Ron abrazó con fuerza a Matt, recorriendo su boca, ansioso. Llevaban mucho tiempo sin poder estar un rato a solas. Siempre tenían que estar a escondidas vigilando que no les viera nadie.
-Te he echado de menos – murmuró Matt entre un beso y otro.
-Yo también – le susurró Ron en el oído.
Matt le acarició el pelo largo y sedoso de un rubio demasiado claro. Ron le agarraba de la camiseta con fuerza, no quería separarse nunca de él.
Entonces la puerta del vestuario se abrió de un fuerte golpe y el equipo al completo de rugby entró haciendo ruido y hablando en voz alta.
Matt, asustado empujó a Ron hacia atrás, haciéndole caer de espaldas.
-¡Hey, Matt! Menudo partido te perdiste – le gritó un chico rapado a Matt que se sacaba una camiseta llena de sudor.- ¿Qué hace aquí Ron?
-Iba a venir a veros, pero le encontré tirado en el suelo. Debe haberle dado una bajada de tensión o algo así-murmuró Matt señalando a Ron.
Ron agachó su cabeza y Matt pudo apreciar un brillo en su mejilla, ¿una lágrima?
El rubio se levantó torpemente y observando el suelo del vestuario salió pidiendo disculpas entre dientes.
-¿Qué hacía aquí este marica? – dijo el chico rapado- seguramente habrá venido a oler nuestros calzoncillos.
-No creo, seguramente se habrá perdido – le contestó Matt mirando por donde se había ido Ron.
-Qué inocente eres, Matt.
***
Las noches significaban muchas cosas para Matt y Ron. Al amparo de la oscuridad quedaban, se besaban o se mandaban mensajes románticos y furtivos.
Aquella noche Ron esperaba impaciente a que llegara Matt en una esquina, pisándose los pies de frío y acariciando las dos chocolatinas que llevaba en su bolsillo y que había conseguido de contrabando (ya que en el instituto estaban prohibidas).
Llevaban mucho tiempo planeando su salida nocturna, y ni el frío, ni el aburrimiento podrían con Ron.
Cuando oyó unos sonoros pasos que se acercaban, su corazón pisó el acelerador a fondo, pero se aceleró más todavía cuando descubrió que venía mas gente.
“Que no sean del equipo de rugby, que no sean del equipo de rugby” suplicó el rubio cerrando los ojos. Sin embargo, aquel día Ron no tenía la suerte de su lado y maldijo para sí cuando vio acercarse a aquel grupo de deportistas descerebrados y brutos.
Se quería volver invisible, desaparecer y volver a su segura habitación, donde nadie le gritaría, ni le insultaría.
Entre los chicos pudo ver a Matt, riéndose con otros jugadores celebrando la victoria. Ron creyó que Matt aprovecharía el momento para hacer público lo suyo, ¡qué inocente era! Lo único que hizo fue pasar de largo sin ni siquiera mirarle. Ron sintió como su corazón se rompía como una figura de cristal.
-¡Maricón! – un chaval con una sudadera oscura le escupió el insulto al oído, terminando por romper el frágil corazón de Ron.