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Everything Burns por Mizzy Forte

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Notas del fanfic:

Todos los personajes son de Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo:

xDDDD Oh God... el primer fic que hago sin advertencias, sin clasificaciones y eso xD Bueno, excepto por el angst >.> Primero: Una disculpa por la super ausencia DDD: Gomen nasai a todos! Trabajo en la actualización de Fuego de Juventud, de verdad! T^T Segundo: Este fic como lo mencione es puramente angst (osease triste xD u___u aunque yo diría que también es un poquito cursi ^^U) La historia de un one-shot que quería ser one shot y termino teniendo 3 capítulos xDDDD -____-U Creo que los one-shot estan fuera de mi alcance. Ojala les guste!!

Por cierto! La letra al principio de cada capi y porsupuesto el título son tomados de la hermosísima canción "Everything burns" La recomiendo ToT

Capítulo 1: "Silencio"

 

 

*

 

Se sienta en su esquina

Arrullándose asimismo para lograr dormir

Envuelto totalmente en promesas

Que nadie se molestará en cumplir

Ya no llora por si mismo

Ya no hay lágrimas que limpiar

Sólo diarios con páginas en blanco

Sus sentimientos  mal encaminados están

Pero no dejara de cantar

Mientras todo se quema

 

 

*

 

 

Y la vida comenzaba de nuevo.

 

 

Por desgracia

 

 

Es increíble la manera en que  las circunstancias pueden jugar con nosotros. En que el mundo aparenta ser generoso y cordial, tan simple inclusive. El escenario perfecto que se nos crea y al que se nos limita para protegernos, dándonos a conocer sólo la felicidad. Sin embargo, es mucho más increíble la manera en que todo puede irse, lo poco que hace falta para salvarse  o para perderse. Y eso justamente  era lo que pensaba Lee.  La circunstancia tan sencilla en que lo había perdido todo; hogar, familia, vida... Su propia esencia como persona.

 

 

Miro arriba; hacia el viejo letrero que pendía de la entrada principal, antiguo pero con nítidas palabras.

 

 

"Orfanato de Konoha"

 

 

Orfanato...

 

 

- Vamos - dijo la directora tomándolo suavemente de la muñeca y guiándolo al interior. Su existencia entera había cambiado tan repentinamente que le costaba lo inimaginable asimilarlo.

 

 

Si cerraba los ojos, aún podía verse en  su anterior hogar; desayunando con su padre, entrenando antes de la escuela, con su madre acomodándole el cuello del uniforme  y deseándole un buen día.  Sus recuerdos y su presente se fundían de un modo peligroso, tanto que varias veces se planteo la agradable idea de estar soñando. Y varias veces se lastimó con pellizcos y arañazos.

 

 

Por supuesto, nada era un sueño.

 

 

- Dormirás con el resto de los chicos aquí - indicó ella mientras abría una de las habitaciones - ¿De acuerdo? - él asintió.  La mujer sentía pena por el recién llegado. Había sido amiga de su padre y conocía al más joven desde hace varios años. Se veía tan diferente al pequeño que ella recordaba... La directora revolvió amorosamente los mechones del pelinegro antes de irse. Había tenido un extraño presentimiento desde el momento en que Lee llegará al orfanato, sin comprender el porque su llegada le era similar al preámbulo de una desgracia.

 

 

No tenía idea de cuan acertada era su intuición.

 

 

El pelinegro suspiró un par de veces antes de atreverse a tocar el pomo de la puerta.  Obviamente no podía permanecer el día entero en el pasillo, cargando su pesado equipaje y tratando de hallar valor para encarar a la que sería su nueva "familia". Rock Lee. Trece años de edad, ningún familiar con vida... Para los mayores, cualquier información además de esa, era innecesaria en todo sentido. Por tanto, no había tenido más opción que ser enviado al orfanato más cercano, sin preguntas, sin alternativas. Un niño delgado, pero no débil, llevando en una maleta toda su vida, deslizando con dolor los pies y sabiendo que no saldría de ese lugar en muchos años. Pero se mantuvo firme y no renegó, no lloró. Sabía lo que le esperaba y si habría de confrontarlo, era mejor no demorarse más. Giró la perilla con más fuerza de la necesaria.

