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Despair por Rikkusita

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Notas del fanfic:

Desgraciadamente, ni Eyeshield ni ninguno de sus personajes me pertenece. Todo es obra de los grandes Riichiro Inagaki y Yusuke Murata, este fic es por puro divertimento y no gano nada con ello, salvo igual elevar mi autoestima (o bajarla XD)

Notas del capitulo: Bueeh... mi primer fanfic en todos los sentidos. No estoy muy segura de esto pero siempre hay una primera vez para todo, ¿neh? ¡A ver qué os parece!
CAPÍTULO 1: POSESIÓN

Apretó los puños hasta que sus nudillos quedaron blancos, haciendo rechinar sus dientes hasta casi partirlos. Golpeó la pared tan fuerte como pudo y luego apartó de un manotazo todo lo que había en la mesa, lanzándolo al suelo sin esfuerzo.

Respiró profundamente y salió, aupándose la mochila sobre los hombros con un fuerte y violento gruñido.


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Mamori entró al club y contuvo la respiración. Se había esforzado por mantener el club limpio, tarea ardua difícil considerando que en el club de fútbol americano todos los miembros eran varones poco cuidadosos, salvo ella que era quien se esforzaba por mantener el local medianamente adecentado.
No obstante, a pesar de todo, aquella no era la estampa que esperaba encontrar al entrar. Todas las figuras del equipo - hechas por los del club de modelismo -, incluída la de Taki-kun que dejaba escapar quejumbrosos "¡Ahá-há!", los papeles de Hiruma, los pasteles, la fruta..
El casco de Eyeshield 21.

Todo, todo estaba esparcido en el suelo sin ningún cuidado ni orden. La ventana estaba abierta y, por un momento, pensó que podía haber sido el aire. Sin embargo, las figuras pesaban poco, pero sí lo suficiente como para no volarse por un golpe de viento.
Había sido alguien y encontraría al culpable de todo aquel estropicio.

- Fuckin' manager! - gritó Hiruma a su espalda, lanzando una fuerte ondanada de balas haciéndola, por tanto, dar un salto que por poco la clava contra el techo - ¿Qué demonios ha ocurrido aquí?

La chica no sabía cómo responder a aquello.
Durante lo que llevaban de curso había aprendido a tratar mínimamente con su compañero, por muy demonio que fuese pero ante aquello no sabía qué decir. Ella se lo había encontrado así al llegar pero seguro que él no la creería o, si lo hacía, la tomaría con ella igualmente. Por tanto, Mamori suspiró profundamente y se limitó a decir:

- Ha sido el aire. Cuando he llegado, la ventana estaba abierta.

Increíblemente, Hiruma aceptó la excusa con un leve asentimiento.
Y una mirada cargada de rabia.

Por suerte para la chica, los demás compañeros del equipo llegaron en aquel instante y la salvaron de algo que no alcanzaba a comprender pero que la erizaba el vello de la nuca. Saludó a todos y cada uno de ellos, obteniendo sonrisas y palabras amistosas como respuestas. Una sonrisa aún mayor brotó de sus labios cuando Sena entró hablando animadamente con Monta sobre lo que hicieron ayer.
Los dos amigos hablaban como siempre, alegres y despreocupados, mas a Mamori no le pasó inadvertido el gesto menos tímido de lo habitual de su koi. Sena lucía un leve rubor pero su voz sonaba directa, decidida y, ante todo, satisfecha. En aquel instante, a la chica se le pasó por la cabeza que quizás su amigo, al que protegió cuando era niño y al que aún cuidaba como si se tratase de un niño de a penas cinco años, ya no necesitaba de su onee-chan.

- ¡Buenos días, Mamori-neechan! - saludó Sena muy sonriente.
- Buenos días, Sena... - murmuró ella con una sonrisa sincera - Hoy estás muy contento, ¿eh?

El aire se enfrió.
Sin saber porqué, todos los que se encontraban en aquella habitación contuvieron el aliento y sintieron su vida peligrar misteriosamente. Todos salvo Sena que, ajeno a aquella sensación, se llevó una mano a la nuca y habló directamente a su onee-chan con cierto grado de apuro y un rubor aún más pronunciado en sus mejillas.

