Polaridad por AvengerWalker

Confuso.

Así me sentía.

Completamente confuso. Casi perdido, diría, pero no describía completamente como yo me sentía en esos momentos.

Había ido al Santuario de Géminis a buscar a Saga, pues mi maestro me había pedido que le diera un mensaje.

Mi primer pensamiento, no muy simpatico por cierto, fué que porque no se lo decía el mismo, pero iba a ser poco educado.

Después de todo, había sido mi maestro.

Caminé a horcajadas sobre las escaleras.

No me detuve en ningún momento, tampoco al pasar por Tauro.

Aldebarán me saludo, pero solo respondí con una sonrisa.

Estaba ausente, pensando en aquellas dos personas que vivían en Géminis.

Eran tan opuestos, pero tan parecidos al mismo tiempo.

Kanon era juguetón, todo un casanova. Le encantaba gustarle a la gente, y si no era el centro de los comentarios, hacía cualquier cosa por llamar la atención.

Era igual o peor que Milo, pero me decidí que era mejor no ponerse a comparar.

El menor de los dos era explosivo, sensual, atrayente, simpático y abierto. Le gustaba relacionarse con la gente.

Bastante.

Un par de pasos más y ya casi me acercaba a las escaleras para entrar al Santuario de Géminis.

Comenzé a pensar en Saga.

Era serio, callado, solitario. En un momento pensé que era tímido, pero las miradas de Saga eran en su mayoría duras.

Tenía un corazón de piedra, o eso daba a entender.

No obstante, a pesar de que ambos eran tan diferentes, supuse que en el interior, los dos eran dulces, tiernos y cariñosos.

Aún no lo he descubierto.

Cuando llegué finalmente a Géminis, carraspeé, intentando llamar la atención de los dueños del Santuario.

Nadie salió a mi encuentro, por lo cual tuve que ingresar.

Esperé a que de un momento a otro, Kanon salte con una sartén y me volara la cabeza de un golpe, tal como había hecho con Shura.

Pero nada de eso sucedió.

Un cuerpo yacía en el sillón, completamente quieto.

Era Kanon, aquel peliazul descuidado, alegre.

Sonreí un poco. Se veía tierno durmiendo.

Me acerqué aún más, logrando sentir su aliento golpearme el rostro.

Oh dios..olía a vainilla.

Por primera vez en mi vida me tenté a besar sus labios.

Sonreí cuando un hilillo de saliva resbaló de los labios entreabiertos de Kanon.

-Oh Mu..estás tan bueno..-susurró entre sueños, causando que un sonrojo se apoderara de mi rostro.- Te partiría en dos...-soltó nuevamente, moviendose un poco.

No supe que hacer.

Me quedé helado, estático.

Pude ver como Kanon gimoteaba por causas desconocidas, pero no dejó de ponerme nervioso.

Creí que era mejor entonces irme, ya que si el geminis estaba teniendo sueños húmedos, yo no saldría completo de allí.

Intenté deslizarme como pude y de hecho, no pude.

Sentía algo que me sostenía la mano.

Si no hubiera sido porque estaba completamente nervioso, habría gritado.

Kanon sostenía mi mano, y me miraba algo adormilado.

A pesar de tener esos hermosos ojos esmeraldas entrecerrados, pude notar un brillo de lascividad, por lo cual me acobardé y pensé en salir corriendo y, porque no, gritando.

No obstante, cuando quise moverme, no pude.

Dios, que fuerza tiene ese hombre.

Nunca me había sentido tan vulnerable en mi vida.

Kanon me miró a los ojos unos momentos más, hasta que se decidió a atacar mi cuello.

Sentí unas mordidas leves, algo fuertes pero sin dejar de tener un toque de suavidad y quizás dulzura.

Me mordí los labios al sentir su juguetona lengua humedecer mi cuello.

Dudó un poco en unos momentos, por lo cual se apartó y tomó mi rostro con algo de torpeza, apoyando sus labios contra los míos.

Aquello me impactó.

Intenté teletransportarme a otro lugar, pero, oh error, no podía.

Podía hacerlo en cualquier otro lugar, menos cuando el dueño del santuario se encontrase allí.

Aún no entendía bien porque era.

Sentí su lengua romper mis defensas y, sin poder evitarlo, abrí mi boca, recibiendo su lengua con la mía.

Se desató una guerra que nadie ganó, ya que ambos nos quedamos sin aire.

Ahora yo tenía un problema.

Desde el principio no le había despegado la mirada a Kanon.

Ese peliazul, con esa mirada tan llamativa, que tiene dejos de frialdad pero al mismo tiempo una sensualidad casi felina.

Me quedé algo hipnotizado, y creo que el también, ya que en un momento meneó la cabeza, como despejando algo de su mente.

Apoyo sus manos sobre mis hombros y me tiró contra el sofa, atacando mis pezones.

Oh, aquellos besos se sentían tan bien.

Dios! Nunca me habían hecho sentir así!

Pronto sentí como sus dientes mordían mis pezones, en un casi vano intento por excitarme.

Solté un gemido de puro placer.

Me gustaba aquella sensación.

Me da vergüenza admitirlo, pero nunca antes me había acostado con nadie, por lo cual esas caricias previas nunca me habían tocado practicarlas o que me las practiquen, en este caso.

Senti sus manos pasar por mi cuerpo, bajando hasta mi abdomen.

