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¡Yo cuidaré de ti! por Reverie

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Notas del fanfic:

Pésimo resumen. XD

Bueno, nada. Disfrutenlo.

Notas del capitulo:

Mi primer fan fic de Gravitation públicado. º-º

Inpiración inspirada por Mentoh. (??). <3 Love you, Men.

Bueno, nada. XD Lean, onegai.

¡Yo cuidaré de ti!
Capítulo único - Hago esto sólo por ti, Yuki.


No sé por qué lo hago, simplemente, lo hago. Gritar un estruendoso tadaima al llegar del trabajo, alerta a Yuki de mi llegada a casa. Él, tan malhumorado como siempre, me grita algo grosero, llamándome baka. ¿¡Por qué Yuki tiene que ser tan cruel conmigo!? ¡Si yo le brindo todo mi amor las 25 horas del día! Ah, no... Son 24 horas, no 25... Lo siento.

Aunque él aparente tener un corazón de hielo, sé que hay momentos en que éste hielo se derrite. ¿Cuáles? Pues, cuando me llama baka. Uno de los muchos momentos. Igualmente, hay que saber reconocerlos, ¿no?

De nuevo, entro en el departamento gritando lo de costumbre.

- ¡¡Tadaima, Yuki!! -me quito los zapatos rápidamente, y dejo la mochila por ahí. Ya tendré oportunidad para levantarla-. Etto... ¿Yuki? ¿Estás fuera? ¿Yuki? ¿Yuki? ¿Yuki? ¿¡¡Yuki!!?

¿¡Por qué no me contestas, escritor endemoniado!? ¿¡Dónde estás!?
Como loco que soy, comienzo a buscarte. Paso por la cocina, el baño, me meto en tu estudio, y me extraña ver a tu maldita laptop apagada. Sólo una habitación me queda por investigar... ¡nuestra habitación!

Pegando algunos saltitos como niño de cinco años, abro la puerta de golpe, encontrándome contigo ahí acostadito. ¡Pero si serás lindo! ♥

Lleno de ternura, me acerco a ver qué tal duermes. No pienso despertarte, per-- ¡Oops! ¡Ya te desperté!

- Baka... -dices, sin abrir los ojos-. No hagas ruido.

- ¡Ah, Yuki! -grito emocionado, ignorando por completo lo último-. ¡Me habías asustado mucho, mucho, mucho! -reí.

- Aaaaah, cállate -colocas la almohada sobre tu cabeza, impidiendo que yo vea tu perfecto rostro. ¡No me vas a prohibir de eso, Yuki!

Sin perder tiempo, salto sobre ti, y empiezo a tironear de la almohada. En estos momentos, es cuando odio que seas tan fuerte. ¡Nunca puedo arrebatarte nada! ¡Es muy injusto! Pero, espera... ¿Por qué tengo la almohada en mi mano, a pesar de la fuerza que ejerces?

Un poco sorprendido y confundido, miré la almohada entre mis brazos, y luego, te miré a ti.

Te encontrabas despeinado, y más pálido de lo normal, salvo tus mejillas, que ahora se notaban acaloradas. Con un poco de miedo, toqué tu frente. Yuki... ¡Estás con fiebre!

- ¡Ah, Yuki, Yuki, Yuki, Yuki, Yuki, Yuki, Yuki, andas con fiebre, Yuki! -grité aterrado-. ¿¡Qué puedo hacer!? No te vas a morir, ¿¡o sí!? ¡Buaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Yuki, Yuki, Yuki, no cierres tus ojos, Yuki!

- Baka... -sonaste molesto-. No me voy a morir, si es que te callas.

. ¡P-pero Yuuuuuuuuuki! -lloré sobre tu pecho-. ¡Quiero ayudarte, quiero ayudarte!

- Entonces, cállate -contestaste, muy frío.

- ¡Sip! ¡Pero, Yuuuuuuuuuuuuki! ¿Necesitas algo, algún remedio? ¡Yuki!

