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El Velador de los Sueños por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto es propiedad intelectual de Masahi Kishimoto. Yo sólo utilizo a sus personajes sin fines de lucro, para el entretenimiento de todos ustedes.

 

Notas del capitulo:

hola, este pequeño shot se lo quiero dedicar a una chica que quiero mucho, Kamy_Scorpion. Ella me ha demostrado a lo largo de estos últimos días la bondad que existe en su corazón y que una persona auténticamente fuerte es aquella capaz de levantarse después de caer, o quien no cae nunca. Y también a la memoria de Gerardo, a quien la vida se llevó hace poco tiempo. Dios lo tenga en su gloria.

Kamy, chaparrita sabes que estoy contigo siempre.

 

 

Como cada noche, se ponía a ver las estrellas antes de dormir, buscando la estrella fugaz que aparecía trayendo al ser más maravilloso del universo completo. Había escuchado la historia del “velador de los sueños” de boca de su abuela y; su abuela nunca se equivocaba. Eso sólo significaba que mientras dormía, él se aparecería para poner alguna imagen linda en su mente; casi como si dibujara algún hermoso cuento con pinceladas de maravilla. Pero, para el pequeño Sasuke saber eso no era suficiente; él quería ver y platicar con el velador de los sueños y pedirle que lo llevara a volar un rato o a visitar el país de los sueños de caramelo. Desde que le habían relatado la historia, se había hecho a la idea de que ese chico que lo veía todas las noches sería sólo para él; y él sería todo suyo.

Sus reflexiones fueron interrumpidas por su madre, quien entró silenciosamente para posarse a los pies de la cama de su único hijo. La cálida sonrisa de la mujer lo embargó antes de revolverle el cabello.

-¿Sigues esperando a que se aparezca el velador?- preguntó, enternecida por la ternura del pequeño de seis  años. Desde que su madre le había contado el cuento acerca del chico que velaba los sueños de los niños no se le había quitado de la cabeza que iría con él a visitar a todos los niños del mundo; y por eso temía que Sasuke se viera decepcionado al ver que eso no sucedía.

-Sí, pero estoy seguro que esta noche sí lo veré- exclamó el pequeño en medio de un gran bostezo.  Siempre le entraba sueño y se quedaba dormido en espera de ese sujeto que se le antojaba tan místico y tan tangible al mismo tiempo. Los ojos le pesaban mientras sentía el beso que le plantaba su madre en la frente; como si lo invitara a adentrarse al mundo de Morfeo. Hubo una pausa, mientras Sasuke intentaba vencer el cansancio, antes de pedirle a su madre que le contara de nuevo la historia.

Mikoto simplemente suspiró antes de ponerse a narrar la historia que casi se sabía como letanía.

Hace mucho tiempo, quizá más del que la historia pueda decirnos,  existió un chico en una aldea. Era un joven que padecía de la vista y por tanto no podía ayudar a los hombres a labrar o a cazar; ni a las mujeres a recoger los frutos adecuados o a comerciar. En la aldea habían decidido que él sería quien se encargara de los niños pequeños mientras sus padres y madres trabajaban.

El joven lo hacía sin rechistar, y encontraba cada día más maravilloso que el anterior en compañía de sus pequeños amigos. Los niños por su parte, le platicaban del cielo y de las cosas que podían ver; tales como los insectos o los colores del arcoíris. Aunque el chico no estaba completamente ciego, todo lo que podía apreciar eran formas borrosas y poco definidas y no lograba captar la belleza de su entorno. Cada vez que los niños le contaban acerca de eso, él lograba visualizarlo en su mente, casi como si de un sueño se tratara. Tan vívidas eran las imágenes, que en sus horas de descanso recreaba, casi como si lo estuviese viendo las nubes del cielo o las estrellas en la noche; pero sabía que sólo era un sueño.

Muchas veces, el joven preguntaba a los pequeños en qué consistían sus sueños; queriendo medir lo activo de su desarrollada imaginación. Siempre se sorprendía de ver el alcance que tenían; y se cuestionaba por qué al entrar a la edad adulta los habitantes de la aldea perdían su capacidad de soñar. Era intrigante y angustiante al mismo tiempo.

