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Riyū to shinzō por Thai Maqui

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Viólalo, rómpelo, mancíllalo, úsalo para saciar tus bajos instintos...

 

 

 

Es hermoso, dulce y angelical, confía ciegamente en ti...

 

 

 

Será tan sencillo; disfrutaras beber sus lágrimas, escuchar sus gritos, ver la sangre correr y quebrar su alma en pedacitos...

 

 

 

- ¡¡Cállate!! - gritó, haciendo que su enronquecida voz resonara por toda desolada calle.

 

 

 

No lo niegues, esa es la única verdad que se oculta en tu podrido corazón...

 

 

 

- ¡¡Cállate!! - bramó iracundo frenando intempestivamente en el frontis de la lujosa mansión.

 

 

El asfalto parecía fundirse en una masa amorfa de incisivo olor con las llantas del lujoso convertible por la violenta fricción. Todavía con aquel horrible sentimiento palpitando en su pecho, Sasuke cerró la puerta de un estrepitoso portazo, reverberando como un liberador eco por toda la habitación.  

 

 

Se encerró en el baño y sin siquiera quitarse las prendas, abrió la llave de la ducha dejando caer libremente las copiosas gotas sobre su cuerpo, tratando inútilmente de expirar los pecados de su perturbada alma. A la medianoche, aquel líquido cristalino se sentía particularmente gélido, como para apaciguar su enturbiado corazón pero no lo suficiente... Era tal, el asfixiante ardor que sentía por dentro, la desesperación y el desequilibrio que aquel niñato le había provocado que nada podía acallar su bramido interno.

 

 

Tanteó con sus manos algo temblorosas el pequeño botiquín detrás del espejo, sacando presuroso un frasco con pastillas azules, ingiriendo de golpe un puñado de los potentes narcóticos, bebiendo un hondo sorbo de agua como si desfalleciera de sed.

 

 

- Mierda - masculló quitándose el mojado y arruinado traje en el transcurso hacia su habitación, dejando su perfecta piel de porcelana expuesta a los brillos lunares, contrastando peligrosamente con sus cabellos como la brea y los rojizos ojos sangre.

 

 

- Mierda - repitió retumbando su potente puño contra la pétrea columna del balcón mientras la suave brisa calmaba su amoratada mano.

 

 

Todavía podía sentir sobre sus labios el tibio y suave tacto de la intrusa piel, el aliento almizclado a menta con un toque de inocencia, el calor abrasante y ese deseo... ese éxtasis que tanto quería reprimir y cada vez se apoderaba con más fuerza de su mente, frunciendo el ceño ante el detestable revoloteo en su estómago... ese cosquilleo cuando anhelas tener una cosa fervientemente y no te importa en absoluto los métodos para conseguirlo.

 

 

Sus partes bajas reclamaban por saciarse alzándose arrogantes ante la idea de someter al pequeño rubio, de tenerlo entre sus piernas... de sentir como la deliciosa y caliente estreches lo acogía y hacerlo gemir, hacerlo gritar de dolor y placer entremezclados, mientras lo embestía salvajemente...  

 

 

- ¡¡Es solo un maldito mocoso!! - Se repetía una y otra vez sumamente consternado sin poder quitar de su mente la inocente y retorcida imagen de su rubio tormento.

 

 

Todavía recordaba aquel acontecimiento... cuando descubrió a su "alter ego" a los diecisiete años, tan vívido, impregnado en su piel como un flagelante tormento. Aquel precioso niño de castaña cabellera y ojos claros como finas perlas; la piel de porcelana y su pequeña sonrisa reflejando confianza y respeto hacia su sensei. Y él, haciendo uso de todo su autocontrol mantuvo ese lazo intacto, encontrando refugio en la psiquiatría como una óptima carrera, para ayudarse a sí mismo más que a los demás.  

 

 

Pero con Naruto era totalmente diferente... su mente y corazón convergían en una sola, fusionándose, deseándolo con tanta intensidad que no había célula en su cuerpo que no le reclamara por hacerlo, ni fuerza suficiente para acallarla, tan solo quería escucharla y rendirse en su fruición. 

 

 

Sintió su cuerpo pesado, atrofiado por la eficaz acción de las azuladas pastillas. Se colocó una fina bata de seda negra y apenas su cabeza toco la mullida almohada sus párpados se entrecerraron, proporcionándole una sensación de ligereza que lo sumergía lentamente en un profundo sueño.

 

 

- Solo quiero dejar escapar a la abominación que ruge en mi interior y disfrutar de mi hermoso y pequeño Naruto - con ese ardiente deseo sucumbió entre las sedosas sabanas grana, fantaseando con su pecaminosa tentación.

