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Everything Burns por Mizzy Forte

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Notas del capitulo:

>.> Tengo ganas de asesinar a esta página... xD Lo intente por algunos días, y no, solo no u____u Lo lamento con todas, de verdad quise responder sus hermosos comentarios que aprecio de corazón T______T Una mega disculpa con Raven-sensei, Ire-chan, Iru-san, Noye y Fallen-Fan por  haberse tomado la molestia de leer. Muchísimas gracias a cada una y lamento no haber podido enviar correctamente la respuesta a cada review T3T

Bueno, sin comentarios de ahí en fuera xD Capi 2, lamento la demora ^^U

 

 

Everything Burns

 

 

 

Capítulo 2: "Preámbulo"

 

 

*

 

Camina por la vida, pero pasa inadvertido

 

Sabiendo que nadie lo cuida

 

Consumiéndose tras su máscara

 

Porque nadie lo notara así…

 

Pero él no deja de cantar

 

Y todo se quema…

 

*

 

 

La directora deslizó los dedos por su delgado rostro, cubrió sus labios y dio un largo suspiro; ansiosa por algo de fortaleza, una que no poseía. Decir que estaba angustiada era poco. 

 

 

Muy poco.

 

 

Lo más preciso, era decir que estaba al borde de una crisis. En todos los años que había permanecido a cargo del orfanato; nunca le había ocurrido algo similar a esto, mucho menos con un pequeño que apreciara tanto, y ahora; sencillamente no estaba segura de como reaccionar. Había tomado las medidas indicadas, lo básico, lo  esencial. Llamo a la policía un par de veces, hizo un registro y dio el aviso a todos. Pero no era suficiente, claro que no.  Al final, la culpa había sido más fuerte que ella y la había impulsado a salir y buscar por su propia cuenta. Buscó... buscó por mucho tiempo.

 

 

Y como era de esperarse, todo intento fue fallido.  La angustia continuaba estrujándola. Si tan sólo hubiese sido más comprensiva, más flexible con el pequeño...  Ahora cuanto hacía, era frotar nerviosamente sus manos; buscando serenidad.

 

 

 

Rock Lee había escapado.

 

 

 

- Traten de recordar - suplicó a los niños y a los jóvenes -  Naruto ¿Hablaste con Lee ayer? Dímelo por favor - El rubio negó tristemente, estaba tan preocupado como ella. Había hablado con Lee; sí, pero de nada servía decirlo, porque todo parecía bien con él. Permaneció tan sonriente como siempre, sin una pista que evidenciará su catastrófica, casi inexplicable huida. El resto de los chicos simplemente ya no le molestaban, se habían acostumbrado a él. Lee había logrado su objetivo. En definitiva, el pelinegro no tenía ninguna razón aceptable para salir y no había mencionado algo que hiciera imaginar su escape.

 

 

Al menos, no con Naruto.

 

 

La noticia corrió rápidamente y todos se mantuvieron alertas a ella. Unos lo elogiaban por su valor, otros aseguraban que había cometido la peor de las tonterías por preferir la calle al orfanato. Sólo tenía trece años ¿Qué se suponía que iba a hacer? Las discusiones seguían y las opiniones se mezclaban continuamente. Todos hablaban de ello, todos excepto...

 

 

- Gaara -  Una firme voz, ajena a las discusiones del resto; rompió con el bullicio de los chicos. Ese nombre... Las miradas se dirigieron a la esquina de la habitación ¿Quién en su sano juicio estaba llamando al pelirrojo? Mismo que se levantó muy lentamente, tampoco se esperaba que alguien fuera a buscarle. Despacio, se asomó por el borde de la cama.

 

 

Naruto observaba cautelosamente al ojiverde. ¿Quién hubiera dicho que el rubio era tan valiente?... ¿O tan loco?  Nadie había creído que se acercaría tan aguerridamente y mucho menos en esa entonación. Fuese o no un disparate, había que reconocer que tenía agallas. Su miedo era perfectamente notorio; sin embargo, el regreso de Lee dependía de esto y por ello el ojiazul estuvo dispuesto a acercarse, a evitar más retrasos y ser conciso, no había tiempo para temores infantiles.