- Sólo cállate, Shuichi.

- ¡Sí, Yuki! ¡Voy a callarme!

Como si pudiese. O cantaba, o gritaba, o le hablaba a Yuki. Me gusta la última opción, ¿no?

Aún así, me aguanté. De un brinco, me levanté de Yuki, y corrí a la cocina por un paño mojado. Siete minutos luego, ya estaba de nuevo en la habitación, cuidando de Yuki. Cada no sé cuántos minutos, mojaba de nuevo el paño, y volvía a acomodarlo en su perfecta frente.

Aaaaaaaaah, Yuki. ¡Cuántos suspiros tengo gastados en ti! Pero, ¿habrás suspirado alguna vez por mí? Hm.

¡Tengo una idea!

- Nee, nee, Yuki, ¿qué te parece darte una ducha caliente? Tal vez, eso puede bajarte la temperatura.

- ¿Desde cuando eres médico?

- ¡Agh, Yuki! ¡Estoy haciendo un esfuerzo! ¡Anda! ¡Báñate!

- No. No tengo ganas.

- ¡Yuki! ¡Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaamos!

- Uff. ¿Prometes cerrar la boca si lo hago?

- ¡Es una promesa! -reí satisfecho.

- Arreglado -te ayudé a levantarte, por medio a que te desmayaras.

Te acompañé hacia el baño, me cerraste la puerta en la cara y, en vez de yo ponerme a llorar o algo así, salí a trotes a la habitación: te haría suspirar, Yuki.

Abrí mi armario. ¡Qué buena idea había sido comprarle ése disfraz a Maiko! No le importaría que yo lo usase primero, y si llegaba a molestarse, pues, su problema.

Con una sonrisa de feliz cumpleaños, agarré la bolsa de papel, y la tire sobre la cama deshecha. Enseguida, salté sobre la misma, y quité el contenido de la bolsa.

- Oh, por Kami-sama... ¡Éste traje es ridículo! ¡No puedo usar esto! -reprobé-. ¡Pero no! ¡Tengo que hacerlo, sea por los encantadores suspiros de Yuki!

Imitando la velocidad de Flash, me vestí. Tendría que estar listo antes de que Yuki saliese del baño.

Tardé cinco minutos en vestirme, y habían pasado otros cinco desde que Yuki se metió al baño. Aún, él estaba dentro.

No toqué la puerta, pues, esto era algo sorpresa. Tratando de provocar el menor ruido, usando como ventaja el ruido del agua proveniente de la ducha, me acerqué a la misma. Sin el menor aviso de mi presencia, entré de una a la ducha, y me tiré sobre Yuki.

- ¿¡Shuichi!? ¿¡Qué carajo est--

- Hola, Eiri -maullé, a su oído. Luego, lamí un poco la misma zona.

Paseó su mirada por mi cuerpo, ahora mojado, y cubierto por el traje extraño que Maiko me había pedido. Consistía en un top de cuero negro, un short pequeñísimo del mismo color, del cual colgaban unos llaveritos de tela, en forma de conejitos y gatitos, unas botas negras que llegaban hasta las rodillas, y debajo de éstas, una bucaneras de color rojo, blanco y gris. En mi cuello, se hallaba una gargantilla de cuero, también negro. De la gargantilla, colgaba un bonito medallón de playa, en forma de gatito. A todo esto, se sumaban una cola de gato, y unas orejitas del mismo animal.

Yuki tragó saliva, y me miró con ojos realmente sorpresivos.

- ¿Me vas a explicar qué estás haciendo, Shuichi? -interrogó, haciéndose el duro. Ya estaba excitado.

- Voy a curarte, Eiri -le sonreí, y robé de él un fugaz beso-. ¿Me dejarás hacerlo?

- Hmm... -no dijo más.

Sin nada de cuidado, me metió bajo la ducha caliente, y me acorraló contra la pared. Empezó por besarme, lleno de lujuria. El primer beso, fue suave, al igual que el segundo. El tercero, ya era una disputa de nuestras dos lenguas. ¿Cuál tomaría el control? ... La de Yuki, como siempre. Así fue que introdujo su deliciosa lengua en mi húmeda cavidad.

