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Stylish por Etsuyah_Kitazawa

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Notas del fanfic:

ER!... Cómo empezar... En realidad no sé, pero quiero que sepas que pese a todas las cosas, ideas, denuestos que este fanfic pueda tener, está hecho con mucho amor y dedicación. Es la versión mejorada del que se fue a la basura en vacaciones, y quiero aclarar que no está hecho a "tontas y a locas", pues averigüé bastante -todo lo que mi "escaso tiempo" me permitió-, pero que mezclo un poco con la fantasía, por supuesto...

El fanfic nació en las vacaciones, aburridísimas, por un sms en que me pedían un fanfic de Stylish con la palabra "limón". Bueno, aquí está... Después de mucho, pero luego de un día muy especial -Qué homosexual me siento al escribir esto-. Sólo espero que te guste... Aa~! No sé, no sirvo para esto... Es tan público -Sufre crisis de pánico-

 

!!!!

Notas del capitulo:

Aclaración: La historia NO se basa en hechos reales, para nada...

 Cometo suicidio al subirlo, pero no importa...

Y así fue como terminó completamente solo en medio de la habitación, sin terminar de entender lo que había ocurrido. Su semblante adormilado se desvaneció inmediatamente al recordar cada una de las palabras que profiriese horas antes a su adorado Takanori. No comprendía por qué había actuado tan agresiva y precipitadamente frente a una situación tan fácil de manejar. Cubrió su rostro con ambas manos, respirando agitadamente. Recordaba las palabras dichas como si el aliento aún no terminara de enfriarse frente a su rostro. Tenía la agria sensación del disgusto marchito acabado en accidente que se tiene en las películas de amor, aquellas en las que uno de los dos decide irse a causa del egoísmo del otro. Y en este caso, era su orgullo el que no le dejaba actuar... Tal vez si Takanori no hubiera olvidado su celular antes de irse podría llamarlo para disculparse. Quizás si el menor no fuera tan orgulloso como el, o incluso más, habría vuelto sobre sus pasos para recuperar el valioso artefacto. Pero una muestra de que estaba realmente molesto era que no había regresado. Esperó, esperó... Tan sólo necesitaba una señal que le indicara que el enojo había pasado, pero al parecer esta vez iba enserio...

 

 

 

 

 

Dormía plácidamente, soñando con las más absurdas e inimaginables historias que un ser humano en su sano juicio pudiera inventar. ¿Realizaba las proezas que ni el mismo Odiseo pudo completar? ¿Daba la vuelta al mundo en setenta y nueve días? ¿Reafirmaba que su hipótesis de que el SIDA era un virus creado en los laboratorios de inteligencia de los yanquis era cierta? No, él simplemente soñaba que dormía, babeando hasta los pies de Yokohama, exactamente lo mismo que sucedía en el instante en que su sueño fue perturbado. Un bullicio molesto como el zumbido de un mosquito revoloteando sobre su oreja le estremeció, inquietando su letargo, consiguiendo hacerlo maldecir -cosa bastante fácil- entre sueños, mientras cubría su cabeza con la almohada recién babeada, rebosante de suculenta saliva que amenazaba con caer en su tímpano, martillo y yunque. Y ocurrió, lo cual hizo que cayera de bruces al suelo, completamente asqueado. Bufó un par de improperios antes de levantarse apoyándose en la cama.

 

To the F to the F
To the I to the I
To the L, A
(Can you feel it)

 

-¿Qué rayos es...? - Se acercó a la puerta, intentando descubrir el lugar donde provenía aquella singular canción de efusiva alegría. Caminó por el pasillo algo asustado, pues suponía que el perezoso de Takanori seguiría durmiendo a su lado. La verdad, ni siquiera se había molestado en verificar si su pareja continuaba en la cama, si respiraba o había muerto en una horrible pesadilla en que los coreanos invadían Japón para una tercera guerra mundial. Luego de la enorme y alborotada noche de juerga por el cumpleaños atrasado de Yuu, con suerte había podido meterlo en la maleta del auto, amordazado y semidesnudo -exageraba-. Dudaba que el cantante estuviese de ánimo para "madrugar" después de aquella sesión de sexo alcoholizada, menos poniendo esa música infernal de coreanos que pretendían rapear.

-Party people up, from now on everything here will change. Trust me FILA, now everyone wants to be my friend. They want to figure out what I want...

Un momento... Si sus oídos no se equivocaban esa era la "melodiosa" voz de su amante bandido. Eso realmente le asustaba, pero más le molestaba que lo hubiese despertado tan temprano y luego de semejante parranda. ¿Quién se creía? ¿El dueño de casa? ¡Ja! Takanori no lavaba un plato por miedo a que los gérmenes treparan a su cerebro. Aunque estaba a punto de descubrir lo contrario... Allí, frente a sus impresionados y somnolientos ojos se encontraba Takanori, corriendo muebles, barriendo, sacudiendo, trapeando y limpiando cual ceniciento.  Hasta el más recóndito de los lugares de la sala de estar del departamento nunca antes limpiado de Akira, relucía fruto del laborioso empeño de su nueva ama de casa. ¡¿Pero al dueño eso qué le importaba?! No, pese a los desinteresados esfuerzos de su hacendoso novio por agradarlo y hacerle el favor de ordenar su despilfarrado departamento. Él estaba enfurecido porque Takanori había interrumpido su ritual de sueño. No, no sólo eso, además se había atrevido a importunarlo con ese bullicio y actuaba como si nada, bailando y cantando en un descoordinado frenesí de limpieza. ¡El colmo!