 

 

- Tú sabes dónde esta Lee - Gaara se aferró con fuerza al barandal de la cama al escucharlo - Te he observado. Y también sé que puedes escribir - repuso mientras extendía un trozo de papel con un lápiz enrollado en el - Dímelo por favor ¿Dónde esta? - El ojiverde le miró detenidamente. Sin duda, Naruto era especial; muy semejante a Lee. A pesar de ello, y aunque comprendía su preocupación, simplemente no podía ayudarlo, ni a él, ni a nadie. Sin más, el pequeño Sabaku volvió a recostarse en la cama. El ojiazul cerró los puños, mucho más que encolerizado - ¡Gaara! - Subió rápidamente la pequeña escalerita de la litera, acercando con violencia la hoja de papel sobre las sábanas - ¡Estamos preocupados! ¡Tienes que decirlo de alguna manera! ¿Entiendes que algo puede pasarle a Lee? ¿Lo comprendes Gaa...? - El rubio calló cuando el otro le dirigiese una gélida mirada. 

 

 

Que pregunta tan tonta...

 

 

¡Claro que lo sabía! Y no importaba cuan cruel pudiera parecer ante todos el pelirrojo, o si estaba aún más preocupado que el resto de las personas. Él. Había prometido no decir nada, prácticamente lo había jurado. Miró a Naruto directamente, y el rubio sintió un nuevo escalofrío al percibir la horrible manera en que lo estudiaba y amenazaba. No podía negar que le tenía casi pavor, tampoco omitió el hecho de que perseverar con Gaara era como hablar solo.  Pero no quería desistir.

 

 

- Por favor...  - insistió suplicante una vez más -Por favor Gaara -

 

 

El Sabaku pareció pensarlo un breve momento, entrecerró los ojos, se aproximo a la ventana y sin dudarlo dio la espalda a Naruto. Lo sentía por él...

 

 

La decisión estaba tomada.

 

 

Naruto hundió  las manos entre las sábanas.  

 

 

Ese  pelirrojo...  

 

 

- ¡Bien! - gritó arrojándole la hoja de papel y el lápiz - ¡Como quieras! Te lo advierto. Probablemente no volvamos a verlo ¡Y todo porque te negaste a decirlo! - Cerrando los dientes con inconmensurable furia, Naruto bajo de la cama farfullando lo mucho que odiaba a ese tipo y rogando que Lee regresará, mínimamente que estuviese bien.

 

 

Gaara permaneció inmóvil; mirando por la ventana, deslizando los dedos en el cristal. Sólo había algo que deseaba decir, y sólo ello tenía importancia. Tomó el lápiz, la hoja y se apoyó en la vieja ventana.

 

 

"Él volverá"

 

 

~ * ~

 

 

Lee se aproximó con pasos cortos, tal vez un poco indeciso. Pero sonriente. Hace tanto que no veía su antigua escuela ¡Y nada había cambiado! Su anterior colegio seguía siendo una enorme construcción de espléndidos jardines y abundantes juegos. La brisa acariciaba su rostro y no podía evitar el sonreír ampliamente. Extrañaba tanto todo esto... ¿Cómo había sobrevivido sin salir de su pequeña prisión? Sentía el cuerpo algo anquilosado por tanto tiempo sin ejercitarse, sin que sus pulmones se expandieran al máximo cada vez que inhalaba el frío viento de la tarde.

 

 

El pelinegro sabía que el castigo sería severo al regresar. Muy severo... Ello sin embargo; no lograba mellar la dicha del momento, y  valía la pena cada segundo, cada instante que mantuvo el paso sin temor. Saludo abiertamente a todas las personas que se cruzaba por su camino, quienes respondían algo extrañadas al eufórico muchachito. Ellos por supuesto, ignoraban que para el extraño niño era una oportunidad que no debía perder.

