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El viejo del costal por katzel

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Notas del fanfic:

 

De generación en generación las tías y las abuelas han inventado una enorme cantidad de mitos para regular el comportamiento de sus terribles y crédulos vástagos.

El que primaba en casa era el cuento del viejo del costal.

"Si dices mentiras, si sacas malas notas, si haces algún daño..."


"Vendrá el viejo del costal a llevarte"

Teóricamente dicho señor era un anciano que viajaba con su estimado compañero hecho de yute donde se cargaba a los niños malosos, para eso utilizaba una carreta tan antigua como él y un lazo. Luego de llegar a su horrible guarida se los comía.

Esa estúpida historia jamás funcionó conmigo... siempre he hecho lo que me ha venido en gana y al escuchar una y otra vez como disco rayado en coro a mis tías, me  limitaba a decir "a saber" y encoger los hombros.

Pues bien, llegado al periodo de la pubertad resulté ser una plaga auténtica.

Sólo en el segundo año ya había roto el record de traslados de la nación, había pisado una carcel con regularidad y bueno... era el don Juan más cruel del universo entero.

Horrorizados por mi proceder y mi falta de juicio, mis familiares se aferraron a la justicia divina pidiendo con toda su alma que me llevase el viejo del costal.

Para variar me mantuve cínicamente en mi posición sin mover un dedo o creer en sus maldiciones.


Luego de una terrible discusión con todos los niveles de parentela donde no lograron sacarme la mínima promesa de una buena acción, se fueron en masa al centro comercial y me dejaron en casa.

En vez de reflexionar alrededor de las sabias palabras de mis ancestros preferí tirarme en el sillón a leer mis mangas yaoi.

Estaba en la mejor parte cuando un insistente din don din don me interrumpió.

"Si lo ignoro, seguramente se ira" - dije concentrándome por que luego de 20 episodios mi pareja favorita se iba a unir de una buena vez.

Los berridos que echaba el timbre eran tan escandalosos que no tuve opción y me puse de pie.

"Será mejor que sea un vendedor con armadura por que le voy a dar donde más le duele"

Antes de poner mis manos sobre la puerta el ente que estaba al otro lado dijo mi nombre.

- Sakuragi Ichinose san... abra... lo sabemos todo sobre usted...

- ¿Ah?

Sólo giré la cerradura y vi a un joven alto, que parecía muy fuerte.

Tenía cabellos marrones y ojos del mismo color.

Llevaba un saco.

- Eto...

Me levantó con una sola mano y me echó sin contemplaciones al saco ajustándolo con un lazo encima.

Ya tengo una idea de lo que sienten las pobres gallinas.

- ¡Qué tipo de secuestro al paso es este! - gritaba al interior mientras era zamaqueado y colocado dentro de un auto.

Por fin mi captor abrió un orificio y dejó que sacara mi cabeza del saco.

- Jesús santo... pero no dejas de gritar, si sigues así me vas a volver sordo.

- Tú... tú... tú...

- Yo soy el viejo del costal...

- Noooooooooooooooooooo

- Si, yo soy, mira mi licencia de conducir.

La verdad es que no iba para nada con la imagen mental que me había hecho... es más si no fuera por que me estaba llevando para cocinarme en su cueva hasta lindo lo vería.

Y su "carreta" del año de la pera resultó ser un descapotable último modelo que volaba sobre la pista.

- Y a dónde vamos.

- A mi cueva... te has portado muy mal, has hecho renegar a tu madre y a tus tías...

- ¡Se supone que eres un abuelito traposo!

- ¿Ah si...? pues si cuenta tengo mil años y este traje lo compré hace una semana... es todo lo que puedo revelar... mira... creo que ya llegamos...

Un edificio inconmensurable de piedra negra se levantó al final del puente.

- ¡Y esto qué es!

- Baja la voz que estoy con resaca... esto es mi cueva... por fin hogar, dulce hogar.

Me echó sobre el hombro y bajamos.

