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CUADERNO DE MUERTE EN CARACAS por seiyurojiko

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Hoy era el día que había elegido, ya tuve el valor de comprar el arma salvadora, pague en la funeraria el servicio de emergencia de atención para cremación, verifique mi licencia como donante de órganos. Y tenía listo el número de teléfono al que debía llamar a la ambulancia de los bomberos para que me buscaran mientras mi cuerpo se conservara tibio para que sacaran lo que sirviera de él.

La puerta de mi habitación estaba entreabierta no quería que se perdiera tiempo precioso a la hora de llevarme al hospital, todo estaba planteado, el ángulo de la bala debía perforar mi tráquea para que me conservara vivo solo 15 minutos mientras me desangrara, sabía que dolería mucho y que en mi lecho de muerte me arrepentiría y clamaría a Dios mil perdones por este y todos los males cometidos en mi vida.

Entre muchas de las cosas que no hice y me hubieran gustado hacer era invitar a salir la chica bonita del barrio con la que siempre me conseguía en el metro y aunque me sonreía de vez en cuando no tuve el valor para acercarme, siempre quise ser maestro para ser muy diferente a los otros mediocres que me dieron clases en mi época de escuela. Quise dirigir una película en donde no hubiera violencia prostitución y muerte sin sentido. Quise ser periodista para mostrar la cruel realidad de mi entorno, pero ya era tarde desperdicie mi juventud y no quedaba otra cosa que hacer que dejar este mundo para siempre. Lo que más lamente era no hacer pagar a los injustos que se reían de los más débiles y solo los utilizaban para tomar más poder y riqueza.

Cada día el mundo era aun más aburrido. Lo primero era levantarse cada día de madrugada arreglarse y salir a esperar el transporte público, muchas veces montarse guindando de la baranda para irse y llegar a tiempo al trabajo. Durante el trayecto se montaban esos niños sucios con caramelos de marcas dudosas a venderlos como si en ellos estuviera la esperanza del almuerzo de aquel día, luego de la penosa retahíla de sus patéticas vidas no quedaba otra que sacar algo de sencillo en monedas para darles. Después venia el camino dentro de la ciudad ancianos mujeres embarazadas e indígenas regados en las aceras como perros callejeros rascándose la mugre y las llagas de un baño anual todos implorando algo que comer y alguno que otro con franelas del partido político del momento.

Cuando vas caminando en esta ciudad tus sentidos están muy alertas por que cuando escuchas pasos rápidos a tus espaldas es posible que traten de robarte o es que estén persiguiendo a un ladronzuelo los policías gordos fuera de forma por el sedentarismo. El día era igual que todos sentarte en tu escritorio arreglar papeles y escuchar día a día las patéticas historias de los clientes , sus malos chistes, su falta de modales, sus groserías, y su desconfianza total de que uno solo quiere robarlos.
Siempre lo mismo, salir del trabajo con stress, dolor de cabeza, montarse en el metro como una sardina aprisionada en su lata de cocina ganarse varios insultos por tratar de no empujar. Que patético. Por fin cerca de la casa darle de comer al gato calarse la mala cara de la familia, pelear con la hermana menor para usar el internet. Bañarse y encerrarse en el cuarto a pensar por que la vida era tan estúpida, pero hoy sería muy diferente.

Todo estaba planeado, la pistola tenia bien puesta la bala en la recamara, el teléfono estaba marcando a emergencias y no había llave en el seguro de la puerta. Hasta la gata odiosa de la casa se montó en la cama mirándome fijamente y maullando suave como diciendo “no me caías tan mal” y de esa forma se despedía.

En ese instante cuando el número de la ambulancia estaba repicando dentro del teléfono en ese mismo momento escuche una risa entrecortada que me lleno de pavor era como si un engendro de Satanás estuviera abriendo para mí las puertas del infierno. Era una voz que se escuchaba a mis espaldas y que el miedo no me dejaba voltearme a ver el autor de mis temores.

“Aún no estás escrito en mi cuaderno, tal vez los humanos no son tan interesantes como yo creía”. Con más miedo que valentía y con la voz rígida como si estuvieran mil agujas en mi lengua dije “dentro de poco me iré contigo” dentro de mi mis arrepentimientos me rodearon como un animal indefenso ante brutales cazadores. “¿tu miedo a la vida es más fuerte que tu sed de venganza?” (Lo primero que pensé fue vengarme de quien) pero de pronto la imagen de una persona se materializó en mi conciencia como si se hiciera presente en esta extraña reunión.

Aunque el miedo estaba pasando aun sin mirar el inesperado visitante le increpe: “soy solo uno a él lo defienden miles es demasiado poderoso y peligroso, y si llega a morir habría una guerra y muchos inocentes fallecerían, “para alguien que no cree en la vida estas muy aferrado a valores y principios que la representan”, “que tal solo una prueba, continuando, si los resultados no te agradan te dejo con tus asuntos inconclusos”

Mi pregunta se materializo como si hablara con un viejo conocido de buenas a primera “¿qué ganas tú con esto? Me respondió: He visto tu patética vida y quería darte el placer de varios gustos solo para divertirme, no eres inteligente como el anterior poseedor del cuaderno pero tienes ideas interesantes….
“En un juego de ajedrez cual es la pieza que cae primero” ¿sin duda alguna cualquier peón verdad? Con quien empezarías tu? Juan Barreto, un pequeño corrupto con los peores antecedentes en su administración de la ciudad, no lo quieren ni los de su mismo partido político es el primer nombre que me vino a la cabeza. Pero igual que gano con tenerlo en mente no iré a cometer una estupidez en su contra. No hace falta que vayas solo, me decía el visitante, anótalo en este cuaderno. Desde uno de mis costados vi una mano delgada y gris como aquella por la que no circula una sola gota de sangre con uñas muy sucias y ella me pasaban un blog de notas de lomo color negro. Con una risa diabólica escuche anota el nombre del peón en el que piensas donde quieras… tome el cuaderno y con un bolígrafo siendo francamente muy escéptico de la consecuencias, escribí el nombre como si de seguir la corriente se tratase. No paso más nada no escuche más al extraño visitante, me atreví a voltear lentamente pero me di cuenta que estaba solo en mi habitación. Pero aun estaba en mis manos el cuaderno negro.

Aquella presencia maligna me lleno de miedo de lo que el infierno pudiera aguardarme y como un vil cobarde abandone mis planes de suicidio pero esta es solo la primera parte de la historia ya que gritos de los vecinos me conmocionaron cuando decían a viva voz a muerto Barreto de un infarto……

 

 

Notas finales: continuara...

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