DOS MESES DESPUES
El reino de Antares se erigía suntuosamente sobre las arenas del desierto Escarlata, sabio nombre para una inmensidad que asesinaría sin piedad a quien tratara de recorrerlo sin los recaudos necesarios.
Camus se sintió descompuesto desde el momento en que su carro de transporte se adentro en esa ardiente región. Afrodita le sonrió para levantar su alicaído ánimo, sin embargo, la fría mirada de su rey lo decía todo.
-Mi señor, se que esto es duro pero al menos estamos vivos-
-¿Duro Afrodita?... Mi vida se ha vuelto un infierno, ya no tengo nada... Pasare el resto de mi vida entre las cuatro paredes del calabozo del hombre que destruyo mi... vivir así no tiene caso- acabo en un herido suspiro el pelirrojo
-Pero señor, al menos me tiene a mi- entregándole su mejor sonrisa se expreso hablo el peliceleste- sabe que velare por usted siempre, este donde este y...- agrego con dulzura y la mirada esperanzada
-¿Y que?-
-Mi señor, yo aun no pierdo las esperanzas de que mi amado Death este con vida y venga por mi, por nosotros-
-jajaja eres tan...- comenzó a decir Camus pero al ver el rostro afligido de su amigo, decidió mejor omitir el comentario que iba a realizar- mira Afro, se que duele, pero el ejercito de los gemelos fue derrotado, incluso mi prometido falleció en el paso, tu viste su espada en poder del enemigo, se que duele, pero... Afro tu sabes que los que no murieron peleando fueron capturados, tu sabes a presenciar que retorno Milo a sus tierras-
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-Prepárense niños, apenas llegue nuestro príncipe arrancara la ceremonia de ejecución- pronuncio burlón el carcelero Tatsumi
En el calabozo no hubo siquiera un suspiro. Los guerreros de Diamante estaban entrenados para no mostrar temor ante el enemigo. Molesto porque nadie rogara por su vida el hombre comenzó a golpear a los soldados que tenia más cerca.
-¿No dirá nada general? ¿Cómo se siente ver a sus hombres tratados como bestias sin poder hacer nada jajaja?- inquirió burlón a la vez que se acercaba a la celda ocupada por un solo hombre- ¿será que te comieron la lengua las ratas de mi prisión?- siguió burlándose, sin embargo, el general no se inmuto- en un rato vendrá el padre por tus ultimas palabras, debe agradecer a nuestro gran rey tanta caballerosidad- explico mientras abría la celda y entraba- en mi opinión es una estupidez, él dice que es un modo de demostrar respeto hacia un gran militar- pronuncio acercando su rostro al imperturbable peliazul- pero yo creo que usted no es mas que un diamantino común y corriente, un perdedor jaj...-pero la presión de la mano del general sobre su cuello lo acallaron
-Ruega a los Dioses nunca cruzarte a un soldado diamantino con las manos libres porque te haría conocer el infierno- murmuro con odio antes de dejar de apretar y empujar al hombre contra el muro
-Gozare viéndote retorcer en la horca, prepárate porque tu serás el platillo principal de la ceremonia- gruño antes de retirarse molesto por la despreciable humillación
-jajajaj ese es nuestro siempre aterrador general Kanon- soltaron a reír todos sus hombres una vez que el carcelero se retiro. Pese a las heridas y las marcas de torturas en sus cuerpos no se arrepentían de haber sido soldados de la tropa más orgullosa del ejército Diamantino.
En el general se trazo la débil mueca de una sonrisa sobre su demacrado rostro. Morir junto a ellos valía la pena.
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El viento soplaba fuerte entre los árboles y las nubes negras se movían veloces sobre las montañas. Mal presagio, una feroz tormenta llegaría pronto. Apresurado termino de recoger la leña y se adentro a su casa. Cada día desde hacia dos meses al traspasar el umbral tenia la esperanza de que él lo aguardara mejor de sus heridas, despierto de una vez por todas.
-¿Quién eres?- al traspasar la puerta de su casa un poderoso brazo rodeo su cuello con un cuchillo
-Mi nombre es Shaka... yo te encontré herido y te traje a mi casa para curarte... lamento que este lugar sea tan modesto mi señor pero no era conveniente trasladarte a casa del alcalde o la señorita Kido en sus condiciones-
-Entonces no eres tu quien me ataco- resoplo liberándolo
-No debiste haberte levantado- lo reto Shaka señalando la sangre que traspasaba su ropa- vamos debo cambiar las vendas- dijo encaminándose hacia el cuarto que el peliazul había ocupado por tantos días
Saga vacilo antes de decidirse a seguirlo. El chico no parecía de temer, por el contrario, parecía una criatura divina con esa larga cabellera dorada, esa delicada piel, esas sonrojadas mejillas y esa mirada tan azul, tan transparente
-¿En que piensas?- lo despertó de sus cavilaciones con una pregunta Shaka
-Si tu no causaste mis heridas ¿entonces quien fue?- interrogo el peliazul mientras observaba en su torso ahora desnudo la marca de una espada o daga
-No se- respondió con naturalidad el rubio a la vez que se sonrojaba mientras untaba el ungüento sobre la fornida y bronceada piel del peliazul- se supone que eso deberías contármelo tu ¿no te parece?- agrego mirándolo divertido
-Es que... a decir verdad no lo recuerdo... a decir verdad ni siquiera recuerdo mi nombre- confeso con recelo el peliazul causando que el frasco con el medicamento resbalara de las delicadas manos de Shaka
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Una vez que Tatsumi se llevara a casi todos los prisioneros, al padre le fue permitido entrar a la celda del único que quedaba en el calabozo: Kanon.
