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Suele Pasar por DraculaN666

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Notas del fanfic:

Bueno, esto es algo que escribí hace tiempo pero solo hace unos pocos días pude por fin terminarlo. Es mi tercer historia original, pero la segunda que publico por que la primera no esta terminada (¡!). No estaba muy convencida de si publicarla o no, soy tímida en el aspecto de tener historias originales por mi falta de creatividad y mi nula habilidad para descubrir cosas, lugares o personas. Pero se hace lo que se puede y esto es lo que se pudo ja-ja.

Sin más, espero que les guste, y aun que sea merezca algún agraciado comentario de su parte, aun que sea mentándome a la madre que me parió y me linchen por escribir estas cosas.

Advertencias: Soy mal hablada, por lo tal tiene un lenguaje algo soez. De ahí en fuera nada en particular aparte de la escena de sexo mal escrita (¡!)

Aclaración: La historia es mía, de mi autoría, ningún personaje es real, por lo tanto cualquier parecido con la realidad o personas ya sean vivas o escondidas es mera e inintencionada coincidencia. Cualquier copia se las verán con Larry mi amigo el machete :)

El horror

Simplemente, el horror.

No existía mejor palabra para describir su situación actual.

Pero… ¿Esas cosas pasan, no? Era tan natural como ir al baño, comer o dormir… ¿No?

Esta bien, esta bien, él admitía que eso no tenía nada de normal, de hecho, normal era la última palabra que le pasaría por la mente para describir esa situación en extremo incomoda y perturbante.

No, no era el hecho de ACOSTARSE con su peor enemigo, no, es más, el hecho de haber tenido sexo con un hombre no era lo perturbante. ¡Había sido el pasivo, joder! ¿Dónde quedaba su dignidad? ¿Y su hombría? ¿Aún quedaría algo de ella en él? ¿Se habría sentido bien? Ni siquiera lo recordaba. Los únicos recuerdos vagos que tenía en la mente era el estar tomando una extraña bebida, para al día siguiente terminar, no sólo con un cuerpo indeseable a su lado, si no que en un cuarto desconocido.

Si, amaba los sábados en la mañana.

Para empezar, ¿Qué hacía él en una fiesta? ¡Él ni siquiera era sociable! Era un retraído solitario, ratón de biblioteca, con tanta vida social como un freak de historietitas. Y no conforme con eso ¡Había follado con la persona más indeseable del mundo!

Hasta podía recordar haber dicho un “Más rápido” en algún momento del acto y, sin duda alguna, ver esa sonrisa prepotente por parte del moreno a su lado. ¡Que no era actriz de una película porno! Ni siquiera era una mujer para estar junto a un hombre un sábado por la mañana. Si fuera una mujer sería mucho mejor. Que sea él tomando el papel de una mujer era alarmante.

Y el muy cabrón estaba placidamente dormido, ajeno a su sufrimiento.

¡Suficiente! Pensó. Repruebo matemáticas, voy a una fiesta a la fuerza y para acabarla un tío folla conmigo. ¡Me largo de aquí! Mascullaba internamente, al tiempo que recogía sus cosas y se vestía, dispuesto a irse a su casa y no levantarse de su cama hasta el fin de los tiempos.

Antes de salir por completo de la habitación, dio un último vistazo al joven de cabellera negra que dormía placidamente sobre la cama, ajeno al mundo que lo rodeaba, y con sus electrizantes ojos verdes cerrados.


- Bastardo… cabrón… -farfulló azotando la puerta, importándole poco despertar al otro-


Caminaba por las calles aún desiertas de la ciudad. No se había dado cuenta que aún era demasiado temprano como para que cualquier ser humano normal saliera, pues era sábado.

Pero claro, ¿A él que le importaba realmente? ¡Tenía cosas más importantes en las que pensar! Como por ejemplo ¿Cómo terminó en la cama con ese? ¿Por qué ÉL fue el pasivo, y no el otro? Bien que a comparación del moreno, él se viera como un afeminado. ¡A la mierda! Él no era afeminado. Cabello castaño, estatura promedio ojos azules y cuerpo no muy marcado. No era un adonis, pero, ¡Joder! ¿Por qué a él?

Pero… esas cosas pasan ¿No? Digo, suele pasar que te acuestas con tu peor enemigo, siendo tu mismo el pasivo y eres el único que sufres por ello. Por que eso suele pasar ¿Verdad?

¡NO! Eso no suele pasar, es anormal, inhumano y sin sentido. Se odian, no se soportan, se ven y casi terminan en golpes; se humillan públicamente para dejarse en ridículo y seguir con un círculo vicioso de venganzas hasta que a alguno de los dos se les ocurra decir basta.

Esas cosas no suelen pasar, ni en la más estúpida telenovela barata que pasen a las dos de la tarde, mientras uno come y llora al compás de la estúpida protagonista que, aparentemente, se ganó el papel por tener más lágrimas que un bebé sin su chupón.

¡Dios! Le dolía la cabeza, el culo, estaba desvariando y se había acostado con un hombre.

Si, definitivamente, no había como los sábados por la mañana.

Entre sus lamentaciones y lagunas mentales de la noche anterior, llego a su departamento.

Vivía solo. Hacía algunos años tomó la decisión más acertada de su vida, y abandonando el viejo pueblo donde se crió, con unos ahorros de trabajos de medio tiempo que había juntado y un poco de apoyo de sus abuelos, emprendió su aventura a la capital. Una ciudad no muy grande, pero si muy bulliciosa, donde se encontraba la universidad de medicina a la que tanto había soñado en ir. Trabajaba en las noches y acudía a clases en la mañana, con descansos los fines de semanas, y vaya descansos.

No tenía vida social debido a la beca que le mantenía en la escuela, y si quería mantenerla debía mantener un impecable promedio. Por esa misma razón se alejaba de ese tipo de reuniones, y bebidas, que no traían nada bueno.

Conoció a Iván, él moreno con el que se había acostado, el mismo día en que entró a la universidad. Desde ese momento, su rivalidad quedo marcada en tinta invisible, que irónicamente, todos podían ver.

Era un mundo opuesto, por que, mientras David, él, se mantenía dentro de las cuatro paredes de la biblioteca o del salón, Iván hacia y deshacía de su vida como se le antojara, sin preocuparle en lo más mínimo para que es a lo que iba a ese lugar, pues claro, era hijo de personas acaudaladas y el dinero y esfuerzo era lo último que le preocupaba.

David recordaba con exactitud aquella mañana en que despectivamente el moreno le había señalado como, “El becado” de clase baja, sin chiste y demasiado “normal” para llegar a un lugar como ese. Por supuesto, todos los amigos, o quizás ni eso, de Iván, comenzaron a reír a todo pulmón. Como es lógico, David no era una persona ignorante y que se deja humillar, que fuera de un pueblo no significa que no sepa cuando alguien se burla de uno.

Así pues, después de darle como buena respuesta un “Por lo menos no olvido subir el zipper de mi pantalón” obviando que el moreno casi dejaba expuesto su masculinidad, se retiro de la escena, dejando a un oji-verde molesto y con deseos de venganza.

Y esa era la fascinante historia, ya que durante el último año y medio que tenía estudiando, se la había pasado, no sólo preocupado de sus estudios y sustento, si no viendo que nueva humillación le tenía preparado Iván cada día.

¡Pero eso era el colmo! La gota que derramó el vaso, definitivamente la peor humillación que alguien le pudo haber hecho jamás. Quitarle la poca hombría que de por si tenía.

Él admitía, no sin algo de renuencia, que no era el hombre más masculino del mundo, pero tampoco era un afeminado contoneando las caderas, esperando a que alguien le abordara en ese sentido. Sin embargo, admitía su atracción por los de su mismo sexo. ¡Eso no significaba nada! Nadie lo sabía. ¡Ni siquiera tenía amigos para decirle! Cortesía de Iván.

Pero ya nada importaba, despejó su mente de esos pensamientos, se despojó de su ropa y se acostó entre las cálidas mantas de su cama. Si en la tarde se sentía mejor, definitivamente, buscaría el teléfono de algún asesino a sueldo y acabaría con cierta peste morena de una vez por todas.

Pero la tarde llego, y si bien durmió durante un largo rato, eso no quitaba el hecho de que ahora que, sea lo que sea que haya tomado ya se le había bajado, ahora sentía cierta incomodidad, aun más latente, en la parte posterior de su fisonomía.

Oh si, definitivamente, al diablo el asesino a sueldo, él mismo se encargaría de hacer pedazos a Iván, y comenzaría con cortarle la cosa que lo hacía llamar hombre, ya que le había dejado el peor recuerdo que durante un rato, unas semanas aproximadamente, no le dejarían sentarse como Dios manda.

Se levantó sin mucho animo, sintiendo la terrible punzada del dolor atravesarle en cada paso que daba, con dirección a la cocina.


- Por las cenizas de mi abuela, joder –se lamentó al llegar al comedor- que esta viva, pero como fuma la condenada –tomó un vaso que se encontraba en el mueble y se dirigía servirse un poco de agua, para así despejar un poco su mente- si alguien me hubiera advertido que acostarse con un hombre era tan doloroso, me replantearía volverme heterosexual –murmuró para sí mismo, viendo que no podría sentarse en su sofá y ver tele-


Después de ingeniarse varias posiciones, las cuales le trajeron múltiples recuerdos de la noche anterior, pudo encontrar una lo bastante cómoda para lograr sentarse mediamente bien y poder pasarse toda la tarde del sábado, de ocioso, pues tenía la muy clara decisión de faltar ese día a su trabajo, y muy posiblemente el domingo también, ya que no tenía pensado el ir por las calles caminado como pato y hacerle ver a las personas por donde tiraba su sexualidad. Definitivamente, ese sería un lindo fin de semana consigo mismo.

 

0o0o0o0o0o0o0o Total las rosas son azules... o0o0o0o0o0o0o0

 

Por otra parte, después de que David saliera dando tan amistoso portazo, un moreno algo mareado y con una notable resaca, iba siendo bruscamente sacado de su mundo de sueños.

