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REFLEJO por Angel del Diablo

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Notas del capitulo:

Bueno... ya esta aquí el capi 7 por todos los rr que me dejaron^^

La lluvia había empezado a caer, pero Sasuke no se detenía. Iba sin aliento, pero a cambio, podía ver su casa desde donde estaba. Se veía como siempre. Cuando llegó hasta la puerta, se chocó con alguien, que salía rápidamente: Sakura.

 

-¿Qué haces aquí?

 

-Yo… bueno… yo vine a buscarte… pero acabo de recordar que tengo algo que hacer. Adiós. –parecía muy nerviosa, pero el moreno no le prestó atención.

Entró en la casa y subió las escaleras, después entró en su cuarto. Todo estaba como lo había dejado esa mañana, antes de irse. Excepto por dos detalles: el balcón abierto, con las cortinas ondeando por culpa del viento que entraba… y que el espejo donde estaba Naruto había desaparecido. La sensación que había tenido antes en el instituto, la sensación de que algo se había roto, recorrió su cuerpo de nuevo, pero con mucha más fuerza. Algo le dijo que no saliera afuera. Algo le advirtió dentro de su cabeza de que si salía, todo acabaría. Ser acercó al balcón despacio, temiendo lo que vería si se asomaba y miraba hacia abajo. La lluvia golpeó su rostro y mojó su pelo mientras salía por completo y miraba hacia abajo. Lo siguiente que vio fue algo que quedó grabado en su corazón con el hierro candente del dolor.

Porque estaba allí abajo. Y estaba roto. Sin siquiera pararse a pensarlo, igual que un autómata, salió de la casa, sin preocuparse en cerrar la puerta. Rodeó la casa y llegó al lugar en donde estaban los pedazos de su sueño, de su vida, de su amor. Se arrodilló y por primera vez sintió el dolor de la perdida de alguien importante. Esta vez, cuando miró al espejo, Naruto no le devolvió la mirada. Los trozos del cristal y del marco estaban esparcidos en un pequeño charco, que había formado la lluvia, y ahora que se había roto, parecía un espejo normal y corriente. Aunque sabía que era absurdo, no pudo evitar llamarlo, una vez más, sólo para asegurarse de que aquello era real.

 

-¿Naruto? –pero nadie contestó. Porque ya no había nadie que respondiera a ese nombre. Las lagrimas de Sasuke se mezclaron con la lluvia que ahora caía sólo como briznas, intentando, quizás, compartir su dolor. Recogió todos los trozos de cristales, cortándose las manos en el proceso. Aquello casi no lo sintió, puesto que el dolor era menor comparado con el de su corazón, que ahora se había roto al mismo tiempo que el espejo en el que había estado su rubio todo ese tiempo. Recordó que el rubio le había dicho que moriría si se rompía el espejo. En ese momento se sentía como en estado de shock. No admitía que lo había perdido.

 

Itachi se acercaba rápido a su casa. Venía mojado, incluso con el paraguas que le habían prestado. Cuando dobló la esquina vio a su hermano de rodillas en el suelo. Al principio no estaba seguro de si era o no él, pero cuando se acercó más supo que sí era él. Llegó a su lado y se arrodilló a su lado.

 

-¿Sasuke? –preguntó, curioso.

 

-¿Qué haces aquí? –el menor alzó el rostro, mojado de lluvia y lagrimas, y le enseñó los trozos rotos y ensangrentados, con su propia sangre, del espejo.

 

-Se fue. –consiguió balbucear. -Ya no esta. –Itachi no supo a quién se refería, pero si entendió que no se encontraba bien.