Vi tres brujas salir con sus maletines y sus aspiradoras automáticas, a cucos del armario marcar tarjeta y a seres mitológicos haciendo fila.

- Definitivamente este es un castigo por ser una desgracia a la humanidad... me habéis pirado... qué droga me han inyectado...

- Oh... por lo general no ven eso... pero tu eres tan griton que si no te aireaba la cabeza no iba a soportar todo el viaje.

Un montón de duendecitos lo saludaba haciéndole ojitos coquetos.

- Veo que eres muy popular por aquí... en fin cuando despierto de esta pesadilla.

- No lo harás a menos que pagues tus pecados.

- Juro no volver a abusar del valium... ahora suéltame.

La chica de la recepción preguntó - ¿A quien lleva?

- Sakuragi Ichinose san...

Todos los monstruos se pararon a verlo.

- ¡Terrible!

- ¡Horroroso!

- ¡Cruel!

- ¡Maldad pura!

- Eeeeee... - dije pensando que incluso en sueños no se debía menoscabar mi honor - ... tan diabólico no soy ...

- ¿Bromeas? - respondió el viejo del costal - los que llegan a tu nivel de maldad son los candidatos para ser el diablo... por eso tenemos que encargarnos de ellos antes de que sean casos perdidos...

- ¡Y qué estais planeando hacer conmigo!

- ¿no has escuchado la leyenda?

- No querrás decir que...

- Me voy a comer tus orejas...

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El impacto emocional fue mas fuerte de lo que había previsto y terminó conmigo en el piso.

Al despertarme estaba tendido en una cama con aquel hombre mirándome fijamente.

- Waaaak... qué haces...

Sin preguntar nada se tendió sobre mí.

- eeee...

- Vaya que eres mono, no me imagino como alguien como tú ha podido cometer tantos pecados...

Me quedé frío... ¿que estaba pasando?

Podía soportar que el viejo del costal no sea un viejo, y que había caído en una de las peores fantasías de Tim Burton, pero de ahí a que me acose era una cosa muy distinta.

- Hasta que te coma las orejas serás mío... y podré castigarte como a mí me de la gana.

- ¡Protesto! ¡Debe haber algún tipo de...!

En serio cuando me abrazó de esa manera perdí el aire.

- Sigue... decías...

No se por qué andaba más rojo que el foco de un semáforo.

- ... de reglas...

- Las leyes son para los mortales que las cumplen, tú estás fuera... ahora vamos a ver lo de tus castigos...

- ¿Ah...?

- Primera prueba, caminarás a través del foso de lava hasta el altar de matrimonio shinto usando este lindo kimono.

- Tú sí que te aburres aquí... imaginar semejantes tonterías...

- Si no cumples tus retos y no te como las orejas podrías pasar aquí toooooda la eternidad... así que...

Le quité el traje y miré alrededor los vestidores.

- Aquí no hay privacidad tendrás que cambiarte frente a mí.

- ¡Es una violación a mi intimidad!

- De hecho aún no hay una violación aquí... pero puedo garantizarte que con esa actitud te estás ganando los puntos para una...

Completamente avergonzado me cambié rápidamente casi sin dejar rendijas para que vea mi piel.

Aún con esas precauciones se me hacía que había visto más allá de lo que yo deseaba ocultar.

- Este es un traje de mujer.

- ¿No es genial?... perteneció a la mismísima emperatriz... ahora andando... toma tu sombrilla.


Resulta que el lago de lava era una extensión largísima donde había un largo hilo de un centímetro de espesor donde tenía yo que caminar.

- ¡Quéeeeeeeeeeeeeeeee no esperarás que yo...!

- Todo es posible para el hombre penitente

- ¡Esa es una frase de película barata!

- Pues con tu pesimismo seguro que te vas hasta el fondo... tienes que ir paso a paso si quieres yo puedo guiarte...

- ¡No me toques!