Me estremecí. Sus manos eran tan ardientes que casi me quemaban, pero no era esa la causa del estrecimiento.

Estaba siendo tan dulce y delicado que me había dado cosquillas.

Se rió ante esto y continuo bajando, hasta llegar a mi miembro.

Yo mismo me sonrojé al verlo, lo admito.

Estaba totalmente exitado.

Me encantaba Kanon.

Torturó mi miembro lo más que pudo.

Así que mientras yo sufría, el se divertía, mordiendolo, besandolo, lamiendolo y chupandolo a su antojo.

Cuando me vine, intente apartarme de el para no manchar sus labios, pues creía que le daría asco, pero me retuvo.

Le miré en señal de propuesta, y pude ver como se relamía los labios cubiertos de semen.

Ante mi intenso sonrojo y mi mirada casi sofocada, me guiñó un ojo.

Sentí sus manos en mi trasero. En un momento, me dió una nalgada y pegué un respingo, cosa que lo exitó más.

Fué fácil descubrirlo, pues agrandó los ojos y volvió a relamerse los labios con lascividad.

Dios, este hombre puede poner caliente a cualquiera!

Y fué en ese momento cuando sentí una vocecita en mi oído.

Era la poca cordura que me quedaba, la cual me decía, en pocas palabras "dile Bye a tu virginidad".

Entonces, como justificando esas palabras, el miembro de Kanon se adentró en mi interior.

Dios!

Estaba tan caliente, grueso y humedo.

Me mordí el labio en esos momentos, e hice mi mayor esfuerzo para no gimotear de dolor.

Me había gustado, lo admito. Pero también dolía.

Por primera vez encontré sentido a las palabras de los sueños de Kanon.

Si que pensaba partirme.

Kanon se movió un poco hacia atrás y hacia adelante, iniciando un lento vaivén.

-Ahhh Kanon..-solté en un bajisimo jadeo.

Comenzó a moverse al rato con más velocidad, causando que algo en mí gritara.

Dios, la estaba pasando tan bien!

Me sentía en el cielo!

Era algo raro, nuevo pero desde luego placentero!

Cada estocada de Kanon en mi interior liberaba algo extraño, algo totalmente nuevo, distinto!

-Kanoonn...-Esta vez mi gemido fué su nombre, mas largo, sonó casi como un chillido.

Susurró algo en mi oído, con una voz aterciopelada y extremadamente sensual, como un ronroneo.

No comprendí que dijo porque estaba totalmente excitado y con la cabeza en otra parte.

-Kanon..máas..!-Le pedí rogandole.

No se dió a esperar y me levantó un poco, penetrandome con cada vez más fuerza.

Podía oir el chocar de su pelvis con mis nalgas, ruido que resonaba por todo el santuario de géminis.

Esto no hizo más que excitarnos.

Dirigí mi mano hacia mi miembro para manipularlo, pero Kanon se me adelantó.

Tomó mi miembro y empezó a amasarlo con fuerza.

Solté un gemido más sonoro, algo ahogado.

Era tanto el placer que sentía que creí que me desmayaría o me quedaría inconsiente de un momento a otro.

Era algo tan intenso..tan...íntimo.

Estocada que va, estocada que viene y Kanon se vino dentro mío, mientras yo manchaba sus manos con mi semen.

Sentí la cabeza de Kanon en mi hombro.

No dijimos nada en esos momentos, pero luego escuché suaves jadeos roncos.

Kanon se había dormido y estaba roncando.

Sonreí, acariciando sus cabellos azulados.

Comenzé a escuchar pizadas en el parqué, por lo cual mi mirada revoloteó de un lugar a otro.

Me escondería? Me quedaba allí?

Hice lo más cobarde que me pareció: me hice el dormido.

Sentí un cosmos que se acercaba, y, cuando lo hizo completamente, dejé de respirar.

Era el cosmo de Saga..Saga de Géminis.

Entreabrí un poco los ojos, de manera que yo pudiera verle sin el darse cuenta.

Nos miró con un destello de...¿dolor?

No, quizás me pareció.

Ví surcar por su rostro una mueca de ira, de insatisfacción y, nuevamente, de dolor.

Soltó un suspiro y desapareció en una habitación.

Ni me moví, nunca había tenido tanto miedo como entonces.

Cuando Saga regresó, llevaba en sus manos una manta.

Se acercó tanto a mí que tuve que cerrar por completo los ojos, ya que por más poco que los tuviera abiertos, podría haberme visto.

Ante mis pensamientos atónitos, sentí algo cálido en mi cuerpo.

Agradecí, pues el sol no tardaba en esconderse, dando paso a una fría noche.

Cuando Saga se sentó a mirar televisión, entreabrí un poco los ojos nuevamente, curioso.

Tenía los ojos perdidos, nublados, incluso me pareció ver que lloraba.

Yo estaba cubierto por una sabana de color crema.

Hice un intento para ver a Kanon, y me sorprendí al ver que el no estaba cubierto.

Entonces..¿Saga se había preocupado por mí?

Yo era muy enamoradizo.

Aquella pequeña acción de Saga, había logrado captar mi atención.

Me sentía atraído hacia Kanon, y, al mismo tiempo, hacia Saga.

Kanon era tan fogoso..tan sensual!

Y Saga parecía ser en el fondo una persona dulce...y misteriosa.

Y estaba confuso.

Así me sentía.