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Riyū to shinzō por Thai Maqui

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Notas del capitulo: Bueno me demoré un poco, pero aquí el capítulo

 

Sus dedos tamborileaban amenamente sobre el mullido apoyabrazos, al compás de la pegajosa tonadita que tarareaba, denotando la gran alegría que embargaba su trepidante corazón.

 

 

La joven de cabellos rosas sacó de su costosa cartera un pequeño compacto, viéndose en el espejo circular quiñando un ojo ante su "modesta" belleza. Tomó el rimel y delineó las largas y rizadas pestañas con el cepillo, moviéndolas con coquetería ensalzando sus preciosos orbes jade que brillaban por la emoción de reencontrarse con su prometido y futuro consorte.

 

 

Sus labios finamente pintados de color rojo intenso se curvaron en una sonrisa satisfecha. Dentro de quince días se convertiría en la magnánima señora de Uchiha, una mujer de poder y alcurnia, con una gran fortuna y envidiada por su apuesto marido "trofeo".

 

 

Sin mencionar el insignificante detalle que amaba a Sasuke... 

 

 

Vagó su mirada por la ventanilla, admirando por última vez el romántico y exquisito panorama de la Ciudad Luz. Cerró los ojos con pesadez, sintiendo la leve turbulencia del despegue, abrochó su cinturón de seguridad y se colocó un sobrio antifaz que cubría medio rostro, con suerte dormiría las doce horas del tortuoso viaje soñando con su amado azabache.

 

 

 

Réquiem 5. Una cobra* para la víbora

 

 

 

Sus manos recorrían con descaro toda la sedosa piel bajo la camiseta. Deleitándose con el suave estremecimiento que ocasionaba con su ávido tacto, viendo complacido como los cortos vellitos dorados de sus brazos se erizaban, y el tenue suspiro que profesaba la dulce boquita sonrosada.

 

 

- Naruto - susurró con turbación, mordiendo enconoso la clavícula derecha degustando el férreo sabor a sangre; un delicioso fetiche que Sasuke había adquirido desde su primera vez... Mientras enroscaba sus piernas con las del menor, tratando que sus miembros se rozaran con descaro a través de la tela de sus pantalones.

 

 

- Sasu... -  acalló un suave ronroneo de placentero dolor, al sentir los cálidos labios del azabache devorar los suyos, para luego separarse lentamente.

 

 

Todavía con la palpitante inquietud en sus partes bajas, el mayor se puso de pie, guardando los esterilizados utensilios en el bien equipado botiquín que utilizó para retirarle el último vendaje a su Naruto. Aprovechando para contemplar la silueta del rubio, que se acomodaba las desordenadas ropas sobre el amplio sofá negro, todavía con las mejillas grana, la respiración agitada y sin dejar de mirarlo con sus bellos y brillosos zafiros.

 

 

Una semana de convivencia, de felices recuerdos...

 

 

Ahora el Uzumaki se había recuperado casi en su totalidad, tanto física como mentalmente y Sasuke había descubierto interesantes y nuevas facetas en su adorada adicción.

 

 

Un excitante, fuerte y decidido temperamento, la terquedad personificada en sus extravagantes mohines y altisonantes gritos; y la indeleble sonrisa dedicada solo para él. Pero sobretodo las tendencias obsesivas y sádicas como las de su propio alter ego y eso simplemente le fascinaba. La insana empatía que desbordaban sus cuerpos en sus juegos sexuales, sus perturbadas mentes y, sus quebradas y podridas almas convergiendo, era simplemente exquisito.

 

 

Pero lamentablemente no todo lo bueno dura para siempre...

 

 

- Naruto hay algo que quiero decirte - inevitablemente exhalo un hondo suspiro, temiendo la reacción de su rubio, pero no podía aplazar por más tiempo la noticia, la de cabellos rosas llegaría en escasas horas y deberían partir al aeropuerto a recogerla. 