Cuando vi las primeras burbujas de lava reventarse y deshacer con su ácido contenido las rocas pensé que mejor le hacía caso.

- Estaa bien... tú adelante.

Me aferré a su mano como la panacea de la creación.

- No cierres los ojos, disfruta el paisaje.

- ¡Estás loco... lo dices por que tú no puedes morir!

- Y quién dice que no... yo dije que tenía mil años... si eso fuera cierto hubiera dicho algo como "soy inmortal" o "venera al ente que siempre ha existido"... como hacen algunos de esos espíritus celtas... pero yo no soy asi... el anterior viejo del costal se sacó la madre justo en este punto...

- ¡Y ahora me lo dices...!

- Jijiji me gustan los riesgos.

Llegamos y yo estaba sudando a mares y temblando también.

Acarició mi mejilla y me limpió el rostro con el borde de su traje.

- Ya pasó... no te asustes... vamos a casa.

En su departamento estrambótico lleno de colores y cosas inservibles sólo quería descansar.

- Espérame - dijo.

Se acurrucó sobre mi espalda y también se dispuso a dormir.



Temprano empezamos el segundo castigo.

Estaba yo en una extraña vereda donde confluían muchos monstruos de distintos tipos.

El viejo del costal montó un puesto que llevaba un cartel raro.

"Tres créditos el beso..."

- No me gusta nada.

- Bueno, verás... mi paga no puede costear el descapotable y estas ropas que llevo no son precismente harapos por una buena razón... resulta que así me costeo algunas extravagancias...

- ¿Estás alquilando a tu chico castigado?

- Sólo son besos, tengo prohibido que te hagan más cosas...

- Y si me niego...

- Tendría que descuartizarte ahora mismo.

Sacó una gran sierra eléctrica que me dijo que sí lo haría.

- Vale...

El primer cliente fue un gusano enorme... enorme... enorme...

No pregunten.

Besé minotauros, enanos, elfos, hombres lobo, vampiros y seres que realmente no me constaba por dónde tenían la cara para besar.

Fue horrible.

Se vinieron a mi mente todas aquellas personas que había hecho sufrir y me sentía miserable.

Al final parecía una marioneta.

El viejo del costal recogió un baúl de pirata lleno de créditos feliz de haber juntado para la temporada baja.

- Eres toda una inversion eh, Ichinose.

No contesté, rogaba por que en el baño se encontrara la barra de pasta dental más grande que la gente jamás haya visto.

Preocupado por mi mutismo se puso un poco delicado conmigo.

- Estás bien... Ichinose...

- Um...

Me sentía casi ultrajado... pero no quería decírselo... iba a ser fuerte y a pasar toda esa pesadilla.

Arrastró mi cuerpo hasta su regazo y puso en mis manos tres monedas de crédito.

- Aún falta un beso - dijo.

No esperaba que me besase así.

Creí que le rechazarí a gritos y exclamaciones pero la verdad fue muy cálido y romántico conmigo.

La presión exacta... la ternura... sus manos acarciándome, en aquel mundo de cabeza era lo único que parecía tener un poco de sentido.

Fui a dormir con el rostro estúpidamente rojo y ruborizado.

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Pasé casi un mes cumpliendo todo tipo de tareas fuera de este mundo y ya me estaba acostumbrando cuando llegó el telegrama de arriba.

"Los de arriba" - como él los llamaba - siempre tenían la última palabra.

Estaba decidido que mi castigo había sido satisfactorio y ya podía volver a casa.

- Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Andaba saltando como un loco por la sala.

Él se veía un tanto compungido.

- Entonces, esta noche me comeré tus orejas.

- Pero ahí dice...

- Esa es la parte final... si no lo hago no estarás listo.

Con todo lo que encontré: trapos, cartones, alambres, hice un bulto alrededor de mis oídos de lo más fenomenal.

No le iba a permitir llevarse a mis compañeritas de toda la vida.


Por fin cayó la noche y fui temblando a la cama.