Con el tiempo, cuando los niños fueron creciendo y acompañaban a sus padres a las faenas diarias; el joven se dio cuenta de que también ocurría el mismo fenómeno con ellos. ¿Qué ocurriría?

Comenzó a investigar lo que ocurría sin encontrar absolutamente nada. Su frustración iba en aumento al tiempo que, con tristeza se daba cuenta que nadie podía soñar después de los seis años en su aldea. Y lloró.

Un pequeño niño que pasaba por ahí, aunque no pertenecía al grupo de chicos de la aldea se acercó a mirarlo y a brindarle un poco de su simpatía. Le preguntó qué le pasaba y el joven le contestó que nadie podía soñar en esa aldea, y que si ellos no soñaban, él no podría volver a ver el color del cielo o la forma de las nubes. Le contestó que él podía ver gracias a lo que le relataban los niños pequeños acerca de la aldea y de sus sueños.

El niño le ofreció la mano y le dijo con voz baja “yo sé qué puedes hacer”. Le indicó el camino para llegar a la casa de un hombre muy anciano que, según se rumoreaba, hacía magia. Al principio, el joven no le creyó; pero su situación se tornaba desesperada mientras su poca visión se perdía. Así que acudió a ver al anciano.

Nadie supo qué fue lo que ocurrió allá arriba, pero el joven no volvió a aparecer en la aldea; y poco a poco tanto niños como adultos clamaron haberlo visto en sueños; pidiéndoles que no se olvidaran de soñar cada día y prometiéndoles velar por ellos todo el tiempo.

 

 

-Es por eso que lo llaman el velador de sueños- finalizó la mujer, viendo cómo su hijo cerraba los ojos; finalmente rendido ante sus pesados párpados. Lo besó y terminó de arroparlo antes de salir caminar hacia el pasillo. Mientras cerraba la puerta, escuchó un murmullo del pequeño. Seguramente se trataba de algún balbuceo referente a la historia.

 

 

 

 

Las luces de la casa estaban finalmente apagadas, lo cual marcaba el inicio de su labor de la noche. Sentía el frescor de la noche meciéndole el cabello negro mientras se acercaba con rapidez a la ventana de Sasuke. Sentía una gran afinidad por el pequeño de ojos profundos, lo prefería sobre los demás pequeños por los que debía velar ya que las imágenes que él le relataba de su día a día mientras lo esperaba por la ventana lo ayudaban a entender más el mundo que estaba fuera del onírico.

Suspiró mientras se acomodaba junto a la cabeza del pequeño azabache; le costaba creer que sólo en el mundo de los sueños pudiera ver con claridad. Una vez ahí le tocó la cabeza; disponiéndose a darle una bella historia para esa noche también…

Generalmente le ofrecía vistas de un mundo distante y lleno de diversiones; sin embargo conocía muy bien el deseo del pequeño niño Uchiha. Por lo mismo, esa noche haría una concesión especial. Sacudió un poco por el hombro al pequeño.

-Hola- sonrió mientras miraba los ojos negros abrirse. La cara de su interlocutor pasó rápidamente del letargo a la sorpresa.

-Eres tú- dijo, sin dejar espacio para la duda. Claro, era demasiado evidente que se trataba de la persona que quería conocer; a sus ojos parecía un ángel. Era casi  tan o más perfecto de lo que había pensado que sería.- Viniste.

-Siempre vengo- contestó parsimoniosamente el chico, mientras hacía su coleta hacia atrás y clavaba sus orbes en las reacciones del pequeño- sólo que tu duermes mientras yo te visito.

-Pero- dijo Sasuke ligeramente avergonzado, mientras comenzaba a jugar con sus dedos-…lo siento. No es mi intención quedarme dormido; juro que he intentado esperarte despierto.

La aflicción en la vocecita chillona del niño lo hizo abrazarlo un momento; le pesaba que estuviera triste por algo que él no podría ni controlar ni entender jamás. Intentó explicárselo, aunque con palabras un tanto torpes- No podrías hacerlo ni aunque pusieras todo tu empeño. Simplemente es imposible para un niño estar despierto cuando lo visito.