Aparentemente, no deseaba esperar. Con su mano derecha, sostenía mi cintura, mientras que posaba la izquierda en mi miembro, ya casi despierto. Yo, por mi parte, entrelacé mis brazos por detrás de su cuello, haciendo del beso, uno mucho más profundo. Lamentablemente, la falta de oxígeno se hizo presente entre nosotros. A regañadientes, Yuki separó nuestras lenguas, dejando un fino hilo de saliva, el cual, desapareció al momento.

Me sonrió de manera muy pervertida, al verme. Y, sin dejarme respirar, introdujo su mano dentro del short, empezando a masturbarme. Ah, se sentía tan bien... Sólo Yuki estaba capacitado para hacer tales cosas con las manos. Mientras tanto y tanto, hundió su melena dorada en mi cuello, empezando así a lamer y morder. Yo gemía y gemía. Ahora que lo recordaba, mi motivo era hacerlo suspirar, ¿verdad? Dejé de gemir al aire, y acerqué mi boca a su oído, y empecé a derrochar gemidos, gemidos y más gemidos allí. Sabía que eso le prendía.

De momento a otro, mi gargantilla ya no estaba ahí. El short, ya casi tocaba el suelo, y el top era inexistente. ¿Cómo era que hacía mi escritor para actuar tan rápido? Hace apenas un segundo, yo estaba con la mitad de las cosas puestas. Ahora, sólo faltaban las botas y las bucaneras.

Yuki bajó hacia mi pecho, sin dejar de masturbarme, y alejó su oído de mí. Qué malo es. De igual forma, yo gemía con fuerzas. Ya quería sentirlo... Sentir, sentir, sentir, y sentir a Yuki. ¿Qué hay mejor que eso?

Mágicamente, llegó a uno de mis pezones. Empezó a torturarlo lamiéndolo, y mordiéndolo. Para estimular el otro, soltó a mi miembro ya goteando, provocando que yo me quejara. Aquélla mano, ahora se encontraba en mi otro pezón.

. Mmmh... Ah, Yuki... Baja, Yuki, por favor -gemía, sujetando la mano que estaba en mi cintura, empujándola hacia abajo, con el fin de posarla sobre mi miembro-. Ya... me duele...

Se despegó de mi pecho, y comenzó a bajar. ¡Maldito seas, Yuki! ¡Suelta mi cintura y mastúrbame! Dejando otro camino con la lengua, llegó a mi ombligo. Adentró la lengua en él, haciéndome retorcer contra los azulejos, fríos. Se sentía genial, pero a la vez daba cosquillas, por esa razón, algunas pequeñas carcajadas fueron intercambiadas por gemidos. Dejó mi ombligo en libertad, y besó suavemente mi vientre, me hizo estremecer.

Desesperado, tomé su cabeza entre mis manos, e intenté bajarla a la altura de mi miembro. De verdad ya quería terminar, me dolía mucho aquélla maldita erección, y para colmo, Yuki aún no soltaba gemido alguno.

- ¡Y-Yuki! ¡Por favor! -sollocé-. Hazlo... Yuki... Hmm...

¡Eso era demasiado! Yuki tomo mi sexo y lo metió de lleno en su boca. Un gemido ahogado salió de mi boca, eso era entrar al paraíso, y caer en el infierno. Comenzó a practicarme sexo oral.
Mis piernas se quebraron por tanto placer junto, haciendo que él se coloque en cuatro patas, entre mis piernas, sin dejar su tarea. Yo, por mi parte, trataba de imponer un ritmo rápido y feroz, pero Yuki se negaba a dejarse guiar.

- Aaah... Mnn, ah, Y-Yuki... Más rápido... ¡Ah!

