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Internado Akatsuki por EnvySama

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Notas del capitulo:

Aquí tenemos el segundo capítulo.

Bastante más largo y más fluído que el anterior.

Espero que os guste. 




El internado tenía una puerta inmensa de unos diez metros de altura, encima de la puerta había un viejo reloj que desde tiempo atrás había dejado de dar la hora. El nombre de el instituto estaba escrito en la puerta, el cartel tenia los bordes de un rojo que parecía sangre. La fajana era oscura, casi negra, y las ventanas tenían barrotes, provocando una impresión de angustia y cautividad.
El patio de la mansión era enorme, y pese al aspecto lúgubre que tenía el edificio el jardín estaba muy cuidado, siendo de las pocas muestras de vida que se podía encontrar.
El rubio, al bajar del coche, se quedó petrificado al contemplar la terrorífica casa olvidándose de su plan para escapar.

- Qué te parece? -dijo Pein mientras se ponía al lado de Deidara - por dentro es aún mejor.

El rubio volvió en si al escuchar las palabras de aquel hombre. Le dirigió una mirada de recelo al hombre de los piercings.

- Realmente aquí vive alguien? -contestó el rubio con temblor en su voz.

- Pues claro, todos nosotros vivimos aquí. -dijo Pein esbozando una media sonrisa en su rostro.

- Todos? – Preguntó Deidara mientras arqueaba la ceja.

- Sí todos los alumnos y profesores del Internado. – le explicó el ojigris – Venga Deidara, vamos que te enseñaré como es por dentro.

Pein se acercó a Deidara apoyando su mano en el hombre de este. El repentino contacto entre ambos hicieron que el rubio reaccionara y recordara su plan: había de salir de allí corriendo. En cuanto el mayor empezó a caminar hacia la entrada Deidara, sin dudarlo dos veces, empezó a correr en dirección opuesta. Corría tan deprisa que parecía que el viento le susurrara indescifrables palabras al oído.

”No te gires, no alces la mirada, corre…” - se repetía para sus adentros

De repente su huída fue interrumpida al chocarse con un individuo que se dirigía despreocupado hacia el edificio que el ojiazul estaba intentando dejar atrás. Por el impactó el rubio se precipito hacia el suelo.

- ¡Ay! – Dejó ir el rubio mientras colocaba su mano en la cabeza – Mierda…

- Estás bien? - pregunto un voz dulce mientras le tendía la mano para ayudarlo a levantarse.

El rubio alzó la vista poco a poco. Se ruborizó al encontrarse con un chico bajito, pelirrojo con el pelo corto y unos hechizadores ojos color miel que le dedicaban una tierna mirada. La mirada del rubio recorrió aquél joven de pies a cabeza. Vestía con unos tejanos oscuros y una camisa de color blanco. Su piel era pálida.

- S-sí, estoy bien. Gracias - contestó Deidara mientras le daba la mano para poder levantarse.

- Me alegro, la verdad es que no me he dado cuenta de que venías hacia mí. Tendremos que tener más cuidado los dos para evitar posibles accidentes. - Dijo el pelirrojo ofreciéndole una sonrisa que hizo ruborizar aún más al joven.

Este simplemente afirmo con la cabeza, ya que sus palabras se habían negado a salir.

- Así que estabas aquí, Deidara. Pensaba que no podría alcanzarte. – Repentinamente se escuchó una voz que provenía de detrás del rubio. Esta hizo estremecer al ojiazul. – Ah, veo que has conocido a Sasori. Él es uno de nuestros profesores, hace la clase de arte.

- Oh, así que te llamas Deidara? – Preguntó el pelirrojo.

- Sí… Um- Contestó tímidamente el rubio.

- Es un placer conocerte. – Dijo mientras esbozaba otra sonrisa – En fin…Yo iré yendo hacia la casa, tengo que hablar con Orochimaru. Nos vemos Deidara. Hasta luego Pein.

”Que sonrisa… Um”

Cuando Sasori se había alejado, Pein se quedó observando a Deidara y sus ruborizaras mejillas. Comprendió al instante el por qué de su sonrojó y se acercó a él:

- Ahora no vas a empezar a correr? No querrías irte de aquí? – Le susurró con ironía.

Deidara enrojeció por completo, sus mofletes tenían el mismo color que el cabello de Sasori.

-Y-yo no he dicho que me quisiera ir, um! – Protestó el rubio.

-Ah no? Entonces dime… Por qué has empezado a correr? – Preguntó Pein mientras dejaba ir una risita.

- Déjame… Estás loco – Se enfadó

- Vamos, vamos… Tampoco tienes por qué ponerte así. Si aún quieres ingresar en el Internado sígueme que te entregaré tu uniforme y la llave de tu habitación – Dijo Pein mientras se dirigía hacia la puerta. Deidara no tardó en seguirlo.