 

 

Y todo era tan agradable.

 

 

Quizás...

 

 

En exceso agradable.

 

 

Incontables veces se había propuesto asimismo el no volver al orfanato. Buscar alguna manera de subsistir sin necesitar de ese detestable encierro ¿Podían culparlo por pensar así? ¿Alguien hubiera logrado detenerlo? Sí.

 

 

Gaara...

 

 

No. El chico había hecho una promesa, una que en parte lamentaba, pero que era incapaz de destruir. Lee había prometido volver.

 

 

~ * ~

 

 

"¿Qué ocurre?"  Había escrito el ojiverde en su palma. Lee dio un suspiro. Bien, podía confiar en Gaara.  Todo secreto dicho a él estaba bien resguardado, y tenía la certeza de que este no era la excepción.  Aún, algo tan riesgoso como lo que pensaba hacer al día siguiente.  Inspiró profundamente.  

 

 

- Voy a salir de aquí - susurró el mayor con una triste sonrisa.

 

 

Un largo silencio.

 

 

Eso era... Iba a dejar este infierno atrás, buscaría la manera de rehacer su vida ¡Y sería libre ante todo! Sin duda, le haría falta Gaara... De verdad echaría de menos al pelirrojo. Su compañía, al igual que la de Naruto, le habían ayudado a sobrevivir. Pero había tanto que deseaba... Y nada lo conseguiría viviendo ahí, aún cuando ya había superado todas las dificultades de aquel hórrido sitio. Lee dio un suspiro y estaba a punto de decir algo así como: "Voy a extrañarte", cuando el más joven tomará su palma y trazará ávidamente un par de  palabras.

 

 

 "¿Para siempre?"

 

 

Lee dejo de sonreír.

 

 

Miró al pelirrojo de inmediato. El estoico rostro de Gaara no expresó más de lo que habitualmente hacía. Pero sólo Lee, quien por tanto tiempo había leído los trazos de Gaara, podía percibir un indeleble titubeo en su manera de delinear, un ligerísimo temblor que aparecía cada vez que terminaba de escribir una letra y que se iba cuando sus pieles se tocaban. El mayor no recordaba haber visto algo semejante en el pequeño Sabaku. Era... como si Gaara...

 

 

Tuviera miedo

 

 

El pelinegro entreabrió los labios. La respuesta que estaba por dar era: "No, no volveré jamás. Lo lamento" Y todo habría terminado ahí.

 

 

Que juegos tan extraños nos hace a veces la vida

 

 

Si Lee hubiese dicho que no en ese instante; el mundo frente a él habría dado un extraordinario giro. Habría escapado para siempre, lejos, muy lejos del orfanato; a un lugar donde nadie le conociera y juzgará; donde conseguiría un buen empleo y también otros amigos. No hubiese sido difícil; al menos, no imposible. Hubiese trabajado incansablemente día y noche, año tras año; hasta percatarse de que ya lo tenía todo; hogar, empleo, amistad, paz. Poco después buscaría a Sakura, y con algo de suerte se habría casado con ella. Pasaría las mañanas haciendo ejercicio, las tardes ocupado en su empleo y las noches  conviviendo con su bella esposa, felicitándose mil veces asimismo por haber tomado la decisión de escapar del orfanato muchos  años atrás.

 

 

 

 

Algo por el estilo habría sido su vida, de haber dicho que no. 

 

Pero no lo hizo, y se condeno.

 

 

Las decisiones, raramente no son crueles... con el  tiempo limitado.

 

 

Lee se mordió los labios. Sabía               que lamentaría esto, que se arrepentiría siempre, pero eso no lo contuvo. Se traiciono asimismo, encajando las uñas en su propia piel y tomó el camino más difícil.

