Hileras de tropas se enfilaban hacia su castillo. El fin era inevitable. Su ultima estrategia había fracasado, los gemelos no pudieron sellar el paso en las montañas y ahora sus espadas eran exhibidas por el enemigo como trofeos. ¿Qué podía hacer si los dos generales mas grandiosos que dio su reino habían caído?. Acomodo su cabello rojizo tras sus orejas y luego se coloco con determinación su corana de diamantes.
-La rendición o la muerte- gesticulo Afrodita, su mano derecha y ministro diplomático
-¿Qué?-
-el enemigo lo envía- justifico el peliturquesa entregándole un pequeño pergamino que Camus arrebato de sus manos
-"La rendición o... la muerte"- leyó el rey con su acompasada voz. Pese a lo delicado de su situación él jamás dejaría traslucir sus sentimientos- será la muerte entonces- pronuncio con convicción a la vez que empuñaba su majestuosa espada.
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Las inmensas puertas de ébano del reino Diamante se abrieron de par en par a la caída de la tarde. La guardia de Cristal, la ultima resistencia, se hizo presente en totalidad, no eran más de cien guerreros, pero acompañarían a su rey hasta el final. Sonoras carcajadas estallaron en los labios del enemigo que se contaban por miles al verlos.
Sin embargo, el bullicio ceso cuando de entre medio de los guardias del castillo una figura de presencia cautivante se hizo presente. Todas las miradas se fijaron en el rey Camus. Su armoniosa armadura resplandecía como un diamante y el enemigo no dudo que ese fuera el material con el que fue forjada. Los pasos firmes e imperturbables, el cabello rojo como el fuego y la mirada altiva, arrogante, fría, temeraria... parecía un Dios. A mitad del camino entre su tropa y la enemiga se detuvo y desenfundo su espada.
-Nunca oí de una presa que se pusiera voluntariamente al alcance de un cazador- el provocativo comentario proveniente del bando enemigo tomo la forma de un guerrero ataviado en su totalidad en una armadura de oro.
-Espere, señor- clamaron al unísono varios generales del reino de Antares, sin embargo, su líder avanzo hasta ponerse por delante de su ejercito.
Tranquilamente el líder retiro su casco y dejo ver su ondulada y dorada cabellera, sus angulosas facciones, sus radiantes ojos turquesas, su bronceada piel, su cínica sonrisa.
-¿La rendición o la muerte?- pregunto divertido una vez que estuvo a escasos metros del pelirrojo
-El reino de Cristal jamás bajo su cabeza ante nadie y jamás lo hará- asevero Camus con dignidad
-Y el reino de Antares tiene por tradición efectuar esa pregunta antes de conquistar un reino, pura formalidad claro- le explico el rubio a la vez que liberaba de su funda su espada de plata- conmigo a cargo la única elección posible es la muerte- murmuro acercando sus labios a oídos del pelirrojo- ¡acábenlos!- resoplo retornando hacia sus hombres
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-Por ordenes del príncipe Milo se recuerda a todos los ciudadanos de esta región que el toque de queda comienza al atardecer. Quienes violen sus órdenes: morirán... Por ordenes del...- una y otra vez la misma cosa, toda la mañana y toda la tarde los anunciantes de Milo repetían el mismo mensaje. Poco ya importaba morir pensó mientras terminaba de tallar el pequeño trozo de madera.
Era invierno en Cristal, uno de los mas duros en el ultimo siglo. Los soldados de Antares acostumbrados a las altas temperaturas de su reino en el norte trataban de permanecer muy juntos y muy quietos cerca de sus improvisadas fogatas en los puestos de vigilancia.
El joven pelilila se movió con cautela y seguridad a través de las oscuras y silentes calles. Había nacido allí, conocía ese rincón del sur del mundo tan bien como las palmas de sus manos. Bastaban con tres días de marcha para llegar al paso de las montañas se animo a si mismo mientras ceñía mas su abrigo de piel a su delgado cuerpo.
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El pelirrojo subió esposado las escaleras de "su" castillo hasta llegar a "su" cuarto.
