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Riyū to shinzō por Thai Maqui

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Notas del capitulo:

Disculpen la tardanza pero caí enferma y recién pude subir el capítulo. Con respecto al final, es  feliz y basta simple, con toques de dulzura y miel.

 

Finalmente mis opacos ojos vuelven a vislumbrar la luz del día, es tan doloroso pero mis ansias y tozudez hacen que siga adelante. Me cubro de los rayos solares con mis manos y lentamente mis párpados se acostumbran, el escozor termina por desaparecer.

 

 

- Él, es Sasuke kun - la sardónica y rastrera voz reverbera en mi oído, burlándose descaradamente de mi desgracia, a la vez que su lengua larga y pegajosa recorre mi rostro, regodeándose.  

 

 

Hoy lo conocí, al causante de mi infierno, un joven arrogante y frío, de facciones duras como el acero pero exquisitas como porcelana. La razón por la cual soy violado brutalmente hasta desmayarme por la contundente hemorragia que escurre entre piernas, y los multicolores tintes que atañen mi cuerpo. Azulados, purpúreos, verdes y rojizos, producto de la retorcida mente  de mi "amo".

 

 

Lo odio, quisiera que muriera... No, que tomara mi lugar y sufriera en carne propia el cruel destino que con sádico placer me proporciona mi verdugo. Lo peor de todo es que, no puedo evitar sentir un  agradable calorcito que se posa en mis mejillas y una reconfortante punzada que atiza mi corazón al verlo.

 

 

Que es esta emoción invadiéndome...

 

Es lo que llaman ¿amor?

 

 

 

Rebirth. Gerbera Heat Wave*

 

 

 

Por primera vez, su inseparable y erótico libro naranja se hallaba lejos, resguardado en la guantera de su automóvil. Su único ojo visible bajo la gruesa chalina reflejaba un brillo de emoción, y la sonrisa a pesar de su clandestinidad era claramente amplia y curveada.   

 

 

El sonido de la gruesa y metálica puerta hizo que inmediatamente fijara su mirada en ambas siluetas que se vislumbraban. Aquel sonido grave y rastrero, cargando el peso de la condena de miles de reos, daba la bienvenida al único que le importaba, ofreciéndole el renovado y vibrante aroma de libertad.  

 

 

- Kakashi senpai - gritó el de brunos cabellos sin importarle el recio frío que se colaba entre su delgada camisa a cuadros, perdiendo su acostumbrada ecuanimidad para regodearse por la alegría de reintegrarse a la sociedad.  

 

 

- Tenzou - dejó su cómoda pose, apoyada en la portezuela del auto para salir corriendo a recibirlo, acogiéndolo en un posesivo abrazo, acompañado por un frugal beso en los labios, conteniendo sus ansias para otro lugar y momento adecuado. 

 

 

Asuma tan solo exhalo el humo que se filtraba entre sus satisfechos labios, solidario con la  dicha que embargaba a la pareja. Luego de encontrar el dichoso chip todo pareció arreglarse por arte de magia. En este, se develaban los secretos mejor guardados del Akatsuki: Vídeos, grabaciones, fotografías, conferencias, todo minuciosamente detallado en un diario virtual, hasta la corrupta conexión con el gobierno, los que por supuesto, fueron destituidos de sus cargos. Lo único que realmente lamentó fue el largo y tedioso proceso para la liberación de Yamato, pero se debían priorizar los hechos para desmantelar a la Luna Roja.

 

 

- Bueno - expresó Sarutobi, seguido de un soporoso suspiro - debo irme - anunció palmeando el hombro de ambos en un gesto fraternal.

 

 

- Se nota que Hiru chan* no te deja dormir - bromeó el Hatake aduciendo a su, reciente paternidad y las tenues ojeras que amenazaban con hospedarse bajo sus ojos.

 

 

- Sí - confesó como un orgulloso padre, mientras se dirigía hacia el otro lado del estacionamiento - Kurenai y yo los esperamos para Navidad - gritó algo lejos despidiéndose finalmente.

 

 

- Y ahora senpai... - quiso indagar pero sus labios fueron sellados con un fogoso beso.

 

 

- Tenzou ya va siendo hora que me llames por mi nombre - susurró de manera muy sugerente.

 

 

- A donde iremos Kakashi - el mencionado sonrió por la incomodidad de su pareja plasmada en un diminuto sonrojo.

 

 

- Iremos a Suna - informó pasándole un muda de ropa más abrigadora - a una exposición de arte.