Atravesaron el jardín sin mencionar palabra alguna. En cuanto llegaron frente a la entrada de la casa, la puerta empezó a abrirse lentamente produciendo un sonido muy desagradable. Cuando la puerta quedó completamente abierta los dos jóvenes se adentraron a través de ella. Deidara observó boquiabierto el interior de la mansión. Habían innumerables escaleras, puertas por todos los lados, una inmensa lámpara de araña colgando del techo. A diferencia de la apariencia exterior, la interior era lujosa. Pein se adentró en una de las salas, no sin antes indicarle al rubio que le esperara fuera. Al cabo de unos minutos, el pelianaranjado salió de la sala mostrándole el uniforme y la llave de su habitación.

- Aquí tienes Deidara – Dijo mientras le entregaba el uniforme y la llave – el uniforme lo tendrás que usar para ir a clase y en el llavero ya se te indica que número es tu habitación. Sintiéndolo mucho yo tengo que ir a reunirme con dos profesores por lo que no podré acompañarte, pero junto a las escaleras está el panel con el que podrás ubicarte. – Explicó mientras empezaba a subir esas interminables escaleras. – Ah por cierto, él es un poco… Extravagante. Que tengas una buena noche, Deidara.

”¿Él? Quién es él? Sasori? Um - Pensó - además… Existe alguien más extravagante que el mismo?

El ojiazul se acercó a ver el plano de la escuela, lo memorizó y empezó a subir las escaleras. Subió y subió por aquellas escaleras, hasta por fin llegar a la planta donde estaba su habitación. Recorrió un largo pasillo que estaba inundado de un aterrador silencio. Al cabo de unos minutos llegó a su habitación, la 365. El rubio se puso delante de su puerta y dio un suspiro de alivio porque no había que subir más escaleras ni seguir caminando por ese tenebroso pasillo. Al abrir la puerta se encontró con dos pequeños escritorios de una tonalidad marrones, dos amplios armarios y dos camas. El rubio se extraño al ver que el mobiliario de la sala estuviera duplicado, pero no le dio importancia ya que estaba completamente agotado después del día que había pasado así que se desnudo, se puso un pijama blanco y se echó a dormir.
Pasaron unas escasas dos horas, pero el sueño de Deidara fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose y cerrando con fuerza. El sonido impactó al rubio que en seguida abrió los ojos para ver quién había entrado en la habitación. Delante de él se encontraba un joven de pelo blanco, liso, graciosamente peinado hacia atrás, con unos ojos púrpura capaz de hipnotizar a cualquiera. El peliblanco llevaba puesto el uniforme de la escuela: los pantalones de cuero totalmente ceñidos y una camisa blanca, que llevaba con los botones desabrochados, mostrando así un extraño collar que colgaba de su cuello.

- Ey… Y quién cojones eres tú?! – Chilló el chico mientras lo señalaba con el dedo.

“Él es un poco… Extravagante” – recordó Deidara las palabras del pelianaranjado – “Así que se refería a este chico… Perfecto, um”

-Yo soy Deidara – Contestó el rubio con dificultad ya que hasta ahora había estado durmiendo.

- Joder… Podrían haberme avisado de que a partir de hoy tendría que compartir mi morada con alguien. Por Jashin-sama… Ese líder me las va a pagar. Le voy a echar una maldición – Dijo mientras hacía una mueca con los labios – Bueno yo soy Hidan, mi habitación mis normas. Así que ya puedes irte acostumbrando a ellas, lo captas rubita?

- Qué me has llamado? – Reacciono al instante al escuchar el mote usado para referirse a él.

- Qué pasa? Además de travestí eres sordo? Menuda mierda de compañero han elegido para mí. – le dijo sin contemplaciones

Deidara le dirigió una furiosa mirada a la que su compañero contestó con una risa.

- No te pongas así, rubita. Ahora somos compañeros de habitación, no? – Le comentó sin perder la sonrisa de su cara – Voy a cambiarme.

Hidan cogió su pijama y entró en el pequeño cuarto de baño de la habitación. Al cabo de un par de minutos salió con el pijama puesto, este era de un tono gris que le favorecía.

- Así pues…Te llamabas Deidara, no? - Preguntó Hidan mientras se tumbaba en la única cama disponible.

- S-sí… - Contestó con sorpresa al ver que no estaba usando ningún mote degradante.

- Mmm… Y qué te parece la escuela? Has conocido a algún profesor? – Le preguntó curioso el peliblanco.

- Bueno, Pein ha sido quien me ha traído hasta aquí… Y también he conocido a Sasori, um – Dijo el rubio mientras se ruborizaba un poco al recordar el rostro de Sasori..

- Joder… Has conocido al capullo del Líder y al frío de Sasori… Menuda entra, rubita.

- Um? – No entendía bien lo que su compañero querría decir con “el frío de Sasori”

- Maldito Líder… Ese hombre está loco. – Dijo el peliblanco

- Tú también lo crees? Que está loco quiero decir… Antes cuando veníamos hacía aquí me empezó a hablar de que este Internado era para seres mitológicos o sobrenaturales, como los vampiros, los zombis... – Comentó gracioso el rubio.

- Eres imbécil, verdad? Por supuesto que existen… Estás hablando conmigo ahora mismo, y eso debería bastarte como prueba.

- A qué te refieres? – Preguntó con miedo Deidara ya que empezaba a vislumbrar la respuesta del extravagante compañero de habitación.