Se incorporó en la cama, sosteniendo fuertemente su cabeza al notar una terrible punzada atravesarle completamente, sin ser capaz de recordar como había llegado a ese lugar.

No era su habitación, estaba desnudo y con fuerte dolor de cabeza, por lo que su experiencia le decía que después de una movidita fiesta, continuó la faena con alguien más en una habitación de la casa en la que fue la reunión. Pero el se encontraba solo, en pelotas y con dolor de cabeza, sin olvidar el hecho de no recordar a conciencia lo que paso la noche anterior, lo que otra vez le puede decir su experiencia, es que tuvo sexo y borracho, nada más romántico que no recordar la cara de la persona con la que folló. Si, sin duda un buen comienzo para los sábados por la mañana.

Entre el desastre de mantas y cosas que había por la habitación, trato de localizar sus ropas, ignorando el hecho de que su cabeza le punzaba y tratando de hacer memoria, para saber quien tuvo el honor de estar en sus brazos, y saber si tenía derecho a un segundo encuentro.

Justo cuando levantaba su camisa, y la vio medio rasgada, pudo recordar un poco, como el hecho de que era con un hombre.


- Un hombre –susurró para sí mismo-


Y fue cuando sus ropas resbalaron de sus manos. ¿Qué si había recordado? Oh si, vaya que lo había hecho.

No sólo que el fue quien lo sedujo y el de la idea de que le dieran la extraña bebida, si no el hecho de que el realmente deseaba acostarse con David, ni más, ni menos.


- Oh rayos –masculló, terminando de vestirse- esas cosas sólo pueden pasarme a mí –susurró al tiempo que veía el completo desorden que se esparcía por la habitación- ¿Esto fue sexo o una orgía? –se preguntó a si mismo, no creyéndose capaz de llegar a hacer tanto alboroto- Dios, por que a mí –comenzó a caminar hacia la puerta, aún tratando de encontrar una explicación a su precaria situación-


Una situación como aquella ameritaba el hecho de ser premiada, quizás algo así como “Premio al imbécil del año. Nuestras felicitaciones por ser la persona que sabe cagarla de mejor forma, y no existe quien le iguale”. Y como no, él sería el que se llevara el primer lugar y con honores, himno de fondo y quizás varias fotografías con una sonrisa de estúpido.

Ugggh menuda cruda. Pensó para sí mismo, viendo que lo único que lograba con absoluta claridad era desvariar cosas sin sentido aparente.

Así que continuó con su lento recorrido por el pasillo de la casa, en busca de algún alma que le orientase en su incierto camino o por lo menos que le diera una aspirina para la resaca. Las dos opciones eran buenas.


- Iván, hombre, creí que ya habías quedado en coma etílico o algo por el estilo –sorpresivamente, una voz a su espalda le saco de su pequeño mundo- David se fue hace un rato, vaya portazo que dio, me sorprende que la puerta aguantara el golpe –continuó hablando la mujer frente a él, de cabello castaño, ojos color avellana y piel blanca, la cual, a juzgar por las grandes bolsas que cargaba, estaba en el peor momento después de una fiesta; la limpieza- ¿Quién imaginaría que terminarían así? Nadie, por supuesto, cuando le pedí-obligue a venir, pensé que me opondría mayor resistencia, con eso de que estaba deprimido por reprobar una materia y que le vayan a sancionar con lo de la beca, pero vaya fue mi sorpresa que hasta disfrutó la fiesta, claro, no fue el único –el moreno sentía su cabeza arder, y la mujer frente a él no aportaba nada de gran ayuda- todos creímos que era un juego más tuyo, con eso de la bebida especial de Miriam, pero vaya sorpresa que de repente los dos gritaran en medio de la sala que… -abruptamente su plática se vio interrumpida-

- Elisa, podrías callarte por favor, no vez que el pobre de por si no puede con su alma, y tu hablando como perico –una mujer rubia, un poco más baja de estatura que la castaña y unos enormes ojos verde agua- ¿Quieres algo para la resaca Iván? Casi se toman entre tu y David la jarra que prepare, eso no es bueno para su salud –ayudó al joven a caminar hasta las escaleras, guiándole a la cocina-

- ¡Miriam! Aún no término de contarle la parte interesante –se quejó la castaña en un puchero-

- Eli, querida, al joven junto a mi le importa una mierda la historia, ¿No vez que tiene cara de estreñido? Lo que necesita es una aspirina y un café cargado, y la casa necesita que termines de limpiar –terminó de hablar, justo cuando se perdía en el último peldaño de la escalera-

- Mierda, ella hace la fiesta y yo limpio, que injusticia –continuó su labor de terminar de asear el lugar, olvidando completamente el tema anterior-


El moreno tenía el presentimiento de que esa plática inconclusa tenía varias de las respuestas que estaba buscando. Pero el dolor de cabeza era lo suficientemente fuerte como para que eso le pasara a valer madre en ese momento.

Siguió los pasos de la rubia desde atrás, arrastrando los pies a cada movimiento y sintiendo que el mundo no valía nada si no tomaba una aspirina en esos momentos.

Observó el completo desastre que se prolongaba desde las escaleras, hasta la sala, comedor y cocina. Sobre el sofá había unas dos personas en posiciones algo comprometedoras, varios más en el suelo, y uno que otro recuperándose del dolor de cabeza. En otro momento, o quizás más sobrio, se habría sorprendido de que el bulto sobre la mesa fuera una persona dormida.


- Pues si que la fiesta estuvo buena –murmuró, sintiendo el dolor en su cabeza aún más punzante-

- Muy buena, sin duda, pero imagino que la tuya con David estuvo mucho mejor –sonrió la mujer frente a él, de manera tan enigmática que prefirió no preguntar a que se refería-


Bueno, realmente si sabía a que se refería, y no ponía en duda de que fue algo sin igual, pero aún continuaba la inquietud de que había algo mucho más profundo en todo eso, algo que Elisa estuvo apunto de decirle, y Miriam no tenía ni siquiera intenciones de insinuar.

Llegaron a la cocina, la cual milagrosamente se encontraba intacta, excepto por uno que otro vaso de plástico tirado descuidadamente sobre la barra del lugar.

Se sentó en uno de los bancos, recargando sus codos en la mesa y sosteniendo su cabeza con las manos, deseando que el intenso zumbido que le inundaba desapareciera y le dejara pensar con más claridad.

Cerca de él, Miriam revolvía un par de cosas en uno de los estantes, de donde saco un pequeño frasco con pastillas blancas dentro de este, y sirvió agua en un vaso, el cual le alcanzo al muchacho.


- Tómate dos, cuando baje un poco te prepararé algo para la resaca, si lo hago ahora seguramente el ruido te volvería loco –depositó las cosas frente a él, para seguidamente ponerse a limpiar un poco el lugar-


Siguió las indicaciones de la mujer, dejando que el agua refrescara un poco sus ideas y las pastillas lograran que dejara de ver todo más luminoso y molesto.

Un rato después, en que la rubia viera con orgullo la limpieza del lugar, llegó Elisa con tres grandes bolsas negras llenas de basura, despeinada, algo manchada y con cara de pocos amigos.


- Olvídate si crees que vuelvo a venir a una de tus fiestas y sobre todo, a hacer el papel de chacha –dijo al tiempo que depositaba las bolsas, de manera descuidada, en el piso, y tomaba asiento junto al moreno-

- Amor, sabes que te lo agradeceré eternamente –Miriam lanzó un beso coqueto-

- Aggh, ahórrate tus coqueteos para otro rato, cuando no esté tan cansada –tomó el vaso que aún contenía agua y comenzó a beberlo desesperadamente- bien mi querido Iván –continuó una vez terminara con el liquido- no terminamos nuestra pequeña charla, y ya sabes lo chismosa que soy, así que me importa un rábano si tu cabeza aun zumba, necesito respuestas; y las necesito ya –dictaminó de manera poco seria pero bastante amenazadora-

- No se a que respuestas te refieres –comentó somnoliento. El dolor de cabeza había desaparecido, pero el sueño le invadía completamente, a lo mucho según sus cálculos, sólo había dormido un par de horas después de… después del agradable encuentro con David-

- Oh, si que sabes y no te pararás de este asiento hasta que yo logre saciar mi insana curiosidad –Miriam tomó asiento junto a ellos, dando a entender que también necesitaba escuchar-

- Si fueras un poco más especifica creo que podría responderte –volteó su cuerpo hasta quedar de frente con las dos- apenas y recuerdo como llegue aquí, la cosa rara de Miriam me noqueó completamente –señaló la jarra que yacía vacía en el fregadero-

- Eso no es excusa, ya que no te impidió pasártelo bomba con tu amado David –sonrieron de manera cómplice las mujeres-

- ¿Cómo que amado? De donde sacan semejante estupidez. Que tuviéramos sexo no significa que nos amemos –le observó con mal fingida indignación-

- No es una estupidez querido, si ayer tú y David gritaron a pleno pulmón que se amaban –Iván le veía con cara de estupefacción- oye, si no me crees tengo por lo menos veinte testigos que alcanzaron a escuchar, aunque más de la mitad de ellos ya se encontraban en coma etílico para entonces, Miriam y yo lo recordamos como si hubiera sido ayer –dijo Elisa con orgullo y cara de que se atrevía a contradecirla y le daba un golpe-

- Elisa, de hecho eso fue ayer… o hace unas horas… el punto, Iván, es que por fin, después de tantas estúpidas peleas por fin los dos admitieron lo que era tan obvio –sonrió con satisfacción al ver el desconcierto en la cara del joven- es tan estúpidamente obvio, digo, desde que lo viste según tu lo odiaste, pero la verdad es que te enamoraste de él, y como un niño de primaria, en lugar de tratar de conocerlo como gente normal, comenzaste a insultarlo –reprochó con enojo, recordando el sin numero de escenas que habían protagonizado los dos en sus infantiles disputas-


El moreno sólo lograba entender dos cosas, la primera es que su cabeza lo estaba matando, demasiada información de un sólo jalón no era bueno para su poca salud mental y lo segundo, es que posiblemente las dos mujeres frente a él estaban completamente chifladas e inventaban cosas sin sentido e incoherentes.