Dicho y hecho. Aumentó el ritmo de la lengua y de sus mordidas, mientras yo movía mis caderas, haciendo más real la 'penetración'. Me corrí al instante. Mucho placer.

- ¡A-aaaaah! ¡Y-Yuki! -gemí sonoramente.

- Oh, vaya, Shu-chan -dijo, después de haber tragado todo el líquido-, eres demasiado delicioso para mí. Muy dulce.

¿Cómo era posible que esas palabras me calienten de nuevo? Ahora, deseaba mucho, mucho más. Quería sentir el enorme y ancho miembro de Yuki chocando contra las paredes de mi interior. No hay placer más grande que aquél.

Por instinto, pero voluntariamente, volteé, y coloqué las manos contra la pared. Levanté el trasero, y miré por arriba de mi hombro a Yuki, rogándole con la mirada.

- ¿Y-Yuki? ... Vamos...

Sólo sonrió. No observé. Lo único que sentí, fue su lengua lubricándome. Otro de los placeres más grandes del mundo. Cabe decir, que aún tenía las orejas, las botas y las bucaneras puestas, ¿no? Las botas, estorbaban, pero Yuki no se molestó en quitarlas del juego.

- Aaaah, ah... Umh, Yuki, métela... Ah... -retiró su lengua. Me quejé al respecto.

- Ay, ay, Shu-chan. Estás desesperado -subió un poco, y me besó el hombro, y luego, mordió mi oreja-. Te daré lo que quieres, mi neko.

Me sonrojé más de lo que estaba, y al instante, sentí una gran presión atrás. Gemí de dolor, e impedí que unas cuantas lágrimas salpicaran. Yuki se estaba esforzando, ya lo sabía. Si le dejaba estar, tardaría mucho, y yo quería eso ya. Empujé mis caderas, adentrando su palpitante erección.

- ¡Ah! -oh, Dios mío. ¡Yuki gimió! ♥

- Nnnnnnnah... Yuki... -gemí, y gemí.

Comenzó a embestirme,, bastante suave. Pero no me bastaba, aún así, disfruté de las primeras. Las que seguían, se iban tornando increíblemente largas. Cada penetración, era una caída del paraíso al infierno. Con su mano libre, comenzó a masturbarme nuevamente. Mi Yuki, es multiusos. Puede masturbarte y besarte, al tiempo que te penetra. ¡Olvídalo! ¡Él sólo hace eso conmigo!

Lo peor de esto: estaba llegando a su fin.

Yo ya sentía venir al orgasmo, supuse que Yuki también, pues, profundizó las embestidas de manera impresionante. Al poco tiempo, nos encontrábamos eyaculando, yo en su mano y gimiendo a grandes escalas, y él en mi interior, aguantando algunos gemidos.

Esperó unos momentos para salir de mí. Mientras tanto, yo me encargaba de tomar aire. Ya con nuestras tareas terminadas, Yuki se recostó contra los azulejos, aún con el agua corriendo. Yo, como pude, me arrastré a su lado, y me acomodé en su pecho.

- ¿Sabes, Yuki? Maiko va a retarme por el traje.

- Cómprale otro -contestó, frío.

- Nop -reí-. Le dí un uso mejor, ¿no crees?

- Indiscutible, baka -también me sonrió, y comenzó a acariciarme el pelo-. Pero el que estará enfermo ahora, eres tú.

- ¿Eh? ¿A qué te refieres?

Días después...

- ¿Qué tal te sientes ahora? -preguntó Yuki entrando a la habitación, con un té.

- Un poco mej-- ¡AAAAAAAAATCHUS! Mal, Yuki.

- Te lo dije, te terminaste enfermando.

- Hm, ¿pero tú ya estás bien?

- Ahá -depositó la taza de té en mi mesa de noche, y se recostó a mi lado. Me brazó-. Ahora, yo voy a cuidarte a ti, neko.

- Meow, cuídame bien, Yuki ~

Amo cuando Yuki se enferma... ♥

Notas finales:

He ahí el One-shot. ._.

Espero les haya gustado. :3


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