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Si Snape hubiera conocido el jabón Asepxia... por nezalxuchitl

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Notas del capitulo: Cuando tu espos@ te hecha la bronca llamandote por tu nombre completo es momento de poner los pies en polvorosa...
 

7° ¡Albus Percival Wulfric Brian Dumbledoreee!!!

 

 

Lupin corrió y corrió hasta llegar al pasillo donde estaba el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras: ningún estudiante se atrevía a deambular por ahí, y era el lugar mas solitario y privado del colegio. Ahí se detuvo no lejos de la puerta, jadeando y apretándose el costado: el no tenia buena condición física: eso quedaba para James y Sirius. El no. ¿El como podría, con su enfermedad?

 

Dumbledore había sido tan bueno al aceptarlo en el colegio cuando toda la gente lo rehuía. Gracias al director podría ser un mago certificado, tenia amigos... o por lo menos los había tenido. Y de seguro que Severus Snape no querría volver a verlo; los chicos que gustaban de otros chicos tenían fama de raros, y el era tan guapo que seguramente podría tener a quien el quisiera. ¿Porque habría de fijarse en un pálido y debilucho licántropo? Se golpeo la cabeza contra la pared, debido a su condición de hombre lobo el no podía amar, no debía... y sin embargo la súbita atracción que sintió por Snape no desaparecía.

 

Resbalo por la pared hasta quedar sentado en la fría piedra. Se oían ruiditos, pero el chico no les presto atención, trataba de tranquilizarse. El, que se consideraba muy moderado había perdido los estribos con Snape. Intento recordar lo que sintió en esos momentos: era como si todo lo existente en el mundo hubiera desaparecido y solo quedara Severus Snape para llenar el vacío. Su piel lo iluminaba todo, sus ojos eran mares donde quería perderse... le parecía recordar vagamente una tonadilla, pero eso debían ser imaginaciones suyas, pues no habia nada musical cerca.

 

Los ruiditos se hicieron mas fuertes. Parecían voces que discutían en voz queda. Y pasos. Estuvo a punto de gritar cuando lo levantaron por detrás, pero su captor había tenido la prudencia de ponerle una mano sobre la boca.

 

-¿Ves? Te dije que grita como una nena.- dijo la voz de Sirius, y Remus reconoció el tacto de sus manos. Sirius lo habia levantado y lo sujetaba por la espalda, con un brazo apretando su pecho en diagonal y la otra mano tapándole la boca. Lo tenia bien sujeto y sentía la calidez de su cuerpo detrás de el.

 

-Yo también gritaría si algo invisible me pillara por la espalda.- reflexiono James y salio de debajo de la capa invisible, con su mas reciente juguete, un mapa excepcional de Hogwarts en la mano. -¿Que dices Remus?

 

-No puede decir nada porque le tengo tapada la boca.- contesto Sirius, que por un extraño no dejaba de tenerlo bien abrazado.

 

-¡Hombre! Pues suéltasela para que pueda hablar.- dijo James y Sirius, con parsimonia lo libero.

 

-¿Que han venido a hacer?- pregunto Remus, mirándolos con recelo, sobre todo al guapo y altivo Sirius.

 

-Venimos porque descubrimos algo muy curioso en el mapa del merodeador.- contesto.

 

-No es cierto.- dijo James tendiéndole la mano con una franca sonrisa- Ya terminamos la selección del nuevo equipo y veníamos a comunicártelo.

 

-¿Ah, si? ¿Ya me hablan, entonces?

 

-Si, claro.- dijo James muy alegre- Solo te castigábamos con la ley del hielo por tres días, por bocazas.

 

-Dos, querrás decir, James: si le íbamos a hablar hasta el tercer día debió ser hasta mañana.- lo corrigió Sirius con desgana.

 

James se quedo con la boca abierta mirando estúpidamente al infinito, pero luego sacudió la cabeza para despejar las ideas y despeinarse el pelo.

 

-Como sea, ya estamos aquí. Te encontramos: -señalo el mapa- es peligroso dejar a un Lunático vagar solo por ahí.- le guiño el ojo.- Escogimos a Evans y a O'Neil como nuevos cazadores, Sirius se quedo en su puesto (de cazador) y Belby también sigue de guardián, y los nuevos golpeadores son Jackson y Carter. ¿Que te parece?- pregunto entusiasmado el buscador de Gryffindor.

 

-Bien, muy bien.- contesto con una tímida sonrisa, mirando a Sirius. Este meneó la cabeza con aire de pavo real ofendido pero el chico se dio cuenta de que sus ojos negros sonreían complacidos.

 

Un ruidito como de explosión los sobresalto.

 

-Proviene del despacho de Grindelwald.- dijo Remus a sus amigos.