 

 

- Sí, volveré -

 

 

 

~ * ~

 

 

 

- Volveré... -  susurró el pelinegro. Tenía que repetirlo continuamente, de no hacerlo su voluntad podía debilitarse y ser tentada. 

 

 

Cerró los ojos, respiró fuertemente y se dispuso a disfrutar de ese día.  Camino entre los alumnos que recién salían de clase, observando minuciosamente en todas las direcciones, buscándole. Para su dicha; no tardó demasiado en divisar su objetivo. Ella era inconfundible. Su voz hizo que Lee sonriera con más ahínco, y el brillo de sus ojos verdes  le hizo sentir que recuperaba algo. Tan perfecta como el último día que se habían visto. Tampoco... nada había cambiado en ella. Su espera había sido larga, terrible... enloquecedora. Paso saliva dificultosamente y se acercó sigilosamente entre la multitud de estudiantes. Estaba bastante nervioso, pero milagrosamente no balbuceó.

 

 

- Sakura-chan -

 

 

La pelirrosa sintió su corazón acelerarse.

 

 

No se esperaba su visita tan pronto.  Y aunque era claramente feliz, se encontraba estupefacta; incapaz incluso de pensar concretamente. Notó los murmullos del resto de las niñas, sus caras de asombro e intriga y escuchó sus preguntas tontas e indiscretas "¿Quién es él?" "¿Lo conoces?" "¿Sakura?"

 

 

- Sakura...  - una voz distinta a la primera le sacó de su ensimismamiento. Era Ino, miraba directamente a la pelirrosa, con el ceño fruncido y la expresión preocupada. La rubia asintió levemente.

 

 

"Es él"  "Míralo"  Fue lo que quiso decirle y que nadie, excepto la chica Haruno comprendió.

 

 

La pelirrosa presionó con fuerza los libros que llevaba consigo y su aliento se volvió titubeante.  Ahora tenía mucho miedo de confrontarle, de ver si algo había cambiado con el bondadoso chico pelinegro ¿Y si ya no era el tierno Lee que ella recordaba? ¿Y si el encierro lo había vuelto huraño o triste? No. Eso era imposible, estaba hablando de Lee; y naturalmente no podía pasar. Tenía la seguridad. A la vez, había estado consciente de que él volvería. Y espero mucho por ello.  Sakura separó con lentitud sus pequeños y perfectos labios.

 

 

- Lee-koi -

 

 

El pelinegro sonrió abiertamente.

 

 

~ * ~

 

 

La noche cayó rápidamente. Una noche inusitadamente hermosa, pero que en aquel instante sólo una persona advertía. Gaara contemplaba a través de la ventana; buscando, esperando, y frunciendo el ceño muy a menudo al no ver el regreso de Lee.

 

 

-  "Sí, volveré. Estaré aquí cuando nadie vigile las afueras del orfanato. A la medianoche" -

 

 

Esa había sido la promesa del mayor...

 

 

"¡Probablemente no volvamos a verlo!"

 

 

Por alguna razón, cada vez que recordaba las palabras de Lee, también las de Naruto resonaban en su mente, mezclándose de cruel modo. Contradiciendo... destruyéndose entre ellas. Sin embargo, ni las hirientes amenazas del rubio, ni el avance de la noche; menoscababan su fe en el pelinegro. Lee volvería... Volvería... No había nada que detuviese su retorno ¿Cierto?  Gaara abrazó sus rodillas como era costumbre. Varias semanas habrían transcurrido desde que Lee se atreviera a subir la litera y rebasara el límite de la simple cordialidad con él, y desde que Gaara se acostumbrará a su entonces "impertinente" invitado. No podía negar que se sentía distinto sin él.

 

 

Durante los días. Lee subía la litera, preguntaba al menor como se hallaba y sin demora, comenzaba a charlar inconteniblemente.  Detenerle era en verdad imposible, pero eso era bueno. El ojiverde imaginaba entonces cada escena relatada, cada vivencia y tropiezo del mayor. Le "divertía" el hacerlo. 