 

 

Y ahí estaban...

 

 

Lentamente todas aquellas miradas desconocidas fueron posándose en él. Estudiándole a detalle; podía sentirlas  buscando, hurgando en lo profundo de su ser, sedientas por hallar debilidad y miedo. Ojos penetrantes y gestos lastimosos le observaban en completo silencio.  Se hallaba rodeado de niños y niñas de edad semejante a la suya, la mayoría de aspecto lábil pero violento, mirando a la defensiva. El recién llegado sintió lástima por ellos;  todos eran tan jóvenes... todos parecían estar muertos.

 

 

Para su fortuna, el incómodo momento no demoro mucho. Tal y como había atraído la atención, también fue perdiéndola. Nada interesante había al parecer en el nuevo. Lee suspiró al advertir que la primera impresión no era tan mala. O eso quiso creer. Caminó con suaves pasos  a la primera litera que vio disponible y se sentó en la cama de abajo. No podía más. Varias noches sin dormir, pensando y desgastándose con la incertidumbre del mañana; habían malogrado su habitual buen humor y en parte su saludable aspecto. Se había vuelto algo pálido y su cabello había perdido brillo. Tal pareciera que los meses, quizás los años, pasaran más rápidamente sobre de él. Necesitaba, tenía que dormir.

 

 

Pero se adelantó a los hechos.

 

 

-  La cama esta ocupada - dijo uno de los chiquillos justo cuando Lee se recostará. El pelinegro se levantó de inmediato, inspeccionando con cuidado a su alrededor. Tal vez no se había percatado y había llegado a un sitio ocupado. No parecía así, era una cama sin sábanas, sin nada en el buró, incluso tenía algo de polvo.

 

 

- No es verdad - El otro le miró con el ceño fruncido -

 

 

- Lo está - dijo arrojándole un almohadón - Largo de aquí - El niño que lo echaba era un pequeño enclenque de mirada agresiva y aspecto enfermizo. Irónicamente; aún cuando su condición física y fuerza eran formidables;  Lee era tranquilo y amable la mayor parte del tiempo. Odiaba pelear innecesariamente y hace mucho había aprendido lo pretencioso de demostrar su potencial en el combate sólo porque sí. Adoraba el deporte y le repudiaba la violencia. Pelear, siempre era el último recurso y realmente no quería lastimarlo - Vete...  raro - repuso el otro niño. Raro... Una palabra que Lee había escuchado desde siempre. Su curioso corte de cabello similar a un tazón, las espesas cejas y sus grandes ojos le habían hecho ganarse innumerable sobrenombres, ya no era algo que le extrañara, ni que le molestará.  Respiro hondamente y busco paciencia. Se esperaba que las cosas fueran así. Sin más, tomó en silencio su equipaje.   

 

 

No obstante, la misma situación se repitió una y otra vez. Los niños que estaban ahí le mostraban la lengua, hacían groseras señas y le gritaban que se alejará. No tenían lugar para él, no querían un lugar para él.

 

 

Exhausto; el nuevo se sentó en el suelo. Mirando a los otros saltando en los mullidos colchones y arrojándose entre ellos las almohadas. Apretó con rabia las manos. Se acostumbraría. No importaba cuantas veces escuchará sus nauseabundas voces, ni cuanto su característica paciencia fuera golpeada, no importaba el trabajo o el tiempo invertidos. Lograría habituarse, estaba seguro. Pese a todo, un pequeño angelito se acercó a él. El que sería su primer amigo en ese sitio y un valioso apoyo en los momentos más difíciles  de su vida.

