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Riyū to shinzō por Thai Maqui

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Notas del capitulo: Ayer traté pero no pude acceder, siento la tardanza.

 

Me siento vacío, intangible, anodino... mi mente converge en mundo amorfo y bizarro, todo es difuso a mi alrededor. Los recuerdos me invaden, taladrando mi cabeza, agolpando con fuerza en un firme intento por hacerla explotar.

 

 

Aquel sombrío cuarto, donde observé las patéticas facetas de mi vida, a mi mismo asesinándome, reflejado en el espejo, el plateado puñal hiriendo profuso y mortal, mi sádica sonrisa, tan amplia y feliz, ya no está más.

 

 

Ahora el escenario ha cambiado, siento el frío remecer mi cuerpo, veo las nubes densas y borrascosas, las cristalinas gotas de lluvia agolpan contra mi rostro. Mis parpados colaboran y finalmente mis ojos se abren por completo, veo nítidamente un pequeño enrejado grisáceo y destartalado, todo corroído y maltratado por el paso del tiempo, el retorcido metal amenaza con atacar a quién se acerque causando una dolorosa grieta en el acto.

 

 

Me incorporo lentamente con sumo cuidado, estoy rodeado de un mar de flores, basto y de color carmín. Son bellas pero se sienten perversas y se abren frente a mí como saludándome o mejor dicho ¿despidiéndose?

 

 

- Te gustan - escucho un tenue susurro acariciando el lóbulo de mi oreja.

 

 

- Yo las plante - me explicas - cada una esta dedicada a ti y tienen un sentimiento diferente, mis amapolas rojas.   

 

 

La figura de mi pequeño "yo", se aproxima lentamente hasta caer entre mis brazos, aquella puñalada, la profunda herida, atavía su plano vientre y la carne rojiza... veo como te desangras, eso significa... que yo te asesiné. Entre tus cabellos ébano vislumbro unas finas hebras doradas, tu piel pálida y fría como nieve se torna caramelo, cálida y dulce y tu ojos...

 

 

Hay perdido oscuridad para dar paso a la inmensidad del mar, tan azul... sereno y reacio, dolorosamente vacío.

 

 

- ¡¡Naruto!! - bramo con tal desesperación que mi garganta se quiebra, mis cuerdas vocales parecen romperse de tanto gritar, las lágrimas de impotencia fluyen libres, tan solo te abrazo con sumo cuidado, no quiero lastimarte más...

 

 

- Sasuke, no sabes cuanto te odio - susurras con convicción clavando tus uñas con encono en mi espalda, mientras reflejas una mueca de dolor.

 

 

- Odio ese espejo, esa habitación donde Orochimaru me disfrazaba, me violaba gritando tu nombre, no sabes cuanto te odio - tu voz se torna veneno como ácido queriendo carcomer hasta mis huesos, entiendo tu dolor la ira que te corroe, pero entonces porqué... porqué decidiste que yo.

 

 

- Pero... - lentamente tus brazos pasan mi cuello acariciando la curvatura de mi nuca, jugueteando con mis rebeldes mechones negros y esa bella sonrisa aflora de tus labios, apoyas tu ensangrentado peso en mi cuerpo, sintiéndote protegido, querido.

 

 

- No puedo evitar amarte ttebayo - besas mi rostro, delineando cada facción hasta llegar a mi boca, saboreo el tintóreo líquido y respondo ávido de sentir tu piel, tu cálido aliento vaporoso con el mío, nuestras lenguas enzarzadas como espinas, excitándose ante el placentero dolor. 

 

 

- Mi amor es tan fuerte como mi odio, por eso quise que tú me mataras - confiesas, no puedo detenerme, con cada roce me estremezco las caricias no son suficientes, los gemidos braman por ser escuchados, quiero todo de ti, mi Naruto.

 

 

- Sasuke te amo - ronroneas mi nombre mientras acaricio tus muslos canela, completamente expuestos a mis lascivas intenciones. Saboreo tu pecho, los erectos pezones, los muerdo y lamo, deleitándome con tu morboso sabor, a pecaminosa tentación. 

 

 

- Naruto - profeso un ronco gemido mientras tu lengua juguetona cual minino consentido se divierte con mi erecto miembro, te veo entretenido con tu mirada hipnotizada en la mía, eres la clara visión del pecado, tu boca sube y baja y tus ojos fulguran por más.   

 

 

- Gracias - dices relamiendo los restos de mi blanquecina semilla de manera sensual y pervertida, colocándote sobre mi regazo.

 

 

- Soy muy feliz dattebayo - Con fuerzas renovadas nuestros cuerpos desnudos se buscan, embonando a la perfección, la lluvia cae expiándonos de pecados, muerte, dolor, venganza, rencor, todo queda atrás solo hay pasión, amor, el dulce acto y el diáfano deseo de entregarnos.

