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Riyū to shinzō por Thai Maqui

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- Kabuto - dijo con sorna - ¿Qué estás haciendo aquí ttebayo? - Con toda tranquilidad, Naruto bajó las escaleras sin mostrar ninguna emoción por la delicada situación por la que Sasuke atravesaba en esos momentos.

 

 

- Encerrando a un asqueroso pederasta tras las rejas - expresó irónico viendo como los policías luchaban por reducir a Sasuke.

 

 

- Veo que lograste cumplir tu venganza Naruto kun - sonrió complacido, acomodando sus lentes.

 

 

- Debes sentirte orgulloso de tener el juguetito que Orochimaru sama tanto quiso - comentó receloso posando su ladina mirada en el Uchiha, analizando cada inesperada reacción.

 


Sasuke por primera vez reflejaba su estupor en sus albinas facciones. Sus pupilas se dilataron abruptamente, apreciándose en el intenso carmesí su vívido odio. Aquel hombre de cabellos purpúreos, tan correcto y decente en apariencia, con esa apacible sonrisa... Como pudo olvidarlo, era un fiel subordinado de la serpiente y lo peor de todo...

 

 

- ¡¡Naruto!! - exclamó buscando una explicación de sus actos, logrando captar su atención, el rubio tan solo volteó regalándole una álgida mirada. Ese cálido, profundo y añil mar había desaparecido, convirtiéndose en un impávido y cruel glacial. ¿Acaso todo había sido un vil trampa?

 

 

Los hombres armados, aprovechando la inestabilidad de Sasuke, arremetieron con fuerza contra su abdomen y piernas. El azabache tosió por la falta de aire, mientras un hilillo de sangre escurría de sus labios, forcejeando, tratando de liberarse de sus metálicas ataduras con el fin de conocer la verdad, obteniendo solamente graves lesiones en sus moradas muñecas.

 

 

A rastras, cansado por los golpes y con el cuerpo atrofiado. Finalmente lograron sacarlo de la mansión. Y  justo cuando lo subían al vehículo el eco de un disparo resonó por los alrededores al tiempo que, un cuerpo se desvanecía hacia su muerte.

 

 

Lo último que apreció fue el aroma a pólvora y sangre atestando el ambiente...

 

 

- ¡¡Naruto!! - grito desesperado con la garganta dolorida, golpeando la gruesa luna polarizada de la patrulla viendo impotente como la sangre de sus puños goteaba por el vidrio, ignorante del cruento destino de su pérfida obsesión.

 

 

"Ahora su traición era un hecho trivial, simplemente insustancial... Tan solo quería verlo con vida o acompañarlo hacia la dulce muerte"

 

 

 

Réquiem 7. Hiedra venenosa

 

 

 

Jueves, primero de octubre

 

 

Camina tranquilamente por el parque, con una sonrisa victoriosa asomándose por sus pintados labios. Acomodó su abrigo protegiéndose de la fuerte brisa que corría, alborotando todo a su paso, incluyendo su larga cabellera rosa.

 

 

Detuvo su andar frente a la zona infantil, dando una fugaz mirada a los juegos recreativos: toboganes multicolores, columpios arrullados por el viento, una casita de madera con las formas geométricas y un pequeño tiovivo algo desgastado por la innegable hiperactividad de los niños.

 

 

- Pensé que jamás te volvería a ver Sakura san - interrumpió una calma voz a sus espaldas. Desde una de la bancas.

 

 

- Kabuto san - saludó con una leve reverencia a su ex maestro acercándose a su lado - yo tampoco, pero la situación lo amerita - informó entregándole un sobre.

 

 

- Encontré a Uzumaki Naruto...

 

 

- Déjame adivinar - la cortó de manera sutil - está con tu prometido y ya se obsesionó con el pequeño zorro - acertó e inmediatamente comenzó a analizar la información.

 

 

- Quiero matarlo - aseveró decidida - además ese no era el plan de Akatsuki - cuestionó acerca de la eficacia de la organización criminal.

 

 

- Madara mandó a varios miembros pero han terminado muertos - explicó observando las picantes fotos - aunque gracias a tu información ya sabemos su paradero - concedió a la vez que pulsaba unas teclas de su Handheld.

 

 

- Naruto es el único testigo verídico de la muerte de Orochimaru y aunque logramos inculparlo supusimos que sería fácil eliminarlo - explicó guardando el sobre en uno de los bolsillos internos de su gabardina.

