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En manos de profesionales por Lunita

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Notas del fanfic:

Bueno, aquí vuelvo con un nuevo fic. Esta vez vuelvo más a mi estilo tradicional de siempre y me centro en un AU. Las parejas principales serán ItaDei y SasuNaru/NaruSasu, aunque habrá muchas variantes. Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

Notas del capitulo:

¡Hola! Bueno, aquí estamos otra vez, sobre llevando todo mi tiempo libre. Esta vez, los agradecimientos van a mi amiga Kotoba, y a Tsuki-dei, ¡gracias por ayudarme chicas! Espero que os guste n.n

Capítulo I

 

 

Un chico caminaba por la calle muy nervioso. Llevaba unos pantalones negros y largos, que le quedaban bastante holgados y una camiseta del mismo color, pero algo más ceñida, cubierta parcialmente por una gabardina de color crema, que llevaba subida hasta el cuello. Tras unas gafas de sol de un tamaño considerable, se escondían unos ojos azules y claros, y el pelo rubio, que generalmente llevaba largo y suelto, lo traía recogido en una coleta baja.

 

Miraba constantemente de un lado a otro, pues temía que alguien le estuviese vigilando o siguiendo. Jamás pensó que alguien como él, se hayase en una situación tan comprometedora. Giró a la esquina, mientras volvía a mirar hacia atrás por milésima vez, comprobando que, como las otras nueve mil novecientas noventa y nueve veces, nadie le seguía. Siguió un par de edificios más hacia delante para encontrarse justo con el lugar que buscaba. Era un edificio aparentemente igual que el resto, pero él sabía que no era exactamente así.

 

Con pasos lentos, entró en él, y con las manos temblando, entró en el ascensor. El edificio estaba recién construido, por lo que todo estaba muy límbio y cuidado. Pulsó la tecla correspondiente al sótano y sintió cómo la maquinaria del elevador comenzaba a funcionar.

 

Notó que el pulso le temblaba. No sabía por qué estaba tan nervioso; bueno, para qué engañarse, sí que lo sabía, pero no pensaba que fuese tan malo. Muchísima gente lo hacía, y a él no le tenían por qué tratar diferente, ¿no?

 

El motivo de que se encontrase allí era bastante simple: estaba harto. Más que harto. Tenía que acabar con aquello de una vez, y ésta le pareció la medida más rápida y eficaz. Empezaba a estar desesperado; lo sabía. Pero una vez lo hiciese, todo se arreglaría.

 

El ascensor se detuvo. El corazón le dio un vuelco. Podría haber subido otra vez. Podría haber huído. Pero no. Estaba decidido. Salió con paso firme del habitáculo rectangular.

 

Ante él habían unas escaleras de mármol blanco con unas pequeñas barandillas, y al fondo, una puerta negra con un pequeño cartel pintado y pegado a ella. En él se veía el dibujo de una gata, con un vestido muy estrecho y sin espalda, apoyada sobre unas letras que ponían "La Gatita Caliente: todo tipo de servicios"

 

Tragó saliva y con pulso firme, abrió la puerta. La habitación estaba a oscura, iluminada únicamente por pequeñas lámparas rojas. La barra estaba iluminada, además, por unas luces de neón, con la forma del dibujo de la entrada.

 

Había mucha gente en el local, la mayoría gente de ropa ligera -los empleados- y gente relativamente mayor -los clientes.

 

Deidara se dirigió a la barra directamente.

 

 

-¿Qué desea? -le habló un hombre de unos cincuenta años, con el pelo largo y blanco.

 

-V-venía a solicitar sus servicios -dijo algo nervioso.

 

-Entiendo. Soy Jiraiya, el dueño del local ¿Tiene alguna preferencia concreta?

 

-Quería... un hombre...

 

 

Jiraiya se quedó mirándole en silencio, esperando que le diese más datos.

 

 

-No tengo ninguna preferencia concreta -se apresuró a decir Deidara- con que sepa lo que hace...

 

-¿Lo económico influye?

 

-No -afirmó totalmente serio, pese a que sí que le influía (y mucho).