 

 

- Me voy a casar en dos semanas - dijo directo, crudo y brutal, asiendo gala de su insensibilidad.

 

 

Sasuke luego de un debate interno lo había decidido. Sakura podía ser provechosa, para evitar levantar sospechas sobre su prohibida relación ante el escrutinio público, también, sobre una futura adopción. Todavía tenía mes y medio de la custodia provisional de Naruto, pero alegando que la reinserción a una familia "normal" culminaría con éxito su tratamiento, ganaría tiempo, probablemente un par de meses.

 

 

- Hoy, en la tarde conocerás a mi prometida - siguió hablando, cambiando su tono de voz a uno dócil, al percatarse del estremecimiento en el frágil cuerpo y el compungido rostro de su pequeño - su nombre es Sakura y espero que te comportes.

 

 

- Entiendo - dijo tranquilo esbozando la mejor de sus falsas sonrisas.

 

 

- Puedes traerme un vaso con agua, es que tengo mucha sed dattebayo - pidió en un sutil carraspeo, tratando de no exteriorizar su sufrimiento y el dolor que le causaba la traición de su única persona importante.

 

 

Naruto levantó sus opacos ojos, vislumbrando a través de sus revoltosos mechones rubios como la elegante silueta del Uchiha desaparecía por la puerta de la cocina. Aprovechando la distracción, tomó a Alicia que se hallaba sentada en el otro sofá, y con toda cautela giró la perilla de la salida, corriendo a todo lo que sus piernas daban, huyendo de la maldita y cruel realidad.

 

 

Su cuerpo pesaba y su corazón se comprimía, dificultando cada paso como si cruzara un campo de venenosas y engarzadas espinas, ante la horrorosa idea de separarse de su amado.

 

 

Vivir sin Sasuke...

 

 

Con ese intransigente precepto, el Uzumaki se detuvo de golpe, quedando allí, petrificado en medio del verde parque. Abrazó con fuerza su muñeca, conteniendo el abrumador miedo entremezclado con el punzante frío calarle hasta los huesos, debido a la fría brisa matinal que golpeteaba sobre su espalda como un mortífero choque eléctrico.

 

 

- Es la muerte - se repetía mentalmente mientras se sentaba bajo un fuerte y protector roble, resguardado por las frondosas ramas. Ahora el echo que el Uchiha se fuera a casar parecía insignificante, ahora no le importaba en lo más mínimo si lo engañaba o usaba, solo quería estar a su lado para siempre.  

 

 

- ¡¡Naruto!! - siseó el Uchiha corriendo hasta donde estaba, asestándole una fuerte bofetada en la mejilla.

 

 

- Nunca, ¡¡Me oyes!! - Bramó agarrándolo duramente del cuello, levántalo hasta su altura, acorralándolo contra la hosca madera.

 

 

- Nunca... - Naruto reprimió un grito de dolor al sentir como el preciado aire era arrebatado de sus pulmones y los níveos dedos quemaban, comprimiéndose cada vez más.

 

 

- ¡¡Me vuelvas a dejar!! - respiró hondamente expeliendo el caliente vaho de sus fosas nasales directamente en el rostro del menor, tratando de controlar sus impulsos obsesivos. Lentamente fue desvaneciendo su agarre y lo abrazó con malsana dulzura, posesivo y codicioso asegurándose que jamás volviese a escapar de entre sus brazos.  

 

 

- Tu eres mío - pronunció lamiendo la amorata piel siguiendo por la estilizada curvatura del cuello - y antes de que vuelvas a pensarlo, prefiero matarte.

 

 

- No lo haré - aseveró rotundamente con una alegre sonrisa. Naruto no cabía de felicidad al sentirse importante, sentirse el objeto de los oscuros deseos carnales y homicidas de Sasuke.

 

 

- Jamás te libraras de mi dattebayo - expresó acérrimo besando los acogedores labios del Uchiha, lenta y tortuosamente, sofocando su necesidad por saciarse de su adictivo amante. 