-Así que tú eres el tan laureado guerrero diamantino- pronuncio con un dejo de duda mientras examinaba de arriba abajo al maltrecho hombre. Del bello y magnifico Kanon quedaba poco tras las marcas de la tortura.
-Uno de dos- pronuncio secamente el peliazul.
-Solicitó hablar con un padre antes de que lo llevaran a la horca, imagino que tiene muchos pecados para hacerlo- pronuncio con gravedad mientras jugaba con el cordon de su capucha el padre
-Si, tengo muchos, una confesión no podría redimirlos-
-mmmmm entonces para que pidió un cura-
-Necesito hacerle llegar esto a una persona muy importante- articulo arrancando de su cuello una cadenita con una bella perla lila en el centro de un circulo de plata- ¿podría ser tan amable de cumplir con mi ultima voluntad padre?- articulo tratando de ser moderadamente respetuoso, cosa siempre muy difícil para él
-Si, pero creo que seria mas adecuado que se la entregues tu, Kanon- retirando su capucha y dejando ver su burlón rostro hablo el peliazul- Saga te lo encargo a ti, así que será mejor que cumplas tu promesa-
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Mientras se sometía al reposo obligatorio demandado por su medico personal y tomaba la amarga medicina pudo al menos dedicarse a interrogar al rubio. Sin recelo Shaka le contó sobre el sitio donde había hallado su cuerpo posiblemente arrastrado por la corriente. Le contó que era el medico de su aldea, tal como habían sido sus padres antes que él y sus abuelos antes que ellos. Le explico que ese pequeño lugar en el medio del bosque Edén se llamaba Asmita y que estaba habitado por una sociedad de costumbres muy pacificas, un pueblo que había cortado contacto con el corrupto y sangriento mundo ya muchas décadas atrás.
-Por mis heridas imagino que soy un digno habitante del sangriento mundo- se echo a reír el peliazul al tiempo que el rubio lo miraba pasmado
-¡Claro que no!... tu... tu... tu debes ser de otra aldea como la nuestra... seguro que algún guerrero malvado te ataco y se aprovecho de que tu no sabias pelear como ellos y... y te hirieron injustamente- teorizo con inocencia el menor arrancándole una carcajada al mayor- ¿de que te ríes?-
-De nada, es solo que... respeto tu teoría pero no se, siento que mi vida era un poco diferente a eso... mas movida... espero-
-Quién te hizo esto quería verte muerto- sentencio con seriedad el menor- aunque mis padres me enseñaron el poder y la calidad de todas las hierbas yo jamás tuve que recurrir a unas tan fuertes para sanar a alguien-
-Supongo que una vez repuesto podré averiguar quien lo hizo -
-¿Y para que quieres hacer eso? Aquí estas bien. No necesitas buscar a un hombre malvado que podría lastimarte de nuevo- le reprocho decidido el rubio
-Agradezco todo lo que has hecho por mi, pero sinceramente Shaka, desearía saber al menos mi nombre, lo necesi...-
-Saga, tu nombre es Saga-
-¿De que hablas?- pregunto el peliazul. Como respuesta el rubio saco un anillo de su índice y se lo extendió- es tuyo, lo... lo siento, nunca había visto algo tan bonito y... me lo probé, te lo iba a devolver cuando despertaras... ahora- se justifico avergonzado el menor
Con una sonrisa en los labios Saga tomo el anillo. En el lado interno se podía leer claramente el nombre "Saga de Géminis" mientras en el exterior se veía el símbolo de dos dagas cruzadas sobre un soporte de plata
-Sa...Saga- pronuncio con emoción el peliazul colocando el anillo en su meñique -¿Solo este anillo llevaba? ¿No había nada más? ¿Otra pista?- interrogo con ansiedad a la vez que se incorporaba totalmente en la cama
-Yo... no. No había mas- afirmo con nerviosismo- La ropa estaba echa jirones y llena de sangre así que debí tirarla. Lamento no poder ayudarte- agrego apresuradamente pero con convicción
-Descuida... me has ayudado mucho, me salvaste- agradeció el peliazul mientras el sueño y el agotamiento terminaban por vencerlo. Shaka lo miro con dulzura antes de apagar la vela y abandonar la habitación.
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Milo tomo lugar junto a su padre, el anciano rey Arles en el balcón del palacio. Aburrido el príncipe rubio contemplo al pueblo convocado en la inmensa plaza para presenciar la ejecución de los enemigos que no habían cedido a cambiar de bando. Notando la incapacidad de su padre para ponerse de pie el mismo lo hizo. Con un gesto de su mano la plaza quedo en el más profundo de los silencios.