 

 

Las noches.

 

 

Las noches eran completamente diferentes, pero nunca fueron menos gratas.

 

 

Ninguna palabra era dicha. Y todo cuanto acontecía entre ellos, era el suave contacto de Gaara. Lee se limitaba a "escucharlo" y sentir el agradable cosquilleo surcar su palma. Jamás fue molesto, pese a que los dígitos del menor siempre estaban helados.  Así, Lee ahondo de una manera extraña pero hermosa en el menor. Tal y como el pelinegro había percibido el temor en Gaara una noche antes de escapar del orfanato,  aprendió a leer otros ademanes en él. Sabía que cuando un trazo duraba más de lo debido; era porque el pelirrojo se negaría a hablar de ello, que si era impreso en su piel con mayor fuerza, se hallaba molesto y que las manos de Gaara eran más frías cuando había pasado varias noches sin dormir, detalles insignificantes que eran claros para el mayor.  Detalles que eran notados cada anochecer.

 

 

Exceptuando ahora.

 

 

Hoy no había voz que le acurrucará, ni cotidianas pero preciosas historias que desatarán sus pensamientos. El silencio se volvió indeseable, insoportable. Gaara se resistía fuertemente a dormir. Deseaba esperar a Lee, solamente cuando le viera cruzar por el jardín, o cuando abriera la puerta de la habitación podría decirse relajado. Por ello, pese a que el reloj marcaba altas horas, el ojiverde tenía que soportar.

 

 

El reloj sonó y marcó las dos de la mañana... 

 

 

¿Las dos?

 

 

- No volverá - por segunda vez, esa voz invadió la privacidad del Sabaku.

 

 

Naruto se había levantado al baño y al volver divisó la clara silueta de Gaara frente a la ventana. En un principio sintió pena por él, seguramente aguardaba por Lee. No obstante, su tristeza se volvió rápidamente resentimiento. No debía sentirse así por ese ojiverde egoísta. Todo era su culpa - Duérmete, dudo que volvamos a verlo - repuso el ojiazul antes de meterse en su cama.

 

 

Gaara frunció el ceño agresivamente y se limitó a ignorarlo.  Cubrió su delgado cuerpecito con una sábana y siguió vigilando en la oscuridad.  

 

 

~*~

 

 

- ¿Gaara-kun? -

 

 

El pelirrojo levantó el rostro al momento. Había estado por quedarse dormido cuando esa voz lo despertará.  Lee le observaba sonriente, mientras subía la escalerita.

 

 

- Siento llegar a esta hora - susurró el mayor mientras se sentaba junto a él -  El edificio estaba siendo vigilado y no pude entrar antes - Gaara dio un suspiro de alivio - Tal vez hasta te preocupaste ¿eh Gaara-kun? -  soltó el mayor a manera de broma, una que no fue graciosa para el menor.   

 

 

- Lo lamento en verdad, pero tenía mucho que no salía - murmuró con bajísima voz, no quería despertar a nadie - Supongo que me he emocionado. Entre por una de las ventanas para no hacer ruido; pero aún así, la directora seguramente va a matarme mañana -  finalizó con risa nerviosa. Nerviosa, aunque sin duda tierna. Tanto que hacía imposible el no perdonarle. La típica plática se reanudo. Y Lee mencionó mil cosas, los nuevos restaurantes, los cinemas, el enorme parque que habían abierto cercano al orfanato; por supuesto, no olvido mencionar la comida que por meses había deseado probar. Habló copiosamente y con muy breves pausas. Como cada día. En sus adentros, Gaara se sentía complacido; después de todo, era lo único que pedía; tiempo de calidad con el chico pelinegro. A pesar de todo, si bien se sentía mejor por tenerle ahí, sus escrutadores ojos advirtieron en un detalle, uno que la oscuridad había mantenido celosamente protegido. Su respiración se volvió muy tenue de nuevo y miró mucho más que desconcertado las marcas de un reciente llanto que surcaba el rostro de Lee.