Pero lo malo del asunto, es que a él nada de eso le parecía una tontería, por el contrario, eso explicaría el hecho de cómo terminó teniendo sexo con David… o hacer el amor si se ponía un poco más sentimental y hacía a su páncreas segregar insulina.

No fue conciente de nada, su mente daba vueltas de forma dolorosa y el pensar en la posibilidad de quizás, QUIZÁS, podría estar enamorado de David, era un trauma lo suficientemente fuerte como para terminar inconciente en el suelo, y darse un grandioso golpe en la loseta blanca de la cocina.


- ¡Iván! –gritó Elisa escandalizada-

- Dios mió, no creí que fuera tan mariquita como para desmayarse de la impresión –burló Miriam- definitivamente esto es un momento Kodak –tomó la pequeña cámara digital que la noche anterior había dejado sobre el refrigerador, lejos de las manos escurridizas- sonríe para la cámara Ivánsito –soltó una ruidosa carcajada, al mismo tiempo que el flash de la cámara se disparaba-

- Eres un demonio –observó con terror Elisa- no comprendo como podemos ser amigas –se preguntó más así misma que a la rubia-

- Es que me amas, admítelo de una maldita vez –siguió riendo la rubia, viendo al joven en el suelo y a la mujer junto a él de forma sucesiva-


Eso sin duda era lo más divertido que le había ocurrido, desde que a Elisa y a Iván se les ocurrió preguntarse qué caía primero al suelo, un alfiler o una bola de baseball. Claro, no contaron con el hecho de que tirarlo del tercer piso de una facultad de medicina no era lo más adecuado, así que la pelota terminó en la cabeza del coordinador académico, y el alfiler en la taza de café de la maestra de biología, el cual, por suerte del destino, no terminó en el estómago de ésta, gracias a que alguien había derramado el líquido en la blusa blanca que llevaba ese día.

La rubia, por supuesto, después de ver como la pelota rebotaba en la cabeza calva del hombre, comenzó a desencajarse en una potente carcajada, que preocupó a todo el que conocía.

Pero bueno, lo pasado, pasado como decía la vieja canción que su madre escuchaba en ocasiones y a ella dormía. El problema era despertar al joven que estaba tendido en el suelo, y que ninguna de las dos se había molestado en levantar. ¡Pero se veía tan pesado! Aparte tenía toda la mañana limpiando la casa y no le quedaban fuerzas ni para ponerse a quejar de algo.


- ¡IVÁN! –gritó Miriam en el oído del moreno, de forma tan fuerte que la castaña juraría que el pobre había quedado sordo del lado derecho- amor, despierta ¡Aún falta la parte más importante de todo esto! –una vez más, la rubia comenzó a reír de forma preocupante-

- Miriam, das miedo cuando haces eso –señaló la forma en que sacudía el aparentemente inerte cuerpo de Iván- necesitamos que siga vivo si es que realmente tu maligno plan va a funcionar, con uno no creo que nos baste –retiró las manos de la rubia del moreno, posando después las de ella- te mostraré como se hace –dijo de forma sabia- ¡Con una jodida Iván! Despierta de una maldita vez, no tenemos tu tiempo para que estés mariconeando en la cocina ¡Puta madre! ¿Crees que alguien más sea capaz de declarársele a David sin que este lo fusile en el camino? Vamos niño –dijo casi a gritos, zarandeando el joven cuerpo del muchacho y le abofeteaba las mejillas-


El muchacho comenzó a reaccionar de forma lenta, sintiendo un escozor en su cara, más precisamente en las mejillas, y un peso sobre él. También sentía como si su cabeza doliera más que antes, y como si alguien le hubiera hecho entrar a un bote grande de plástico y le hiciera rodar cuesta debajo de una pendiente.


- Demonios –masculló entre dientes- siento como si un gorila me hubiera golpeado –susurró de manera queda, sin lograr que las mujeres no le escucharan y recibiendo un nuevo golpe de su parte- oh, disculpen, no quería insultar a los gorilas –logró esquivar el nuevo golpe que le trataron de dar-

- Que simpático te pusiste –masculló Miriam- pero bueno Romeo, ¿Iras a buscar a Julieta? O dejarás pasar más tiempo mientras alimenta el odio que de por si ya te tiene –sonrió divertida, imaginando el encuentro de esos dos, seguramente el golpe que le dieron a Iván no estaba comparado con el que posiblemente le daría David-

- Prefiero regresar a la cama –se levantó por fin del suelo, caminando con destino a alguna de las habitaciones del lugar-

- Yo no te lo recomendaría –habló Elisa- si te quedas aquí, la bruja de Miriam te hará limpiar ¡Ni siquiera podrás dormir! Yo te lo garantizo –se auto compadeció a si misma-

- Ja-ja, que graciosos, hasta parece que hoy desayunaron payaso –tomó las bolsas negras, que minutos antes Elisa había dejado en el suelo- iré a tirar esto afuera, si regreso y sigues aquí, y me refiero a cualquier sitio de la casa, te pondrás a limpiar con Elisa, en cambio tienes la opción de largarte e ir a ver a David, o bien a tu casa –comentó mientras caminaba a la puerta- claro si elijes tu casa, yo misma me encargo de que tu vida sea aún más miserable –sonrió amablemente, para seguidamente salir del lugar-

- Recuérdame, ¿Por qué eres su amiga? –Preguntó el moreno, desconcertado por la actitud de la rubia-

- Me levanto preguntándome lo mismo todos los días –soltó un suspiro con resignación- ¡Pero bueno! Te daré su dirección, con eso de que son tan amigos –exclamó con notorio sarcasmo-

- ¿Y que se supone que le tengo que decir? Claro, si es que me deja hablar antes de que comencemos a pelear –resopló con fastidio de sólo imaginar los problemas que eso le causaba-

- ¿Y yo que se? No tomes en cuenta a Miriam, si sólo estaban muy borrachos, sólo ve y discúlpate, tu fuiste quien lo reto con eso de “eres un cobarde y no puedes soportar el alcohol” yo sólo lo invité para que olvidara un poco sus problemas, y si, tu entras en ellos, pero parece que sólo salió con más –tomó un poco de aire antes de continuar- ¿Por qué no analizas un poco tu actitud? Miriam sólo es una fanática de las relaciones homosexuales que quiere que ustedes tengan una relación, yo sólo busco que ya se estén tranquilos, tanta pelea sin sentido no les dejara nada bueno ¡Al contrario! ¿No ves lo cansado que esta David cada día? Tu, la rubia oxigenada y yo tenemos seguros nuestros futuros por nuestros padres, el se esta esforzando y tú nomás le estas cagando la existencia –comenzó a señalarle con el dedo índice, haciendo que el moreno retrocediera a cada paso que daba la castaña- ¿Y todavía me preguntas que le vas a decir? Pues primero le dirás perdón por ser un idiota, lo demás ya vendrá después –sentenció, para finalmente darle un poco de espacio-


Iván no fue capaz de contestarle a la mujer, por que realmente nunca se había detenido a preguntarse como estaba afectando su actitud la vida de David.

Pero era inevitable, desde un inicio no pudo hacer nada con esa necesidad de hacerle ver al castaño que él existía, y aunque fuera de la peor manera, quería ser el centro de atención de David, que este pensara cada instante en él, esperando que nueva humillación le tenía preparada.

Se sentía un completo estúpido. Aunque eso ya era algo normal esa mañana.

La mujer le extendió una hoja de papel con unos datos escritos en ella y le dijo, por milésima vez desde que la conoce, que dejara de actuar de manera tan infantil.

No supo en que momento salió de la casa, ni cuando exactamente es que se encontraba a una cuadra de la casa del castaño. Sólo sabía que era un estúpido y estaba enamorado completamente de alguien, que según él, odiaba con toda el alma.

Pero son cosas que suelen pasar ¿No? Lo más inesperado es lo que siempre ocurre, lo que nos abofetea de manera tan dolorosa que, cuando uno se da cuenta, ya esta sangrando la verdad.

¡Pero es que esas cosas solamente le pasaban a él!

Esas cosas solían pasar muy a menudo, pero él era lo suficientemente idiota para no captarlas desde un inicio, y sólo esperar hasta llegar a un punto en que no hay vuelta de hoja, y las cosas se tienen que hacer, por que ya no queda más opción. Por que se “supone” que uno primero se declara, y luego tiene sexo con su pareja. No al revés. Aunque el sexo nunca es malo.

Definitivamente, David le iba a golpear y muy merecido se lo tendría, no lo iba a negar.

Divisó a lo lejos el edificio donde se supone, según el papelito de Elisa, vivía el castaño. Respiró hondo y continuó su camino ¿Qué más le quedaba? Sólo esperar que pasara lo que tenía que pasar.

 

0o0o0o0o0o0o0o Las violetas son rojas... o0o0o0o0o0o0o0

 

Su cuerpo a lo largo del sillón, la televisión prendida sin que él le prestara atención alguna, y su cara enterrada entre los cojines, eran la magnífica escena que cualquiera contemplaría si entrara de improvisto a su casa.

Tenía más de dos horas tratando de enfocar su mente en algo que no fuera el punzante dolor que atravesaba completamente su cuerpo, desde su espalda baja hasta su nuca.

Si de algo podía estar seguro, es que no repetiría nunca más una experiencia como esa (Claro, no es algo que realmente fuera a cumplir al pie de la letra)

El estridente sonido del teléfono le sacó de su pequeño mundo de ensueño de una manera brusca y poco agradable.