 

-Dirás su aula: -lo corrigió Sirius- ahí es donde da clase, el despacho es donde duermen y reciben.

 

-Si, bueno, lo que sea.- dijo apenado, pero recordaba que Grindelwald le había dicho que aquel era su despacho. ¿Dormiría con la quimera? - Deberíamos irnos, nada bueno nos puede ocurrir tan cerca de... de él.

 

-Parece que discuten.- dijo James pegando la oreja a la pared.

 

-Estas pegando la oreja a la pared equivocada.- le dijo Sirius arrimando la cabeza a la pared buena y acercándose lentamente hasta la puerta. Los murmullos enfadados eran claramente audibles.

 

-Eso no es lo importante.- dijo James levemente sonrojado, pegando oreja a la puerta- Lo importante es que hace Dumbledore en el despacho de Grindelwald.

 

-¡Que es su aula!- dijo exasperado Sirius.

 

-¡Que no!- le replico en el mismo tono James- A mi me dijo claramente: Potter, vendrás a cumplir tu castigo el viernes en la noche a mi despacho. ¡Aquí!

 

-¿Y porque te castigo?-pregunto Lupin, que se había desmayado a principio de la clase y no había recobrado el conocimiento hasta que salieron.

 

-Dijo que por la cara de idiota que tenia.- el chico se cruzo de brazos y puso gesto hosco.

 

-Aula.- insistió Sirius- ¡Atiza! Creo que han roto algo.

 

Muy emocionado su mejor amigo atisbo por la cerradura.

 

-Veo que caminan.

 

-Gran cosa!- bufo Sirius- Eso ya lo habíamos visto, aquí.- señalo el mapa del merodeador donde dos puntitos giraban juntos, con los letreros Albus Dumbledore y Gellert Grindelwald ondeando a su lado.

 

-¿Estarán bailando?- sugirió James.

 

-No seas idiota: ¿como van a estar bailando? ¡Lo que pasa es que deben estar teniendo otro duelo legendario como el de 1945!- exclamo emocionado James.

 

-No creo.- apunto Remus- Después de todo, Dumbledore dijo que Grindelwald ahora es bueno y... bueno... - las miradas de incredulidad de sus amigos lo hacían titubear- bueno... ¡el lo contrato!

 

Los dos pelinegros se miraron con complicidad:

 

-¿Y si el director esta bajo la maldición imperius?- dijo James.

 

-Podría ser.- asevero Sirius- Eso explicaría porque últimamente usa esas túnicas tan raras.-dijo rememorando la tunica morada con estrellotas y cuello de tortuga que había lucido el director el día anterior- Grindelwald podría tenerlo bajo control, usarlo de marioneta para ¡conquistar el mundo!

 

-Corrígeme si me equivoco - dijo con hastío Remus- pero, ¿no fue eso lo que logro Grindelwald en el '45? ¿Y no lo detuvo Dumbledore? ¿Porque ahora habría de vencerlo?

 

Pero James y Sirius no pudieron seguir replicándole porque en esos momentos el ruido, que había ido en aumento, estallo.  La puerta se abrió de golpe y los tres amigos apenas tuvieron tiempo para cubrirse con la capa invisible y pegarse a la pared, detrás de la puerta. El chasquido de porcelana quebrándose precedió a la encolerizada voz del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras:

 

-¡Albus Percival...

 

-¡Mi madre!-exclamo el director -¡Patas pa' que las quiero! - y salio disparado con un revoloteo de tunica. Lo único que los chicos alcanzaron a ver de su director fue una especie de relámpago rojo que rápidamente se perdió de vista.

 

-... Wulfric Brian Dumbledore... - seguía la voz de Grindelwald y parecía como un caldero a punto de explotar. Por una ventana justo enfrente de ellos los chicos vieron una saeta roja que atravesaba los terrenos del colegio.

 

-... como te vuelvas a vestir de rojo te convierto en SAPOOO!!! - grito el profesor asomándose a la ventana amenazando con el puño a la motita roja que se desapareció apenas atravesar la verja del colegio - ¡Vistiéndote de rojo para que te digan ese piropo lépero de "A ese de rojo yo me lo cojo"! ¡Hay, como lo odio!- pataleo el rubio - ¿Y tu que miras? ¡Muérete!- le espeto a una lechuza que pasaba y con un destello de luz verde la lechuza fue interceptada y se desplomo girando sobre si misma.

 

Los chicos estaban verdes de miedo y agradecían haber ido al baño hacia un ratito. Grindelwald seguía haciendo pataleta en el pasillo.

