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MELPOMENE por Kitana

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Notas del fanfic:

]Todos los personajes de SS pertenecen a su autor, Masami Kurumada, yo sólo los tomo prestados y los deformo un poco con fines enteramente lúdicos y no lucrativos.

Notas del capitulo: Ummm pues no hay mucho que comentar, sólo es una idea que tenía desde hace mucho XDD

Salió despacio de aquella habitación saturada con el aroma de un perfume carísimo mezclado con el aroma de un fino licor. No quería verla, no quería hablarle más. Se sentía vacío, se sentía tanto o más solo que horas atrás cuando decidiera acompañar a la mujer que yacía dormida en ese lecho testigo de una más de sus aventuras.

 

Tomó su ropa y se vistió a prisa y en silencio, se dijo que era una suerte que ella tuviera el sueño tan pesado a causa de lo que había bebido.

 

Había sido otra de esas noches de excesos, de esas en las que parecía querer olvidar aún su nombre, siempre seguidas por un desafortunado amanecer. Ya fuera un hombre o una mujer su acompañante, siempre se sentía solo, incomprendido, fuera de lugar, como si sus emociones y sentimientos carecieran de interés para el resto del universo.

 

Cerró cuidadosamente la puerta, esperando no causar más ruido del necesario. Seguramente al cabo de unos días ella le llamaría y le preguntaría porque se había ido de aquella manera, porque no le había llamado... como de costumbre, no tendría una respuesta satisfactoria y esa chica terminaría por ser una más de la interminable lista de las personas que acabarían detestándole por su facilidad de evadir el compromiso o aún un segundo encuentro.

 

No sabía porque cedía a situaciones semejantes si eso no era lo que buscaba, en realidad no sabía ni siquiera lo que buscaba, solo apagar esa sensación de vacío, esa sensación de no saber cual era su lugar en la vida, de desconocer absolutamente todo, aún sus propias reacciones ante circunstancias previamente vividas.

 

Escapó de aquel departamento cual si fuera un ladrón, refugiándose en el silencio y la oscuridad de la madrugada en Praga.

 

Le habían bastado un par de noches para convencer a esa reticente mujer de compartir su lecho, pero ¿había servido de algo? En esos momentos le parecía que no. Su sensación de vacío era enorme, incesante, plagada de voces que le decían que no debía engañarse, que ese era su futuro, que el mañana no le deparaba sino más de lo mismo, más y más soledad y oscuridad en su horizonte...

 

El espejo en el elevador le devolvió una imagen suya cansada y con cara de espanto. No se reconoció en aquellos ojos que gritaban aburrimiento y desconcierto. ¿Ese era él? No podía reconocerse...

 

El timbre del elevador al llegar a la planta baja le distrajo de sus temores. Salió a toda prisa de ese cubículo de cristal y acero sintiendo que iba a desmayarse. Empezaba a pensar que esa clase de situaciones no podían continuar, pero, ¿cómo frenarse? No podía, simplemente no podía, era más fuerte que él, mucho más fuerte que él.

 

Se sabía atractivo, más que atractivo, sus amantes siempre le calificaban como hermoso, bellísimo... podía decirse que lo tenía todo, pero ¿de que le servía si cada día crecía en su interior ese vacío que parecía dispuesto a devorarlo todo?

 

Subió a un taxi sin fijarse, consultó su reloj, tenía menos de dos horas para volver a Atenas, para volver a casa, a lo conocido. Tenía que pasarse aún por el hotel y recoger su maleta antes de ir al aeropuerto.

 

Indicó al conductor hacia donde ir y se sumergió en una especie de ensueño, recordando el pasado, esperando encontrar la raíz de su profunda tristeza, de ese desinterés por la vida, pero no podía hallarla... simplemente era él, simplemente no encajaba con nada de lo que estaba a su alrededor, la inevitable pregunta vino a su mente, ¿era él o era el resto del mundo? No tenía respuestas. Nunca las había tenido, y tal vez nunca las tendría.

 

Arribó a su hotel y subió a risa a buscar sus pertenencias, no quería perder el avión. De camino al aeropuerto, recibió una llamada.

 

- ¿Qué? - dijo con cierta agresividad.

 

- Buenos días también para ti Afrodita, como de costumbre es un placer saludarte.- le dijo la voz al otro lado del teléfono.

 

- ¿Qué quieres Jones?

 

- Asegurarme de que no estás enredado entre los muslos de nadie, tienes que tomar un avión, ¿recuerdas?

 

- Voy camino al aeropuerto.

 

- ¿Qué tal Praga?

 

- Aburrida, tan aburrida como era de esperarse.

 

-Eso significa que mi ejecutivo estrella cerró el trato, ¿no es cierto?