 

 

Suspiró de angustia una vez más.

 

 

No era lo correcto. No era lo correcto, que si comentaba de todo, el mayor no lo hiciera con ese minúsculo detalle. No era lo correcto que Lee enmascarase su angustia con relatos excéntricos y sonrisas falsas. Hermosas, pero falsas. Y sobre todo. No era lo correcto; que Gaara, siendo su mejor amigo y confidente; no buscara la manera de preguntar el porque había llorado. El Sabaku cerró los ojos. Había que intentar al menos.

 

 

Lee seguía contando sus desventuras tan emocionadamente que no se percató de que el pelirrojo se había aproximado un poco, únicamente un poco. Y sólo consiguió callar cuando sintiera los ya conocidísimos dedos de Gaara en su rostro; las puntas delineando muy ligeramente el trayecto de las lágrimas, desde sus curiosas pestañas hasta el borde de su boca. Contempló al menor. No importaba que Gaara fuera incapaz de decir un solo vocablo, lo cierto, es que nunca lo necesito. Sus ojos eran claros, tristes y directos: "¿Por qué no me dices que ha ocurrido?"

 

 

¿Por qué no podía ocultarle nada?

 

 

- Era de suponerse...  - el mayor hablo con seriedad - Que no podría esconderlo contigo ¿Eh? -  susurró con voz quebrada. Y las lágrimas no se hicieron esperar, cubriendo nuevamente las mejillas del pelinegro. Gaara no se rindió, no dejo de mirarlo. Quería saber que estaba pasando, ni siquiera la dolorosa imagen del otro le haría desistir. Lee por su parte, supo que estaba entre la espada y la pared. Sonrió con tristeza  - Ella... Sakura... - y evadió de nuevo los ojos del más pequeño - Me rechazó - susurró mirando al techo, dejando que la gravedad se encargará de sus lágrimas.

 

 

Los puños del menor se ceñían con fuerza. Su miraba expresaba poco o nada de lo que pensaba. De haber tenido voz, se habría escuchado vacilante por la ira.

 

 

De haber tenido voz...

 

 

El ojiverde se sentó más cercanamente a Lee; con movimientos cadenciosos, permaneciendo algunos instantes sin moverse y observando al mayor. Esperaba que él también lo viera, pero Lee se negaba a confrontar sus ojos. Había tanto que Gaara ignoraba... Tanto que no debía saber. Se abstuvo de enfrentar su rostro y el Sabaku no tuvo otra opción. Tomó suavemente la mano del mayor y escribió algo en la palma de Lee. El mayor sintió su corazón casi detenerse cuando Gaara delineo la última letra y permaneciera expectante.  El más joven había escrito una sola palabra, una que el pelinegro leyó con inconmensurable asombro. Gaara había escrito:

 

 

"Mientes"

 

 

Lee no lloraba por Sakura. El más pequeño lo sabía perfectamente; tal y como el mayor había aprendido  a "leer" al pelirrojo, también este había adquirido esa habilidad. Y podía advertir sin necesidad de palabras; su felicidad, su enojo o su engaño.

 

 

- Tu... - El menor le observaba severamente. Quería la verdad, y la quería ya. Lee cerró los puños.  No sabía ni por donde comenzar  ¿Cómo hacerle comprender lo que estaba pasando con él? ¿Cómo acercarse sin infundir miedo?

 

 

- Gaara-kun... - y Lee le envolvió amorosamente con sus delgados pero fuertes brazos. El pelinegro no quería reconocer la razón por la cual sollozaba; porque era extraño, porque era anormal...  ¡Por qué estaba mal! Y lo sabía con todo el dolor de su alma...

 

 

 

Porque estaba enamorado del pelirrojo. Tan simple como eso.