 

 

- Queda un lugar - susurró con alegre vocecita - Aunque yo no me quedaría ahí -

 

 

Lee levantó el rostro para encontrarse con un precioso niño rubio que le sonreía amistosamente. Era de piel dorada y ojos como zafiros. Su estatura evidenció que era más joven que el pelinegro;  tal vez un año o dos. Llevaba pantalones cortos y una camiseta con una espiral roja en el centro. Sin previo aviso  el pequeño se sentó a su lado.

 

 

- Me llamó Naruto ¿Y tú? - Sólo un vistazo le basto al mayor para saber que era del mismo tipo de persona que el;  siempre anteponiendo una sonrisa a lo que sentía, tratando de ser optimista aunque en el fondo estuviera destrozado.

 

 

- Lee...  Soy Lee - y sonrió por primera vez en mucho tiempo. Naruto correspondió nuevamente al alegre gesto y miró a un lado suyo - Escucha, queda esa cama - e hizo una seña en dirección opuesta a donde se encontraban -  Estoy seguro de que no te alejarán de ella, pero es tu decisión quererla o no -

 

 

Lee estaba por preguntar a que se refería con: "Es tu decisión quererla o no" cuando siguió la mano del pequeño hasta visualizar una litera en una de las esquinas. Inexplicablemente un escalofrío le había recorrido al mirarla; como si algo malo pudiera pasar si se acercaba. Un aura extraña le envolvía y el pelinegro hubiera preferido no aproximarse.  A pesar de ello,  tenía que elegir, dormir ahí o hacerlo en el suelo.

 

 

- Naruto... - el mencionado se encogió de hombros. Se sentía mal por el recién llegado y hubiera preferido no mencionar aquella cama. No obstante, comprendía muy bien como debía sentirse Lee y quiso darle una opción, aunque no fuera la mejor.  El pelinegro entendía eso, y si bien se sentía inseguro, aceptaba el favor.

 

 

Ignorando la mirada preocupada del más joven; se levanto, hizo una reverencia en agradecimiento y a pasos lentos se aproximo a la litera.

 

 

Miró un par de veces a su alrededor para comprobar si alguien quería molestarle, pero nadie se atrevió a acercarse. En verdad, pareciera que algo malvado rondará en la cercanía. Depositó toscamente la maleta en el colchón; se sentó y espero. Esperó que alguien fuera frente a él, que los almohadones de plumas llovieran nuevamente, lo que fuera. Porque no podía ser tan fácil ¿O sí? Todos los otros ruidosos niños, le miraron con cautela, como si le guardaran respeto por haberse atrevido a quedarse en ese lugar. Justo después de que permaneciera ahí, los gritos de burla cesaron y las miradas despectivas desaparecieron.  Todo se había calmado.

 

 

El pelinegro sonrió para si, ahora se alegraba de haber elegido ese lugar. Se recostó y cerró los ojos. Bien, no estaba tan mal como creyó después de todo.  

 

 

No durmió, sólo recordaba. La memoria vino a él con crueles pensamientos. Épocas con sus padres, con sus amigos del colegio; Neji y Ten Ten. Cuánto los extrañaba. Pensó en todos los cumpleaños que pasaría en soledad de ahora en adelante, las aisladas ocasiones en que se permitiría sonreír sin temor a burlas o provocaciones. Pensó también en Sakura, la niña de la que siempre estuvo enamorado, y acepto que no podría verla, no en mucho tiempo. Porque estaba preso. Así era... la esperanza de salir pronto era mínima, prácticamente inexistente. Entreabrió los ojos para aceptar que él ya no era Rock Lee, sólo Lee, sólo un huérfano más. No tenía apellido ni legado. Esta era su realidad y todo cuanto veía con los ojos cerrados estaba en el olvido, sólo memorias que el tiempo se encargaría de mitigar.

 

 

Pestañeo un par de veces, porque imagino que su mente le estaba jugando una broma.