 

-Bien, perfecto. Tiene suerte. Mi mejor hombre está libre. Le atenderá en seguida ¿Quiere que le de una fotografía?

 

-Prefiero ir directamente.

 

-Es la habitacion ciento doce -dijo tajantemente- ¿Sólo una noche?

 

-Sí...

 

-Tenga la llave, entonces -rebuscó en sus bolsillos para luego tendérsela.

 

-De acuerdo -murmuró y cogió las llaves.

 

 

Avanzó con cautela por el estrecho pasillo donde se situaban las habitaciones. Estaba bastante oscuro, por lo que el ver los números que había en cada puerta era difícil.

 

 

-Cien, ciento una... -empezó a mirar de un lado a otro- ¡ah, es esa! -su vista se dirigió al final del pasillo, a la última puerta, que estaba en perpendicular con respecto a las otras.

 

 

Respiró hondo un par de veces. Aquella situación comenzaba a superarle. Sacudió la cabeza un poco, para salir de sus pensamientos y tocó a la puerta.

 

 

-Pasa, pasa -le dijo una voz desde el interior de la habitación.

 

 

Introdujo la llave en la cerradura y entró.

 

 

-Vaya, que bien... preparado -dijo el rubio, mirando la sala.

 

 

Toda la sala estaba iluminada por luces tenues- En el suelo había una alfombras roja y tupida y a un par de metros se podía ver una cama muy grande, posiblemente más que las de matrimonio, con dosel. Los cojines y demás adornos eran también de un color rojizo, mientras que las sábanas de la cama eran de un color negro. No había ventanas, pero sí un armario empotrado de puertas correderas, que estaba medio-abierto, por lo que en su interior se veían mantas, ropas, y algunos objetos muy íntimos.

 

Sobre la cama estaba un chico, de unos veinte años, con el pelo y los ojos negros, mientras que su piel era muy pálida. Bajo los ojos tenía unas pequeñas marcas, similares a las ojeras, pero un poco más profundas. Su figura esbelta se dibujaba bajó unos pantalones vaqueros negros muy ajustados, al igual que la camiseta de asas color negro, con dibujos en diversos colores. Estaba tumbado de un modo muy sensual, con la cabeza apoyada sobre la palma de su mano y el torso ligeramente elevado.

 

Cuando el ojiazul entró, el chico moreno se puso en pie y con tranquilidad se le acercó, mostrando una sonrisa de medio lado sobre sus labios.

 

 

-Buenas -le dijo con una voz grave y profunda.

 

 

Deidara se quedó sin respiración cuando pensó que intentaba abrazarle por la espalda, pero el chico se limitó a retirarle la gabardina y colgársela en el armario.

 

 

-B-buenas -le respondió Deidara- Disculpa, es la primera vez que vengo a un sitio como éste...

 

-No te preocupes, no muerdo. Bueno, si no quieres que lo haga -le respondió y le guiñó un ojo.

 

 

Deidara comenzó a ruborizarse al verle. Sin duda aquel era el chico más sexy que había visto. Nunca y jamás en su vida le habían dicho nada como aquello. Comenzó a temblar levemente por los nervios. "Calma, calma" -se repitió mentalmente.

 

 

-¿Qué tengo que hacer? -preguntó notando cómo su voz temblaba.

 

-Nada... sólo mándame lo que quieras.

 

-No lo sé...

 

-¿Es que no eres de los que les gusta ser el dominante? -preguntó algo extrañado.

 

 

Se acercó a él de nuevo, pero esta vez le abrazó por la cintura, para retirarle las gafas de sol con su mano suelkta, y guardárselas en el bolsillo. Comenzó a besarle el cuello con delicadeza, con besos húmedos, pero algo boraces, mordiéndole de vez en cuando.

 

 

-No lo sé, la verdad es que yo... mmm... -dudaba si contarle la verdad.

 

-Venga, vamos...no te pongas asi, entiendo que te guste ser el pasivo; a mucha gente le gusta -paró un instante para luego susurrarle al oído- Mi miembro es de un tamaño que seguro te hará delirar...