 

 

Nuestras caderas se buscan desesperadas, la fricción, el calor, los jadeos cada vez más vehemente, más salvaje... Tomo el puñal que me ofreces y lo asilo entre tus manos, tú me sonríes con esa inocencia perdida de ángel caído, rasgas mi pecho con suavidad, pequeños cortes como un juego infantil, para tornarse profusos a medida que mis embestidas son más frenéticas y certeras.

 

 

- Sasuke - escuché a la lejanía tu dulce voz, cálida y lasciva, agitada y enronquecida.

 

 

Y finalmente el éxtasis, nuestras esencias y fluidos se funden, sangre, semen, sudor, agua... y la afilada cuchilla que corta todo a su paso.

 

 

- Muere conmigo - aseveras feliz y me abrazas con fragilidad, mientras me niego a salir de tu tibio y delicioso interior. Tus manos se ciernen entre mis brazos, buscando un resquicio de calor en mi frío pecho, siento que mi corazón late, despacio, un pálpito etéreo, casi inexistente. Será este mi último suspiro.

 

 

- Acaso lo dudas dobe -  sonrió prepotente ante ese gracioso puchero disconforme - eres mi vida, mi muerte, mi todo - en ese instante todo acaba, y termino por enterrar en mi pecho la misma arma blanca que te dio muerte, puedes creerlo nunca en mi vida he sido tan feliz. 

 

 

- Te amo...

 

 

 

Cuál es la muerte más dulce...

 

 Compartirla con la persona que amas.

 

 

 

Réquiem 8. Sobre las amapolas* rojas

 

 

 

Dos semanas después

 

 

Estaba harto, completamente aburrido de estar inclaustrado en la molesta camilla del hospital a base de dieta banda y teniendo que soportar los descarados coqueteos - y pellizcos en la retaguardia - de su vecina, una dulce abuelita, también amante del Icha Icha.  

 

 

- Hola Kakashi - Asuma no pudo evitar reírse ante el semblante aburrido de su amigo, que siempre traía una sonrisa picarona bajo su mascarilla.

 

 

- Asuma cuando me darán el alta - más que preguntar, exigía saber la respuesta, estaba desesperado por salir del nosocomio.

 

 

- Pronto - su tono cambió a uno serio - pero he venido por otro asunto.

 

 

- ¿Los han encontrado? - El Hatake tan solo observó los ojos café del policía con la esperanza de vislumbrar una buena noticia.

 

 

Sin duda alguna no sabía nada con respecto a los hechos acontecidos meses atrás, nada después del rapto de Naruto, en que cayó presa de Akatsuki yo fue sometido a varias torturas, lo curioso del caso es que tampoco sabía como había terminado en un descampado a las afueras de la ciudad y quién fue su salvador.

 

 

- No se sabe con certeza quién se hizo cargo de los cuerpos - negó exhalando un profundo suspiro.

 

 

- Cuando llegamos a la escena solo había una inmenso charco de sangre, los de criminalística verificaron que pertenecían a Uchiha san y Uzumaki kun - algo intranquilo y a pesar del lugar donde se encontraba sacó un cigarrillo sin poder contener las ansían y el adictivo sabor a nicotina, mientras caminaba hasta la pequeña ventana con vista al jardín del hospital.

 

 

- Madara, Kabuto y el resto del Akatsuki fueron arrestados - informó - pero me temo que saldrán en un par de días por el amable apoyo que Danzou les proporciona - Kakashi tan solo estrujó sus puños en la fina sábana en señal de impotencia, tanto esfuerzo y vidas inocentes, inútilmente desperdiciado por las corruptas conexiones.

 

 

- Sin pruebas físicas no podremos retenerlos más tiempo - concluyó viendo el cigarrillo consumarse entre sus dedos.

 

 

- Por cierto hay un niño que te vino a visitar - recordó de repente -  es el mismo que avisó sobre el paradero de Sakura san. ¿Lo recuerdas?

 

 

- Gaara kun ¿no? - el Sarutobi le comentó los pormenores del caso, el niño de tan solo ocho años fue el que desenterró el cadáver de la Haruno, mientras jugaba apaciblemente en un arenero. Hecho que desconcertó y aterró a Asuma, mas que, por las secuelas psicológicas, por la frialdad y tranquilidad con la que se comportaba el pequeño, respondiendo escuetamente a cada pregunta.

 

 

- Buenas tarde Hatake san - irrumpió un joven escondido tras un enorme bouquet de flores, luego de golpear la puerta con cierta dificultad un par de veces - veo que está mucho mejor.

 

 

- Mi nombre es Sabaku no Sai un placer - se presentó dejando el fragante ramo sobre el buró, estirando su pálida mano a manera de saludo. Kakashi quedó perplejo ante el evidente parecido Uchiha que profesaba el singular joven, a excepción de la vacua y escalofriante sonrisa que retozaba en su rostro.

 

 

- Buenas tardes - una infantil pero seria voz llamó su atención, tras el azabache, entró un pequeño niño. Cabellos rojizos fieros y sedosos, piel nácar visiblemente suave y unos llamativos pero álgidos ojos aguamarina, ataviados por unas nítidas ojeras de solo ensalzaban su misteriosa belleza, todo lindamente decorado por un tatuaje en su frente.