- Yo mismo soy un zombi. – Este que percibió la incredibilidad de su compañero añadió – Joder, fijo que te estabas imaginado el típico muerto en vida cuya piel se está descomponiendo. Echaré una maldición sobre todos esos jodidos directores de “cine” por ensuciar nuestra imagen.

Deidara dejó ir un suspiro, sus piernas empezaban a temblar ligeramente… Todo el mundo estaba loco, no lo acababa de comprender todo era demasiado irreal para ser cierto.
- Qué pasa Deidara-chan? Asustado? – Dijo mientras empezaba a reír de nuevo. – En fin, mañana tenemos que madrugar así que ya es hora de que nos vayamos a dormir. Buenas noches rubita, y bienvenida.

Hidan enseguida se durmió pero a Deidara le costó muchísimo poder conciliar el sueño. Su cabeza le daba mil y una vueltas… No comprendía nada.

“Aquí todos están locos o qué ” - pensaba el rubio

Rendido al cansancio el ojiazul se durmió.

Mientras tanto, se encontraban reunidos en una habitación dos figuras ya conocidas. Un pelirrojo y un pelianaranjado que mantenían una fluida conversación.

- Deidara no se ha creído lo que le he contado - dijo Pein con una sonrisa - cree que estoy loco.

- No me extraña Pein, a quién se le ocurre soltárselo así a un crío? – Le rebatió Sasori con su impasible tono de voz.

- Oh, ciertamente… tú se lo hubieras contado de otra forma no? – Comentó divertido el pelianaranjado – Con tu encantadora sonrisa y tu sex-appeal digno de un vampiro. Eres un manipulador, lo sabías Akasuna no Sasori? – pronunció su nombre completo con cierto toque de ironía.

- Mmm… - Dijo con su dulce voz mientras se abalanzaba rápidamente y con suavidad sobre Pein, dejándolo arrinconado entre él y la pared. Sus labios se encontraban a escasos centímetros. – Pero a ti te gusta esa parte de mi, verdad líder? – Le susurró al oído del pelianaranjado dando un toque sensual a la palabra líder.

El ojigris que ya conocía a Sasori desde hacía tiempo le dedicó una sonrisa mientras se acercaba a su oreja y le susurraba con la misma sensualidad que había empleado el otro:

- Realmente… Eres un manipulador.

Sasori volvió a sonreír y se apartó de Pein que mantenía su compostura pese al repentino contacto que habían tenido ambos.

- Sin embargo y aunque estés en desacuerdo en la forma que he empleado para contárselo, me preocupa que Deidara intente escaparse. – Reempezó su discurso Pein – eso podría causarnos grabes problemas.

- Tienes razón, eso podría traernos problemas pero no te preocupes Pein, eso déjamelo a mí. – Dijó mientras sonreía de una forma entre sensual y tenebrosa – te aseguro que dentro de unos días la posibilidad de marcharse dejara de existir.

- Pobre chico… El gran Akasuna no Sasori se dispone a atacar – Dijo con una burlesca sonrisa.

- No te pondrás celoso, verdad mi querido líder? – Volvió a adoptar esa postura sensual. – Ya sabes que para mí, tú siempre seguirás siendo el primero.

- Oh sí claro, seré el primero… como todos los demás. No es así, Sasori? – Y esta vez fue Pein quien se acercó con rapidez hacia el pelirrojo dejando entre ellos sólo unos centímetros de distancia.

- Qué pasa Pein? – Dijo reduciendo aún más la distancia entre sus rostros dejando escasos milímetros de separación – Me estás implorando que te de un beso? – Dijo con extrema sensualidad

- Acaso no será que me lo estás implorando tú a mi? – Mencionó bajando el volumen de su voz y fijando su lujuriosa mirada en él.

- Puede ser… - Contestó mientras le dedicaba una lasciva sonrisa que fue interrumpida por el repentino contacto de sus labios.

Sus labios permanecieron juntos durante largos minutos, se separaron sólo cuando sintieron la necesidad de coger aire. El beso no contuvo sentimiento ni emoción, para ellos sólo era una especie de juego.

- Satisfecho, Sasori? – Dijo Pein mientras separaba definitivamente del pelirrojo sin alterar el tono de voz.

- Tú no? – Contestó con su apacible tono de voz mientras esbozaba otra pícara sonrisa.

Pein le dirigió su mirada acompañada de una traviesa sonrisa. Esa fue la respuesta que le ofreció, Sasori se dio por satisfecho.

- Me voy a ir ya, tengo que prepararme la clase de mañana – Anunció el pelirrojo mientras se dirigía a la puerta.

- Yo voy a seguir revisando los informes de los alumnos.

Antes de salir por la puerta Sasori se giró una vez más para encontrarse con la mirada divertida de Pein

- Hasta luego, Pein. No me eches de menos.

- Hasta mañana, Sasori. Tranquilo, no lo haré.

El pelirrojo le sonrío divertido y salió definitivamente de la habitación.













Notas finales:

No olvidemos que esto es un SasoDei. 

Gracias por llegar hasta aquí, hasta el próximo capítulo! 


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