10° Elemental, mi querido Potter.
-Me atrevería a suponer que todo esto es obra de Quien-tu-sabes.- le confió Lockhart a Potter.
-¿De Voldemort?-pregunto este sin entender.
-¡Ahhh!- aulló- ¡no digas su nombre! Si, de el, soy victima de un complot suyo, sospecho que quiere robarme mi belleza. Oye, ¿me invitas a la fiesta de Slughorn? Aunque eres bastante feo iré contigo para poder entrar, pero no me culpes si acaparo toda la atención.- le guiñó un ojo.
James estaba con la bocabierta que parecía aeropuerto de moscas. La llegada del profesor, que traía flotando tras de si un montón de túnicas y cachivaches interrumpió el dialogo (o monologo) de los dos chicos.
-Menos mal que ya están aquí.- Grindelwald abrió la puerta de una patada y entro seguido por su montaña flotante y los dos bobitos.- A ver si el cerebro les alcanza para realizar la tarea que voy a imponeros. ¡Si logro enseñar a un par de tontos del haba como ustedes a realizar un encantamiento tal vez pueda enseñar también a los monos!- exclamo entusiasmado el mago.
-¡Hola profesor Grindelwald!- lo saludo entusiastamente Lockhart- Permítame decirle que esa tunica verde agua resalta maravillosamente el color de sus ojos, señor.
-Eh... si Lockhart, claro.- lo corto- A lo que iba era a - empezó a revolver entre las ropas de mago que llevaba
-Pst, pst.- Potter dio un codazo a Lockhart para llamar su atención- ¿no le tienes miedo?- le susurro.
-¡Por supuesto que no chico con gafitas!
-Pero es malo...- insistió James.
-¡Que absurdo! ¿Como va a ser malo con lo guapo que es? Los malos siempre son feos, si no fíjate en Quien-tu-sabes, es mas feo que el calamar gigante cuando le dio viruela de dragón... En cambio el profesor es muy apuesto.- suspira- Elemental, mi querido Potter.- le vuelve a guiñar el ojo.
James estaba estupefacto: ese chico era, con creces, el tío mas imbecil que había conocido en su vida. Y su egocentrismo asqueaba, aunque no tanto como su obsesión con hacer guiños, ¿como no se quedaba bizco?
-¡Pongan atención Potter y Lockhart!- exclamo Grindelwald dándoles sendos golpes con unos guates, aparecidos de la nada, de general prusiano (tenia todo un uniforme de las SS a su disposición, después de todo, había hecho buenas migas con los alemanes hacia 1938, caían redonditos en sus maldiciones imperius...)- Presten atención a lo que voy a hacer, porque como el instructor de los "hombres-bomba", no repito. Van a tomar una por una las prendas de Albus, y les van a hacer un encantamiento revelador: ¡Priori revelium! para saber quien ha tocado estas ropas: ¿ven? Estos calzoncillos solo han sido agarrados por Albus, como debe de ser. -les mostró como una letras hechas de humito mágico flotaban componiendo las palabras "Albus Dumbledore" sobre los calzoncillos- Si aparece otro nombre que no sea el de Albus o el mío, lo apuntan en ese cuaderno y me lo avisan: quiero saber quien osa tocar a Albus sin mi permiso. ¿Entendieron?
Los ojos de James daban vueltas tratando de comprender las complejas instrucciones, pero Gilderoy exclamo:
-¡Por supuesto, profesor! Y permítame decirle que sus zapatos combinan perfectamente con su sombrero.
-Eh, si Lockhart, ahora hagan lo que les digo.- y se fue a su escritorio.
-Oye cuatro ojos, ¿tu has entendido como se hace eso del "prior velium"?
Potter lo ve horrible y empieza a trabajar, con los guantes de cabritilla del director, y para cuando acabo de anotar todos los nombres que aparecieron (con esos guantes Dumbledore había ido a su sesión del Wizengamot y habia saludado de mano a todos los consejeros) tenia la mano acalambrada y Lockhart aun no podía realizar el hechizo, pero no paraba de hablar sobre lo maravilloso que era ir a sentarse el dia de San Valentín al café de Madame Fufú en su trono coronado por querubines y corazoncitos, para que sus admiradoras le admirasen y las que tuvieran un sickle de plata se compraran un beso de sus labios de rosa.