 

 

Era como un niño "adulto", pero lucía adorable y muy tierno, sobretodo por el traje de conejito, mullido y afelpado que traía puesto.

 

 

- ¿Son hermanos? - preguntó al asociar los apellidos, aunque lo dudaba por el disímil físico.

 

 

- No - negó Sai anchando su dudosa sonrisa - Gaara es mi esposo* - respondió tomando la mano del pelirrojo en una dulce caricia. Ante la perplejidad de ambos mayores, el pequeño prefirió intervenir, acostumbrado a la falta de tacto de su consorte.

 

 

- Es para usted - habló tranquilo entregándole la gran caja blanca decorada con un moño amarillo que llevaba.

 

 

- Alicia es la clave - mencionó recordando las últimas palabras que le dijo Naruto el día de su cumpleaños, antes que Sai se encargara del cuerpo de Sakura.

 

 

- Debemos irnos o llegaremos tarde - anunció el albino - espero verlo pronto Hatake san - hizo una leve reverencia, dándole una última y fugaz mirada, saliendo con Gaara de la habitación.

 

 

- Extraño - murmuró Asuma ante la inusual pareja. Ese muchacho, Sai, era un famoso pintor, conocido por sus cruentas obras de arte, violentas y crudas pero con un toque humano difícil de explicar e igualar, lo recordaba del interrogatorio. Esperando tranquilamente a su "esposo", siempre con la frívola sonrisa en sus labios, un estremecimiento remeció su cuerpo... el joven era eso, simplemente escalofriante.

 

 

- Es Alicia, la muñeca de Naruto - el castaño salió de su letargo al ver la tétrica figura, exquisitamente vestida con un vestido azul y un mandil blanco, medias blancas contrastando con sus zapatos negros.

 

 

- Alicia, el conejo... el reloj - musitó casi inaudible.

 

 

- ¡El cuento! - exclamó con una significativa sonrisa.

 

 

- Llévame a mi casa - ordenó tratando de levantarse - ayúdame - pidió, por la dificultad a causa de su pierna rota mientras cogía sus ropas de la silla.

 

 

- ¿Qué haces Kakashi? - curioseó Asuma ante la efusiva actitud del doctor.

 

 

- El testamento de Orochimaru, ya se donde está...

 

 

 

****

 

 

 

Una lápidas, dos nombres entrelazados, descansando toda la eternidad juntos...

 

 

- Al fin te encuentro... sensei - Kakashi nunca supo del paradero de aquel epitafio, donde Minato Namikaze y su esposa, Kushina Uzumaki, yacía sepultados.

 

 

Esos nombres, casi ininteligibles en la pétrea piedra pero indelebles en su corazón. Corazón que juró proteger a su pequeño hijo y salvarlo de las garras de la serpiente y, aunque su promesa se hubiera roto sabía que Naruto donde quiera que estuviese se encontraba en buenas manos.  

 

 

- Como lo supiste - inquirió Asuma a su lado, colocando una ofrenda en el pequeño altar.

 

 

Kakashi tan solo le sonrió acompañado de un gesto que indicaba "es secreto", profanó la pardusca y húmeda tierra con sus manos, buscando algo enterrado en sus fauces, encontrándolo finalmente. Un par de ojos sucios y viejos, carcomidos por el tiempo.

 

 

Con sumo cuidado los limpió, colocándole sobre el marmóreo rostro. Ahora la linda "Kushina" parecía sonreír, tan amplia y feliz que su pequeña boquita sonrosa se abrió de repente.

 

 

- Es un chip - informó el doctor revisándolo minuciosamente, ante algún posible daño.

 

 

- Y Alicia es la clave - corroboró el teniente, comprendiendo finalmente el acertijo, el rompecabezas que guardaba recelosamente la muñeca.

 

 

La brisa parecía soplar más amena, cálida y fresca, presagiando un venturoso porvenir. Ofrecieron una última reverencia con la férrea promesa de regresar y volvieron tras sus pasos. Kakashi dio un último vistazo, sin borrar su sonrisa, asiendo la muñeca entre sus manos y algo más... 

 

 

Una metálica y resplandeciente llave dorada, que aún ocultaba un pequeño secreto...

 

 

Cinco años después

 

Notas finales:

En sí hay varios espaciones que tiene que rellenar y no he descrito, siento si el capítulo fue escueto.

* En el lenguaje de las flores significa muerte.

* Bueno en muchos países del Medio Oriente (Arabia Saudita), África y el sur de Asia está permitido el matrimonio infantil en este caso Gaara tiene ocho y Sai veinte (obviamente se entiende que el matrimonio homosexual está permitido). Con respecto al tema no lo apoyo en absoluto, hay tantos casos inhumanos y horribles, por no decir todos.

En cuanto a Sai y Gaara, es otra historia aparte, que posiblemente trate en otro fic, también de corte gore misterio, mucho más intenso, ya que sus personalidades se adecuan mejor para una trama así. 

 


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