 

 

Día tras día, reconoció lo que sentía por el más pequeño.  Y ya nada fue igual. En sus sueños, ya no aparecía la grácil figura de la pelirrosa que le cautivará, dejo de sentir esa dicha cada vez que escuchaba su nombre y no anhelo más el tenerla entre sus brazos, tampoco acariciar sus mejillas sonrojadas, ni percibir su dulce fragancia. Tomar su mano ya no aceleraba su corazón y besarla era frío, un mundo de sinsabores. Todo eso lo confirmó en ese día.  Por ello había deseado escapar, había ido en busca de lo correcto, de lo aceptable. Pronto se percató de lo errado que era su intento.  Alguien había invadido su mente. Desvaneciendo todo cuando creyó sentir por la chica, robó su atención y sus profundos sentimientos. El responsable, no era otro que el pequeño frente a él...

 

 

- Yo... - Sus dedos acariciaron el contorno de su pálido rostro, sus profundas ojeras y acomodaron con ternura los rebeldes mechones carmín - Te quiero... - pronunció contra el oído del pequeño, quien sintió el pecho contraerse de peculiar manera - Te quiero Gaara... - El pelirrojo cerró los ojos, sin dejar de lado su característica; y al parecer de Lee, hermosa seriedad. El mayor se acercó, sintió la sedosidad de su piel y el adorable temblor de su aliento. Las explicaciones se volvieron innecesarias y todo cuanto querían decir se expresaba con un roce. Un pequeño roce entre sus labios, un diminuto beso. Uno... otro... y otro más.  Ambos chicos fundían su piel en un fogoso y extraño contacto. El mundo se hizo diminuto entre ellos; sólo las caricias, los sabores, el aroma.

 

 

- Lo siento... - susurró el mayor, consciente de lo terrible que era esto, de que debían parar. Pero el más joven no se detuvo, no encontró razones para detenerse y se acercó de nueva cuenta al mayor. Lee no parecía molesto por el contacto, tal vez sorprendido. Sí, muy sorprendido, pero no incómodo. Sintió el tan particular y embriagante sabor del pelirrojo. Había estado deseándolo... Muchas veces alejó sus "malos pensamientos" recordando a Sakura; queriendo sentirla de esa manera. La sensación que compartía con el pelirrojo no obstante, era muy superior a la que esperaba con la pelirrosa ¿Qué se suponía que estaban haciendo? ¿Qué les deparaba el futuro al estar haciendo esto?

 

 

Las dudas pese a todo, fueron difuminándose conforme las caricias crecían. Lee jugueteó con sus cabellos, sonriendo cuando los mechones le provocaran cosquillas en el cuello. Abrazó al más pequeño y beso repetidas veces la cabecita pelirroja, absorto en el confortante aroma que se desprendía del ojiverde.

 

 

Bien o mal,  ya no tenía la menor importancia.

 

 

~ * ~

 

 

Ambos durmieron pacíficamente esa noche, como jamás en la vida. En la cama que antes sólo le perteneciera al ojiverde, el lugar donde se sentían más lejos, más seguros.  La espalda del  pequeño chocando contra el pecho del mayor; siguiendo el acogedor vaivén de su respiración. Las manos de Lee abrazaron al pelirrojo por la cintura y su mentón descanso en la rojiza cabellera. Ya no había frío, ni pesadillas, todo era blando y límpido bajo ellos. Aún cuando Lee sabía de antemano el mundo de problemas que se precipitarían sobre de él al día siguiente. Sentía que no existía nada; absolutamente nada, que no pudiesen enfrentar.  Estaba tan equivocado...  

 

 

Esa sería la única ocasión que descansarían con tanta paz velando su sueño.

 

 

Esa precisa noche, fue el preámbulo de la desgracia.

 

 

~ * ~

 

 

Continuará...

 

Notas finales:

*u* Un capi demasiado rosa a mi parecer xDDD Pero bueno, un poco de felicidad para ellos -///////////- Mil besos a tod@s quienes leen >3


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