 

-Entremos en casa, Sasuke. –el otro se levantó, cargando con todos los trozos, y caminó hacia donde le había dicho su hermano. Una vez dentro, Itachi curó las manos de su hermano y las vendó. Sasuke, que estaba como en trance, se dejó hacer. Una vez listo, lo dejó sólo, ya que no quería a nadie cerca. Había dejado los restos del espejo encima de su mesa, en dónde estaban sus libros. Desde su posición, sentado en la cama, podía ver su rostro deformado en lo que quedaba del espejo. Se tumbó en la cama, sin secarse o cambiarse la ropa, y se quedó allí. Con la mirada perdida, no pudo evitar volver a sentirse triste por la perdida de su rubio. Lo quería… y lo iba a extrañar mucho. Se llevó la mano al cuello y se quitó el colgante que le había dado. La piedra ya no brillaba tanto como antes. Ahora parecía casi muerta. Sólo un pequeño látigo de luz azul se atisbaba de vez en cuando. El moreno enredo el colgante entre sus dedos y cerró el puño en torno a la piedra, para trasmitirle su calor, y para que, quizás, el rubio le transmitiera el suyo estuviera donde estuviera.

 

Tardó mucho en dormirse. Sólo cuando ya no podía mantener los ojos abiertos, se abandonó al sueño. Y lo que soñó le hizo plantearse muchas cosas, porque soñó con el día en el que murieron sus padres. Igual que ese día, también llovía. Sasuke se había quedado en casa con su hermano porque sus padres se habían ido a una cena importante. Pero el menor comenzó a sentirse mal. Itachi, que no sabía lo que le pasaba a su hermanito, llamó a su madre. Y esta, preocupada, se empeñó en volver a la casa. Aquella noche llovía mucho. Abandonaron la cena antes de lo previsto y cogieron el coche de vuelta a casa. Nunca llegaron. La policía dijo que el auto se había salido en una de las cuervas, por culpa de la carretera mojada. Y lo de Sasuke era un dolor de estómago sin importancia. Por culpa de aquello, el menor se culpó de lo que había pasado. Se culpó por haber sido tan idiota. Y durante años, esa culpa alimentó sus pesadillas… hasta que llegó un ángel. Su ángel. Hasta que llegó su luz, que lo guiaba cuándo estaba demasiado oscuro. Ahora, mientras volvía a recordar aquello, vino a su cabeza lo que le había dicho el rubio: “sufrirás. Sufrirás por mi culpa y por culpa de mi maldición”. Pero eso no era cierto. Había sido Naruto el que había sufrido. Y había sido por su culpa. Todos a los que había querido estaban muertos por su culpa. Naruto, la persona más importante para él, ahora estaba muerta. Pero ahora, en sus sueños ya no había nadie que lo llamaba monstruo. Porque aún tenía aquel colgante que lo guiaba. Con aquello rondando su mente se durmió.

 

La mañana llegó lenta, fría y húmeda, igual que la del día anterior. Sólo que esta vez, Sasuke despertó solo en su cama. Se metió en la ducha y después se puso otra ropa (toda negra). Descalzo, caminó hasta la cocina, dónde estaba su hermano terminando el desayuno. Este lo saludó, pero enseguida notó que lo que le había notado la noche anterior seguía allí. Sasuke estaba apagado y triste. Itachi intentó preguntarle por lo que le había pasado al espejo:

 

-¿Qué le pasó? ¿Por qué estabas allí abajo anoche? –pero Sasuke no dijo nada. Sólo continuó comiendo su desayuno. El mayor no insistió. Sólo sugirió, en otro intento de hablar con su hermano:

 

-Si quieres… puedo llevarlo a arreglar. Se le puede poner otro espejo. –aquello hizo al menor alzar la cabeza y mirarlo.

 

-No. No arregles nada. No hagas nada… no importa –sin más salió de la habitación y se encerró en su cuarto. Mientras de nuevo comenzaba a llover, el moreno volvió a mirarse en el espejo. No podía creer que había perdido al rubio. Entonces se preguntó algo que hasta ese momento no había pensado: ¿le habría dolido? ¿Habría sido duro para él? ¿Dónde estaría ahora? Y lo más importante: ¿habría pensado en él, aunque fuera sólo un instante, antes de estrellarse contra el suelo? Cerró los ojos y suspiró, echándolo ya de menos. Miró afuera y decidió salir, sólo para intentar distraerse.