 

 

 

Réquiem 3. Azucena Peccatore

 

 

 

Detuvo su andar frente a la maltratada puerta, frunciendo el ceño levemente a la hoja que ondeaba adrede como burlándose de él. En ella, el gracioso dibujo de un chibi Kakashi sonreía con cinismo mientras sus dedos, índice y medio, declaraban una "ve" de victoria.

 

 

- Lo siento Sasuke pero tengo que ayudar a Tenzou con su trabajo en la lavandería y felizmente es muchísima ropa - el Uchiha claramente entendió el doble sentido en esa oración. Contrayendo más sus facciones arrancó la carita feliz del Hatake, dándose con la sorpresa que detrás había una pequeña posdata.     

 

 

- Por cierto hoy te encargo a Uzumaki kun, sé que lo dejo en excelentes manos, está en la capilla - un bufido ininteligible brotó de los labios de Sasuke. Ciertamente respetaba al de cabellos plata como profesional pero como "amigo" era simplemente un punzante dolor en el culo.

 

 

Con total ecuanimidad y con las manos en los bolsillos - todavía con una residual dosis del potente narcótico en sus venas -  siguió por el estrecho pasadizo, algo lúgubre por la falta de iluminación, hasta que percibió un resquicio de luz natural proveniente de un pequeño pero organizado jardín donde desfilaban casi al estilo militar, un tramo rectangular de fragantes rosales blancos, bordeando el sagrario color nácar ya grisáceo y descascarado por el evidente paso del tiempo y la falta de mantenimiento.

 

 

Prosiguió su andar pasando por las gruesas columnas, que sostenían la endeble construcción. Ingresó al sacrosanto lugar con suma cautela, evitando agrietar aún más las despostilladas mayólicas, resonando el frondoso eco con cada una de sus pisadas. El aire frío aromatizado a velas derretidas, el detrimento púlpito conjuntamente con el altar; las solemnes estatuas esculpidas a mano de frías e hieráticas miradas, que parecían acusarlo por sus condenables pensamientos... junto con el enorme y místico vitral de cristo crucificado, derramando lágrimas de sangre daban al reciento un aire más gótico que santificado. 

 

 

Su mirada vagó por los largos bancos acojinados; algunos destrozados, otros decorados con agradables "alabanzas" al Señor y uno en perfecto estado pulcramente alineado y alejado del resto, seguramente usada por los acólitos de corazón y reos inocentes que habían terminado en ese agujero de mierda.

 

 

- Dónde estará - caviló sin percibir rastro del rubio.

 

 

En aquel instante una profunda y grave nota retumbó hasta sus tímpanos seguida por otra dando origen a una melancólica tonada. Con agudeza, siguió la suave melodía subiendo las escalinatas en forma de caracol hallando al causante de sus tórridas y perversas fantasías tocando el órgano de largos y plateados tubos.

 

 

Los pequeños dedos vendados acariciaban con parsimonia las blancas teclas mientras que los azules ojos estaban sumamente concentrados en seguir la desgastada partitura, plasmando una hermosa interpretación.  

 

 

- Naruto - susurró apenas audible, sumergiéndose en el deleite visual y auditivo que representaba aquel precioso niño de dorados cabellos.

 

 

- Sasuke san - llamó feliz el menor levantándose de un brinquito, sacándolo de su embelesamiento con un cálido y efusivo abrazo.

 

 

- No sabía que tocabas - dijo connotando su sandez. Por supuesto que no lo sabía, ni siquiera había entablado una simple conversación con Naruto, y mucho menos luego de lo acontecido el día anterior.

 

 

- Solo me sé esa canción dattebayo - aseveró, jalando al azabache de la mano, obligándolo a sentarse en el pequeño banquillo.

 

 

Con total naturalidad propia de un niño pequeño, Naruto se sentó sobre el regazo de Sasuke, haciendo suaves movimientos para acomodarse mejor. Movimientos demasiado insinuantes para un consternado Uchiha que empezaba a reaccionar por la inconciente caricia.

 

 

Es tan excitante... tan placentero

 

 

Otra vez la acompasada y aterciopelada música dio inicio, incitándolo lentamente al clímax... Sintió las sinuosas curvas de aquellos carnosos y suaves glúteos meneándose al compás del ritmo, friccionándose   deliciosamente contra su virilidad, cada vez más altiva y deseosa por ser liberada de su prisión.

 

 

Lentamente y olvidándose del sagrado lugar, sin importarle que las efigies de Cristo, la Virgen y todos los Santos fuesen testigo, se dejó llevar por su yo interno, en su mente solo existía el apetito, de devorarse al niño que yacía cómodamente sentado entre sus piernas.

 

 

No luches contra tus instintos...