-Hey…eres un grosero- exclamó el pequeño inflando un poco las mejillas- Para mí no hay nada imposible. Algún día lo lograré; ya lo verás.

Itachi soltó una risa estruendosa y rápida –No, no podrías porque no está en ti hacerlo. Cada vez que estoy cerca de alguien es inevitable que caiga dormido. Gajes del oficio.- la cara de Sasuke volvió a cambiar, parecía más maduro y pensativo que hacía unos momentos. El velador sonrió, ese niño le resultaba intrigante y hermoso. Era el chico a quien más cuidaba y por quien más sufría cada vez que parecía que estaba haciéndose mayor; ya que cuando creciera un poco más él no estaría autorizado para volver nunca. Sonrió con melancolía.

-¿Qué te ocurre?- preguntó desencajado el pequeño, bajando de su cama y acercándose a su interlocutor. Le acarició la rodilla.

-Nada, te quiero. Eso es todo- confesó, mirándolo a los ojos. Esperaba que el pequeño se asustara o se sobresaltara por lo menos, pero no ocurrió nada.

-¿Cómo me puedes querer si no me conoces?- lanzó una inocente pregunta Sasuke. Itachi se sorprendió de la madurez que reflejaba un niño tan pequeño y, de nueva cuenta temió lo peor, ¿cuánto tiempo le quedaría pudiendo verlo?

-Claro que te conozco, vengo todas las noches. Conozco tus sueños incluso mejor que tú- contestó parsimonioso; sin embargo su respuesta no pareció convencer del todo al menor- Dicen que los sueños son la llave del alma ¿sabías?

-No- aceptó Sasuke- pero apuesto a que tú ya debes conocerte todas las almas que existen en el mundo.

Lo que al de coleta le hubiera gustado decirle en ese momento era que la única persona a quien se había interesado por conocer era a él, pero asumió que no comprendería la connotación de sus palabras. Incluso a él le avergonzaba admitirse un grado tal de depravación con un niño pero, como bien decían “sobre el amor no se manda”. En lugar de eso, sólo asintió y se concentró más en el pequeño.

Estuvieron charlando un rato; Sasuke le hacía preguntas e Itachi las respondía lo mejor que podía. Le explicó cómo eran los sueños y cómo se veían las ciudades desde arriba; lo que se sentía volar y dejarse caer en picada para rebotar en una nube. Todas las historias fantásticas que tenía para contarle, le relató.

-Oye Itachi- ahora le hablaba por su nombre, ya que velador le parecía un tanto difícil de pronunciar- ¿Cómo puedes entrar en los sueños de otras personas?

Esa pregunta era difícil de contestarse; le tendría que explicar muchas cosas – que no planeaba explicarle –  antes de poder llegar a ese punto; así que le contestó lo más burdo y superficial que pudo, agregándole parte del misticismo que su mito había traído consigo. La realidad, como sólo él sabía, no lo había engalanado tanto ni le había hecho asistir con algún ser místico que le provocara perder su esencia corpórea… Pero quizá esa vez se basaría en lo que su pequeño niño quería escuchar.

-Magia. El anciano me dio poderes mágicos.- como lo supuso, la satisfacción en la cara de Sasuke no se disimuló.

-Debe ser divertido tener magia- acotó, más para él que para Itachi.

-Ahora permíteme hacerte yo una pregunta a ti- se atrevió el velador- ¿por qué me ves todas las noches por la ventana?

-Porque espero que me lleves contigo. Yo también quiero ser un velador de sueños y estar contigo todas las noches- vaya que ésa era una contestación algo anormal en un niño.

-¿Por qué?

-Porque hay muchas personas que necesitan soñar y yo- los colores comenzaron a iluminarle un poco las mejillas -…yo quiero ser como tú.

-¿En serio?- por cada momento que pasaba, Itachi se asombraba más de la forma de pensar de un niño tan pequeño.

-Sí. Por favor, llévame contigo- pidió, jalando un poco las ropas del velador; que con un nudo en la garganta se vio obligado a darle una negativa.