-Aquí lo tiene señor- dijo el guardia que lo había conducido desde el calabozo hasta allí a la vez que lo empujaba bruscamente hacia la alcoba
-Muy bien Aldebarán. Ahora retírate- ordenó el joven rubio incorporándose sobre su cama
-¿Quién te crees para tomar mi castillo y usurpar mi cuarto?- irreverentemente lo increpo Camus
-¿Quién te crees tú para hablarle en esos términos al nuevo señor de este castillo?-remedando divertido el tono molesto de Camus hablo Milo
-¿Por qué demonios aun no me matas? Es una deshonra para un rey esta situación- pronuncio con rabia el pelirrojo
-Pues por lo que he aprendido en estos días para tu pueblo hay tantas deshonras que aburre- le respondió burlón el rubio encaminándose a el
-No ofendas a mí...- pero el pelirrojo no pudo terminar cuando la boca del rubio apreso la suya
-arghhhhhh- grito Milo de repente empujándolo- ¿como te atreves a morderme idiota?-
-¿Cómo te atreves tú a tocarme?-
-Voy a tocar más que tu boca esta noche así que empieza a calmarte- advirtió enojado Milo mientras barría con su mano la sangre de su comisura
-Juro que si...-
-No jures en vano porque no hay nada que puedas hacer. Si te dejo vivir es solo por la estupida superstición de mi pueblo de que los reyes poseen sangre divina, pero si se me antojara te haría comida de perros ahora mismo-
-Entonces hazlo-
-No antes de que me des lo que quiero-
-¿Y que quieres? ¡Ya tienes todo lo que es mió!... mi reino, mi palacio, mi cuarto... ya no tengo nada que justifique mi vida ¿Qué demonios puedes querer?-
-Tu virginidad- pronuncio desenfadadamente el rubio mientras acortaba con sus pasos la distancia
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El paso de las montañas se abría majestuoso y temible ante su vista. Había un puesto de guardia en las laderas de las gigantescas montañas Yin y Yang. Se mordió los entumecidos labios con bronca antes de disponerse a tomar el camino de Yomotsu. Tras respirar profundamente aferro sus níveas manos a la saliente rocosa más cercana y comenzó a ascender. Cuantos más metros escalaba, mas lagrimas nublaban sus ojos. No era el peligro, ni el suelo que se perdía de vista lo que lo devastaba sino el recuerdo.
FLASH BACK
-¿No confías en mí?- inquirió el peliazul exagerando el timbre de decepción en la voz
-Si, pero...- con tono de soldado que han mandado a morir hablo Mu
-Claro que es peligroso y que un paso en falso podría costarte la vida y que tus sesos podrían acabar regados a lo largo de la ladera de la montaña y...-
-Amor, no me estas alentando- lo detuvo el pelilila sintiendo que necesitaba un baño con urgencia
-jajá es solo me gusta verte mas pálido de lo normal... descuida, conozco el sendero Yomotsu tanto como el tonto de Death y su hermano Ikki y además llevamos cuerda, martillo, clavo. Amor, si tu cayeras yo lo haría contigo y por elección- le confeso besando con suavidad y detenimiento la boca de su amante
-Ahora si me siento motivado- pronuncio divertido el menor tomando las herramientas
-Perfecto, esto será fácil, siempre y cuando no haya nieve será pan comido-
-¿Porque no hay nada que no puedas hacer, cierto?- interrogo divertido Mu
-Cierto- afirmo en tono militar antes de soltar una carcajada
FIN DE FLASH BACK
La nieve caía copiosamente sobre su abundante cabellera lila, sabia que si el estuviera vivo lo hubiera encerrado en un calabozo antes que permitirle tomar semejante riesgo.
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Boca abajo y con la mitad de su ropa echa jirones soporto el intenso ultraje que le propino en rubio. Sin pudor hizo cuanto quiso con el, sin respeto, sin afecto. Era un salvaje sin sentimientos y el era su victima. Sujetaba sus esposadas manos y profanaba su piel con su lengua, con su boca. En un momento pensó que moriría de la rabia mientras trataba sin éxito de agitar sus encadenados pies. Simplemente el rubio se complacía humillándolo, destruyendo la fe de su reino con su salvaje actitud. Jadeaba de placer mientras manipulaba su miembro, mientras desgarraba su entrada y se movía frenéticamente en su interior.