 

 

No se encontraba  solo.

 

 

Se levanto de inmediato, mirando con asombro a otro pequeño con él. Lee no había notado su presencia porque le observaba desde la cama superior; colgaba graciosamente de cabeza, pero estaba sujetado firmemente del barandal de la cama.  Era un niño que se veía de edad similar a la de Naruto, con densos ojos verdes y blanquísimo cutis. Pelirrojo como nunca antes Lee había conocido a una persona. El aspecto del más pequeño era algo intimidante; poseía unas profundas sombras enmarcando sus ojos,  lo cual le atribuía un porte  extraño.

 

 

- ¿Ho... Hola? - Por un momento creyó que el pelirrojo diría lo mismo que el resto y que le ordenaría salir de su cama. Como todos. Pero el ojiverde no dijo nada. No dejo tampoco de contemplar insistentemente a Lee. Permaneciendo como una perfecta estatua, aún con la incómoda postura que había adoptado. Al mayor le era difícil precisar cuanto tiempo permanecieron mirándose de esa manera, apenas respirando, sin atreverse a ejercer un movimiento.  Algo no estaba bien con ese niño de cabellos rojizos... eso era fácil de ver. Así que haciendo uso de toda la fuerza de voluntad que poseía, aún pasando por alto el hecho de que podían echarlo de nuevo,  Lee se atrevió a hablar.

 

 

- ¿Estás bien? - cuestionó el pelinegro, algo asustado por el silencio del otro. Y la imagen del más joven le pareció casi irreal entonces ¿Cómo podía ser que alguien conservará semejante taciturnidad? Sin pensar, Lee extendió la mano, tratando de tocar al pelirrojo. Al fin hubo una reacción. El ojiverde se alejo, regresó lentamente y en increíble parsimonia a su cama - O... ¡Oye! - Y el mayor se levanto, siguiendo a su misterioso vecino. Estaba por subir la escalerita cuando una mano le detuvo.

 

 

- No molestes a Gaara -  murmuró seriamente Naruto.

 

 

- ¿Gaara? - Lee no dejaba de mirar  arriba.

 

 

- Todos conocen a Gaara - replicó el rubio - Lleva más tiempo aquí que cualquiera de nosotros, pero jamás habla. Es muy extraño y es mejor que no te acerques. Si no lo molestas, probablemente el no te molestará a ti  -

 

 

- Pero... - Naruto negó de nuevo y su tierna mirada se torno severa. No era el momento para discutir - De acuerdo... - susurró Lee a la vez que soltaba la escalera.

 

 

Esa fue la primera vez que Lee y Gaara se dirigieran una mirada. La primera  en que estuviesen tan cercanos sin tener un mundo de dificultades rodeándoles. Y también era una escena que el pelinegro reproduciría una y otra vez en su mente  por mucho tiempo. Porque ese había sido el primer contacto y tal vez de haber actuado distinto, las terribles circunstancias que le seguirían también habrían tomado distintos caminos.

 

 

~ * ~

 

 

Los días transcurrieron lentos como nunca para Lee. Eran largos, monótonos e inútiles a su parecer. Se aburría como jamás creyó posible y día a día sentía su cuerpo más débil; tal vez por la falta de entrenamiento o quizás por la comida insípida que le servían siempre. Detestaba que amaneciera y anhelaba la noche para distraer sus pensamientos. Naruto le hacía compañía constantemente, pero ni siquiera el alegre chico logro desviar su atención de lo que tarde o temprano, el mayor cuestionaría. Normalmente conversaban de sus vidas anteriores, sus amigos, sus tragedias. Días enteros habían platicado de sueños y aspiraciones; así fue, como el pelinegro supo que su amigo era huérfano desde su nacimiento a diferencia suya, que no conocía nada de lo que a Lee tanto alegraba. Pero también supo, que jamás perdía la esperanza. Compartía su fe y entusiasmo de que algo maravilloso les esperaba fuera del orfanato.