-Eres todavía muy pequeño para ser velador y- lo abrazó fuertemente mientras le decía- tienes muchas personas que te aman. Yo no las tenía y por eso accedí al contrato.

Se calló de inmediato, rogando que el pequeño no hubiese notado sus últimas palabras. Había dicho más de lo estrictamente necesario, además de haber roto todas las reglas existentes al ponerse a charlar con Sasuke.

-¿Contrato? ¿Tuviste que prometer algo para poder volverte velador?- preguntó extrañado, aunque no del todo sorprendido. Su padre siempre le había dicho que para recibir algo había que dar algo a cambio.

-Sí, algo así- se limitó a contestar. No quería decirle que había tenido que sacrificar su cuerpo para volverse un simple espectro; ni mucho menos aceptar abiertamente que había tenido que renunciar al amor a cambio de todo. El contratista le había explicado que, hasta que encontrara un alma que le perteneciera solamente a él, estaría destinado a vagar solo.

-Bueno… pero yo puedo prometerlo todo. Quiero estar contigo y quiero cuidar de los sueños de otras personas- habló de nuevo el infante. Por un momento, Itachi se preguntó si… pero no era posible; una parte de él deseaba que no fuera posible. Quería demasiado a ese niño como para pedirle que muriera para extraer su alma y poder hacer lo que quería.

-No sabes lo que dices. Yo quisiera no ser lo que soy y poder estar a tu lado…- fijó la vista al fondo de la habitación, intentando desviar su atención a cualquier otra cosa que no fuese el moreno que tenía frente a él. Sintió que lo abrazaba.

-Entonces quédate a mi lado- suplicó Sasuke. No terminaba de comprender su reacción, pero lo último que deseaba era estar separado del velador.

-No puedo. Está prohibido- aceptó con pesar- . Lo único que puedo hacer es enseñarte un mundo maravilloso cada noche.

-Pero…yo sólo quiero que me enseñes a quererte. Quiero que tu mirada deje de estar triste y… quiero poder cuidar tus sueños como tú cuidas de los míos.- Sintió que un nudo se formaba en su garganta. Eran las palabras más dulces que alguien jamás le había expresado y, desgraciadamente él no podría corresponder como le gustaría.

-Pero yo sólo puedo estar a tu lado por las noches; sólo puedes volar en tus sueños y yo no estaré junto a ti cuando abras los ojos.

-No importa… si te puedo ver cada noche- los ojos del pequeño desprendían un calor que nunca antes había visto. Una extraña sensación llenó su pecho; se sentía tan… poderoso en ese momento. Sin entender cómo, rozó la boca del menor con la suya y plantó un casto beso en sus labios.

-Entonces vendré cada noche a verte.

-¿Lo prometes?

-Sí, lo prometo- se levantó de los pies de la cama y se dirigió de nuevo a la ventana.

-¿Ya te vas?

-Sí. Debo ir a velar por los sueños de alguien más; pero dejaré que tú veles por los míos algún día.

-Esperaré ese momento- Sasuke sintió cómo el sueño se apoderaba de él nuevamente y, todo se volvió negro.

 

 

Itachi miraba desde  lo alto la ventana por la que había salido. Deseaba que Sasuke compartiera la eternidad con él desde que lo vio por primera vez pero, estaba dispuesto a esperar a que fuera mayor para explicarle las consecuencias de la decisión. Él era un esclavo de la noche que, si bien hacía que los niños soñaran y desprendía las imágenes que lo permitían ver el mundo; no podía soñar.

Se llevó la mano al corazón; preguntándose si ahora sus sueños se alojarían ahí. Estaba seguro de que así sería…

 

-Buenos días cielo- lo despertó su madre, corriendo las cortinas y dejando ver los rayos del sol matutino.

-Hola mamá- se tallaba los ojos mientras se acostumbraba a la luz.

-¿Ayer sí pudiste ver al velador?- preguntó la mujer a modo de broma. Una sonrisa iluminó el rostro de su hijo.

-Sí, y yo velaré por sus sueños también.  

 

 

 

 

Notas finales: Espero les haya gustado.

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