Su rostro, pálido e infantil me muestra un aspecto que nada más conocía cuando le observaba dormir.Su cuerpo, cargado en mis brazos, como siempre era tan liviano.Jamás resultó tedioso cargarlo, mucho menos ahora que se encuentra inerte, gélido, sin vida.
Ése joven amo jamás volvería, no, por que ya era parte de mi. Todo su ser me pertenecía, de ahora en adelante, por la eternidad.
Tal vez me sienta extraño ante su ausencia, pues se hará necesidad de mis oídos escuchar los sinfines de órdenes que provenían de su persona mientras yo era su fiel mayordomo.
A medida que camino hacía esa bella Góndola que nos espera, pienso en lo débiles que son los seres humanos.
¿Quién en su sano juicio jugaría un partido de ajedrez que pone en jaque su alma con un demonio?....
Su venganza.
Si es que así se llamaba, jamás pude comprenderla, incluso ahora que acaricio una de sus pálidas mejillas, trato de descubrir que era lo que pasaba por su mente cuando llegó a mi como un simple niño.
Mi destino se convirtió en otro cuando pase de largo nuestro anterior transporte, para comenzar a colocar mis pies sobre esa cristalina agua.
Ciel Phantomhive merecía una mejor forma de terminar su existencia.
Lentamente el agua alentaba mis pasos, humedecía mi traje y comenzaba a bordearme por la cintura, amenazando a hundir en sus brazos las frágiles piernas de mi joven amo.La oscuridad en esos instantes era la única testigo de lo que yo estaba haciendo; me detuve cuando mi vista se perdió por unos instantes en ese bendito rostro.
“Me parece que este es el adiós, joven amo. No pensé que llegaría más rápido de lo esperado.”
“…”
No obtendría respuestas de esos labios, entreabiertos y congelados, que me incitaban a devorar además de su alma, ese cuerpo puro y virgen.Lástima meramente me causaba ver tanta tentación frente a mis ojos que ya no colocaría resistencia alguna o bien demostrase su molestia contra de mi.
“Luce tan bien así, su rostro cambia completamente cuando está sereno.”
Así era como me gustaba, no como un hombre en el cuerpo de un niño, sino como un infante perdido a su suerte… y vaya suerte. Una vida aparentemente buena se le fue de las manos a mi joven amo, perdiéndolo completamente todo, hasta ahora su propia vida.
Solté su cuerpo lentamente, comenzando a inundarle en el agua, iluminado por la luz de la luna. Sus cabellos forman ondas y sus manos parecieran hacer señas.No pude evitarlo, levante tan siquiera su cabeza para devorar sus labios nuevamente.
Aquí no hay sentimientos, sólo el deseo de poseer lo ajeno.Sin bacilar, quité del bolsillo de su traje la rosa blanca, la cual lancé en dirección a la brisa no sin antes haberle besado… aunque me pregunto por qué lo habré hecho.
De blanco paso a negro y él de vivo a muerto.Yo nada más acabo con mi cometido y luego de ver su rostro por última vez, desaparezco sin dejar huella, regresando a donde pertenezco.
Dejando al dueño de los labios congelados, hundirse en el agua, mientras yo pienso en que Ciel Phantomhive ha muerto de la manera más hermosa que exista.
Por mi culpa.