- Diga –habló pesadamente al contestar, sin recordar que las personas no tenían culpa de su desgracia olvidando sus modales-

- ¡David! Que bueno que contestas, soy yo, Elisa, sólo llamaba para ver como estabas –habla de manera apresurada la mujer del otro lado-


Olviden lo que había pensado, la cosa al otro lado de la línea era la completa culpable de sus problemas y dolores (y si, todo literalmente)


- ¿Qué como estoy? –siseó amenazante- esa sin duda, es la pregunta más estúpida que me han hecho en mi vida, y mira que me han hecho muchas –se colocó de manera correcta en el sofá, olvidando su dolor trasero- todo lo que paso fue tu culpa, si yo aún tenía algo de dignidad –y de hombría, se reservó- desapareció completamente por culpa de esa estúpida fiesta –cada una de las palabras eran marcadas con el profundo resentimiento que sentía en esos momentos-

- Oye, oye, espera un segundo –detuvo la mujer con un tono calmado- fue la cosa rara de Miriam que pone feliz hasta a los más depresivos, e independientemente de eso, antes de que tú e Iván se fueran a pasarla en grande, muy felizmente y sin nadie que presionara dijeron lo mucho que se amaban ¡Hasta se besaron frente a todos! - ¿Era su imaginación? ¿O lo último lo había dicho con demasiado entusiasmo para su gusto?-

Elisa, ya dile lo que ibas a decir desde el inicio, aún te falta terminar de limpiar. Se escuchó el grito de fondo de Miriam.

- ¡Oh! Es cierto –exclamó la mujer al teléfono, como si le acabaran de recordar algo realmente importante, o con peligrosas consecuencias- Espero que no te enfade que alguien te vaya a hacer una visita, pero bajo amenaza, no es como si fuera muy feliz de ir –su forma apresurada y atropellada de hablar le dificultaba a David el comprender bien lo que le estaba diciendo- aparte, no es como si eso fuera algo malo, ¡Al contrario! Es la mejor oportunidad para que arreglen las cosas –un nuevo grito por parte de la rubia se escuchó a lo lejos- Bueno, después te llamo, la rubia oxigenada esta en su etapa de Cruela Devil ¡Sólo le hace falta el látigo! Pero bueno, ya hablaremos después –Sin que David fuera capaz de responder, la mujer corto la comunicación-


En su mente siempre rondaba la pregunta ¿Cómo era posible que el fuera algo, lejanamente parecido, como un amigo para esas dos mujeres? Por supuesto eran personas agradables y toda la cosa, pero eran extremadamente alegres.

Elisa hablaba casi hasta por los codos, su conducta infantil y sonriente hacía que un sólo pensamiento te llegara a la mente cuando se le veía por primera vez; “Es una estúpida sonriente”. Pero sin duda, buena persona.

Miriam, por otra parte, tenía toda la imagen de ser la típica niña presumida, quizás, no tenía un cuerpo despampanante, pero poseía una cautivante cara de niña, que a pesar de todo, escondía una aterradora mente perversa, con el gusto de ver el sufrimiento ajeno. Sin duda, ella era la única persona capaz de soportar a Elisa casi las 24 horas del día. Aunque en ocasiones (como esa) no sabía exactamente quien soportaba a quien, ya que el complejo de Diosa que tenía Miriam sobre Elisa era perturbante, ya que la última cumplía los caprichos de la rubia sin chistar, ni quejarse sobre lo que se le pedía. Bueno, quizás si se quejaba mucho, pero no por eso dejaba de hacer lo que le pedía.

Un par sin igual, sin duda.

Ahora, volviendo a lo importante, cuando hablaba con la castaña por teléfono, estaba tan molesto que no le prestó real atención a lo que decía, así que tratando de hacer un poco de memoria, removiendo todas las torturas existentes en su mente, que había planificado mientras hablaban, sólo recordaba algo sobre un látigo y de alguien que le haría una visita. Lo demás era difuso.

Bien, él no creía que fuera algo por lo que preocuparse ¿Verdad?

Un segundo. Pensó para si mismo después de un rato de meditación. ¿Beso en frente de todos? ¿¡Gritar que nos amamos!?


- ¿¡Que demonios!? No es posible, jamás habríamos hecho algo así ¿verdad? –Se escandalizó después de comprender la información- bueno… tuvimos sexo ¡Agh! Eso que importa, enfrente de todos, y yo que pensé que ya había sido suficiente humillación para un fin de semana ¡Que ni es domingo! Joder… -se tiró boca abajo en el sofá- por Cristo, alguien acabe con mi existencia –murmuró con la cara entre el cojín-


En el planeta existían más de mil millones de personas, razas, sexos y formas (hasta sabores y colores) diferentes. La posibilidad de encontrar a alguien que te topas de casualidad otra vez es de una en un millón. Enamorarte de alguien es tan amplio como un diccionario de 27 idiomas. Y el se tenía que enamorar precisamente de esa persona. ¿Alguien capta la ironía en eso?

Muchas veces se había planteado el hecho de tener su primera vez, pero no al punto de buscar a alguien “especial” el sexo era el sexo y lo demás se averiguaba después, si no será para siempre se disfruta el momento ¿No es así? Pero cuando en todo esta presente la humillación, el odio y el deseo de desollar a la persona con la que se intimó, los aspectos anteriores sufren un cambio radical, al punto en que te planteas nuevamente el hecho de acostarte con esa persona.

¡Es más! Quiten el hecho del sexo, y agreguen el que le haya gustado y lo disfrutara a pesar de ser el pasivo. Por que eso si que no lo negaría, y aunque no recordaba todos los detalles y el culo le doliera horrores, sabía que en algún momento del acto lo había disfrutado tanto que había llorado prácticamente de placer. ¡Y eso era tan vergonzoso! Y por demás humillante. Esperaba de todo corazón que nadie les hubiera escuchado cuando gritaron semejante estupidez frente a todos.

El podría admitir que quizás, QUIZÁS, le gustaba un poco Iván, pero con lo mamón y bastardo que era, realmente mataba el encanto que podría tener sobre él. ¿Pero amarle? Nunca se lo había preguntado realmente de ese modo, y no es que esperara tampoco que el moreno llegara tocando su puerta y le jurara amor eterno ¡Demonios! Que esto no era una telenovela, con una protagonista cursi y principesco hombre que viene a arreglarle la existencia, eran dos hombres estúpidos, que habían tenido sexo, que se odian pero se aman. Y eso se le antojaba tan estúpido que casi se tira por el balcón de su departamento.

Hundió un poco más la cara en el cojín, de verdad deseaba poder ahogarse y terminar con sus problemas de una jodida vez, y eso que no había agregado el detallito de que reprobó matemáticas y su beca pendía de un puto hilo. La vida era jodidamente desesperante.

Cuando su mente por fin pudo quedar suspendida en el trance entre la conciencia y el sueño, el irritante timbre de la puerta comenzó a sonar con alarmante insistencia, pareciera que alguien estaba muriendo y el era su única salvación.

Mala elección amigo mió. Se dijo así mismo, levantándose del sofá, y caminando con tranquila lentitud a la puerta. Tengo tanta flojera que prefiero que mueras antes que abrirte, pero heme aquí caminando, viendo que jodidos te pasa. Continuó pensando, al tiempo que llegaba a la puerta.

Estuvo tentado a preguntar “¿Quién?” pero era estúpido si lo hacía al mismo tiempo en que abría la puerta. Pero claro, el karma esta en su contra, y cuando pudo reaccionar, era demasiado tarde como para intentar estampar la cara de Iván en la puerta de su casa.

David quería decir algo.  ¡En verdad quería! Pero que fuera algo inteligente, que no implicara la palabra bastardo o mamón dentro de la oración ¡Pero no se le ocurría nada! Sólo le pasaban por la cabeza los mil y un objetos a su alcance que podría lanzarle hasta el cansancio o, aunque sea, hasta desmayarlo. Lo que ocurriera primero.

Pero ninguna de las cosas anteriores  ocurrió, por que se quedo estático, helado… ¡No sabía que decir! Estaba como idiota viendo como Iván trataba de recuperar la respiración, de lo que parecía, haber sido una muy larga carrera. En ese momento surgió la duda. ¿Corrió desde la casa de Miriam sólo para verlo? ¿Iván? ¿El pedante, egocéntrico, vanidoso, orgulloso, mamón y muchos adjetivos más que la impresión no le dejaba recordar? ¿Se estaba sintiendo ligeramente alagado? ¿Qué puta madre estaba pasando para que de repente la atmósfera casi tuviera corazones flotando a su alrededor?

Era definitivo, necesitaba regresar a dormir, y no despertar hasta el fin de los tiempos, y quizás así las cosas retomarían el curso normal que desde un inicio debía tener.


- Necesito hablar contigo –sentenció repentinamente el moreno, recuperando por fin el aliento- no es muy cortés dejar la habitación después de tener sexo con alguien –se irguió quedando de frente al castaño, haciendo notar su diferencia de estaturas-

- Oh disculpa, no quería ser descortés contigo, pero ya sabes, soy novato en estas cosas, con el próximo que tenga un encuentro así, procurare no olvidar ese detalle –muy bien, quizás eso no era lo que él quería decir, pero no podía procesar la información con naturalidad, y no estaba muy seguro de que debía decir, aparte, era su imaginación ¿O Iván había arrugado un poco el entre cejo?-

- Si, tan simpático como siempre –el sarcasmo venenoso en las palabras del más alto, hizo que el enojo de David se incrementara-

- Si, lo sé, pero es que cuando estas presente, lo mejor de mí sale a flote –dio unos pasos hacia atrás, dando media vuelta y comenzando a ingresar nuevamente a su hogar, sin importarle que el otro entrara o no-

- Si, creo que anoche me diste un claro ejemplo de eso –soltó con burla, entrando tras el castaño-


Un cojín contra su rostro fue todo lo que obtuvo como respuesta, aparte de una cara de molestia y ofensa por parte del oji-azul.


- Si sólo haz venido a burlarte de esto en mi cara, ya te puedes ir largando, suficiente humillación por un fin de semana ¿Sabes? Hasta yo tengo mis límites –exclamó dolido, acurrucándose más en el sillón, pensando en lo patético que era por llegar a pensar algo positivo sobre Iván-

- Yo no he venido a burlarme – se defendió dolido el moreno- tú eres el que asume eso y el que se pone difícil con esto. Te dije que sólo vine a hablar contigo –se acercó un poco, dudando en si debía tomar asiento junto a él, o mejor mantener la distancia.