 

 

- Sakura no es importante - dijo a manera de explicación mordiendo los hinchados labios por última vez, mientras cargaba al menor entre sus brazos, de vuelta a la mansión.   

 

 

- Perdóname - se atrevió a decir, rompiendo su orgullo, todo por el bien de su Naruto.

 

 

- Con una condición - murmuró quedito en mientras jugueteaba con el lóbulo de la oreja de Sasuke.

 

 

- Quiero que me lleves a la tumba de Orochimaru...

 

 

 

****

 

 

 

Sus tacones de aguja resonaban fuertemente por el iluminado pasillo, revelando lo rauda que corría hasta la salida para ver a su amado novio. Pasó por la zona de revisión, vagando sus ojos verdes entre la ajetreada multitud con la esperanza de divisarlo, y, lamentablemente consiguió su anhelando objetivo.

 

 

A Sakura se le heló la sangre, que entremezclaba su sorpresa, indignación, asco y odio. Al ver a su amado novio, la persona por quién había dedicado diez años de su vida, besar furtivamente, oculto perfectamente entre una de las columnas color ocre y los movimientos de los transeúntes a un niño rubio que se encontraba cómodamente sentado sobre su regazo.

 

 

Apretó con fuerza las asas de su bolso tratando de mantener la compostura, brindándole una amable sonrisa al guardia de seguridad que culminó con su revisión. Tomó su maleta del cinto transportador y corrió, a pesar de trastabillar un par de veces donde se encontraba la pareja.

 

 

- Sasuke kun - gritó alarmada, acercándose, con la esperanza que fuese solo una alucinación por el jet lag.

 

 

- Sakura - gélido, cortante e indolente. Por instinto retrocedió un par de pasos, temiendo a la total indiferencia de su novio, no es que fuese la encarnación del júbilo y la algarabía, pero... la inminente amenaza que representaba aquel intruso era innegable. 

 

 

- ¿Quién es este niño? - se atrevió a preguntar controlando que el desprecio se reflejara en su voz, sin apartar sus vidriosas orbes de la dulce escena.

 

 

Sasuke la veía tan solo por cortesía pero cada acción, gesto y movimiento iban dedicadas al pequeño, mientras una de sus manos palpaba el plano vientre del menor y este leía concentrado un cuento infantil, quién, ni siquiera había molestado en separarse de la tapa para mirarla.

 

 

- Su nombre es Naruto - contestó parco, sentándolo en la butaca contigua, donde se hallaba su muñeca.

 

 

- Vamos - entrelazó sus dedos con los de Sakura en un jugueteo, devolviéndole el color a sus pálidas mejillas. La Haruno se sintió feliz, al ser el centro de atención de múltiples miradas que la veían con envidia por su atractivo novio.

 

 

- Como estás - pronunció con tono suave al llegar a un lugar apartado, dándole un beso en la frente ¿dulce? y ¿tierno?, Tan inesperadamente placentero.

 

 

- Naruto es un paciente, fue la última víctima de Orochimaru y estoy dispuesto a ayudarlo - explicó con precisión, sin ahondar en detalle alguno.

 

 

- Sé que es precipitado, sobretodo por nuestra boda y me gustaría que pasáramos tiempo a solas - para Sakura la voz del Uchiha era como música, armoniosa y aterciopelada, sensual e hipnotizante. Su mirada ébano trasgredía su alma, penetrante, oscura y misteriosa. Estremeciéndola de éxtasis.

 

 

- Pero quiero que me apoyes y... adoptarlo.

 

 

Con esas simples palabras y una fugaz caricia sobre sus labios, Sakura accedió de inmediato, como siempre a todo lo que pedía Sasuke. Disipando todos los titubeos de su mente, sin importarle realmente tener que cuidar a Naruto, quien sabe, existía la posibilidad que se convirtieran en una hermosa familia feliz.