- Eh...ettoh... sí. Anoche dormí bien y hoy me he despertado lleno de energía.
- ¡Oh!  Eso es bueno para tu trabajo como secretario, ¿verdad? - dijo la chica con una inocencia tal que hasta el propio Sena parpadeó, aunque tal vez fuese más por el hecho de que "secretario" no era la palabra exacta para describir su trabajo.
- Eh..jeje...ejeje...sí, tienes razón, Mamori-neechan - respondió de camino a los vestuarios.

Ya lejos de las miradas de Mamori, Sena volvió a respirar tranquilo bajo la atenta mirada burlona de Monta. Al chico no le gustaba mentir a su amiga y, en aquel momento, la mintió dos veces a fatal de una. En realidad, una de las dos "mentiras" no era voluntaria. La otra... era mejor que Mamori no lo supiera. Ni ella, ni nadie por el momento.
Era algo extraño, poco común y difícil de asimilar. Aún le costaba hacerse a la idea incluso a él por lo que intuía que al resto les resultaría más complicado. De momento, era mejor así.

Se desabrochó la camisa con cuidado y se dispusó a cambiarse lentamente, dando tiempo a que todos saliesen y así poderse quedar solo para mantener su secreto a salvo. Cuando por fin creyó que todos había salido, cambió su camiseta de deporte por la del equipo con el número veintiuno a la espalda. Colocó las rodilleras, espinilleras, hombreras y protecciones necesarias para que sus huesos no quedasen más maltrechos de lo normal. Ajustó las correas y se dispuso a coger el casco con el protector verde que cubría su rostro pero no se encontraba allí. Lo buscó bajo las lejas, en el compartimento para zapatos, incluso en las duchas mas no encontró rastro de su protección. Si salía sin él, corría el riesgo de que Mamori no le permitiese jugar más y también sufriría la ira de Hiruma.
No sabía cuál de las dos ideas le resultaba más desesperanzadora.

Actuó movido por un impulso, por un acto reflejo. Su cuerpo giró para tomar entre sus manos la parte del equipamiento perdida y respiró profundamente, llenando de aire y vida los pulmones que anhelaban ocuparse de nuevo, al ver quién era su salvador.

- Arigato, Hiruma-san - suspiró el chico realmente aliviado. Si hubiese sido cualquier otro, el gesto del rubio hubiese sido completamente diferente - Creí que lo había perd... ¿Hiruma-san?

Pero su senpai ni se molestó en responder, ni tan siquiera en escucharle. Se aproximó a él con una celeridad increíble y, con una mano, deslizó su cabeza hacia el costado derecho para dejar al descubierto una marca en el cuello que quedaba oculta bajo el uniforme. Los ojos del pequeño se abrieron de par en par al contemplar la expresión de su capitán que, con su característica frialdad, examinaba la marca rosácea cuyo origen desconocía.
El de segundo ocultó nuevamente la marca y miró al runningback desde arriba, cuan alto era. Tardó varios segundos en hablar pero cuando lo hizo, Sena sintió sus piernas temblar y desfallecer ante sus palabras, practicamente escupidas, cargadas de algo que se le antojó al pequeño como indescriptible.

- Así que eres suyo - dijo el rubio.

El Kobayakawa enmudeció y no pudo más que profesar un débil carraspeo antes de recuperar mínimamente la compostura. Cuando lo hizo, dejó escapar una risita nerviosa y, sin mirarle en ningún momento, llevándose una mano a la nuca en su tan característico gesto de apuro, respondió:

- ¿Suyo? Ejeje.... No sé de que me hablas, Hiruma-san...
- Esa marca - interrumpió el mayor sin miramientos, señalando al cuello cubierto del runningback de nombre en clave -. Te ha marcado.

Sena parpadeó completamente petrificado. ¿Podía ser que su capitán lo supiera? Cierto era que Hiruma lo sabía todo pero ¿aquello también? Era imposible que así fuera, por mucho manual del diablo que manejara, Hiruma seguía siendo una persona normal que recibía las noticias poco después de que sucedieran, pero no tan rápido.
El pequeño se atrevió a mirarlo de forma rápida y poco discreta. Quizás en aquella mirada fría de color esmeralda pudiese encontrar respuesta a lo que le estaba diciendo. Lamentablemente, la respuesta era tan clara como el agua.

- Dile que es un memo - inquiso Hiruma - y tú recuerda que eres un Devil Bat.

Lo sabía.
Hiruma Youichi lo sabía.
Notas finales:

Y aquí queda el primer capítulo. Si veo que gusta, seguiré... si no, ya veré qué decido.

¡Depende de vosotros!


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