó que Ikki lo notara aún cuando vino acompañando de una banda marcial.

Ikki sonrió a Eros antes de darle un par de golpecitos y ponerse de pie para enfrentar a su hermano.  "A ti".  Dijo poniendo sus manos en las caderas estrechas.  "Te tengo en todas partes".  Lo besó en la nariz y apoyó su frente contra la suya.  "Por dónde quiera que vaya y dónde quiera que esté, siempre estarás aquí".  Dijo poniendo una mano en su corazón.  "Y aquí".  Golpeó suavemente su frente contra la de Shun indicando así sus pensamientos.  Ikki rió tontamente entonces y dijo.  "Y aquí".  Extendió su palma abierta sobre su estómago y volvió a besarlo.

Shun sonrió, sus ojos luminosos y bonitos a la luz de la luna, llenos de amor y afecto desmedido para el hombre en sus brazos...  "¿Cómo te sientes?". 

"Ahora mejor".  Suspiró Ikki meciéndolos a ambos en un baile suave.  "Lamento haberte despertado".

"Mi amor, estaré contigo cada paso de este camino".

"Gracias". Susurró enternecido.

"Lo único importante para mi eres tú, mi regalo más bonito...".

La brisa susurró entre el follaje de los árboles y sacudió sus cabellos, ambos se aferraron al otro no buscando el calor de sus cuerpos sino de sus almas, por la necesidad que les compelía simplemente hacerlo, porque ninguno sabía vivir de otra manera.

Los gatos en la cerca maullaron e Ikki suspiró con contento.

Shun lo contemplaba con maravilla.  Incrédulo a que algo tan bonito y tan perfecto había reservado los destinos para él. 

Shun no supo si lo mereció o no, pero por ese amor increíble estaría para siempre en deuda.

De la pura enormidad de este conocimiento, Shun se estremeció, mareado, impotente y feliz, todo a la vez.

Ikki, quien había contemplado la miríada de emociones cruzar sus ojos, sonrió con un sentimiento de solidez y certeza, sostuvo el rostro de Shun entre ambas manos y susurró:

"Duerme Ángel, Sueña

Las pesadillas en pasado han muerto

Y de tus sueños soy celador fogoso

 

En tu alma me sumerjo

Y en tu corazón reposo..."

Shun sonrió besando su frente, abrazando cuidadosamente su cintura, apoyándose en él.

"El sol duerme en el remanso y

El orbe se oscurece

Las estrellas al mirarte, ante tu luz palidecen..."

Shun sonrió entonces, una mueca tonta antes de besar a su hermano...

"Cae la noche entonces...

los grillos chillan, las ranas saltan

...y al salir la luna...los gatos cantan...."

Los gatos en la cerca estaban de acuerdo ruidosamente, y ambos hermanos rieron con el conocimiento que sí, todo el mundo (incluso los gatos) puede cantar, eso no significa que alguien querría escucharlos.

 

"Ven".  Dijo Shun tomándolo de la mano.  "El té debe estar listo ahora".

"¿Me darás del pastel de fresa?".

"Todo lo que quieras, mi amor".

-.Fin.-

KMSC©Septiembre. 2003. Edición/Oct.2008

 

 

 

 


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