 

-¡Inmoral! ¡Indecente!- gritaba mandoblando con la varita y causando profundos cortes en la piedra del castillo- ¡Con la tunica roja y que no le cubría el tobillo! ¡Y encima enseñando el cuello, el muy... Pero como vuelva a salir así de desnudote lo convierto en sapo, al muy impúdico, desvergonzado, otra cosa les hubiera aprendido a esas zorras francesas del Moulin Rouge! ¡Uy!- grito cogiendo un jarrón y arrojándolo por la ventana. Un lejano "Ay" se oyó- Tengo tanto coraje que voy ir a matar algo.- dijo, y con paso decidido se encamino al Bosque Prohibido.

 

Media hora después, cuando los chicos estuvieron convencidos de que su profesor no estaba cerca y pudieron moverse se fueron de ahí especulando sobre la escena que acababan de presenciar. James estaba convencido de que el rojo tenia poderes mágicos para derrotar a Grindelwald, porque su nombre sonaba como "green", =verde; Sirius opinaba que el exmago tenebroso intentaba encantar mediante un baile maldito al director y Remus no sabia que pensar.

 

Lo que realmente había sucedido era que el celoso y posesivo mago nórdico, que revisaba hasta la correspondencia de su amante (¿Que tal si los cupones de descuento para Flourish&Bloths eran en realidad postales pornográficas camufladas???) se había enfurecido al verlo aparecer vestido con una preciosa tunica de color rojo oscuro, que resaltaba maravillosamente la alta y esbelta anatomía del mago, y además, combinaba con su rojizo color de cabello, y como Albus no quería que los estudiantes y los demás profesores vieran como ventilaban sus trapitos sucios habían ido a la privacidad del despacho de Gellert, donde este se puso a echarle la bronca en enfurecidos susurros:

 

-¿Porque te pones esa ropa tan inmoral? ¿A que bruja buscona vas a ver? ¿Con que mago robamaridos te citaste? ¡Contéstame!- y le picaba el esternón con la punta de la varita de Saúco.

 

-Con nadie, mi cielo, con nadie.

 

-¡No me mientas! ¿Me estas mintiendo verdad?- le hace la legeremancia y aliviado por no encontrar nada guarro le sigue con la regañina- Menos mal que no has ido a citarte con ninguna estrellita del voudeville. ¡Pero eso no justifica que te pongas ropa tan atrevida! -bufido de indignación- ¡Esa tunica tan llamativa parece de un ramero, con lo corta que te queda! ¡Cuando caminas se te miran los tobillos! ¡Y el escote! ¡Que escote mas descarado, casi se te ven las clavículas!

 

-Gellert, cariño, en los últimos sesenta años la moral ha cambiado: ¡la rígida moral victoriana de cuando nos conocimos ya no pega!

 

-¡Ah, así que ahora me sales con esa! Degeneraciones, eso es lo que ha pasado; se han perdido las buenas costumbres, reina la indecencia, la inmoralidad. Si aun tuviera al mundo bajo mi poder todos los magos tendrían que usar calzones, y hasta las rodillas! ¡Y las brujas hasta los tobillos! Mi santa madre nunca uso calzones mas cortos que hasta los tobillos.

 

Dumbledore prefirió no decir que la santa madre de Grindelwald vivía en Finlandia, un país donde la temperatura promedio eran 2 ° centígrados.

 

-A ver- siguió Gellert- ¿porque no te pones alguna de las bonitas y recatadas túnicas que te he comprado?

 

-¡Porque odio esas estupidas túnicas moradas con estrellotas que me arrastran diez centímetros y tienen cuello de tortuga! ¡Me veo como un tarado con ellas y el morado me sienta fatal con mi pelo rojo! - estallo Albus pataleando también- A ver, ¿porque tu si usas pantalones pegaditos y túnicas cortas?

 

-Porque nunca te has quejado.- dijo exhibiendo su palmito- Además, yo soy un mago decente: nunca te he sido infiel, y tu... tu... - lo señalo acusadoramente fingiendo que lloraba.

 

-¡Yo tampoco te he sido infiel!- se defendió algo ciscado: no soportaba ver llorar a Gellert.

 

-¡Mentiroso! ¡Canalla! ¡Infiel! ¿Y esas bailarinas de cancan? ¿Y esas veelas en Rumania? ¿Y esos efebos en Turquía?-el bello rostro del rubio estaba crispado, y cogiendo un florero lo arrojo contra su amante, que lo esquivó.

 

-Tu sabes perfectamente que no paso nada con ellos.- dijo Albus ceñudo, y el otro, al ver que ora esa jugarreta no le pegaba se detuvo- Y ahora, tengo que irme. El ministro de Magia lleva veinte minutos esperándome.

 

-¡Ajajaja!- trono triunfal Gellert- ¡El ministro de magia, he? ¿Que tanto tienes que hablar con ese viejo arpio?