David ya no supo bien que debía contestarle, aunque estaba seguro de que debía decir algo, no encontró las palabras correctas y prefirió callar.


- Mira, lo que voy a decirte no es fácil, contando el hecho de que nuestros caracteres no nos dejan congeniar muy bien, pero te pido que me escuches sin decir nada, lo que te diré llegará a alguna parte… en algún momento –tomó aire con fuerza, dudando de continuar hablando- mi padrastro es el director de la universidad. Cuando yo era más pequeño, mi padre murió y poco después mi madre se caso con ese hombre. Siempre tuvo la idea de que yo debía estudiar medicina en esa escuela por ser de las mejores, y lo que yo opinara al respecto a ella le importaba poco –observó que el castaño le escuchaba con atención- nunca me ha gustado la medicina, pero no me pude oponer a su decisión, así que heme estudiando medicina. Cuando supe que tu entraste como becado, mi madre y mi padrastro hablaban de lo sorprendente que era que un chico de pueblo lograra tener tan buenas calificaciones, y me comparaban seguido contigo “Que si debía seguir tu ejemplo y aplicarme en mis estudios” “Que me esforzara o tu me superarías” realmente eso no me importaba, pero era molesto que cada día salieran con esas cosas. Por ese motivo, cuando llegaste a la universidad, no pude hacer más que enfadarme, siendo conciente de que tu no eres el culpable, y también creyendo que tu serías simplemente una persona altanera que se pavonearía por el lugar creyendo ser superior a nosotros –vio que David hacía ademán de interrumpirle- no me interrumpas, cuando termine golpéame si gustas –pausó el relato para impedir que continuara. El oji-azul pareció querer decir algo, pero se arrepintió en el último momento- después de que te insultara, creí que simplemente te quedarías callado y yo quedaría como un fanfarrón y los demás se molestarían conmigo después de eso, a pesar de reírse en el momento, pero tu no lo hiciste, al contrario, me respondiste y eso hizo que me molestara más y me obsesionara con el hecho de molestarte –suspiró quedamente haciendo una pausa.


Era difícil decir todo eso, pero era necesario si quería llegar al verdadero punto del asunto. Aunque su orgullo quedara destrozado en el proceso.


- Realmente nunca me había puesto a pensar en como te dañaba mi actitud tan infantil, y poco a poco me fui obsesionando en molestarte más y más. Por que mis padres no ponían mucho de su parte para terminar con mi enfado, y tú constantemente me regresabas los ataques, no te culpo, me lo merezco y lo admito –pero no era como si realmente disfrutara diciéndolo- el punto es que no trato de excusar mi comportamiento, sólo quiero pedirte disculpas si te he causado tantos problemas por ser aún un niño que se deja llevar por sus emociones. Es sólo eso, un lo siento –se recostó en el respaldo del sillón, cerrando sus ojos y sintiendo un peso menos en su conciencia.


No esperaba nada en especial del otro joven en la habitación. De hecho, ni siquiera esperaba que le perdonara, pero suponía que si debía terminar con su actitud, por lo menos debía de pedirle disculpas al afectado en todo eso. Una parte del desahogo estaba completa, sólo faltaba la parte más difícil, y la que definitivamente le costaría más admitir y, seguramente, a David le costaría más creer.

Por otra parte, el castaño estaba sorprendido, eso era lo último que el esperaba por parte de Iván, un recuento de su tele novelística existencia, y un “Lo siento” tan sincero siendo pronunciado por sus labios. No sabía que decir, y no estaba muy seguro de si debía decir algo.


- Y por último, pero no menos importante –continuó Iván unos momentos después- mientras corría de camino para acá, comprendí muchas cosas, y tome unas cuantas decisiones. La primera, dejaré la escuela de medicina, no sin antes ser sermoneado por mi madre, pero es lo de menos. Segunda, que lamento mucho los problemas que te ocasioné, si gustas hablare con mi padrastro para ver lo de tu beca, podemos alegar tu falta de recursos –antes de que David lograra interrumpirle, continuó hablando- y tercera, y supongo que lo más difícil de admitir y decir, pero creo que es momento de admitir, que independientemente de lo mal, que según yo, me caías, me gustas mucho ¿Sabes? Esas cosas suelen pasar, cuando menos te das cuenta una persona se vuelve tu mundo, y de una u otra forma tratamos de ser el centro de atención de esta, y si bien según yo, tenía motivos para detestarte, comprendí que realmente siempre sentía una fascinante atracción por ti, quien siempre estaba absorto en sus estudios, disfrutando de lo que hacías y sin darme cuenta, entre la multitud siempre te buscaba, cuando no era para molestarte, por lo general era para observar, verte disfrutar de estar en ese lugar, quizás sentía algo de envidia por la atención que le brindabas a tus estudios. Pero es por esa misma razón que sé que me gustas mucho –finalizó, no sin antes sentirse algo estúpido, y estar casi seguro de que estaba bastante sonrojado.


Justo en ese momento el ambiente se llenó de tensión. Iván se sentía estúpido y David trataba de comprender a que dimensión había sido mandado.

¿Iván acababa de declarársele? ¿Decirle que le gustaba? ¿Él? ¿Esas cosas realmente suelen pasar?

¡Claro que no! Eso no era nada común, quizás en historias baratas de escritores fracasados, quizás en novelas baratas de guionistas frustrados o muertos de hambre, talvez en dimensiones desconocidas y distorsionadas de manera surrealista y aterradora.

Eso era, sin duda, la cosa más tenebrosa y a la vez más cursi que jamás le habían dicho. ¡Y él estaba como estúpido sin decir nada! Por que no tenía ninguna respuesta para eso. Ni siquiera se había planteado bien el hecho de quererlo o no. No era posible hacerlo entre tanto odio acumulado, el cual por cierto, después de tan interesante explicación, había desaparecido casi en su totalidad, para ser sustituido por un notorio sonrojo que se extendía por todas sus mejillas de manera cursi.

Ya ninguno de los dos era conciente del tiempo que pasaba, mientras ellos se sumían en su mutismo y pensamientos, buscando como seguir con la plática, o buscar que era lo que debían de hacer a partir de ese momento.

David tenía que pensar claramente una respuesta, que ahora no incluyera ningún insulto, ni ninguna palabra amorosa y cursi que les ahogara en azúcar.

Iván, desesperado, deseaba escuchar alguna respuesta, de rechazo o lo que fuera, pero que algo rompiera tan incomodo silencio. El ya había cumplido, seguir con una vida de desconocidos de ahora en adelante, ya que desde ese momento terminaba con el tedioso juego de humillaciones, o comenzar algo nuevo como algo más dependía ahora de lo que respondiera el castaño.


- Se que debes odiarme, por que lo que dije no es ninguna excusa fiable –rompió el silencio el moreno, harto ya del silencio y levantándose de su lugar- no espero nada más, sólo quería que lo supieras, lamento mucho las molestias –comenzó a caminar hacia la puerta- así que lo mejor será que me vaya –decía eso, pero sus pies se negaban a caminar más a prisa.


¿Qué esperaba? ¿Qué David brincara a sus brazos y le diera su perdón al igual que su corazón? ¿Estaba viendo demasiadas novelas con Miriam y Elisa? Quizás sólo necesitaba dormir y olvidar todo eso. Aunque el sexo, sin duda, fue buenísimo.

Pero antes de llegar a medio camino de la sala a la puerta, un nuevo cojinzazo fue lo que recibió su cabeza. Antes de lograr darse la vuelta completamente, para encarar al oji-azul, este le abrazo por la espalda, desconcertándolo completamente.


- Yo sabía que eras un imbécil, pero no creí que tanto –recriminó David, aferrándose a él en un posesivo abrazo- me vale un carajo que estemos aquí, en medio de un mediocre departamento, haciendo la escena más cursi de nuestras vidas y yo con unas estúpidas ganas de llorar, joder –aspiro profundamente- pero se supone que si le dices a alguien que te gusta, deberías esperar una respuesta, aunque sea una negativa. Es de mala educación dejar a las personas con la palabra en la boca ¿Lo sabías? –Iván rió un poco por el comentario- eres un estúpido –el moreno estuvo apunto de protestar- cállate, coño, ahora soy yo quien va a hablar y tu escucharás –el oji-verde se quedó quieto, atento a sus palabras- eres un estúpido por tener esa actitud tan infantil, eres un imbécil por no poder ser sincero desde un inicio, eres un bastardo por todo lo que me haz hecho pasar, y eres un mamón por hacer que me enamore de ti de manera tan ridícula, insinuar que podemos estar como si nada y me hagas decir algo tan cursi como esto. Sabes que te odio con toda el alma, pero no sabes que te amo con todo el corazón grandísimo pendejo. Queriendo pretender que no te importa la respuesta, joder, eres un imbécil y eres bueno en la cama, ¿Por qué no intentas complementar las dos cosas? – No estaba llorando, solamente por mantener un poco su orgullo, el cual ya dudaba tener, y por no querer complementar la escena cursi con su llanto.

- ¿Y por que no me ayudas? –Comento Iván, dándose la vuelta y abrazando por la cintura a David- si borracho soy bueno, ¿Cómo seré sobrio? –Sonrió altaneramente, viendo la cara de disgusto que ponía David-

- No seas tan creído, maldita sea –enterró su cara en el pecho del moreno, abrazándose de su cuello-


Bien, habían dado un paso muy importante. ¿Eso los dejaba como amigos? ¿Más que amigos? ¿Pareja? ¡Joder! Era demasiada presión como para que sus calenturientas mentes pudieran procesar de buena manera la información. Constando el hecho de que estar abrazados de tan íntima manera y con tan peculiar comentario, no les era de mucha ayuda con todo lo que tenían en la cabeza.