 

 

- El problema es que no hay indicios del testamento, si cae en manos de los Anbu podrían destruirnos con facilidad. Tú, ¿no sabes nada al respecto? - inquirió, recibiendo una negativa por parte de la Haruno.

 

 

- Convencí a Sasuke de hacer un viaje familiar - no pudo contener una carcajada ante tanta hipocresía - nos vamos mañana a primera hora al País de la Ola a pasar unos días de playa, arena, sol y diversión - repitió el slogan de un popular comercial.

 

 

- El "Sonido" es el lugar ideal - aclaró el Yakushi - contactaré a Sasori y Deidara para que se encarguen.

 

 

- Y luego de que obtengan la información te dejaran el dulce placer de matarlo - Sakura no pudo contener su emoción, al fin Sasuke sería solamente suyo y desharía finalmente del molesto zorro.

 

 

- Saldremos a las cinco - fue lo último que dijo mientras se alejaba entre el tenue refugio del rojizo ocaso.

 

 

 

****

 

 

 

Sus ojos escocían, sus párpados estaban hinchados y su nariz irritada por el efecto del aire viciado a amoniaco y azufre que se pululaba por todo el lugar.

 

 

Finalmente, luego de reiterados esfuerzos, logró enfocar su vista en la habitación, completamente blanca y quisquillosamente pulcra, apenas amueblada con una pequeña cómoda al lado de la amplia cama donde se encontraba. Desvió su atención hacia el sujeto que acaba de ingresar y ocultaba su identidad tras una máscara naranja.

 

 

- Al fin despiertas Sasuke - pronunció, mientras descubría su anonimato.

 

 

Sasuke tan solo lo observaba impasible. Ese rostro tan símil al suyo, las facciones frías y estoicas, los largos cabellos negros y la profunda mirada, insondable. Aquella persona frente a él. El autor intelectual de la muerte de sus padres y su querido aniki.

 

 

- Uchiha Madara - siseó, olfateando el característico olor a droga proveniente de la metálica puerta entreabierta, sintiendo sus sentidos agilizarse, tan agudos y sensibles. Pudiendo reconocer a la perfección el lugar, un laboratorio de heroína de alta pureza.

 

 

- Es una lástima que un ser tan bello tenga que morir... que desperdició - susurró, tomándolo bruscamente por la barbilla para plantarle un salvaje beso. El Uchiha menor vio con satisfacción como su agresor se alejaba y sus labios sangraban, tras la fuerte mordida propinada.

 

 

- Ahora entiendo la malsana obsesión de Orochimaru - habló, relamiéndose los labios con un brillo de clara lujuria y sadismo en sus orbes negras - y las del maldito zorro.

 

 

- ¿Donde está Naruto? - inquirió imperativo al escuchar aquel calificativo.

 

 

- Puedes creer que el niñato prefirió traicionarme y dejar toda esta vida de lujos que le ofrecía - explicó como una amable cortesía hacia su próxima víctima - aunque parece que a ti también.

 

 

- Para estas horas el zorro debe estar muerto igual que tu amiguito Kakashi y el jefe Sarutobi - contestó, desviando sus divagaciones ante la inquisitiva mirada carmesí.

 

 

- No te preocupes, arrojaremos el cuerpo de Naruto kun a la mismas fosa común para que se hagan compañía - Madara se acercó a Sasuke, introduciendo una delgada jeringuilla en el níveo brazo - Al igual que el tuyo para que no los extrañes.

 

 

- Pero antes nos divertiremos una rato - sonrió lascivo - nos vemos en quince minutos.

 

 

Sasuke aspiró fuertemente el aire, tratando de no sucumbir a la intangible sensación. El translúcido y potente narcótico atestaba sus dilatadas venas, filtrándose en su torrente sanguíneo; lentamente la temperatura subía y su cuerpo caliente estaba deseoso, desesperado por contacto ajeno. Apoderándose de su conciencia un solo anhelo, claramente reflejado en su semi enhiesto y palpitante miembro.

 

 

- Naruto - jadeó presa de sus primitivos deseos. Con su último atisbo de cordura, las reminiscencias del fatídico día volvieron a su mente.

 

 

 

Miércoles, siete de octubre

 

 

Blancos pasillos, almizclados a hidróxido y cloro; impolutos pisos como espejo y una desesperante calma en el ambiente. El Hospital general de Konoha, en habitación ciento cinco, yacía Sasuke internado hace veinte horas por diversas contusiones y fracturas. 

 

 

- Mierda - masculló, releyendo la información otorgada por el de cabellos plata.