 

-Asuntos de gobierno, porque es tan idiota que no sabe atarse los cordones de los zapatos sin magia, y aun con ella tiene problemas. Me voy. Y no quiero oír una queja mas al respecto de mi vestimenta: no soy tu esclavo y voy a vestirme de rojo cuando quiera.- termino con aplomo y determinación.

 

Gellert tomo su taza favorita y la sarandeo, y con la otra mano levanto la varita y le apunto: de la punta salian chispas de todos colores. De sus labios surgieron las terribles palabras que todo marido teme: su nombre completo en labios de la marida no presagia NADA bueno, en especial si esa marida es Gellert Grindelwald, y esta lo suficientemente enfadado para cargarse su taza favorita.

 

-¡Albus Percival...

 

-¡Ay mi madre!- exclamo previendo la que se venia- ¡Patas pa' que las quiero! - y huyo antes de que empezara una reedicion de su legendario duelo.

 

Lo bueno de tener un nombre tan largo era que te daba tiempo de escapar antes de que terminaran de pronunciarlo y te mataran.

 

 

Continuara...

Notas finales:

MiniExtra: "Las amenas conversaciones de dos amigos."

   La lluvia azotaba los sucios cristales del bar Cabeza de Puerco. Eran cerca de las doce de la noche y en el distinguido local solo quedaban dos clientes y el tabernero.

-Otro... hip! whisky de fuego... hip! por favor.- pidio el educado profesor Dumbledore.

-Que shean dosh.- puntualizo el profesor Snape antes de caer de bruces sobre la mesa, metiendo la grasosa cara en el plato de cacahuates que tenian delante.

-Grrr.- contesto Aberforth y sirvio un par de whiskys bien cargaditos, y los lanzo a lo largo de la barra hasta delante de sus clientes.

 -Grrrashias.- Dumbledore levanto su vaso.- A tu shalud, Sheverush.

-Shhhh... a la tuya, Albush.- y tras vaciar sus respectivos vasos de un trago los dos se hecharon a llorar.

Aberforth, secando unos platos en su mugriento mandil puso los ojos en blanco: Ahora empezaban a rememorar a sus dulces amores perdidos. Ya se sabia el sketch de memoria, y por las barbas de sus cabras que de no dejarle jugo$o$ beneficios en cada borrachera los correria de su bar, al par de chillones.

-Sheverush yo le queria taaanto...- lloriqueaba Dumbledore- Era tan bello...

-No tanto como ella.- le pasa un brazo por la espalda al anciano director y se suena los mocos en su barba- Lily era tan bella, y yo la mate!!! -rompe a llorar escandalosamente.

Dumbledore hipaba y tenia las gafas de media luna empañadas.

-Gellert era tan bueno y yo lo encarcele, buaaaa!!! ¡Encarcele al amor de mi vida!

-¡Facilite el asesinato del amor de mi vida!

-La vida no vale nada Sheverush.- puntualizo Dumbledore enjugandose las lagrimas en la manga de la tunica de Snape y canto: - Empieza shiempre llorando, y ashi, llorando she acaba...

-¡Pero shigo shiendo el reeey!- continuo Snape con otra cancion de Jose Alfredo Jimenez. Con un movimiento de su varita prendio la rockola de los años '20's que Aberforth tenia en su pub y puso un disco de acetato del cantante mexicano idolo de los borrachines. Selecciono la cancion y empezo a cantar cogido del brazo de su amigo - ¡No tengo trono ni reina, ni nadie que me compreeeenda, pero shigoo shiendo el reeey!!!

Para cuando el disco acabo los dos estaban mas beodos que una cuba.

-Tu shi eresh amigo, Albush, nomash por esho te voy a matar.

-Tu shi eresch amigo Sheverush, nomash por esho no te voy a contar la neta de porque tenemos vivo a Harry Potter.

-Que bueno eresh Albush, palabra. ¿Compadresh?

-¡Compadresh!- asevero Dumbledore.

Aberforth, que ya sabia que asi acababan las borracheras de los amigazos del alma entro a cobrarles la cuenta. Su hermano Albus le aseguro que le queria "Di a madresh" y luego de besarlo salio, tambaleandose y haciendo eses del brazo de Snape. Se cayeron como veinte veces antes de llegar al castillo.

La profesora MacGonagall los miraba ceñuda.

-¡Albus y Severus, es la tercera vez en lo que va del mes que llegan en este lamentable estado!- les hecho la bronca.

-Esh que esh julio, Minerva, el mesh en que yo vendi a Lily a Voldemor y el mesh en que Albush encarcelo a Gellert.

Minerva nego con la cabeza. Aquellos si eran amigos: tenian unos amenos topicos de conversacion...

                                                           Fin.

 

¡Nos leemos el MARTES!


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