 

 

- Claro que sí Sasuke kun lo que quieras - exclamó abrazándolo por el cuello, sintiendo un acogedor calorcito anidar en su pecho, al ser correspondida por el azabache. 

 

 

Placer que le duró poco al sentir unos agudos y añiles ojos atravesarle, y una sonrisa torcida en los inocentes labios del rubio de inequívoca burla. Ambas con recónditas intenciones, pero de lo que sí estaba completamente segura es que no eran nada santas...    

 

 

 

****

 

 

 

Otras ves en aquel sombrío lugar... Bajo la efigie del ángel de la muerte que protegía aquella cripta sin nombre... desolada, escondida. Consagrada exclusivamente a saciar su visual seguridad y satisfacción.

 

 

Luego de una serie de "convincentes" excusas, del porque no podía quedarse con él en la mansión y que Naruto necesitaba tiempo para adaptarse a la idea de una nueva madre. Dejaron a Sakura, en su lujoso apartamento, en la zona céntrica de la ciudad, el cual hacía uso únicamente en las noches que se encontraba de guardia en el hospital.

 

 

- Tu novia es... agradable - refunfuñó en un sonoro puchero logrando una altanera sonrisa del Uchiha, gesto que solo agrio su malestar. Pero necesitaba desahogarse, pues, las ganas de matarla nadie se las quitaba.

 

 

- Alicia chan es más linda dattebayo - aseveró viendo a su adorada muñeca que lucía un vestido negro para la fúnebre ocasión.

 

 

- Es allí - habló tranquilo, deteniéndose en el reacio portón de hierro que rompía el silencio con su aberrante chirrido.

 

 

En aquel terreno baldío, árido y seco; agrietado por la escasez de luz y agua.  Una urna de cristal yacía en el centro, blanca y de exquisito acabado tan contrastante con su interior, pútrido y negruzco, donde los restos calcinados de la víbora reposaban.

 

 

- Puedes dejarme solo - pidió con gesto circunspecto, esperando que el Uchiha entendiera sus motivos personales.

 

 

- Cinco minutos - dijo imperativo, alejándose de aquel adusto lugar.  

 

 

Sasuke volteó por última vez, observando como Naruto se acercaba lentamente al féretro, quizás al igual que él su rubio quería asegurarse de su muerte, de la fidelidad de los hechos y que no fuera una vil argucia por parte de la víbora.

 

 

Prosiguió con el agradable recorrido que le proporcionaba el escalofriante cementerio y sus pasos lo guiaron inevitablemente hasta el mausoleo familiar. Sasuke se paró frente a la bella y misteriosa construcción, contemplando sus exquisitos detalles por vez primera.

 

 

No pudo evitar proferir una siniestra carcajada, plasmando su demencia y satisfacción por cobrar su venganza; una traicionera lágrima por su tristeza y dolor por la muerte de sus padres y una perfecta y cálida sonrisa por tener la dicha de compartir su vida al lado de su amado Naruto.

 

 

Y pensando en Naruto...

 

 

Consultó su reloj de pulsera, dándose cuenta que habían pasado ocho minutos desde su advertencia, así que presuroso volvió sobre sus pasos, con la férrea promesa de regresar a visitarlos.

 

 

Su paz interna se tornó en hostilidad y sus ojos tornasolaron en intenso rojo, sedientos por la sangre de aquel sujeto que acariciaba la mata de rubios cabellos.

 

 

Lo examinó con detalle mientras se acercaba peligrosamente con la intención de cercenarlo con sus propias manos, viendo su propio reflejo, una copia bizarra e inconclusa de si mismo. Esos dientes perfilados, blancos como perlas, en una sonrisa retorcida, tan falsa que daba la impresión de ser una simple marioneta, burlándose de él, y su mirada hueca, oscura e intransigente, lo retaba con total descaro e insensatez.

 

 

- Aquí tienes pequeño Kitsune - ensanchando más su sardónica mueca le entregó una pequeña planta, alejándose raudo de la vaticinada escena de su muerte. El rubio tan solo asintió con la mirada gacha, colocando la pequeña maceta sobre la arisca tierra.