 

Sakura caminaba deprisa, bajo su pequeño paraguas, para ir a casa de Sasuke. Ahora era su oportunidad de conseguirlo. Ahora que tenía bajo control a ese inútil de Naruto, todo sería más fácil para ella. Cuando llegó y tocó a la puerta, fue recibida por Itachi.

 

-¿Si? Sakura… que sorpresa. ¿Buscas a Sasuke? Bueno… él… salió un rato… pero creo que sería mejor que lo dejaras solo un tiempo.

 

-¿Solo? ¿Por qué me dices eso?

 

-Bueno… Sasuke no se siente bien… creo que necesita pensar y estar solo.

 

-No importa. Yo puedo aliviar su dolor.

 

-¿Tienes algo que ver con lo que le ha hecho ponerse tan triste a mi hermano?

 

-¿Yo? No. Pero si puedo consolarlo. Después de todo… pronto olvidará a ese inútil porque para eso estoy yo aquí. –sin más se marchó… pero lo último que había dicho hizo a Itachi pensar: ¿Qué había querido decir? Aquello tenía que comentarlo con Sasuke en cuanto volviera. Mientras, se metió de nuevo en la casa.

 

El menor caminaba errante bajo la lluvia que apenas se sentía en la piel. Los cortes en las manos le dolían con cada latido, ya que no se los había curado ese día. Pero no le importó. Caminaba sin rumbo porque no sabía qué hacer. Ahora que tenía la mente fría, había una cosa en la muerte de su Naruto que no encajaba: ¿cómo había caído el espejo por el balcón? Eso era extraño. El rubio no podía salir, ni moverse… el espejo no se había podido caer sólo. Alguien había tenido que tirarlo. Pero ¿Quién? ¿quién sabía de la existencia de Naruto? Y ¿Cómo habían entrado en la casa? Todo era muy desconcertante. Y, aunque Sasuke no quería admitirlo, aquello sólo era una excusa para aferrarse a la idea de que no se había ido. De que aún estaba allí, en algún lugar, aunque pareciera absurdo e ilógico, no aceptaba que se había ido… porque si lo hacía… era igual que aceptar que estaba muerto. Y si Naruto estaba muerto… él mismo lo estaba también. Aun cuando lo que más deseaba era estar solo, aquello no se cumplió porque se encontró con Sakura en cuanto salió a una calle más concurrida.

 

-¡¡Sasuke-kun!! –se tiró sobre él como si fuera la cosa más normal del mundo. Cuando el moreno se la quitó de encima, la chica vio las vendas de sus manos.

 

-¿Qué te pasó en las manos? –aunque no quería contestarle, porque a ella le daba igual, pues no veía forma de quitársela de encima, así que sólo dijo:

 

-Un accidente sin importancia.

 

-¿Quieres salir conmigo? Y no me digas que tienes una cita… porque ya no esta contigo –aquello, que se le había escapado a Sakura, no pasó desapercibido por el moreno:

 

-¿a que te refieres con eso? –y ahora que se paraba a pensarlo… se la había encontrado cuando volvía a su casa antes de encontrar el espejo roto…

 

-¿Qué sabes de mi…? –la chica supo que había metido la pata por lo que trató de arreglarlo diciendo:

 

-vi a tu hermano y me dijo que te habías ido solo… así que tu cita no esta y por eso…

 

-¿Qué sabes de Naruto?

 

-¿Quién? –sabía que si no quería, no diría nada. Por eso optó por dejarla allí y volver a su casa hasta que se le ocurriera algo para que hablara. Ahora, más que nunca, la esperanza brillaba con fuerza. Quizás, solo quizás, no estaba todo perdido ni su vida rota. Pero cuando entró en su casa, vacía, no pudo evitar acordarse de su rubio. Y no pudo evitar volver a su cuarto y mirarse en el espejo… que ahora estaba arreglado… pero sólo sus ojos negros le devolvieron la mirada desde allí. Sabía que habría sido su hermano… pero verlo arreglado hacía aumentar su angustia… puesto que así solo faltaba el rubio mirándolo como siempre. Sin saber realmente lo que hacía, cogió el espejo, de nuevo en su sitio, arreglado y lo estrelló contra el suelo, haciendo el espejo varios pedazos.