 

 

Del mismo modo, Naruto se había enterado de la vida tan agradable que solía tener el mayor. Lo bueno que era para el combate, el gusto tan particular que tenía por la comida y cómo había perdido a su familia en un incendio, razón por la cual y muy a su pesar, Lee había adquirido cierto temor hacia el fuego.  

 

 

Aquel, era un día común y corriente, un día en el cual paso lo inevitable.  El tema que Lee sacaría a relucir en cualquier momento, y del que por supuesto, el rubio no quería hablar. 

 

 

- Naruto -

 

 

- ¿Mmmm? - murmuró el rubio con la boca llena de pan.

 

 

- ¿Qué sabes de Gaara? -

 

 

El más joven dejo de masticar y miró con expresión de fastidio a su compañero. Maldición... Era hora del desayuno ¿No podía Lee dejarlo comer en paz? - ¿Para qué quieres saber? -dijo encogiéndose de hombros

 

 

- Curiosidad me supongo - y bebió algo de agua - Es mi compañero después de todo ¿No? Tengo aquí semanas y jamás ha querido hablar conmigo, ni siquiera cuando lo saludo. Creo que no le  agrado - dijo rascando su mejilla.

 

 

- No es por eso - repuso el ojiazul mirando una manzana que era lo único que les quedaba de la comida - Simplemente no te responde; porque es mudo - El pelinegro contemplo con gran asombro a Naruto quien seguía comiendo sin prestar atención a la expresión apabullante del mayor. Lee se sintió algo mal por acusar al pelirrojo.  

 

 

- Entiendo...  ¿Sabes algo más de él? ¿Su nombre completo? ¿Su historia? - 

 

 

Naruto dio un suspiro, miró hacia arriba, después al mayor y lo señalo con la fruta en la mano - Lee ¿Has escuchado alguna vez que la curiosidad mato al gato? - Al mayor le hizo gracia el comentario, esbozo una enorme sonrisa y le miró tiernamente. El rubio conocía esa expresión, porque con frecuencia el mismo la usaba para convencer a otros. Naruto rascó su cabeza y observó al pelinegro.

 

 

"Dímelo, si no lo haces te seguiré todo el día y no dudes que será molesto" era lo parecía decirle. Podía jurar que Lee no era fácil de vencer cuando se lo proponía. Quiso ignorarlo pero el mayor  no se rindió, sonriendo y mirándolo con exasperante insistencia. Y así fue por varios minutos; aquello se podía demorar hasta por días si el más joven no accedía.

 

 

- ¡Esta bien, esta bien! - murmuro con el ceño fruncido. El pelinegro se guardo una carcajada. La técnica nunca fallaba, al menos no con el pequeño rubio. El ojiazul frotó un par de veces su mentón, tenía mucho que no hablaba de ello. Decidió ser breve y simple, no era bueno extender temas como aquel - Bueno... Lo que sé, es que Gaara no es originario de esta ciudad, pero su familia y él se encontraban aquí cuando ocurrió -

 

 

- ¿Cuándo ocurrió qué? -  al mayor le interesaron las palabras usadas. Naruto masticaba un trozo de fruta, negándose a hablar por algunos minutos.  Accedió cuando Lee le arrebatará la manzana.

 

 

 - Cuando...  Bueno... No estoy seguro, todos son rumores, especulaciones que han hecho los demás... - el ojiazul ya no miraba al mayor. Su voz se hizo delgada, difícilmente perceptible - Cuando Gaara asesinará a su familia -

 

 

Se hizo un largo silencio entre ambos chicos. Uno controlando su mal humor por ser obligado a hablar, el otro sumamente arrepentido por haber preguntado. No imaginaba que tal desastre se ocultará tras el pelirrojo.  