 

 

El pálido puño del Uchiha impacto contra la pequeña mesa portátil de la comida reflejando una dolorosa mueca. Presa de la ira por la vil traición, solo quería descargarse, olvidando por completo sus recientes heridas; ocasionadas en el secuestro de su adorado Naruto y su pérfida esposa. 

 

 

- Parece que nos ha engañado todo este tiempo - corroboró Asuma expeliendo el grisáceo humo de su boca.

 

 

- Haruno Sakura trabajaba como agente encubierto de Orochimaru y Akatsuki, filtrando información sobre ti y los negocios de las empresas Sharingan - el policía se levantó intempestivamente, y con un gesto indicó su salida del despacho, para atender un código clave.

 

 

- Lo peor, es que luego de los atentados por parte de Hidan y Kakuzu el paradero de Naruto era reservado - intervino Kakashi - y para estos momentos Madara debe estar al tanto.

 

 

Su mandíbula se contrajo ocasionando un leve chirrido de sus perlados dientes, al escuchar aquel nombre. Uchiha Madara, jefe de la Luna Roja y traidor del clan por sus ilícitos negocios. Había confabulado todo un argucioso plan para quedarse con la fortuna familiar, incluyendo el brutal asesinato de sus progenitores. 

 

 

- Han localizado la ubicación, están en País de la Ola, en el área de container del muelle cinco - irrumpió  exaltado Asuma desde el marco de la puerta.

 

 

- Nosotros nos encargaremos Sasuke - anticipó el doctor mientras aplicaba un tranquilizante en dispositivo administrador del suero, previendo - la segura - acción de salir corriendo por parte de su paciente. 

 

 

Esa fue la última vez que vio a su mejor amigo y sin poder detenerlo cayó en la profunda inconciencia...

 

 

 

****

 

 

Disparos, gritos, sangre y mutilación...

 

 

Era lo último que recordaba del sorpresivo ataque al centro de operaciones de Akatsuki. Tan rápido y violento que dudaba sobre la certeza de los hechos. Madara estaba por satisfacer sus deseos sexuales con su cuerpo y el aire se tornó denso, una espesa neblina envolviendo todo a su paso, inutilizando sus sentidos.

 

 

Era un hecho que ya no se encontraba en aquel lugar, ahora el panorama era distinto.

 

 

Un asombroso y aterrador panorama...

 

 

Las paredes y el suelo, sin dejar ningún punto vacío, tapizadas con su imagen en diferentes etapas... fotos, recortes de periódico y revistas o dibujos hechos a mano. Diversas expresiones, acciones, gestos y acontecimientos que ni el mismo conocía de su vida, apenas visible por un resquicio de luz que se colaba por una especie de trampilla. Lo único era discordaba del escabroso y obsesivo escenario era un espejo de cuerpo entero.

 

 

- ¿Te gusta?, es mi tesoro - inquirió desde la penumbra una voz infantil sumamente dulce. Destilando inocencia, escondiendo a la perfección su maldad.  

 

 

- Donde estamos - trató de enfocar la silueta, pero ha esa la distancia era imposible y el cansancio tampoco le permitía moverse.

 

 

- En la mansión Hebi - dijo tajante - en el hogar de la fallecida serpiente.

 

 

Con su cuerpo caliente, palpitante y descarado, por los estragos del afrodisíaco, Sasuke reaccionó ante el placentero roce de los bracitos alrededor de su cuello, percibiendo la sedosa piel, tan blanca como la suya.

 

 

- Uchiha Sasuke, no sabes cuanto te odio - susurró en su oreja, con un tono tan sensual, seguido por un ávido lengüetazo. Disfrazando el dulce dolor que invadía su cuerpo.

 

 

El frío puñal, certero y punzante, atravesó la piel y la carne sin contemplaciones. La sangre escurría de la mortífera herida en el abdomen, pululando lentamente, anunciando la llegada de la muerte.   

 

 

Observó ahora con claridad la imagen de aquel asesino, reflejada en el amplio espejo, bañado por los rayos lunares.

 

 

Los cabellos ébano, la piel fría y blanca como el mármol y esos ojos... Una sola palabra brotó de sus labios, antes de soltar un último aliento.   

 

 

- Soy yo...

 

Notas finales:

Bueno reconozco que decaí en este capítulo, pero es para mantener el suspenso en los últimos que faltan.

Siento la demora, pero la migraña no me deja tranquila, no puedo sentarme frente a la Pc sin marearme. Quizás demore algo (no más de tres días) en la siguiente actualización.


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