 

-Perdoname… Naruto –habló a los trozos del espejo. -No pude protegerte. –y si en ese momento Itachi no hubiera entrado… quizás se habría dejado consumir por la tristeza que había apagado la llama de esperanza en su corazón roto.

 

-Sasuke… quiero ayudarte… pero debes decirme a quién has perdido. –el menor no quería decirle… no quería que supiera lo inútil que había sido al perder a su rubio… pero por otro lado no tenía otra alternativa. Así que le contó en pocas palabras sobre Naruto. Y si no hubiera sido por la seriedad con la que se lo dijo, el mayor no se lo hubiera creído.

Sasuke, que estaba sentado en el suelo de su cuarto, terminando de vendar sus heridas, de nuevo abiertas, terminó su relato diciendo:

 

-al final he resultado ser un inútil.

 

-¿Por qué dices eso?

 

-Porque… no pude protegerle… todo lo que pensaba que lo quería… no sirvió para nada.

 

-¿Y vas a rendirte? Sabes… creo que Sakura sabe más de lo que dice.

 

-¿Sakura?

 

-Si. Cuando vino a buscarte dijo algo extraño… algo que no me gustó…

 

-¿El que?

 

-Dijo, entre otras cosas, que pronto olvidarías a ese inútil porque ella estaba para eso. ¿Se estaba refiriendo a…? –pero se quedó callado al ver que estaba sólo, ya que su hermano había salido sin hacer ruido y sin siquiera despedirse.

 

-Ototo-baka –susurró, antes de salir del cuarto.

 

Sasuke había dejado a su hermano con la palabra en la boca pero había sido por una buena causa. Ahora sabía que había sido Sakura, directa o indirectamente, la que le había quitado a su precioso kitsune. Y también sabía que, de una forma o de otra, haría que pagara su osadía. Porque ahora le era más difícil que nunca creer que su Naruto seguía vivo, en algún lugar. Ya que la chica, celosa, no le habría permitido seguir vivo. Eso hizo aumentar su furia… sí, no dejaría títere con cabeza.

 

Abrió los ojos. O eso creía, ya que todo estaba oscuro… muy oscuro. Intentó moverse… pero estaba en un lugar muy pequeño y estrecho. Intentó recordar quién era… y dónde estaba. Y uno a uno llegaron a su mente los recuerdos de quién era, de su vida, sus circunstancias. Y lo último que recordaba era haber sido tirado desde un balcón. Sakura lo había tirado… y entonces supo que estaba muerto. Porque el espejo se había roto. Pero… si estaba muerto… porque le dolía el corazón. Tocó su pecho y algo contestó a ese tacto: bum-bum. Bum-bum. Su corazón aún latía. Aquello lo hizo feliz. Porque seguía vivo. Y si seguía vivo… aún había esperanza. Recordó entonces a Sasuke. Le había dicho que si se rompía el espejo… moriría. Y se preocupó de que el moreno hiciera alguna locura ahora que él estaba “muerto”. No le dio tiempo a pensar en qué podía hacer, porque de golpe la luz iluminó el lugar donde estaba y vio frente a él el rostro de la persona que más odiaba. Más incluso que a su hermano: Sakura. La chica lo miró, enojada, y dijo:

 

-¿Ya despertaste, Naruto?

 

Continuará… 

Notas finales:

espero que les haya gustado... es mi regalo de año nuevo^^

gracias por tantos rr y por todo su apoyo... y si me dejan algunos rr... pues me daré prisa con el capi 8! feliz año!! cuidense mucho!! se les quiere!!


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