Pero esa no era la situación precisa como para ponerse a pensar en esas cosas, se decían a si mismos los jóvenes, analizando cual debía ser su siguiente paso de ahora en adelante. ¿Dejarse llevar por lo que querían? No es como si fuera a ser la primera vez que lo hicieran, pero si será la primera vez que lo hicieran sobrios, y eso dificultaba un tanto las cosas.

David no era una persona que tomara la iniciativa en las cosas, pero la falta de respuesta por parte de Iván le hacía molestarse bastante, pero antes de que su furia se desatara, el moreno se separó un poco de su cuerpo, fijando sus hermosos y electrizantes ojos verdes en sus enormes zafiros, haciéndole sonrojar como a una chiquilla de secundaria, y querer huir de su penetrante mirada.

Iván, por otra parte, durante ese lapso de tiempo medito detalladamente el hecho de, si debía besarlo de manera sorpresiva y ruda, o quizás, ¿Pedirle permiso? ¡Maldición! Las reacciones del castaño eran tan poco favorables que nunca sabía bien que es lo que debía hacer. Así, que simplemente dejándose llevar por sus instintos (o mejor dicho, impulsos) le beso.

Tomó el rostro de David en sus manos, delicadamente, para unir sus labios, apenas un roce, con miedo y dudas, sin saber bien si sería rechazado o aceptado. El oji-azul, ya bastante molesto por la actitud pasiva que tomaba el moreno, que en nada le favorecía, impulsó con sus manos la cabeza de Iván, provocando así la unión completa de sus bocas, entre abriéndolas para dar paso a la unión de sus lenguas, en un roce tan íntimo y delicado, como si fuera la primera vez que besaran a alguien. Con miedo e inseguridad, pero a la vez cargado de deseo y pasión.

Unos segundos bastaron para que el miedo les abandonara por completo, y comenzaran a devorarse el uno al otro, recorriendo la cavidad contraria con su propia lengua. Lamiendo el sabor que desprendían el uno del otro, y saboreando las reprimidas emociones que albergaban. Tanto en un sólo beso, en una conexión profunda, íntima, que les llevaba al límite en esa comprometedora situación. Como la noche anterior. Dejándose llevar por lo que creían correcto, improvisando si no sabían bien como debían continuar. Aferrándose a sus instintos, de tocar y saborear cada parte de su pareja, a la cual ya verdaderamente podían llamar pareja.

El control claro de la situación era marcada por Iván, como si fuera raro, donde dominaba completamente al castaño, dejando en claro que él era el experto en esas cosas y que él debía ser quien le guiara en cada paso. Su lengua invadía completamente la cavidad contraria, acariciando de manera suave y continua la de David, rozando sus labios y chupando un poco, como si quisiera agotar completamente su sabor. Lamiendo y saboreando, haciendo eterno el momento.

Al castaño no le era de agrado esa situación, y no se refería precisamente al beso, eso le estaba encantando y no se molestaría en negarlo, pero que el otro le diera en cara con su falta de experiencia le tocaba la moral, y le hacía enfurecer. Y si, él sabía que eso era muy común, pero no le quedaba de otra, así que simplemente disfrutaba de todo, aprendería y en algún momento él le daría la sorpresa a Iván, por el momento, sentir su boca junto a la suya, era más que suficiente. Su vengativa mente ya trabajaría en otra ocasión.

Poco a poco y sin darse un momento para pensar, sus cuerpos se desplazaron al sillón, dejándose caer sobre el, Iván arriba de David.

El moreno alejo, con mucho esfuerzo, sus labios de los contrarios, para comenzar a explorar el cuerpo que la noche anterior estrenó. Quizás eso era lo que le hacía más feliz, que el era la primera, y ahora segunda, vez de David, y si el tiempo, y el carácter del castaño, lo permitía podría ser el único en su vida y su cama.

Eso sonaba algo cursi y fuera de lugar mientras recorría con hambre el cuello del otro, jalando la molesta ropa que estropeaba su recorrido, pero era inevitable no pensar en ello, no es como si en las últimas horas se hubiera dado la oportunidad. Pero de algo estaba seguro, y es que de verdad quería a David ¡Joder! Estaba tan entrado a tono que puede decir que lo ama. Si alguien hace unas semanas le hubiera si quiera mencionado la posibilidad de que el terminaría en el sofá de David, con éste debajo de su cuerpo y arrancando su ropa furiosamente, se habría descojonado de risa en su cara.

Pero ahora, mientras de verdad estaba prácticamente destrozando la ropa del castaño, se daba cuenta de que hubiera reído por imbécil, y no por que realmente creyera algo así imposible.

Pero eso realmente no era lo que a alguien debería importarle en un momento como eso, debía concentrarse un poco más en lo que hacía, o David se enojaría, otra vez, con él.

Después de una incansable batalla por deshacerse ambos de sus respectivas camisas, el castaño, hipnotizado por la tersa y blanca piel del moreno, justo como la recordaba. Acarició de forma suave sobre sus pectorales no muy marcados, era el cuerpo que él en algún momento de su vida soñó tener. No muy marcado pero masculino. Suave al tacto y deslumbrante a la vista.

Besó la clavícula del moreno, dando un delicado toque con sus labios. Sus manos, inquietas, recorrían todo el cuerpo del contrario, rozando sus brazos, los cuales estaban recargados en el sofá, para que el peso de Iván no cayera completamente en él.

El moreno, una vez vio el camino libre, comenzó a besar su cuello, dejando algún par de marcas, que indicaran que David era suyo completamente. Un pensamiento un tanto infantil, se dijo a si mismo, pero era la completa verdad. Continuó bajando, despacio, sin ninguna prisa, sabiendo que eso desesperaría al otro, ya que la posición no le dejaba a David tocar a su gusto el cuerpo de Iván.

El oji-verde se permitió un momento, para poderse deleitar la vista con la sensual figura del castaño, que si bien su cuerpo no era afeminado, era tremendamente sensual. Una piel blanca y suave, su cabello castaño y corto, cubriéndole un poco la cara, sus mejillas sonrojadas contrastando con sus enormes y preciosos ojos azules. Con esa simple visión, pudo jurar que se correría ahí mismo, pero ese no era el plan, tenía que continuar su camino, desde el cuello hasta sus pezones, rosados y sensibles, con sólo dejar caer un poco su aliento en ellos, lograba sentir la sensación correr por el cuerpo del otro. Como si una corriente eléctrica le atravesara el cuerpo de arriba abajo. Sacó su lengua, y apenas tocando un poco, suave, dando a desearse, recorriendo de uno al otro, saboreándolos pausadamente y deleitándose con los suspiros y gemidos de reproche que le daba David, moviendo su cuerpo hacia arriba, en una clara invitación de que continuara y le dejara de torturar de tan vil manera.

Era un hecho que algo como eso les estaba torturando a los dos, pero era tan seductor saborear cada rincón de ese tierno cuerpo, tan poco explorado y muy seductor.

Continúo bajando, un poco más, topándose con la molesta barrera que imponía el pantalón que llevaba el castaño. Así que algo molesto ya por tanta interrupción, lo retiró rápidamente, abandonándolo en el rincón oscuro con sus demás ropas, como si realmente las necesitaran en un momento así.

Vio con orgullo, como bajo el bóxer verde que llevaba David, se formaba un notorio bulto, que suplicaba le dejasen en libertad.

Pasó su lengua sobre la tela suave de la ropa interior, de abajo hasta la punta, la cual estaba un poco humedecida por los líquidos pre-seminales del castaño.

David gemía sin parar, sin saber realmente como debía reaccionar ante la situación. No podía molestarse, no otra vez, esa sería ya una reacción demasiado lógica, y eso estaba fuera de contexto en esos momentos. La lengua de Iván no le dejaba pensar con la claridad suficiente como para pensar en lo que podía o debía hacer. Con sólo sentir la tibia saliva del otro, traspasando la tela de su ropa interior, mojando apenas su miembro y rozándolo de forma torturante, le exasperaba enormemente, pero ni siquiera tenía la fuerza suficiente como para golpear al moreno, otra vez.

El moreno al notar por fin la agonía del otro, deseó acelerar un poco más las cosas, siendo conciente de que él no se encontraba mucho mejor que su amante.

Tomó la prenda verde por el borde, retirándola de un solo jalón, y dejando el miembro erecto de David al aire, que si bien no era algo asombroso, era de un tamaño considerable.

La repentina corriente de aire que sintió el castaño, le erizó todos los vellos del cuerpo, mandando una descarga por todos sus miembros, y dándole un calambre de placer en su pene, el cual, momentos después, fue envuelto en una capa cálida y húmeda, como lo era la boca de Iván, el cual bajaba y subía por su miembro, de manera lente y torturante, observándole a los ojos, y jurando ver un recoveco de burla dentro de ellos, pero no podía pensar con claridad en ello, sólo sentir los labios, la lengua y toda la boca del moreno en una zona tan sensible, hacía que sus sentidos se nublaran por completo. El moreno le succionaba con ávida emoción, incitándole a que llegara al anhelado final, sacando el miembro húmedo de su boca, para lamer un poco desde los testículos hasta el glande, como un helado, subiendo y bajando, chupando un poco la punta, y bajando un poco más, lamiendo un poco más debajo de su miembro, hasta rozar su entrada, la cual, un poco adolorida aún, reconocía las sensaciones, abriéndose como recibimiento a lo que vendría después.

Iván llenó tres de sus dedos con saliva, humedeciéndolos todo lo que le fue posible, para continuar con la mejor parte de ese momento.

Con su mano libre, tomó nuevamente el miembro de David, comenzando a masturbarle lentamente, atrasando el clímax un poco más. Colocó cada pierna del castaño a sus costados, abriéndolas lo suficiente para dejar a la vista lo que más anhelaba. Continuaba con su labor manual, al momento que uno de sus dedos irrumpió dentro de David, el cual dio un quejido, el cual se ahogó en un gemido cuando inmediatamente comenzó a moverlo de manera circular, adentrándolo todo lo que le era posible, rozando sus paredes interiores, masajeándole de una manera excitante y sensual, provocando los jadeos en el castaño, el cual se ahogaba en su propio placer al sentir ese dedo dentro de él, rememorando las sensaciones pasadas, las que vivió una noche antes, sintiendo el recuerdo marcado en su piel, rozándole desde adentro hasta afuera.