 

 

- Naruto - reclamó molesto evitando exteriorizar un nuevo arranque de furia.

 

 

- No me gusta que te acerques a nadie - fue todo lo que dijo, cargando al rubio con dirección al auto. El Uzumaki solo se dejo hacer, sintiendo las pálidas manos, asidas a su cintura de forma posesiva, casi al punto de asfixiarlo, brindando esa retorcida seguridad que tanto anhelaba.

 

 

- Estas celoso - susurró divertido pasando sus brazos por el blanco cuello - célame siempre ttebayo - pidió vehemente acortando la distancia entre sus bocas.

 

 

- Siempre - aseguró con una maliciosa sonrisa dispuesto a devorar los dulces labios de su angelical obsesión.

 

 

- Al fin me quede con tu amado Sasuke kun - caviló dejándose envolver en la excitante sensación de la ávida lengua y el eléctrico cosquilleo que se posaba en su bajo vientre - Orochimaru... 

 

 

 

****

 

 

 

Supuso tontamente que a medianoche el rubio estaría durmiendo, en la habitación de huéspedes más alejada a la del azabache. Y, guarecida por el silencio y la oscuridad de la noche, se adentró a la elegante mansión. Con sigilo subió las escaleras, cada vez más emocionada y ansiosa. Sasuke había sido extremadamente dulce, como nunca antes... y no podía desaprovechar el momento.

 

 

Despacio, con suma cautela entreabrió la puerta de su recámara. Cada vez más cerca, con el corazón latiendo exasperado y sus mejillas teñidas de vergüenza por las ansias de expresar su amor.

 

 

Sus ojos jades percibieron una tenue luz, proveniente de una graciosa lamparita en forma de ranita, algo que la descolocó "seguramente es de Naruto kun" y no pudo evitar soñar con la idea del magnifico padre en que se convertiría su prometido. Pero, contradiciendo sus ilusiones y rompiéndolas cruelmente su nariz olfateó un extraño olor, demasiado denso e intenso, entonces, sus pupilas se dilataron.  

 

 

Era el nítido e inconfundible aroma a...

 

 

- Fui una ilusa, una estúpida - pensaba Sakura mientras las lágrimas corrían silenciosas empapando su rostro. Viendo la atrocidad que se encontraba sobre la cama. Los cuerpos perlados por el sudor, abrazados como si sus vidas dependieran de ello, completamente desnudos y exquisitamente entrelazados entre sí, buscándose ante la mínima falta de calidez.

 

 

Se mordió los labios para no gritar, ayudados por sus manos que apretaban con desesperación su boca, mientras negaba fehacientemente con la cabeza tratando de salir de esa horrible pesadilla. Sasuke con un ¿niño?, se había convertido en un degenerado sexual, una aberración de la humanidad. Todo por culpa de aquel demonio disfrazado de ángel que descansaba seguro entre los fuertes y protectores brazos de su amado.

 

 

En silencio y con el corazón hecho pedazos, salió de la residencia, con la seguridad que solo quedaba una cosa por hacer.

 

 

Matar a Uzumaki Naruto

 

Notas finales:  

* Darlingtonia californica, es una planta carnívora conocida como planta cobra por su símil forma con este reptil.

Bueno profundizando algo del tema, esta actitud obsesiva es un trastorno de personalidad conocido como dependencia emocional bilateral y es bastante inusual, generalmente solo una de las partes lo presenta. Se suele ver en los casos de mujeres maltratadas que reinciden a volver con su pareja y soportar todo tipo de abusos y vejaciones.

En cuanto al trastorno de identidad disociativo o doble personalidad de Sasuke, cabe mencionar que son dos "personas" diferentes pero con los años de tratamiento a sabido crear una especie de simbiosis, como un "nosotros" que terminó por reforzarse en el capítulo anterior, por eso su repentino cambio de actitud.

 


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