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El Viaje del Alma por katzel

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No tengo miedo, Tetsuo...

Aunque aquí hace mucho frío y mi pequeña barca de papel pueda hundirse con las olas o el viento de un momento a otro.

No tuve miedo cuando descubrí que iba a morir.

Saber que todo lo que amaba estaba destinado a desaparecer en la ilusión de un sueño me trajo una intensa paz.

No me derrumbé cuando luego de muchas evasivas, los doctores se dignaron a confesarme que no llegaría a ver derretirse el blanco manto del invierno.

Simplemente cerré mis ojos preguntándome hasta qué punto las personas que mueren dejan de ser ellas mismas... y si luego de aquello podría ser yo nuevamente... si habría algo a qué llamarle sonrisas o lágrimas... si mis pensamientos al igual que antes llegarían a ti claramente antes de ser pronunciados.

 

Recuerdo que cuando me lo dijeron me hallaba ante la inmensa ventana de cristal siguiendo con mis dedos los errantes copos de nieve.

En vano esperaría verles en sus fabulosas formas fundiéndose con los primeros rayos de sol creando arcoiris desde la tierra hacia el cielo.

Y los capullos de mariposa estarían aún cerrados para el día en que yo muriese.

¿Era cruel?

¿Debía sentir pena?

¿Entonces por qué estaba tan tranquilo?

El miedo no fue lo que se adueñó de mi corazón sino la nostalgia.

Nostalgia de velar por tus sueños... de cuidarte con la constancia de mis tiernos días de pequeño animal solitario... de recordarte inclinado sobre tus cuadros de madreselvas y hermosas fieras ondeando en su salvaje naturaleza.

Tanto talento... en la punta de tus dedos...

Creo que morirías si te quitaran las manos y los ojos... serías sólo una sombra y no la persona maravillosa que es capaz de animar los días de lluvia... que me dice que jamás se apartará de mi lado...

Es una lástima, Tetsuo que haya sido yo quien se apartó del tuyo.

Cada vez que te veía con la piel manchada de azul en el amanecer, entregado por entero a tu creación, sentía ganas de encerrar tus manos entre las mías y llorar sobre tu espalda diciendo:

"No me ames, Tetsuo... por que voy a morir..."

Pero tranquilamente limpiaba tu suzuri... doblaba tus trajes, barría tu estancia...

Así demostraba cuáles eran mis sentimientos por ti.

No me atrevía a interrumpir el flujo violento de la vida corriendo por tus venas.

¿Puedo confesarte que de esas noches en que la locura te hacía pintar inacabablemente tomé nuestros mejores recuerdos?

Jamás me arrepentí de ser una sombra ante la maravilla de tu magia.

Por que sólo ver todo tu potencial convertirse y volar haciendo sonreír a los demás era lo que me hacía feliz a mí también.

Así que traté de ocultar mi terrible deterioro de tus ojos y deshacerme poco a poco entre las cosas que iba a extrañar para siempre.

Deseaba quedarme entre los bambúes del jardín, en nuestra alcoba tranquila y tibia, en la cocina en los olores de lo que hacía con todo mi corazón, que mis huellas rodearan el pequeño estanque y mis manos se perdieran en tus ropajes flotantes para que cada vez que te preguntaras "¿dónde está el pequeño Takeru?" cada una de esas cosas te respondiera y nunca te sintieses solo.


No te haría sufrir en la espera de una larga enfermedad.

Soportaría hasta que fuese fulminante.

Para decirte exactamente lo que tenía que decir.

"No temas, sólo estoy empezando el viaje del alma"

Sé que no puedes entregarte a tu arte ahora... pero en el futuro lo harás, Tetsuo... por que así fue como me enamoré de ti y así fue como pensábamos vivir para siempre.

- Dios ha querido hablar conmigo un poco antes - te dije mientras apretaba tu mano - ... yo le hablaré de ti... le diré todo... le contaré cómo nos conocimos y por qué no puede llevarte a ti... le pediré que siempre te guíe y que me permita conversar contigo para contarte qué sucede después de la muerte.

Recuerdo que gritaste...

Y luego acercaste tu rostro para darme un beso.

Lamento haberme ido antes de recibirlo.

La esencia de ese beso dado al aire me hizo comprender mi propia naturaleza espectral.

A partir de ahí empecé a viajar para recoger mis pasos.

Fui a la antigua casa familiar, en el barrio tradicional donde mi padre me enseño las primeras letras y donde mi madre realizaba sus dulces oraciones en los templos.

Vi los pasos de danza de mi hermana mayor y volví a escuchar su voz.