Iván metió otro dedo dentro del oji-azul, el cual respondió con un gemido aun más brutal que el anterior, subiendo sus caderas y empujando a la dirección de esa mano, como si quisiera adentrarlo un poco más a su interior.

Los dos dedos comenzaron a entrar y salir de él, simulando una copulación sincronizada entre las caderas del castaño y la mano de Iván, este último sentía que con sólo ver esa imagen podía terminar ahí mismo, con el mayor de los orgasmos que jamás hubiera experimentado. Pero deseaba sentirse dentro de David una vez más, tenía que sentirle completamente suyo, o se sentiría vacío durante mucho tiempo.

Coló por fin un tercer dedo, acelerando el ritmo de penetración de esos, abriéndolos y cerrándolos de manera rápida y continua, deleitándose los oídos con la sinfonía de los gemidos de David, los cuales inundaban la estancia, como si el mundo fuera suyo y los vecinos chismosos no existieran.

El oji-azul empujaba más y más sus caderas, el placer era algo que estaba presente dentro de él, una molestia vaga se acentuaba en algún lugar de su esfínter, pero las sensaciones placenteras eran mucha más notorias que cualquier molestia. Pero necesitaba algo más, que le llenara aun más que esos tres dedos. Empujó sus caderas de manera un tanto brusca, denotando su desesperación por que el moreno continuara con lo demás.

Ni bien sintió ese empujón, Iván retiró sus dedos, ganando un gemido de protesta por parte del castaño. Se recostó a su altura, hasta que sus bocas estuvieron una vez más unidas, formando un nuevo beso más profundo y húmedo que el anterior. David empujaba al moreno hacia él, acariciando sus finos y negros cabellos, revolviéndolos un poco, mientras sus lenguas se enroscaban dentro de sus bocas.

Tomando ese momento de distracción, Iván colocó la punta de su miembro en el ano del castaño, empujando de una sola estocada, hasta clavarse en lo más hondo del oji-azul.

David sintió como sus paredes internas se abrían de forma tan brusca, recordando una vez más la noche anterior, las sensaciones eran las mismas, más placenteras por estar sobrio, y por lo tanto, más dolorosas. Pero no le dio importancia, quería sentir más del moreno, sentirle hasta el fondo de su cuerpo. Así que sólo tomó unos momentos para acostumbrarse, antes de subir sus piernas hasta la cintura de Iván, e impulsarlo a que iniciara con las embestidas, suaves, profundas, pero con un ritmo concreto, dando en ese punto dentro de él que le hacía vibrar, enloquecer a tal punto en que no sabía si estaba gimiendo, jadeando o quizás gritando. Posiblemente todo a la vez.

Iván se embriagaba en las sensaciones que el otro cuerpo le proporcionaba, la manera en que su interior le apretaba de forma tan exquisita, le era un acto sublime e irreal, un sueño del cual no quería despertar. Sin embargo, todo era real, las sensaciones, el placer que le inundaba cada poro de su cuerpo, ahogándolo en un mar de sensaciones.

Tomó las caderas del castaño, lográndose sentar él correctamente en el sofá y dejando a David sobre él, para que este llevara el ritmo que deseara, impulsando sus piernas en el borde del sofá.

David sintió una penetración aun más profunda en esa posición, sintiendo que podía ir a la velocidad que el deseara, y buscar aún más placer donde él no lo creía posible.

Subía y bajaba por el miembro de Iván, una y otra vez, enterrándolo lo más profundo que podía, sintiendo como se amoldaba de manera correcta en su interior, como si fueran dos partes que habían sido separadas.

Posiblemente al terminar el acto y estar un poco más cuerdo, se recriminaría por esos pensamientos tan melosos, pero ahora, su concentración era única y exclusiva a esas sensaciones. Una oleada de placer invadía los dos cuerpos, mandando por todo su ser una corriente de sensaciones, sensibilizando todo su cuerpo, desde sus lenguas, hasta el rincón más oscuro que les proporcionaba placer. Era un acto delirante, que les llevaba al borde del mismo infierno, y a los rincones más celestiales del cielo.

Iván sentía que el final estaba cerca, no sólo el estar sintiendo tan deliciosa opresión en su miembro, si no también los besos cálidos, húmedos y pasionales que le otorgaba David, eran un delirio mortal, a la vez que podía deleitar su morbosa mirada, con el cuerpo de este subir y bajar por su miembro erecto, desfigurando su rostro por el placer puro y carnal.

David no encontraba el fin a todo aquello, y no sabía si realmente lo deseaba, pero la necesidad imperiosa de terminar de una vez era más fuerte que nada. Sin siquiera ya tocar su miembro, sentía que pronto llegaría a su fin. El sólo sentir el miembro del moreno entrar y salir de él, combinando todo con sus besos ardientes, la fricción de sus cuerpos, y los gemidos ahogados que escapaban de sus labios, fue más que suficiente para que lograra descargarse entre los dos, untando todo esperma en sus vientres, jadeando tan fuerte que pudo haber sido un grito.

Iván, al sentir tan inesperada presión, al momento en que el castaño terminó, no logró dar más de dos embestidas, cuando terminó completamente dentro del otro, hundiendo su rostro en el cuello de David, jadeando por el esfuerzo tremendo que eso le provocó, y sintiéndose completamente satisfecho, por lo menos de momento.

 

0o0o0o0o0o0o0o Y Quizás la luna sea de queso… o0o0o0o0o0o0o0

 

El momento crucial… si, definitivamente ese era el momento crucial, el “Después de…” ¿De que? Bueno, de muchas cosas; estupideces, enamoramiento, sexo, platicas sin sentido, golpes y más sexo.

Ese era el momento que todo adolescente huía en su vida, el momento de pensar y reflexionar sobre que es lo que pasara en el futuro, o vestirse a toda prisa por a) vienen los papas o b) suponer que no pasó nada. Pero ellos sabían que era la opción c la que debían escoger c) ninguna de las anteriores. Por que, en primera, ya habían aclarado el punto después de todo el jaleo que armaron, así que ponerse a pensar en un “quizás te quiero” ya no era una opción. ¡Pero! Eran apenas unos jóvenes sin razonamiento coherente, no hace menos de diez minutos que terminaron de tener sexo y ahora estaban abrazados en el sofá de la sala de David, observando el techo con fingido interés, sin saber bien como es que debía continuar el asunto.

La situación no les era fácil por muchos motivos, si bien sabían que podían intentar llevar algún tipo de relación, ellos mismos se conocían lo suficiente como para saber que no tendrían ese romance típico de flores y corazones ¡no! Aggh… de solo pensarlo, a los dos les daba un escalofrió.

Se amaban, si, muy bien, ese punto ya estaba aclarado y no querían ya tocar el tema para no representar algún tipo de escena de novela barata. Pero las cuestiones a discutir es ¿Cómo seria de ahora en adelante? Bueno, no es como si fuera fácil esconder ese tipo de relaciones al mundo, y conocían a dos molestias que lo sabrían antes incluso de que ellos planearan decirlo. Es más, ellos juraban que las dos mujeres que llamaban amigas ya sabían como termino el asunto. ¿Pero y los demás? No es como si a ellos les importara el “que dirán” con no ser muy empalagosos lo demás sobraba. También en todo eso entraban los padres de Iván, el deseo de este por dejar la carrera y la beca de estudio de David. Su futuro se veía un tanto truncado.

Pero bueno, ese no era el lugar ni el momento para pensar en cosas como esas, simplemente quería recuperarse un poco de tanto movimiento.

El moreno se encontraba boca arriba en el sofá, con David sobre el, recostado sobre su cuerpo. El castaño hacia círculos distraídamente, por todo el pecho del moreno.

Iván pensaba detenidamente, aun que algo distraído por la satisfactoria sensación de tener el cuerpo de el oji-azul sobre el, que esa era le escena que menos pensaba representar en su vida. No es creyente del destino, ni en las casualidades. Por eso mismo sabe que esas cosas no suelen pasar muy a menudo, pero no importaba, a pesar de los múltiples problemas que habían tenido, y que seguramente tendrían más adelante, tenia la seguridad de poder manejar las cosas con deliberada calma, el único pendiente que realmente le tenia alerta, era el voluble temperamento de su ahora novio, pero seguramente en algún momento aprendería a lidiar con ella, o quizás se acostumbraría, lo que pasara primero.

Lo que si, es que jamás le diría a David lo sexy que podía llegar a ser al momento de tener sexo. Salía su parte erótica y el se encargaría de ser el único capaz de verla. También, esa faceta del después de, en el que se mantenía dócil y tierno, simplemente observando a la nada y jugando con su cuerpo. Era gracioso verle tan vulnerable en ese aspecto, pero lo gracioso es que mantuviera esa tierna mirada después de intimar con alguien. Eso convertía la situación en algo sumamente gracioso para el, que no pude tener una leve risa.


- ¿Te hice cosquillas? –pregunto extrañado el castaño, al ver esa inusual reacción en el otro-

-No, solo estaba pensando –respondió con una radiante sonrisa en el rostro, al mismo tiempo que pasaba sus brazos por las espalda de David, y le aprisionaba contra el- me siento como un idiota –resoplo entre los cabellos del otro, sin que sus labios abandonaran esa sonrisa boba-

-Ya deberías estar acostumbrado –sonrió traviesamente David- constantemente te comportas como uno, aun que si es extraño que piensen en algo –se burlo del otro, levantando su cabeza hasta topar su mirada con la otra, y ahogar el reproche en un beso-

-Eres muy poco romántico ¿sabes? –dijo Iván, una vez que sus labios se separaron-

-Y tú no eres un Romeo precisamente, pero por lo menos hará que esto sea más duradero. Lo cursi termina por empalagar –suspiro al acomodarse mejor sobre el otro, pasando sus brazos por el cuello de Iván y acomodándose en la curvatura de su hombro-

-Quizás no vayamos a ser la pareja más cursi –afirmo- pero yo me encargo de que seamos la más apasionada –levanto el rostro del contrario, besando sus labios con hambre y energías renovadas-

Fue un beso un poco brusco, solo queriendo demostrar que de verdad se encargaría de cumplir su palabra.