 

- Trato hecho, contratos firmados y un enorme cheque en mi portafolio.- dijo Afrodita con cansancio.

 

- Por tu voz me supongo que te lo has estado pasando bárbaro, conociéndote, sé que habrás terminado cerrando el trato en la cama de alguien.

 

-  Vete al demonio. - dijo Afrodita con molestia. -Sabes que no hago esas cosas cuando se trata de negocios.

 

- Pero cuando es extraoficial...

 

- Cállate y prepara mi cheque, me debes un cuarto de millón por este viaje.

 

-  Lo sé, lo sé, nunca olvido un buen trato. Te veré cuando vuelvas.

 

- Eso será en una semana.

 

- Dijiste que mañana mismo...

 

- Y tú dijiste que me darías vacaciones y me has enviado a cerrar este trato que los incompetentes de tus socios no pudieron cerrar.

 

- Bien...toma tus malditas vacaciones y nos vemos en una semana, solo no te olvides de enviarme el cheque.

 

- No lo haré, a diferencia de ti, no acostumbro a quedarme con nada que no sea mío. - colgó sin esperar respuesta del otro, estaba molesto, no entendía porque siempre insistían en restregarle en la cara lo que era, como se comportaba, como si él no lo supiera...

 

Abordó el avión muerto de cansancio y fastidio, la sola idea de que en cuanto tocara tierra se apartaría de todo lo que le causaba estrés le tranquilizó. Tenía tantos deseos de librarse al menos por unos días del ambiente de la oficina.

 

Se dijo que tal vez era el momento de comenzar de nuevo en otra firma, de cambiar al menos los rostros de los que le rodeaban, en su experiencia, sabía que en todas las firmas hallaría lo mismo, lo único que cambiaba eran los rostros de los que se encontraban cerca.

 

El vuelo no fue tan largo como esperaba, al descender en Bali el clima era perfecto. Se tomaría esa semana de merecidas vacaciones, había apagado el celular y no tenía intenciones de volverlo a encender hasta que llegara a la ciudad de vuelta de sus vacaciones. Llevaba dos años sin tomar vacaciones, aunque no por ello había dejado de viajar.

 

Luego de recoger sus maletas en la banda, se dirigió a su hotel. Una vez ahí, tomó su laptop y verificó que la transferencia de fondos a favor de su jefe se hubiera realizado. Comprobado aquello se dispuso a dormir, llevaba al menos doce horas sin hacerlo.

 

Se despertó al día siguiente. Estaba listo para comenzar sus vacaciones. Iría a un espectáculo de danza tradicional y más tarde a un buen restaurante a comer alguno de los platos típicos de la región.

 

Aquella semana le pareció la más corta de su existencia. A pesar de haberse divertido, de haber disfrutado de lo mejor durante ese viaje, no se sentía mejor que al principio, acaso había descansado del estrés de la oficina, pero, fuera de eso, todo seguía igual.

 

Aquella tarde de agosto se encontraba en su departamento desempacando, comenzó a pensar, a repasar lo que era su existencia. Se dijo que, en efecto, tenía cuanto podía desear, sin embargo, algo le faltaba. No podía definir que era, pero sabía que sin ese algo, no podía afirmar que su vida estaba completa.

 

Era exitoso, tenía más dinero del que podía gastar, además era atractivo, nunca nadie se había negado a alguna petición suya, nunca nadie le había dado un no por respuesta. Le bastaba sonreír un poco y galantear para que quien él lo deseara compartiera su lecho, le bastaba pedirlo para que lo que deseara le fuera concedido, lo tenia todo... excepto ese algo que no conseguía definir.

 

No quiso seguir pensando en ello, se dio una ducha, se vistió cómodamente y salió a beber algo en un bar, con un poco de suerte no tendría que esperar demasiado para tener compañía.

 

Tomó por último las llaves de su auto y se dirigió a la zona de la ciudad que acostumbraba a frecuentar. No tenía idea de lo que quería encontrar, solo quería cambiar, alterar su entorno, saber que era exactamente lo que estaba buscando...

 

Se detuvo en ese bar que todos sus amigos solían frecuentar. Lo más probable era que no se encontrara a nadie, pero valía la pena intentar.

 

Se sentó ante la barra haciendo gala de elegancia y sensualidad, más de uno giró el rostro ara verle desde que entrara, y con ese gesto, simplemente se ganó más miradas. Como era su costumbre, no le dio importancia, llamó al bar man y le pidió un vodka tonic, no quería pensar demasiado esa tarde.

 

- Hey Afrodita, te hacía en Bali todavía. - dijo uno de sus amigos sentándose a su lado, el recién llegado vestía de estricto traje y corbata, en contraposición a su atuendo más informal.