 

 

- Él... ¿Qué? -

 

 

- Ya me escuchaste Lee. No quiero seguir hablando -  

 

 

Lee permaneció inmóvil. No podía, no quería imaginar algo tan aberrante, tan monstruoso... ¿Podría ser verdad? ¿Podría existir un ser tan desalmado desde tan temprana edad?  Comprendió al fin el miedo tan arraigado de otros y el respeto que le tenían por mantenerse cercano a... él.  No sintió miedo por convivir con el pelirrojo, pero si mucha culpa; ahora Naruto, su único amigo estaba furioso con él y sabía algo terrible, algo que le impediría ver del mismo modo a su vecino.  Cuanto lo lamentaba...

 

 

 

~*~

 

 

 

 

- ¿Me puedo sentar? -

 

 

Gaara levanto violentamente el rostro. Hacía mucho que nadie se atrevía a subir a su cama, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Su sorpresa no obstante, se volvió agudo escepticismo al mirar al autor de aquellas palabras. Era el chico que ocupaba la cama de abajo, de negros cabellos y enormes ojos. Expectante por una respuesta. Sonreía mientras se hallaba sumamente cerca de él. El pelirrojo descendió lentamente la vista ¿Qué se suponía que estaba haciendo ahí? Gaara encogió sus piernas, abrazando sus rodillas y miró hacia otro lado. Hubiera querido decir: "Largo" "¿Quién te crees para venir aquí?" Pero la voz era una exiliada desde hace muchos años;  sin palabras que lo defendieran se limitó a ignorar.

 

 

- "No es un si" - pensó Lee - "Pero tampoco es un no" - ante el asombro del  más joven; el pelinegro subió rápidamente las escaleras restantes y se tumbó al lado del pelirrojo. Gaara contempló al intruso; a decir verdad se había fijado en él desde la primera vez que entrará en la habitación. Y lo único cuanto tenía en mente del otro, es que era... raro. Bastante raro y nada más ¿Pero quién era él para catalogar algo de extraño? Sin embargo, muy pronto el chico también le pareció odiosamente distraído. Porque si le hubiera prestado un poco de atención habría visto la amenazante mirada y los labios firmemente sellados del más pequeño, fúrico por su privacidad rota y le hubiese dejado solo de nuevo, como a Gaara le gustaba permanecer.  

 

 

- Me llamo Lee - murmuró con un diminuta sonrisa. El pelirrojo no se digno al menos a mirarlo. Lo ignoraría, como todos lo ignoraban y relegaban a él. Sí, y al hacerlo el otro se iría. El pelinegro espero por una mirada del ojiverde, una que nunca llego. Sonrió pese a ello, no importaba - Sabes cuando asistía al colegio tenía un amigo parecido a ti, su nombre es Neji. Era serio y algo antisocial, casi nunca dejaba que se acercaran a él. Pero era una persona inteligente y hábil. Un genio excéntrico me supongo. Por un tiempo siempre me ganó en el combate estilo libre, porque yo lo practico ¿Puedes creerlo? Y... -

 

 

Gaara dirigió sus profundos ojos verdes un momento hacia el chico, aunque no precisamente por interés y casi de inmediato al frente. Estaba algo desconcertado ¿No le importaba que lo ignorará? ¿Por qué seguía hablando si sus palabras eran derramadas a la nada? Que tipo más loco...  Hablaba de cosas trilladas, con voz fuerte y el hecho de que el pelirrojo no ponía atención a cuanto decía, no era un impedimento. Lo más curioso en definitiva, era que nunca dejaba de sonreír.