Grindelwald estaba muy ocupado en tratar de hacer funcionar unos prácticos aparatitos muggles llamados cámaras de video en los terrenos de Hogwarts, donde estos no funcionaban debido a la magia que impregnaba el ambiente para grabar las veinticuatro horas el despacho y el dormitorio de su amante, no fuera a ser que mientras él no veía Dumbledore recibiera ahí a una vedette.
Pasaba de la medianoche cuando James Potter, prácticamente solito, había terminado de revisar el montón de ropa del director (para su desgracia, Dumbledore también había asistido, y con otros guantes, a la reunión anual de ganadores de la Orden de Merlín, 1°,2° y 3° clase y a TODOS los habia saludado de mano) y pidió permiso para retirarse, echando pestes de Gilderoy Lockhart que no fue capaz de encantar mas que un par de calcetines pero que hablaba como si le fuera la vida en ello.
*
Cuando James llegó a la sala común de los leones se encontró con que Sirius lo esperaba. El atractivo rostro de su amigo, de líneas cuadradas en la mandíbula y pómulos bien definidos estaba ceñudo y serio, y la débil luz de la chimenea que ya se apagaba cubría de danzantes y tétricas sombras su faz.
-¿Que te pasa Canuto?-le pregunto dejándose caer a su lado- Parece que hubieras sido tu el que paso seis horas hurgando los calcetines mugrientos de Dumbledore mientras escuchaba los desvaríos de ese tarado de Gilderoy Lockhart.
-¡Ufff!- Sirius resoplo con elegancia y un mechón de pelo azabache y levemente ondulado le cayo sobre la frente- ¿Y que fue peor?
-Lockhart, por supuesto.- contesto Cornamenta- Dumbledore usa talco en los pies y tiene la decencia de cambiarse diario los calzoncillos, no como Quejicus que usa los mismos hasta que de blancos se le vuelven negros.- James rió a espuertas de su chiste.
Pero su amigo seguía serio y a la cada vez mas tenue luz de la chimenea su mirada adquiría un brillo febril y peligroso que parecía augurar a un convicto de Azkaban.
-¿Que te pasa hombre? ¡Parece que has tragado gusarajos!
-Quejicus. Severus Snape.- dijo con voz como un silbido amenazante: a ultimas fechas el chico que embelleció era la obsesión de su mente algo insana, como la de todos los Black.
-¿Que hay con Snivellus? ¿Ha vuelto a inventar un hechizo? ¡No será uno que te impida hablar, espero!
-No, nada de eso.- Sirius se quito el mechón de la frente en un ademán fastidiado- Slughorn lo ha invitado a la fiesta de Halloween del Club de las Eminencias.
-¿Y eso que? Año tras año lo invita y el grasiento nunca va; prefiere quedarse con sus calderos y sus pociones el muy cerebrito.
-Esta vez el viejo Slug se las ha ingeniado de modo que Snape ha quedado comprometido mágicamente a ir: no puede no asistir.
-Pues mejor para nosotros: ¡le vaciamos encima la jarra del ponche para recordar los buenos tiempos cuando su pelo y su jeta parecían cubiertos de mantequilla!-exclamo emocionado Potter.
-¡Ush!- protesto Sirius parándose y pateando un leño a la chimenea ya casi extinguida- No lo entiendes James, no lo entiendes en absoluto: me molesta que ese engreído lavado entre en NUESTRO mundo, el de los jóvenes y sexys ídolos escolares, ¿y todo porque? ¡Porque ya no es feo como la bruja Morgana! Yo siempre he sido guapo, y ahora nadie me lo celebra por estar viendo a Quejicus.
James, que ya le parecía comprender el derrotero de la conversación dijo:
-Aun eres el mas popular del colegio, Sirius.
-Jum.- replico este con incredulidad.
