Yamato era una persona a la que le gustaba la calma, disfrutaba de la paz y la armonía, del silencio y la quietud. Cuando se encontraba sin misiones o trabajos pendientes solía recostarse en un mullido sillón azul que tenía en la pequeña sala de su apartamento, y sin ningún propósito en mente, se dejaba inundar por aquel sopor de solitario estar.
La mayoría de las veces su cabeza se dirigía a uno u otro pensamiento y ocupaba aquellos minutos de ocio en regalarse largas reflexiones, otros simplemente dejaba su mente en blanco y se permitía una tranquila siesta sin tener que preocuparse de montar guardia o esquivar algún ataque proveniente del dormido Naruto.
Así era Yamato, un ser muy tranquilo y reflexivo, pero lejos de toda aquella calma siempre había alguien que la interrumpiera, quien rellenaba con su presencia completa el espacio, quien ensordeciera con palabrería constante aquel silencio que tanto añoraba. Ese alguien era Kakashi.
Porque cada vez que Yamato tenía un poco de tiempo libre aquello se repetía como una rutina. El de cabellos castaños se relajaba sobre su mullido sillón azul y luego de unos minutos aparecía esa alta figura de cabellos plateados, sutilmente encaramada en el marco de su ventana abierta, con simpático –Tenzou!- y su mano alzada lo saludaba, para finalmente internarse en su hogar, e invadir su área personal con conversaciones sosas, chistes que le hacía ponerse nervioso o incluso exigirle que le sirviera la cena.
Y extrañamente Yamato accedía a todo, con sumisa obediencia contestaba sus frases, se sonrojaba con sus chistes o le servía un plato caliente de comida en un lugar junto al suyo en esa pequeña mesa de la cocina.
El de cabellos castaños aún no quería preguntarse el porqué no le impedía a su senpai hacer todo aquello, o al menos porqué no se preocupaba en cerrar la ventana de su sala cuando no quería que este irrumpiera sin su permiso.
Porque cada vez que tenía un día libre, Yamato antes de relajarse en su mullido sillón azul, se encargaba de abrir por completo la ventana de la sala, para deleitarse con la brisa según él, pero secretamente esperando que Kakashi se apresurara en invadir el marco de madera, entrara a la sala, le llenara con todos aquellos preámbulos de frases sosas, chistes malos y reconfortante cena, solo para llegar a donde ambos deseaban, cuando caían en sintonía dulce sobre el mullido sillón, abrazándose con añoranza, derritiéndose en pasiones prohibidas, besándose con labios y lenguas cálidas, con gemidos liberados con nostalgia, y sentimientos silenciados.
Era todo un ritual, y Yamato jamás olvidaba abrir aquella raída ventana por la que dejaba entra a Kakashi.
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Bueno, como debo agregar palabras para que la página me deje actualizar, les dejo gracias por adelantado a todos aquellos que sé que me dejaran reviews, porque son unos lectores muy lindos, y este autor se los agradecerá sobremanera.
Así que no olviden, si quieren leer muchas historias, motiven a sus autores, dejándoles lindos y extensos comentarios.
Por último, Dazel los quiere mucho, y espero que hayan disfrutado, y sigan disfrutando con los relatos que siguen.
Sayo~~