 

 

- Y esos son los ingredientes del curry ¿Genial no? - murmuró con una enorme sonrisa. El ojiverde seguía mirando al frente, fingiendo estar  solo. Y Lee se sintió decepcionado, tal vez esta no había sido una buena idea. Había creído que un poco de compañía haría al pequeño reaccionar de una manera; y sentía culpabilidad por atreverse a indagar sobre su pasado. Esto, era lo menos que podía hacer. Casi se convenció de que hablar con el más joven era como hablar con la pared, pero  sólo quedaba seguir intentando -  Mmmm... Lo siento si te incomode Gaara-kun - dijo antes de levantarse. En su interior Gaara dio un suspiro, al fin... Parecía que el extraño chico no se iría jamás. Cualquier otro se habría ido para no volver con el grosero ojiverde, pero no Lee. Él jamás había sido así y por eso, justo por eso tuvo el impulso de no retirarse sin decir algo más, algo que extraño sumamente al más joven - Nos vemos mañana - susurró y bajo rápidamente por las escaleras.

 

 

- "¿Mañana?" - pensó el pelirrojo, no recordando la última vez que alguien le prometiera algo.  

 

 

~*~

 

 

Mucho menos recordaba, la última ocasión en que alguien cumpliera las promesas hechas.

 

 

- ¡Hola! - Gritó alegremente el pelinegro mientras subía a la cama superior y se tumbaba al lado del ojiverde. Gaara le miró con expresión casi asombrada, lo cierto es que no se esperaba que volviera; inclusive había olvidado la promesa hecha por el mayor. Pero ahí estaba. Tan sonriente como el día anterior y muy probablemente tan recio a irse como antes. El pelirrojo trato de comprender exactamente que pretendía visitándolo a diario o que podía ganar con hacerlo. Únicamente llegaba a una conclusión: No ganaba nada.  

 

 

- Siento la demora - dijo sentándose de inmediato - Sabes la directora se molesto conmigo hoy porque le pedí permiso para salir. Sólo quería visitar a algunos amigos y no me lo permitió. No es justo, los extraño tanto ¡Si los conocieras Gaara-kun! Seguro que te agradarían muchísimo, haré lo posible por convencerla... - y la conversión comenzó de nuevo. Larga, casi interminable y en un solo sentido. El pelirrojo nuevamente desvió la mirada, buscando algo en que entretenerse mientras el mayor se iba, después de todo ¿Cuánto podía durar su tenacidad?

 

 

Horas

 

 

Días

 

 

Semanas...

 

 

Desde entonces; Lee visitó al pelirrojo al menos una hora diaria, y siempre hablaba imparablemente, lo mirara o no. Lee detestaba la soledad  y le  entristecía la idea de que nadie se interesará en el pelirrojo; ni siquiera Naruto quien era gentil y amistoso con todos. El pasado era eso, sólo pasado. No era justo que una desgracia anterior, truncara la posibilidad del pelirrojo para hacer amigos. Por ello, no importando la personalidad del  ojiverde, o incluso la posibilidad de que lo odiará por no concederle días de descanso; se tomaba un tiempo para estar con él.

 

 

- Jajaja, y eso fue lo que pasó hoy en comedor, ojala hubieses estado - finalizo. El pelirrojo mantenía la misma posición de siempre; sentado contra la ventana y abrazando sus rodillas. A veces Gaara lo miraba, pero no solía durar mucho. Ese día parecía estar de especial mal humor. Lee suspiró, comenzaba a sentirse algo desairado por la frecuente actitud del más pequeño ¿Qué debía hacer para llamar su atención? Si tan sólo Gaara pudiese hablar...  No tenía la seguridad de que eso hiciera más sociable al menor, no obstante, habría tenido más esperanzas - Me gustaría saber más de ti Gaara-kun, tú ya lo has escuchado todo de mi - susurró - El ojiverde le contemplo seriamente - ¡Ah! ¡Lo siento! - Dijo levantando las manos - Sólo lo pensé, no quería ofenderte. No es que no me agrade estar contigo... Sólo...  No lo sé, me gustaría saber un poco más... Tu nombre completo, tu edad, el lugar de donde vienes. Cosas por el estilo, cosas simples -

 

 

Gaara permaneció inmóvil, probablemente estaba molesto. Era complicado el saberlo.