Siguiendo la tradición de su reino pregunto a la hilera de soldados dispuestos para la ejecución en un escenario de la plaza: "la rendición o la muerte". La respuesta de los diamantinos no se hizo esperar. De sus gargantas empezó a brotar el más orgulloso y digno de los cantos de guerra de su pueblo. Molesto por la osadía Milo cruzo sus dedos índice y medio. La muerte fue sentenciada con ese simple gesto.
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El reino estaba desierto. No fue difícil llegar a la muralla norte. Todo iba perfecto hasta que el viento trajo el eco del canto de batalla de su tropa.
-No los puedo abandonar-
-No hay nada que podamos hacer Kanon-
-puedo morir con ellos-
-¿Crees que soy feliz dejándolos? mi propio hermano esta ahí pero... la prioridad es
Nuestro pueblo, vive hoy...-
-Pelea mañana-
-Debemos rescatar a nuestro rey primero y también a... debo encontrar a Afro- articulo Death sonrojándose-... y tu debes entregar el legado de tu hermano ¿cierto?- agrego para cambiar de tema
-Si, ante todo debo encontrarlo a él... y pedirle perdón- Death lo miro atónito
-jajaj ¿desde cuando una sabandija como tu pide perdón?-
-oye, mas respeto a tu supe...- Pero las palabras de Kanon fueron acalladas por la visión mas desesperante. Una inagotable visión de dunas, de arena. El desierto más temerario del mundo los aguardaba.
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Turbado subió los escalones a su cuarto. Sabiendo que no podría dormir por su falta encendió un par de velas y saco de debajo de su cama un pequeño cofre de madera. De su interior retiro con delicadeza un majestuoso uniforme azul con ornamentos en plata y lo acerco a su rostro. Aun tenía impregnado su olor o quizás su deseo nublaba sus sentidos. Luego retiro una docena de delicadas insignias con decorativas a nombre del general Saga de Géminis. Por ultimo, del fondo del cofre tomo vacilante una carta. Pese a que en esos dos meses la había leído y releído no podía evitar que le doliera el hacerlo.
"Mi amado Saga, he sabido por Afrodita que ante la inesperada invasión han decidido con Kanon recurrir al ultimo recurso... se que no hay nada que no puedas hacer amor pero sellar el paso es tan peligroso. Amor desearía tanto haber podido rozar tus labios antes de que partieras... si tan solo mi posición me permitiera acompañarte... Saga se que debí responderte anoche pero estaba tan nervioso...y se que debería hacerlo personalmente pero no aguanto mas. Claro que si amor, claro que acepto. No hay nada en este mundo que pudiera negarte. Cuídate mucho y abrígate bien. Esperare con ansias tu regreso. Tuyo siempre. Mu de Aries."
Tuvo el impulso de romperla pero se freno a tiempo. No tenía caso, afortunadamente los dioses se apiadaron de él y le arrebataron sus recuerdos. Quizás había alguien que lo amaba en otro lado, pero también gente que lo hería. Era muy peligroso, debía quedarse ahí, a su lado él estaría a salvo, porque él podía protegerlo, porque él podía amarlo tanto o más que cualquiera que haya conocido antes. No, no era una falta, estaba haciendo lo correcto, lo estaba salvando se repitió una y otra vez antes de dormir.
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Ambos fueron arrojados al unísono a su nueva celda. El calabozo de Antares era terrible. Tallado en las calientes rocas, áspero, seco. ¿Cuánto tiempo deberían vivir allí? ¿Cuánto tiempo soportarían un destino tan cruel?
-¿Estas bien?- pregunto pasmado por las lagrimas que veía en su rey
-Los mato... los mato a todos... jamás se los perdonare ¡nunca!- estallo como nunca en su vida lo había hecho. Camus, el hombre sin sentimientos al fin y al cabo si tenía corazón.
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-¿Cómo que escapo? Nadie puede escapar de muestro reino. Búsquenlo y acábenlo- furioso ordeno Milo mientras oía incomodo los reclamos de su pueblo por la cabeza del afamado general diamantino- por lo pronto cuelguen a otro criminal como si fuera él- finalmente resolvió el príncipe antes de tomar lugar junto a su padre
-¿Paso algo hijo?-
-Tonterías entre los guardias, descuida- fingiendo una gran sonrisa mintió Milo- ¿y que has decidido sobre mi pedido- pregunto cambiando el tema
-Se que cuando se te mete algo en la cabeza no tiene caso intentar sacártela, pero Milo... el reino de Ashura es muy poderoso y los rumores que corren sobre su rey Shura dicen que es un ser temible, descendiente de la casta mas sanguinaria del oeste, no es un enemigo que puedas vencer por ser mayoría como en el caso de a Diamante sino...-
-Padre, nadie es mas temible que yo al mando de mi ejercito. Los escorpiones de las arenas jamás han perdido una batalla, menos lo harán estando a mi cargo- se jacto el rubio soltando una carcajada al ver al falso general retorcerse en la horca.