Recorrí los antiguos salones de mi escuela primaria y me sentí niño una vez más, salí en medio del sol al recreo a jugar entre las risas de los demás, di vueltas por la noria y moví los columpios con el viento.

Luego paseé tranquilo por los salones del instituto a ver el viejo reloj donde nos vimos por primera vez.

Y fue como vivir ese momento una y mil veces más.

Tú seguías con ese traje negro de escolar aplicado y yo miraba al cielo y me preguntabas si podías hacer un cuadro de mí en esa posición, lleno de esperanza...

Espero que así me recuerdes siempre, Tetsuo, como esa persona que podía buscar sus ilusiones arriba, muy arriba...

Corrí tras mi propia sombra en las arenas de esa preciosa marisma a la que me llevaste cuando salimos y nuestras bufandas rozaban las mejillas ruborizadas.

También volví a vivir todas las noches en nuestra casa luego de aceptarte dentro de mi corazón.

Gritar esos ¡"te amo"! con tanta fuerza me estremeció y sentí nuevamente aquella confusión de pasión y amor habitando en mí.


Y ahora, en el río, con la vela que simboliza mi espíritu, desplazándose tranquila por el agua en un barco de papel... ahora que recién te has atrevido luego de tantos años a dejar partir mi recuerdo, por fin puedo volar lejos y decirte hasta dónde he retornado y hasta qué punto soy tuyo.

No temo a nada, Tetsuo...

Ni siquiera a tu olvido...

He tenido una buena vida... y me has amado como a nadie... por eso... por eso... tiende tus manos a mí y mírame por última vez... y deja que te diga que cuando uno muere... empieza a vivir en cada pequeña cosa que ha sido importante...

Mi vela se está apagando y tu no dejas de llorar.

¿Por qué estás sufriendo tanto, Tetsuo?

No lo hagas... la vida es tan bella... y hay tantos amaneceres y atardeceres que aún tienes que pintar.


- ¡Takeruuu! ¡Takeruuuuu! - gritabas a la orilla llamándome.

Y antes que el viento de la noche pudiese arrastrarme otra vez lejos de ti aparecí ondeante acercándome a tu lado.

- Takeru... esto es...

- No es un sueño - te dije desde mi eternidad - ... es real...

- Oh Takeru desde que te fuiste yo no he podido pintar, no he podido atrapar nada del terrible mundo por que nada de eso existe ya para mí... desde que no estás a mi lado siento que es una prisión horrible y sin vida y no quiero continuar.

Sollozabas conmovedoramente arrodillado entre los brotes de las plantas verdes.

- Tetsuo... no debes mirar así la naturaleza que te rodea...

- Takeru...

- Tú me diste todo lo que deseaba... y fui tan feliz contigo... tan inmensamente feliz que ahora no queda en mí odio ni frustración... no hay ningún sentimiento negativo... ha sido lo que ha tenido que ser... y aún es eterno... sólo deseaba algo antes de irme...

- Takeru...

- El beso que no recibí... el beso que me diste... el beso que me pertenece...

Toqué tus mejillas mojadas en llanto y deseé transmitirte toda mi paz y mi buena voluntad, toda mi confianza y mis ansias de futuro, todas mi vivencias...

Dejaste de llorar y tu corazón se sintió aliviado por entero.

La vela ya estaba a punto de consumirse entre las luciérnagas.

Empecé a girar en el aire.

- Sabes Tetsuo... - dije soltando tus manos - ... cuando uno muere el viaje no termina... no hace más que empezar... es una aventura maravillosa... un camino sembrado de amor... es tan hermoso... te esperaré... te esperaré en la eternidad, por eso vive feliz... y sé eterno para que podamos encontrarnos...

- Takeru...

- Mis huellas siempre irán a casa... a casa... allí estaré siempre... contigo... el viaje del alma es el retorno al lugar donde fuimos más felices... y por eso sé que estaremos juntos... por eso no puedo llorar... por que no es un adiós sino un hasta luego... sonríe siempre y se valiente... Tetsuo...

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Aquí estoy tranquilo...

Dentro de sesenta años, Tetsuo siendo un anciano vendrá a esta misma habitación y se echará a descansar y cerrará los ojos y no los volverá a abrir en el mundo de los vivos.

Sino que despertará para emprender su propio viaje.

Recorrerá todas las rutas de su infancia y juventud y tocará la puerta.

Y cuando le abra me lanzaré a sus brazos diciendo suavemente: "Bienvenido"

Notas finales: * El título del episodio es la última frase de la novela de Isaac Asimov: El fin de la Eternidad.

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