 

 

- Y a conocer la tumba de Naruto y Sasuke...

 

 

 

****

 

 

 

Es un lindo día, el sol esta en lo alto y el viento sopla deliciosamente sobre mi cabeza, me siento relajado dattebayo, a pesar de estar recostado en este árido terreno de grava y grana. En el cual Orochimaru se deshace de los "estorbos". Antes envidiaba la suerte de los sombríos cadáveres, pero ahora...  

 

 

Me sumerjo en mi dulce fantasía, siento mi cuerpo gravitar en una mullida nube y una sonrisilla boba escapa de mi boca, quizás sea el efecto de las drogas que me inyectaron ttebayo. Mis ojos se pierden en el rostro de la persona que amo, acaricio su sedosa y blanca piel, le doy un pequeño beso en sus labios mientras mis dedos se pierden entre las hebras ébanos. Despierto de mi mundo de sueños y su vacua imagen se difumina.

 

 

Algo suave choca contra mi cara, una pequeña flor rojiza de amapola, seguramente de alguna semilla que cayó de las plantaciones de opio. Mis ojos la observan con detenimiento. No puedo evitar sonreír y admirar su fortaleza; agreste, salvaje e indómita. Una belleza naciente entre la suciedad.

 

 

Me reflejo en este frágil pero a la vez fuerte capullo, jamás le daré el gusto a la serpiente de verme derrotado, y sé que algún día cumpliré mi ferviente deseo. Estaremos juntos Sasuke.

 

 

Es una promesa...   

 

 

A diferencia de Konoha, donde el invierno ataviaba con su translucido manto blanco todas sus calles, en Suna el sol resplandecía fiero en el cielo, dándole un vivaz color cobrizo a la torrija arena del desierto.

 

 

Se encaminaron hasta la vanguardista construcción, sobresaliente entre las antiguas casas. Un edificio de forma amorfa pero llamativa a la vista, de cálidos colores, muy idóneo para expresar el arte.

 

 

- Es un gusto verlo Hatake san - reverenció el azabache que se encontraba en la puerta de la galería recibiendo a los invitados, siempre con su indescifrable sonrisa.

 

 

- Igualmente Sai kun - saludó - él, es mi pareja y futuro esposo Yamato Tenzou.   

 

 

- Buenas tardes - se presentó el castaño con un cortés gesto.

 

 

- ¿Donde está Gaara kun? -  preguntó el Hatake buscándolo con la mirada.

 

 

- Gaara esta ocupado con el bebé - indicó a través de la ventana, donde la cabellera fuego refulgía por los rayos solares mientras caminaba suavemente, meciendo a un pequeño bultito que estrechaba cuidadosamente entre sus brazos, sabiamente resguardado del sofocante calor de verano.

 

 

- Su hermana, Temari san, hace poco dio a luz a una nena, pero llora a menos que Gaara la atienda - explicó divertido guiándolos por un amplio corredor - No son lindos - ciertamente lo eran, ver al joven pelirrojo ahora de trece años cuidando a la criatura era enternecedor sobretodo por el rostro sereno y la minúscula sonrisa que revelaba.  

 

 

- ¿Qué les parece?, no es hermosa la exposición - comentó Sai al llegar al salón principal.

 

 

Kakashi y Tenzou discernían completamente de esa opinión, a pesar de la clara fascinación del resto de los presentes. Los cuadros retrataban la muerte, brutal, cruda y sin contemplaciones. Cuerpos mutilados, mostrando descaradamente el "interior" de manera cruel y emética, rostros vacíos sin alma, sucumbiendo al infierno.

 

 

- La verdad... - titubeó buscando las palabras adecuadas - no sé mucho de arte. 

 

 

- Este hombre - comentó Tenzou señalando un cuadro en particular, tan fidedigno al original, escalofriantemente verídico.

 

 

- Es Hidan - corroboró Kakashi sin esconder su estupefacción, una réplica exacta de su muerte.

 

 

- Esta puesta se llama rebirth - comentó Sai ampliando más la falacia que expresaba su rostro - la reencarnación es parte de la muerte y de la vida misma. Y tengo la esperanza que retoñen como bellas flores, al igual que ese jazmín. 

 

 

- Entonces tú...

 

 

- Sí Kakashi san, yo maté a Orochimaru - confesó con frialdad - y a todos los demás...