 

 

Le cogió de la mano y la dirigió e introdujo en su bóxer, para que pudiese tocar su miembro. Deidara se estremeció impresionado. Realmente era grande, pero lo que más le inquietó era esa promiscuidad. Sentía que su acompañante estaba demasiado lanzado y no sabía si estaba realmente preparado para aquello.

 

 

-¿Tanto te gustan? ¿Tanto te pongo? -preguntó el moreno con un tono muy serio- Entonces creo que te lo pasarás muy bien...

 

 

El moreno comenzó a quitarse la camiseta que llevaba, dejando su musculoso torso a la vista. Deidara contuvo la respiración unos segundos. Jamás había contemplado un cuerpo como aquél: Le parecía perfecto. Demasiado perfecto, hasta el punto de llegar a parecerle irreal. Cada vez estaba más nervioso y sus temblores comenzaron a ir a más. Notó que se le formaba un nudo en la boca del estómago.

 

 

-Vamos... parece que nunca hubieras visto otro pedazo de cuerpo como el mío -ironizó, mientras comenzaba a quitarse los pantalones y los boxers.

 

-A decir verdad yo nunca... -comenzó a decir en voz baja.

 

 

En ese momento, Itachi ya estaba desnudo, y se sentó sobre la cama, incitando a Deidara a que se acercara, sin haber oído lo que había dicho. El rubio se acercó a él torpemente, llegando a tropezarse con el borde de la cama.

 

 

-Ah, perdón -dijo avergonzado, mientras subía.

 

-No pasa nada. Tú ven aquí... -dio un par de palmadas sobre el colchón, a su lado.

 

 

Al ver que no se lanzada a comerle como solían hacer todos los que solicitaban sus servicios, tumbó a Deidara sobre la cama con delicadeza y empezó a desvestirle.

 

El ojiazul se estremeció. Era la primera vez que una persona le desnudaba, le acariciaba y eso le puso mucho más nervioso aún. Su cara se volvió totalmente roja al igual que notó que empezaba a sudar por los nervios.

 

 

-¿Ya estás duro? -preguntó el moreno; sujetó la punta de su miembro con un leve roce cuando terminó de desnudarle.

 

 

Era obvio que todavía no se le había endurecido.

 

 

-¿Qué te pasa? ¿Eres impotente y quieres que te cure o qué? -preguntó. Todos los hombres con los que había estado se excitaban de sólo verle.

 

-¡¡NO!! -negó rotundamente.

 

-Ahh, bueno...-se posicionó sobre él, abriéndole ligeramente las piernas. Su boca se acercó a su pene, soplándole en la punta con suavidad.

 

-¡Ahhh! -gimió Deidara, al notar el gélido aire sobre su hombría.

 

-Jeje -rió por lo bajo- qué sensible eres. Me pregunto cómo reaccionaras si hago....esto -sin previo aviso, introdujo el miembro de una vez en su boca, comenzando a succionarle fuermentente.

 

 

Todo su cuerpo se estremeció con fuertes sacudidas. El ojazul aumentó su temperatura corporal considerablemente. Comenzó a gritar sin cortarse lo más mínimo.

 

Su acompañante se separó de él rápido, retirando el pene de su boca; sentía que se iba a correr de lo mucho que gritaba y gemía. No era normal gritar de aquella manera nada más comenzar a chuparla, lo viese como lo viese.

 

 

-Madre mía... ¿Estás bien?

 

-S-sí, eso creo...

 

-Sólo te la he chupado y mira cómo estás. Pareces virgen -ironizó, pero se colocó sobre él con intención de seguir.

 

-Y-yo... etto... lo soy... -murmuró en voz baja- en cierto modo yo nunca... eso...

 

-¿Qué? -se separó para mirarle a la cara- ¿Es una broma verdad?

 

-No, lo no es.

 

-Perfecto -se sentó en el borde de la cama- tu primera vez no debería ser así.

 

 

Sin decir nada más, comenzó a vestirse.

 

 

-¡E-espera! ¿¡Qué haces!? -exclamó alarmado.

