Ian estaba sentado en un vagón de metro, escuchaba una canción a todo volumen. Miraba apático a la gente, todos rostros vacíos y cansados, muestras de una sociedad decadente. Cambió de canción. Decidió evadirse entre los furiosos acordes de las guitarras y los desesperados gritos del vocalista, en el clímax de la canción levantó la vista y se encontró con algo que le llamó la atención.
Era un chico, de espaldas, con la cabeza agachada y extremadamente delgado. Llevaba una mochila negra y unos grandes cascos azules que hacían que su pelo oscuro se revolviera alrededor de ellos. Movía una pierna al ritmo de su música.
Ian no podía apartar sus ojos de él. Le examinó curioso, hasta memorizar cada detalle suyo. El chico iba con un amigo, castaño con un chándal, que le hablaba animadamente y se reía a menudo. Sintió una punzada en el pecho, ¿celos de un desconocido? Imposible.
Ian apartó la mirada del chico y se volvió a concentrar en su música, ¿cuándo había cambiado la canción? Intentaba prestar atención, pero su vista se iba sola hacia los zapatos del chico desconocido, y luego subían por sus pantalones hasta que se encontraron con los ojos del amigo que le estaba señalando.
“Mierda” bajó la vista a toda velocidad intentando disimular, pero sintiendo cómo se sonrojaba. Observó como los zapatos del chico misterioso se movían, hasta girarse.
“Está mirando para ti, no hagas nada” pero Ian tenía muy poco autocontrol y enseguida volvió a levantar la cabeza encontrándose ahora con su mirada divertida.
Intentó disimular todo lo que pudo, pero se dio cuenta de que lo único que conseguía era parecer más culpable.
Y cuando buscó por tercera vez los zapatos del chico, vio como éstos se acercaban. Se quedó inmóvil, mirando al suelo.
Sintió como le quitaban los pequeños auriculares de su móvil y le colocaba sus grandes cascos. Escuchó una dulce melodía acompañada de una suave voz masculina.
“There’s only one thing
To Do
Three words
For you
I love you”
Y entonces el chico le sujetó la cara con sus manos, subiéndola hasta que quedaron los dos mirándose a los ojos. Tenía los ojos de un intenso verde azulado, Ian contuvo la respiración.
El chico se acercó hasta que sus labios se unieron en un cálido beso.El metro se paró
.-Nos vamos – dijo el amigo del chico
.Éste cogió sus cascos, le dio un rápido beso a Ian y se bajó del vagón con su amigo.Ian se tocó los labios, su boca sabía a menta.
***
-Disculpad, llego tarde.I
an entró corriendo en el garaje de Dave.
Dentro estaban el resto de componentes de su grupo de música, llamado Dirty Kids.Nicole se sentaba en una vieja rueda a la entrada, garabateaba palabras en un cuaderno mientras retorcía distraída sus castañas coletas y movía sus pies enfundados en unas sucias Converse rojas. Al otro lado se encontraba Brian sentado frente a la batería, con sus anchos vaqueros rotos y su camiseta blanca sin mangas que dejaba ver sus brazos musculosos, haciendo malabares con las baquetas. Y el fondo del todo se veía a Dave, delgado y frágil inclinado tanto sobre la guitarra que su flequillo quebradizo se enganchaba en los trastes; estaba tarareando una melodía y tocaba notas al azar.
-Siempre llegas tarde – le dijo Dave.
-Lo siento, tuve un incidente en el metro.Nicole se levantó, se alisó su vestido coquetamente y se acercó a Ian.
-Vamos a ensayar un poco, ¿vale? – le dijo cogiendo su micrófono.
Ian sacó su bajo de la funda y se colocó entre Nicole y Brian. Dave se levantó perezoso hasta colocarse en su sitio, donde tenía un taburete para sentarse mientras tocaba.
-Venga, vamos a practicar “Besos de desayuno”.
Brian dio el pistoletazo de salida con sus baquetas, todos empezaron a tocar. Dave tocaba despacio deslizando sus dedos por las cuerdas de la guitarra creando redes de acordes y sonidos, mientras Brian se movía frenéticamente golpeando con energía su batería. Ian pulsaba acompasadamente las cuerdas del bajo, haciendo de apoyo rítmico de Dave. Nicole cantaba dulcemente las letras de la canción, en perfecta sincronización con el resto de la música.
Ian se sentía cada vez más envuelto en las notas musicales, como en trance, pero sus pensamientos volaban irremediablemente hacia el chico del metro.