 

 

 

****

 

 

 

Veo su rostro cadavérico, la mueca torcida en sus labios y sus biliares ojos ahora parcos por la contundente hendidura que profana su garganta... No puedo creerlo, está muerto.

 

 

Me sumerjo en un cálido y viscoso mar de sangre y agua. Yago en la tina con las piernas juntas a mi pecho, viendo como las  ligeras ondas se asoman con cada movimiento. Espero tranquilo, disfrutando de la relajante paz... Sai se acaba de marcharse hace unos minutos, limpiando todo rastro de culpa a excepción del fenecido cuerpo que reposa a mi lado. Cierro mis ojos lentamente, sumergiéndome despacio, recordando cada paso del plan, todo debe ser perfecto.     

 

 

Pronto, muy pronto conoceré a mi amado Sasuke   

 

 

El silencio era abrumante, algo inconcebible tomando en cuenta los numerosos murmullos, las modosas carcajadas y las finas copas rozagantes de brilloso líquido que resonaban a su alrededor.

 

 

Sai había confesado ser un asesino, cruento y letal y no parecía perturbado en lo absoluto, tan solo los miraba con esos ojos negros, huecos y sin sentimiento, esperando algún gesto o acción, pero los minutos pasaban sin resultado alguno.

 

 

- Vamos - interrumpió el azabache las cavilaciones de la pareja mientras abría una de las puertas corredizas hacia el pórtico. 

 

 

- Conocí a Naruto cuando tenía tres años - declaró con cierta desazón al recordar el penoso estado del pequeño, a la vez que su cuerpo empezaba a balancearse lentamente en la silla columpio, invitándolos con un fugaz gesto a hacer lo mismo - el día que me sustituyó como amante de la serpiente.

 

 

- Lo habrán notado ¿no?, mi parecido con Sasuke san - recibiendo un unísono asentimiento de ambos hombres, ya más tranquilos y tolerantes a la predecesora noticia.

 

 

- Pero mi carácter sumiso e inexpresivo terminó por cansarle - Kakashi reparó en este hecho, cavilando en la similitud entre Sasuke y Naruto; sus pasados trágicos, llenos de dolor y sufrimiento en completa soledad, pero siempre con aquella flama impregnada en sus orbes, ese fuego conflictivo, atrayente y orgulloso. Que Orochimaru deseaba extinguir y doblegar a su voluntad. 

 

 

- Fue lo único que pude hacer por él - se excusó ante la autoría de tantas muertes.

 

 

- Eso ya no importa - suspiró el Hatake viendo las algodonadas nubes naranjas que se agrupaban en el cielo.

 

 

- Por cierto - continuó mientras se ponía de pie, yendo hacia el costado de la casa por donde se divisaba un barandal de madera - Kakashi san le presento, mi mayor obra maestra.

 

 

Y la verdad que lo era... simplemente hermosa.

 

 

Una sensación reconfortante y sumamente pacífica con sabor a dulce añoranza se posó en su pecho. Era como si los estuviera viendo, fusionados en un perfecto equilibrio con la naturaleza. Un sublime mar dorado matizado delicadamente con finos rasgos ébanos, cientos de flores por doquier en aquel bello campo orlados por el fino crepúsculo del horizonte.

 

 

- Allí está lo que busca - Sai señaló una pequeña glorieta ubicado al centro del prado, toda de blanco, orlada por pétalos de símil color. 

 

 

Kakashi recorrió el rústico camino de grava que se abría paso entre las flores bicolor, todavía con aquel cálido sentir anidado en su corazón, deteniéndose frente a la pequeña escalinata.

 

 

- Et lux perpetua luceat eis, requiéscant in pace* - rezaba en aquella inscripción, tallada en el los gruesos pilares de fino acabado.

 

 

Con la yema de los dedos acarició las iniciales de los eternos modadores, subiendo las gradas hasta la plataforma. Luego de cinco largos años, finalmente conocía el paradero de aquel epitafio que tanto se había empecinado por buscar, que tanto anhelaba visitar y presentar sus respetos.

 

 

- Me alegro que estén bien - pronuncio con una sonrisa melancólica, que entremezclaba su alegría, y una solitaria lágrima en memoria de la joven pareja. Kakashi sacó un libro de maltratada tapa de su gabardina, en donde un espiral yacía como emblema familiar

 

 

- Aquí tienes Naruto kun te lo devuelvo - susurró apenas moviendo sus labios dejando el diario sobre el iluminado altar. Aquel diario que el rubio le confiara por medio de la pequeña llave que abría su cerradura y encontrara misteriosamente al día siguiente en su buzón.   