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Respiro agitadamente una vez que hallo la abertura en la montaña que buscaba. Se adentro unos metros hasta llegar a un escueto pasaje tallado arcaicamente sobre la roca. Unos metros encima de su cabeza se hallaba un minusculo refugio circular. Retiro dos piedras de su bolso e hizo una pequeña antorcha. Finalmente la llevo hacia un rincón y encendio otra que por efecto domino encendio cientos de antorchas mas que iban hacia el altisimo techo.
Cuando el amanecer se aproximaba, se adentro por una pequeña abertura en el cuarto hasta... un oasis. El oasis del hielo hacia años lo habia bautizado Death Mask. Una pequeña gruta que conforme el sol asomaba comenzaba a resplandecer se llenaba de colores, de vida. Sonrio al ver las flores especiales de Afrodita poblar el lugar, al ver la minuscula cascada. Pese al paso del tiempo todo seguía igual a como la ultima vez, excepto porque el ya no estaba alli, excepto porque el ya no estaria alli... nunca.
Con sus jades desbordadas de tristeza encastro de a poco en la aspereza de la roca la cruz que habia tallado.
-Tu corazon, tu alma, tu vida... son tan eternos como estas montañas amor, Saga... tu recuerdo vivira por siempre- carraspeo apenas antes de que se le quebrara la voz
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Sus cuerpos antes tan fríos se hallaban sudorosos y sonrojados. Uno por la excitación y el otro por la vergüenza.
-Así que era cierto lo que se decía- pronuncio con un dejo de burla el rubio una vez que abandono su cuerpo. Camus solo se aparto con rabia hacia el otro lado de la cama y lo miro con incondicional odio- ¿no me digas que ahora también te enojaras por esto? Pero si te hice un gran favor- rió Milo jugando con la sangre impregnada a la sabana- bueno, admito que la primera vez siempre duele-
-Será mejor que me mates esta noche, porque si algún día tengo la oportunidad te matare desgraciado-
-ahhhh lo siento, costumbres son costumbres, en nuestro reino no matamos reyes así como en el tuyo los miembros de la realeza deben permanecer vírgenes hasta el día del matrimonio, claro una vez cumplidos los 21 años ¿te dije que investigue, cierto?- pronuncio provocativo el rubio
-Insinúas que iniciaste una guerra solo para comprobar eso-
-Oye, no te sobrevalores tanto, mi papá me dijo que eligiera un reino y llevara lo que necesitara para tomarlo. A decir verdad, dice que lo tengo harto con mis caprichos y mis gastos así que pensó que mejor me iba a vivir otro lado-
-¿Estas bromeando, no?-
-No... aunque la verdad no me esperaba que este lugar fuera tan frió... quizás deba volver a casa y pedirle otro a papá-
-¿Pero eres un demente acaso? ¿Quién demonios te crees para hacer lo que se te da la regalada gana cuando se te antoja? No piensas en la gente, en...-
-Ahhhh ya tú también empezaras a fastidiar ¡Aldebarán! ¡Aldebarán! ¡Aldebarán!- comenzó a gritar de repente Milo
-Si señor ¿Qué desea?-
-Llévate a este, ya me he quitado las ganas con él... a decir verdad fue tan pusilánime...-se burlo el rubio consiguiendo que Camus se encolerizara al punto de que el mismo Aldebarán y Milo a la vez tuvieran que sujetarlo- suerte que bajo mi ley nunca repito la presa o este tonto podía intentar castrarme si me duermo jajaj- se burlo el príncipe empujándolo a brazos de Aldebarán para que se lo llevara nuevamente al calabozo.
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-¿Dónde estoy?-
-No te muevas, estas gravemente herido-
-¿Quién... eres?- inquirió antes de perder el conocimiento
-Mi nombre es Shaka de Virgo, mi señor- murmuro dulcemente mientras acariciaba la idílica faz del hombre que habían enviado los Dioses