 

-Lo siento, seré puto pero no quiero hacer esto con alguien virgen. Me tiraré a millones de pervertidos, pero no que quiero hacerme responsable de quitar la pureza de alguien.

 

-¡No lo entiendes! ¡Estoy harto de ser virgen!

 

-¿Cómo que "harto"? -preguntó, alzando una ceja.

 

-Todo el mundo ya ha tenido muchas parejas y se ha acostado con mucha gente menos yo. Estoy harto de que me tomen por un imbécil por no haber tenido ninguna pareja.

 

-Tsk, ese no es mi problema -le respondió el moreno secamente- vete a conocer gente y cuando te enamores será de otra manera.

 

-Ya lo he hecho. Para ti debe ser muy fácil, que puedes estar con cualquiera; pero yo sólo consigo una respuesta y siempre negativa.

 

-¿Es que no tienes amigos?

 

-No soy de esta villa. He llegado hace sólo unos meses, por eso no conozco a nadie.

 

-Pues no eres feo -contestó mientras le miraba un par de veces de arriba abajo.

 

-Pues los demás sí. Además, soy un flacucho. A la mayoría de la gente no le gusta mi cuerpo.

 

-¿Bueno, y eso qué más da? -dijo algo desconcertado.

 

-A los demás les da asco -contestó algo apenado el ojiazul mientras bajaba la mirada.

 

-No creo que sea el único que piensa así.

 

-Pues no conozco a nadie más. Bueno, tampoco sé quién eres tú.

 

-Soy Uchiha Itachi, encantado.

 

-Yo soy Deidara.

 

-Será mejor que te vayas si no quieres que te cobren. Además tengo muchos más clientes.

 

-Vale, ya me voy. Toma -dijo mientras le dejaba un par de billetes sobre la cama.

 

-No lo quiero -le dijo Itachi- no he hecho nada.

 

-Quédatelo; después de todo, nadie merece perder su tiempo con alguien como yo.

 

 

Deidara comenzó a recoger sus ropas, que estaban esparcidas por el suelo y comenzó a vestirse.

 

 

-¡No digas tonterías! Con esa autoestima no vas a ninguna parte -le dijó Itachi con tono serio.

 

-Hay cosas que no podré hacer jamás. Una de ellas es apreciarme -decía mientras se empezaba a poner la camiseta.

 

-Tsk.... pues vaya. Tienes que salir más por ahí con amigos, con tu familia ¿Tienes familia?

 

-Sólo me queda mi hermano pequeño.

 

-¿Ves? algo es algo. Entonces tienes que salir más con él, hacer amigos y esas cosas.

 

-Somos extranjeros; nómadas. Es un poco complicado...

 

-Anda, déjate de tonterias. Me pones enfermo ¿Tienes algo que hacer mañana al mediodía? Yo también tengo un hermano; quedamos los cuatro.

 

-No, no tengo nada que hacer.

 

-Pues decidido; os espero mañana en el parque del centro. Traete a tu hermano como sea -le dijo sonriéndole de lado.

 

-Está bien -dijo no muy decidido.

 

 

Acabó de vestirse y salió del local. No estaba muy convencido de si debería asistir a la cita o no, puesto que casi no conocía a Itachi. Pero de todos modos, no tenía nada que hacer. Lo hablaría con Naruto. Nunca quedaban con nadie, así que suposo que si se hacía amigo del hermano de Itachi, a lo mejor cambiaba un poco de humor, pues últimamente estaba tan o incluso más pesimista que él.

 

Y decidido a hacerlo para ayudar a su hermano, apresuró el paso para llegar hasta su casa.

 

 

 

Continuará...

 

Notas finales:

¿Qué ocurrirá en el siguiente capítulo? ¿Deidara convencerá a su hermano? ¿Por qué Itachi no quiso hacerlo? ¿Qué ocurrirá en la cita? ¿Para qué tanta pregunta? Bueno, dejémonos de tonterías. Espero que os haya gustado el capítulo, ¡Hasta la próxima! n.n


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