A cada rato lo imaginaba venir con un machete poderoso y arrancar partes del cuerpo como un salvaje.


En vez de eso se tumbó a mi lado escalando por mi piel hasta tenerme abrazado.

Esos dudosos momentos me hacían pensar que el viejo del costal realmente estaba interesado en mí.

- ohhh las has envuelto bien.

Yo no oía nada.

Empezó a desatar todo lo que llevaba mientras yo hacía un intento de resistencia.

- Eso no te llevará a ningún lado.

Las tuvo listas para comerlas.

Empezó a morder la derecha de tal manera que me hice mantequilla en sus brazos.

- señor...

- Shhhh recién estoy empezando...

Dios mío que arte para empezar recién...

- Hum... nyo... déjame...

- Tu castigo es tu castigo...

Se me revolvían todas las hormonas y trataba de respirar.

- esto... es acoso...

- Y del bueno... te gusta así...

- yada... um... ya... da...

Mis continuos sobresaltos le gustaban demasiado así que atacó la otra oreja con la misma técnica.

- Así que te encanta... lo haré muy lento...

- eres un.. viejo malo...

- ... si lo soy... muy malo...

- hum...

La voz se me ponía rara y todo mi cuerpo latía entreverado.

Pasé exactamente doce horas en estado de agitación extrema con sus labios en los oídos.


Al terminar me puso otra vez en el costal y me llevó a casa.

Estaba relajado como si hubiera recibido un masaje de todos los monjes del Tíbet.

- Señor viejo...

- Toda tu deuda con la humanidad ha sido cancelada... procura no equivocarte otra vez... al menor error... yo asumiré que quieres que vaya por ti...

Guiñó el ojo el muy atrevido y me quedé con las ganas de cruzarlo a cachetadas.

Mph quién se juraba que era... acaso me morìa yo por sus deliciosos labios, por su forma medio brutal de obligarme a hacer las cosas... por su olor masculino...

¡Claro que no!

- Te estoy dejando una hora después del mismo día en que te llevé a mi cueva... recuerda... pórtate bien...

Desapareció.

Torpe... ni un beso de amistad, ni un abrazo... mph.

din don din don

Escuché la puerta sonar.

Abrí corriendo, seguro que era él.

Se trataba de la familia que venía de compras.

Llevé las bolsas, saqué la basura, acomodé las verduras, barrí la casa.

Mis tías y mi madre pensando que me había iluminado algún rayo divino dieron gracias al señor y me comprometieron para una peregrinación a tierra santa.

Nadie se creía el cambio tan radical que había operado de un momento a otro.

Yo sólo quería demostrarle al viejo que no tenía intenciones de volverlo a ver.

Un año después de nuestro encuentro me vestí con las ropas más bellas que tenía, fui a arreglarme, y me dirigí al centro.

Llevé un ladrillo rojo de construcción y sin ceremonia lo aventé contra el cristal de la tienda más cara.

De inmediato un descapotable paró a mi costado.

- Sakuragi Ichinose... reincidente en maldad... ohhh te ves muy bien hoy.

Él estaba guapo... seguro que con lo que le había hecho ganar se armó un superguardarropa. Además se había comprado un nuevo costal.

- Te... gusta... no es que me haya arreglado...

Me introdujo con cuidado en el costal rodeándome el hombro con su brazo protector.

- Estás muy lindo...

- En serio...

- ... no debería decirlo pero tienes un aura maligna que me gusta mucho...

- Otra vez me acosas... te voy a reportar con "los de arriba"

- No lo harás

- Dime una buena razón...

- Te gusto mucho... estás coladito por mí...

- Seme baka... quién te ha dicho que andes hablando cosas sin sentido... pasando a otro tema ¿qué tal los enanos...?


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Sí ya lo habéis pillado.

Estoy enamorado del viejo del costal...

¿Es tan extraño...?

No lo creo... además no planeo portarme tan bien cuando me devuelva...

Tengo que salir con él.

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