-No querrás tener un club de admiradoras como ese cabeza hueca de Lockhart.
-El cabeza hueca de Lockhart ya no tiene club de fans: se han vuelto fans de Snivellus.
-¡No!
-¡Si! Menudo chasco que se llevara ese cerebro de chorlito cuando mañana no lo saluden con los típicos chillidos y desmayos esa bolita de chicas tontas de Hufflepuf. -Sirius rió malévolamente- James, tenemos que desenmascararlo.
-¿A quien? ¿A Lockhart? ¡Pero si no usa mascara, esa sonrisa atornillada la tiene siempre!
-¡No!- replico exasperado- A Severus Snape: voy, vamos a descubrir como hizo para volverse guapo de la noche a la mañana.
-De hecho tardo un año en volverse guapo Canuto...
-A mi me huele a magia oscura.- siguió como si no hubiera oído nada- Y ya ves lo bien que se lleva con ese mago tenebroso de Grindelwald. ¿Por cierto, porque quería Grindelwald que revisaran la ropa sucia de Dumbledore?
-Ni idea.
-Ha de ser para que no se rompa la maldición imperius.
-No, que va, ha de ser mas bien para que el baile maldito funcione.- insistió en lo suyo Potter, pues todas las noches revisaba en el mapa del merodeador los puntitos referentes al director y al profesor, y siempre los veía juntos y como bailando (el mambo horizontal jajaja) en el despacho del director.
-Bueno, lo que sea, volviendo a lo de Snivellus, si descubrimos como hizo para ser tan guapo podremos revertirlo.
-¿No quieres que sea guapo?
-¡No, no se lo merece!- grito el chico, pero el verdadero motivo era que, desde que Snape era guapo aparecía en sus sueños en situaciones muy comprometedoras y durante el día no dejaba de soñar despierto con el. Pero, naturalmente, primero muerto a admitir aquello: Snape era su peor enemigo declarado- ¡Si uso magia oscura tal vez hasta lo expulsen! Tienes que ayudarme Cornamenta, sera una aventura emocionante...
-¡Si, si!- exclamo James, sin necesidad de mas explicaciones: para el las palabras aventura y emocionante decidían al héroe de Gryffindor tan contundentemente como al héroe de la Mancha los molinos de viento.-¡Cuenta conmigo Canuto!
-¡Tu si eres amigo Cornamenta!
-¡Vamos a contarles a Lunático y a Colagusano!-propuso James con su entusiasmo habitual.
-¡No!- lo detuvo Sirius por un brazo- Es mejor dejar fuera de esto a Remus y a Peter: Remus se opondría y lo tendríamos detrás como una mama regañona tratando de disuadirnos y Peter solo estorbaría y nos causaría molestias. Esto es algo entre tu y yo, James, ¿a poco no te quieres vengar de Quejicus por todas las que nos ha hecho?
-¡Claro que si!- contesto James recordando particularmente la ultima vez que lo colgó del tobillo y el profesor Grindelwald le puso unos calzones holanudos dificilísimos de quitar.
-Pues ahora es cuando. He pensado que si logramos atrapar a Snape, lo obligamos a que nos diga como se hizo bello y lo revertimos.
-¿Y crees que nos lo quiera decir?
Sirius rió malévolamente.
-No, pero por eso lo obligamos, James.
-¿No pensaras hacerle la maldición cruciatos, verdad?-pregunto asustado.
-No, como crees, tengo algo mejor en mente - (algo que encajaría en la categoría de abuso sexual) - y que no es una maldición imperdonable que te envie a Azkaban.
-¿Y que es?-pregunto intrigado James.
-No te digo.- respondió sonrojándose un poco- Quiero ver a ver que se te ocurre a ti y luego de que nos venguemos de Snivellus compartimos ideas a ver a quien se le ocurrió la mejor.
-¡Perfecto, competencia, aventura y venganza, siii!!!- grito emocionado James.
Sirius sonrió torvamente y apago de un pisotón el ultimo rescoldo que ardía en la chimenea.
Continuara...