 

 

- Oh... De verdad lo lamento Gaara-kun - dijo con risa nerviosa -"Supongo que fui cruel al decir algo así..." - se reprochó asimismo - Esta bien, es suficiente para mi con saber que eres Gaa... - la sorpresa le tomó cuando el más pequeño sostuviera su muñeca - ¿Gaara-kun? - El pelirrojo extendió lentamente los dedos del pelinegro y miró durante algunos segundos su mano. Pareció pensarlo cuidadosamente antes de atreverse a hacer algo, pero finalmente se convenció. Sus fríos dedos dibujaron algo en la mano del pelinegro. Era una letra.

 

 

- "S" - pensó Lee cuando Gaara terminará de delinear; una breve pausa y otra letra era trazada en la piel del mayor - "A" - pensó de nuevo - "B" - y las letras fluyeron, lenta pero inconfundiblemente. El pelinegro sonrió cuando Gaara lo observará y soltará su muñeca, en señal de que había terminado. El mayor unió los vocablos y su rostro se ilumino conforme comprendía - Sabaku... Sabaku no Gaara - no dejo de contemplar al más joven con una hermosa y límpida sonrisa - Tú nombre completo es Sabaku no Gaara - El pelirrojo asintió levemente. Y si hubiera dependido del mayor, hubiese hecho un escándalo por la felicidad. Había logrado lo que nadie antes, había conseguido comunicarse con Gaara. Sin en cambio, era mejor tratar de llevar las cosas con la calma adecuada- ¿Qué edad tienes Gaara-kun? - dijo extendiendo la mano nuevamente. El pelirrojo tomó su muñeca  y dibujo rápidamente una cifra.

 

 

- Doce años... - susurró Lee. Las preguntas siguieron sin cesar, preguntas largas, respuestas pequeñas, pero que demoraban. El mayor no obstante, no podía sentirse más feliz. Pasaron varias horas "conversando" de esa manera; horas en que Lee esperaba pacientemente y armaba palabras, conociendo detalles escondidos por mucho tiempo, detalles diminutos pero igualmente valiosos. Así fue hasta que la noche llegó y el cansancio les venció. Lee prometió, juró volver al siguiente día.  

 

 

Y lo hizo. Jamás volvió a plantearse la idea de dejar de ver al más joven. Lo visitaba en ocasiones por la mañana,  otras por la tarde, muy frecuentemente por las noches.  Algunas veces Lee no tenía ánimos de narrar o preguntar;  regularmente era cuando el calendario marcaba los cumpleaños de su familia o sus amigos. Esos días solamente se sentaba al lado de Gaara, cubriendo a ambos con una delgada sábana y permanecían horas viendo el cielo estrellado, no necesitaban palabras, sólo calor. Como el de la familia que no tenían.

 

 

~*~

 

 

En una de las constantes noches; en que tanto como Lee como Gaara se negaban a decir algo, el pelinegro lucía extrañamente preocupado. El ojiverde se percato de ello.  Sin previo aviso tomo la mano del pelinegro y delineo nuevamente. El mayor rió un poco cuando el más joven terminará de escribir. Gaara era sorprendentemente observador y nada parecía pasar inadvertido frente a él, ni siquiera los secretos.

 

 

"¿Qué ocurre?"  Había escrito el ojiverde en su palma. Lee dio un suspiro. Bien, podía confiar en Gaara.  Todo secreto dicho a él estaba bien resguardado, y tenía la certeza de que este no era la excepción.  Aún, algo tan riesgoso como lo que pensaba hacer al día siguiente.   

 

 

~*~

 

 

Continuará

 

Notas finales: Y es todo por ahora! *___* Este mini fic tendrá cuando mucho 3 capis, asi que no hay porque preocuparse :3 Disculpen lo largo que fue el primer capi u.u Mil besos a todos los que leen! 

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