-Eres muy lindo David –susurro contra los labios del castaño- lo ultimo que me imaginaba es que un cerebrito fuera tan apetecible –cerro sus manos en el trasero del oji-azul-

-Pues tu eres exactamente como te imagine –gimió David- un lujurioso imbecil –beso sus labios- pero creo que podré manejarlo –volvió a abrazarlo, dejando que el moreno le tocara a su gusto-


Se sonrieron cómplicemente, por que sabían que así seria. Los dos tendría que lidiar con la decisión que tomaron, y no se arrepentirían de ello. Por que, aun que jamás lo dirían tan abiertamente como muchos desearían o esperaban, ellos se amaban muy a su modo y disfrutaban de ello por igual.

Un rato después de estar perdiendo el tiempo sobre el sofá, y darse más que masajes en algunas partes de su cuerpo decidieron sabiamente que lo más sensato era asearse y cambiarse de una vez, si no querían terminar haciéndolo otra vez sobre el sofá. Así que se bañaron juntos, luchando contra sus instintos naturales y no terminaran haciéndolo ahora en la ducha. Iván se vistió con la misma ropa que ya llevaba, ropa que seguramente atesoraría por ser testigo de su primera vez con David, su cursi declaración de amor y su segunda vez. Si, ropa hecha para estar en un altar. David por otro lado, se puso algo de su ropa limpia y recogió la que estaba esparcida por la sala y colocándola en algún lugar visible para no olvidar que debía, en algún momento, lavarla.

El moreno se encontraba en la sala sentado sobre el sofá, observando sin interesa la televisión, mientras David preparaba algo de comer, ya que después de tan interesante día lo ultimo en lo que habían pensado los dos era en comer algo y sus estómagos ya les recriminaban por eso.

Sumergidos en un apacible silencio, su tranquilidad se vio rota por el insistente y molesto sonido del timbre.


-Iván, abre la puerta, estoy algo ocupado –grito desde la cocina el castaño-

- ¿abrir? Que flojera pararme, tu estas más cerca –objeto el moreno, acostado en el sofá sin intenciones de levantarse-

-No te estoy preguntando si tienes ganas de pararte, mueve tu trasero y abre la maldita puerta –siseo amenazante el oji-verde- y más vale que no me hagas repetirlo, si no quieres que me moleste de verdad –término cortante-

-¿Verdaderamente molesto? ¿Es posible que un humano sienta tanto enfado? –aun desganado, Iván se levanto del sofá, irritado por el insistente y molesto sonido del timbre y la pereza que tenia encima- ¿Qué quieren? –dijo sin saber bien de quien se trataba, y restándole importancia al asunto, solo esperando poder regresar pronto a su cómodo asiento y poder descansar otro rato-

-¿Qué falta de modales tienes con la visita? –Miriam le observaba del otro lado de la puerta, con cara malhumorada y Elisa a su lado le saludaba con su mano izquierda de manera infantil- ¿Cuánto tiempo más discutirían para ver quien iba a abrir? ¡No tenemos toda la vida para saber a quien le da menos pereza o a ver a quien le duele menos el trasero! –Grito exagerando la situación, ya que no tenían ni 5 minutos de haber llegado-

-Miriam, cállate ¿Quieres que todo el mundo en el edificio se entere? –Elisa a su lado mostraba una de sus pocas escenas de juicio razonable al tratar de controlar a la rubia-


Iván se hizo a un lado, dejando el paso a las mujeres, mientras la rubia continuaba con sus quejas y la castaña trataba de tranquilizarla un poco.


-¿Aparte de importunar también vinieron a discutir? –soltó con sorna el moreno, harto de que hablaran tanto-

-Que mal educado eres, nosotras que nos preocupamos por venir a ver como se encuentran, y a ver si no se habían matado en el proceso de su charla, y mira como nos pagan –Miriam comenzaba a dramatizar como siempre el asunto, soltando lagrimas tan falsas que se secaban en cuanto salían de sus ojos-

-¿Preocupación? Lo único que querían era saber si Iván y yo ya no lo hicimos otra vez ¿No es cierto? –Interrumpió David, saliendo de la cocina-

-Algo así, Miriam estaba histérica por saber como termino el asunto, tu sabes, una mujer no puede vivir sin los jugosos lujos de detalle –rió Elisa entre dientes- aun que la que tenia que sufrir las consecuencias era yo, con eso de que me tenia de esclava personal en su casa ¡Hasta me hizo barrer a los ebrios que aun seguían en coma etílico en la sala para lograr sacarlos de la casa de una vez! –se lamento la castaña en tono amargo-

-Siendo la bruja como es no lo dudo ni un poco –comento seriamente Iván-

-Que simpáticos son –siseo amenazadoramente la rubia- y no exageres, no fue tanto lo que hiciste –se defendió a su misma, cruzando sus brazos frente a su pecho de manera infantil-

-Bueno, en lo que son peras o son manzanas ¿quieren comer? Acabo de cocinar algo –comento David, al tiempo que regresaba a la cocina-

-Pues yo me muero de hambre –se apresuro a decir Iván-

-Claro, imagino que no se han dado ni un tiempo para comer ¿Verdad? ¡Hay que recuperar el tiempo perdido! Bien dicen por ahí –Miriam comenzó a reír por su propio comentario, siguiendo al castaño hasta la cocina-

-La verdad es que yo tampoco he comido, así que acepto gustosa –Elisa les siguió de cerca, esperando al moreno-


Iván se apresuro a seguirle, aun que inesperadamente comenzó a sonar un celular.


-¡Es el mió! –aviso a los de la cocina y fue a contestar-


El moreno se alejo en dirección a la sala, donde se encontraba su cartera junto a su celular, mientras las jóvenes entraban a la cocina y observaban la curiosa escena, en la que David vestía un pulcro delantal color crema con encajes verdes, mientras mezclaba unos ingredientes en el sartén, el cual desprendía un agradable y apetitoso olor.

Comenzaron a hablar de cualquier cosa, al mismo tiempo las mujeres se burlaban de manera sutil del castaño, haciendo comentarios de doble sentido o haciendo notar su graciosa forma de caminar y el hecho de que no se había sentado en ningún momento, a pesar de que hace tiempo ya había terminado la comida y ya les había servido su parte. Claro, el oji-azul buscaba todo su autocontrol (de donde sea que se haya ido) y trataba de no tomar los utensilios punzo cortantes y arremeter contra las pobres desdichadas mujeres.


- ¡No estoy pidiendo tu opinión! –retumbo un grito desde la sala, que llamo la atención de los tres- No me importa lo que tu quieras y mucho menos lo que el espere de mi, no soy su hijo –continuo elevando el tono de voz, cada vez más molesto- Pues sobreviviré con lo que me dejo mi padre, no necesitas preocuparte por eso –sin esperar más, colgó el celular, aventándolo a cualquier parte lejos de el, bajo la atenta mirada de los presentes-


Iván soltó un fuerte suspiro de abatimiento, frotando sus sienes con sus manos, buscando su paz interior. David comenzó a caminar hacia el, buscando algo que decirle.


-Mira nomás Miriam, no debemos desperdiciar la comida, así que comamos –intervino Elisa, antes de que la rubia comenzara a caminar tras el castaño y comenzara con sus inútiles comentarios-

-Pero yo quiere ver que… -su voz se apago al ser jalada por la castaña, la cual posteriormente cerro la puerta que daba a la cocina-

-Supongo que las cosas no salieron muy bien –comento David, tratando de romper el incomodo silencio-

-Que perspicaz eres –soltó con sorna el moreno, arrepintiéndose al instante de haber sonado tan brusco- perdón yo no…-

-Si, ya se que estas frustrado –interrumpió amablemente el castaño, algo extraño en el-

-Realmente no esperaba que lo entendiera, pero bueno, tampoco pensé que pondría a gritarme como loca que era un mal agradecido y que no tenia un futuro lejos de su querido esposo –se recostó a lo largo del sofá, cerrando los ojos con frustración-

-Pues ni modo, no siempre las cosas son como uno quiere, tratar de vivir por uno mismo no es tan malo como parece –sonrió condescendiente el castaño- esas cosas suelen pasar, pero debemos aprender a enfrentarlas, ¡Así que levántate! Y vamos a comer ¿Si? –mostró una agradable sonrisa, recostándose sobre el moreno y abrazándole-

-Mejor nos quedamos aquí e ignoramos a las arpías que están en la cocina –dijo Iván besando los labios de David-


Se entregaron a un tranquilo beso, sin ser concientes de la curiosa mirada de dos mujeres tras la puerta, las cuales sonreían de oreja a oreja.


-Miriam, ¿Cuándo les vas a decir que tu padre compro la escuela? –Comento Elisa-

-Cuando lo descubran –contesto malvadamente-

-Pero… ¿Por qué? ¿No es más fácil quitarles un peso de encima al decirles? –Mostró una cara de confusión y miedo ante los malvados planes de la rubia-

-Claro que no ¿Dónde queda mi diversión? Les diré que se me olvido –sonrió aun más ampliamente- Después de todo, esas cosas suelen pasar ¿no? –Las dos soltaron una risita y corrieron a acomodarse en sus respectivos asientos, antes de que David e Iván entraran en la cocina-


Si, de igual forma, esas cosas suelen pasar.

Notas finales:

Tan, tan jo-jo.

Espero que les haya gustado aun que sea para burlarse de mi mala forma de escribir, así que ya sean buenos o malos… ¿reviews? 

 

PD: Soy mala con los finales ;;w;;


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