 

 

Presa del corrupto deseo, su pálida mano fue bajando hasta llegar a posarse en el bronceado muslo, apretándolo con malicia; tratando de palpar la sedosa piel escondida tras las teñidas gasas. Fue entonces que Sasuke reparo en la ropa que traía Naruto, unos short ajustados color naranja que combinaba a la perfección con sus sandalias y una camiseta sin mangas negra con un curioso espiral en su pecho del mismo cálido color, dándole un toque extra de inocencia que simplemente le fascinó.

 

 

- Eres hermoso - Le soltó en un sutil ronroneo mientras su nariz delineaba la sensitiva piel del largo cuello canela, saciándose con la adictiva fragancia que desprendida.  

 

 

- Mi pequeño Naruto - su voz se tornó muy gutural, lamiéndole el lóbulo de la oreja a la vez que el rubio le dedicaba una linda sonrisa ante la "inocente" muestra de afecto y seguía tocando.

 

 

Cae en la tentación...

 

 

Los labios de Sasuke se curvaron en una retorcida mueca y sus pupilas ahora carmesíes reflejaban el malsano brillo de sus actos. Posó sus brazos en la estrecha cintura, atrayendo el indefenso cuerpo más hacia él, abrazándolo posesivo, con codicia y obsesión, frotando con total descaro su enardecido miembro sobre la delgada tela que cubría el prieto trasero.

 

 

Justo cuando iba a cometer aquel acto de abominación, sintió un pequeño pinchazo en el cráneo, muy leve pero contundente, lo suficiente para caer desmayado acompañado por un espeso chorro de sangre.

 

 

- ¡¡Sasuke san!! - fue el preocupado grito de desesperación que oyó antes de caer inconsciente.

 

 

 

...

 

 

 

- Sasuke... ¡Sasuke!, despierta - escuchó como lo nombraban a la lejanía, reconociendo aquella voz perteneciente al galeno y un suave zarandeo remeció su compungido cuerpo.

 

 

Quería abrir sus ojos, pero la molesta luz que daba directamente en su rostro lo atosigaba y con el pesar de sus adoloridos párpados fue abriendo sus brunas orbes.

 

 

No puede ser...

 

 

El escalofriante deja vu llegó nuevamente con una potente descarga de adrenalina que trepidó su cuerpo, advirtiendo del escatológico hedor a muerte y sangre que se respiraba en la sala. Se incorporó con suavidad ayudado por Kakashi, observando desde el frío piso el amenazante y enorme instrumento que se encontraba en la parte superior y en el...

 

 

Ensartado sobre los cónicos tubos de plata, que irónicamente brillaban hermosamente por matices multicolores del diáfano vitral, yacía el cuerpo de un hombre totalmente enfundado en negro, reflejando en sus dilatadas pupilas verdes ataviadas por sanguinolentas venas, el horror... crudo y brutal del que había sigo protagonista hasta su último aliento de vida.

 

 

- Su nombre es Kakuzu - habló el de cabellos plata captando la atención del Uchiha, mientras un grupo de policías se encargaban del occiso - es un asesino a sueldo, felizmente la bala apenas te rozó a la altura de la sien.

 

 

Sasuke llevó sus manos a la cabeza, descubriendo el vendaje que reposaba sobre esta. Intentó levantarse pero un punzante dolor hizo amago de detenerlo y, dejando a un lado su orgullo aceptó con un asentimiento la ayuda de su colega.  

 

 

- Gracias - expelió de sus labios al fenecido y rígido cuerpo antes de salir de la capilla, si no fuera por aquella bala...

 

 

 

***

 

 

 

Todavía apoyado en los hombros de su colega, Sasuke llegó hasta el estacionamiento, no sin antes asegurarse del bienestar de Naruto, quién se hallaba profundamente dormido gracias al tranquilizante aplicado por Kakashi, en su obcecado intento de permanecer a su lado. Prefirió no despertarlo y se conformó con acariciar sus rubios y desordenados cabellos, luego de lo acontecido no quería recaer en aquella dulce pecado.

 

 

- Yo me tomaré un descanso - anunció abriendo la puerta del lujoso coche - hasta que sanen mis heridas - mintió viendo la mirada de reproche de su amigo.

 

 

- Sasuke - quiso intervenir pero el azabache se lo impidió.

 

 

- No - negó con la cabeza - déjame pensarlo.

 

 

Así el Uchiha se alejó a toda velocidad del sombrío lugar, dejando correr libremente sus intricados y tormentosos pensamientos, con una sola certeza en su mente.

 

 

La próxima vez caeré en la pecaminosa tentación...

 

 

Notas finales:

Bueno me demoré porque simplemente no podía subirlo, la conexión a la página me fallaba.


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