 

 

- Nos veremos en nuestra próxima vida, adiós - quién sabe, como dijo Sai, quizás hubiese la posibilidad, una ínfima esperanza de volverse a encontrar. Por ahora disfrutaría el ahora al lado de su amado.

 

 

Besos tus labios por ultima vez en esta vida, sintiendo tu álgida tibieza, extinguiéndose, indicando que la hora de tu partida esta muy cerca. Sabes Sasuke, siempre admiré tu sentido de venganza, el malsano odio que destilabas de tus iracundas iris ónice, un odio puro, vehemente y desequilibrado. Esa retorcida manía de obsesionarte con todo es lo que me hizo enamorarme de ti.

 

 

Hoy finalmente he cumplido mi promesa, moriremos juntos por nuestras propias manos teñidas de sangre "Te amo". Cierro mis ojos mirando tu cálido y gentil rostro y dibuja una sonrisa en mi mente.  

 

 

No cabe duda, el amor es una maravillosa locura...

 

 

 

****

 

 

 

 - Hijo... despierta.

 

 

Despertó abruptamente, intranquilo y con la respiración agitada, su corazón tamborileaba con fuerza y con la mente ofuscada por los ¿recuerdos?

 

 

- Que estuviste soñando mi pequeño - dijo la mujer de larga cabellera con dulzura maternal.

 

 

- Madre - susurró confundido mientras frotaba sus ojos.

 

 

- Apúrate, iremos a visitar a la vecina - sonrió extendiéndole la mano - ¿no quieres conocer a su bebé?

 

 

Con paso torpe y trastabillando un par de veces, se levantó de la cama,  reflejando en su rostro la confusión de ese bizarro y enigmático sueño. Se colocó los zapatos negros pulcramente brillantes y arregló sus desordenadas ropas mientras pasaba un peine por su indomable cabellera empuntada.

 

 

Tomó la tersa mano de su progenitora y mirando antes a ambos lados de la calle cruzó a la acera contraria, observando la susodicha casa, pequeña pero acogedora, pensó el azabache, olfateando el delicioso aroma a pastel de manzana recién horneado.

 

 

- Pasen - recibió la novel mamá con una sonrisa radiante y un delantal floreado ligeramente enharinado.

 

 

- No deberías descansar, apenas ayer saliste del hospital - dijo con un tinte de preocupación.

 

 

- Es ridículo ni que estuviera inválida - negó con la cabeza, invitándolos a la sala.

 

 

En un moisés, resguardado por mullidos y suaves cojines se hallaba el pequeño bebé de días de nacido, con sus brazos y piernas moviéndose sin cesar, como queriendo dar la bienvenida a los recién llegados.

 

 

- Naruto - susurró el azabache al verlo, sintiendo un agradable deja vu agolpar su pecho.

 

 

- Es extraño - expreso dubitativa viendo el gracioso gorgoteo de los sonrosados labios de su hijo - pero muy lindo - concordó con el pequeño niño de cinco años.

 

 

- Tu nombre será Naruto - sonrió jugando con el escaso pelambre dorado.  

 

 

- ¿Puedo cargarlo? - preguntó sin dejar a la lado su parquedad. La mujer enternecida por el gesto indicó que se sentara en el mullido sofá color crema y con sumo cuidado se lo colocó en sus brazos.

 

 

- Naruto - pronunció, percibiendo el agradable calorcito de las rosáceas manitas que apretaban su dedo índice, en un intento por llevarlo a la boca.

 

 

- Mi Naruto - pensó el pequeño de bruna cabellera con una sonrisita.

 

 

Este no es el final, tan solo es el comienzo...

 

 

Owari

 

 

Notas finales: *Flor de pétalos amarillos con el centro negro.

* El Sandaime Hokage tiene por nombre Hiruzen de allí el diminutivo afectuoso para el hijo de Asuma.

*En latín: y brille para ellos la luz eterna, descansen en paz

En cuanto al capi, lo mejor hubiese sido algo mas gore, y lo tenía con un Naruto que se vengaba de Sasuke, pero ese no sería el rubio que amamos. Creo que este estuvo bien, "luego de la muerte viene la dulce reencarnación".

En cuanto al tema. Según el dogma de la reencarnación  (Metempsicosis), difiere de nuestro "yo" actual, pero para facilidad coloqué las mismas características y nombres.

 


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