- Hola Death. Decidí regresar antes de lo previsto. - dijo agitando su trago.

- A ti siempre te aburre todo, ¿no es cierto?

- Es el lado malo de tenerlo todo... - los dos rieron, más la risa de afrodita sonó un tanto vacía. - Y, ¿qué haces por aquí?

- Nada, solo vine a pasar el rato.

- Creí que estarías con tu noviecito.- dijo burlón el rubio.

- Hey, Misty te adora, no sé porque siempre hablas así de él.

- Es broma, sabes que también lo aprecio.- dijo revolviendo una vez más el contenido del vaso que sujetaba su pálida mano.

- La verdad es que he estado viniendo a diario en espera de que te aburras, tengo algo que proponerte.

- Pierdes tu tiempo Death, no voy a acostarme contigo, Misty me cae demasiado bien. - dijo Afrodita entre risas.

- Idiota... nunca te propondría eso, sería... incesto. - dijo el moreno con una mueca de asco.

- ¿De que se trata Death?

- Negocios querido amigo... - dijo Death Mask con una mirada extraña.

- ¿Qué clase de negocios?

- Uno muy bueno.

- Habla.

- Me independicé de mi padre, cuento con una magnifica cartera de clientes, sin embargo, necesito a alguien de confianza para que me apoye en todo esto. La única persona en la que pude pensar eres tú, amigo a pesar de todo lo que se ve en este medio, eres de lo más honesto, por eso quiero que seas mi socio. Todo esta montado y perfectamente instalado, todo lo que tienes que hacer es instalar tu hermoso trasero sueco en una linda oficina del centro, ¿qué dices?

- Digo que acepto, sinceramente estoy harto de Jones. - dijo Afrodita con una sonrisa.

- Entonces esta hecho, todo lo que tienes que hacer es renunciar a tu repugnante empleo y venir a vivir la vida de jefe a mi lado. - le dijo Death Mask con una sonrisa. - Llamaré a Misty, hay que festejar nuestra sociedad amigo.

- No antes de que estudie el contrato.

- Demonios... no eres el mejor en esto por nada... - dijo Death, colocó su portafolio sobre la barra y extrajo de él una carpeta bastante gruesa que puso en manos de Afrodita. El sueco tomó aquella carpeta y comenzó a leer.

 

Afrodita devoraba las páginas de aquel documento sin detenerse más que para cambiar de hoja. Los clarísimos ojos azules del sueco iban de una línea a otra con una velocidad vertiginosa.

 

Minutos más tarde, luego de hacer algunas anotaciones al margen, le devolvió el documento a su amigo.

 

- Te felicito Death, ya tienes un socio. - dijo ofreciéndole la mano. Su amigo le dirigió una enorme sonrisa.

- Espero que ahora si podamos festejar.

- Podemos, y lo haremos, en cuanto visite mi ex oficina, me gustaría sacar algunas cosas de ahí.

- De acuerdo, yo mismo te llevaré. - dijo Death.

 

Pagaron la cuenta y se dirigieron al suntuoso edificio en el que se hallaba asentada la firma para la que hasta ese día laborara Afrodita. El sueco no se anduvo con rodeos, se presentó ante el director general y le expuso la situación, Jones hizo un gran escándalo, no iba a aceptar tan fácilmente que su estrella se fuera, ofreció dinero, ofreció a Afrodita ser socios, pero el sueco se negó en redondo.

 

- Sabes que no necesito el dinero, tampoco ser tu socio, todo lo que necesito es un cambio, este lugar me tiene harto. Con que, no puedo decir que haya sido un placer, hasta luego. - dijo para entonces salir de la oficina y recoger sus pertenencias en su privado.

 

Ahí lo esperaba Death.

 

- Amigo, la has armado en grande, desde aquí podía escuchar los gritos de tu jefe, si que tiene buenos pulmones. - dijo entre risas el italiano.

- Vamos, no ha sido para tanto, el viejo puede contratar a alguien más y asunto resuelto. - dijo Afrodita con desparpajo. - Tiene dinero y el dinero lo hace casi todo.

- ¿Casi?

- Si, hay cosas que solo consigue el encanto. - dijo el sueco riéndose.

- Como sea, recoge lo que sea que vayas a llevarte y salgamos de aquí, esta gente me provoca jaqueca.

- A ti todo te provoca jaqueca. - dijo Afrodita abriendo un cajón de su escritorio. Death lo vio sacar algo que se guardo en el bolsillo. - Estoy listo, vamos, salgamos de este lugar.- dijo con una suave sonrisa. No sabía que era lo que venía, pero seguro que al menos sería un poco distinto a lo que abandonaba.


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