-¡¿Qué demonios estás haciendo, Takanori?!- Le gritó incontenible.

El aludido sonrió, mirándolo feliz.- ¡Cielo, despertaste!

Al parecer no había oído bien su queja contra la sociedad, quizás debería olvidarlo... O mejor: hacérselo notar con más agresividad, contrarrestando con una nueva pregunta.

-¡¿Cómo voy a dormir si tienes esa basura sonando a todo volumen?!

-Ah... Con que alguien se levantó de mal humor, ¿eh?- Arqueó una ceja con aires de fatua resignación, ignorando al energúmeno para continuar con su ajetreada labor, subiéndole más el volumen al equipo, como provocando a Akira. Le fascinaba fastidiarlo, pues sabía que la paciencia del rubio era escasa, o más bien nula, aunque jamás imaginó que actuaría de esa manera tan iracunda.

-¡Maldición, Takanori. Sólo déjame dormir!- Reclamó, bajándole el volumen.

-¡Y yo quiero seguir escuchando a G-Dragon!- Repuso decidido, contrariando al más alto mientras volvía a subir el volumen, esta vez al máximo.- Everybody on my left, everybody on my right.
Everybody just jump, jump, jump...

-¡Por la mierda, no jodas!- Bufó, jalándose frenéticamente e los cabellos. Se dirigió al parlante, furioso, pateándolo.- ¡Quita a esos idiotas homosexuales!- El puntapié le había dolido más a él que a los coreanos que interpretaban la peor de sus pesadillas, y el objeto apenas había sido dañado por el golpe.

 

Takanori parecía divertirse bastante con la escena que armaba su pareja.- ¡No lo haré!- Canturreó, mientras bailaba con la escoba de "micrófono", mientras mecía sus cabellos al compás de la música.

 

-¡¡¡Suficiente!!!- Avanzó bruscamente hacía su equipo, dispuesto a apagarlo, para luego hacer trizas el CD del maldito grupo cuyo estúpido nombre no se molestaría en leer -ni que quisiera saberlo-, pero Takanori se interpuso, riendo un poco sin saber que Akira había hablado enserio.

 

-¿Te unirás al baile, amor?- Preguntó, tomándolo de las manos y comenzando a bailar alegremente.

 

-¡Maldita sea, no es gracioso!

 

-Sí lo es...- Respondió, aún obstruyéndole el camino hacia su presa.

 

-¡Deja de ser tan infantil!

 

-¡No quiero, tú eres más infantil!

 

-¡¡¡Ya quítate, imbécil!!!- Lo empujó con la fuerza necesaria -de sobra- como para clavarlo de rostro en el sofá negro en el que acostumbraban ver televisión mientras se besaban, comían o simplemente se arrojaban su cojín de cuadros. Luego de esto, retiró el disco compacto del lugar que le correspondía, leyó una vez el nombre sólo para burlarse de él. ¡Qué tontería! ¿Esos tipos se creían astrónomos que le andaban poniendo nombres de teorías del origen del universo a sus álbumes? Lo suficientemente estúpidos como para aborrecerlos, a ellos y a los que auspiciaban semejante desperdicio de dinero. Una porquería...

 

Abrió la ventana que daba a la calle, y ante la mirada atónita de Takanori, quien acababa de reincorporarse, lo arrojó lejos con odio, sin siquiera pensar en las consecuencias de esto. No, él simplemente no razonaba cuando alguien lo hacía enfadar.

 

Todo ocurrió en cámara lenta...

 

Perplejidad...

 

Silencio...

 

Reacción tardía...

 

-¡¿Por qué hiciste eso?!- Lloriqueó el más bajo, levantándose de un respingo y corriendo a la ventana en cosa de segundos, para ver cómo su preciado CD caía desde el décimo tercer piso del edificio para ser destruido por las ruedas de los vehículos humeantes.

 

-Puedes comprar otro...- Murmuró con desidia, bostezando largamente mientras volvía a su habitación.

 

-¡Ja! ¿Así de simple?- Siguió al bajista hasta la alcoba, gritándole desde el pasillo.- ¡¿Sabes lo que tuve que hacer para conseguirlo?! ¡¡¡Es como si hiciera eso con tu discografía de los Sex Pistols!

 

-Takanori, no hagas tanto escándalo.- Masculló, metiéndose entre las sábanas frías nuevamente.- Y no compares a los Sex Pistols con... "eso"...

 

-Eres egoísta e insensible, ya no te soporto...- Dicho esto, tomó su abrigo, gafas oscuras y llaves de su departamento, retirándose fugazmente del lugar.

 

No le dio mayor importancia, ya volvería...

 

Ya volvería...

 

No recordaba cuántas veces se había repetido las miasmas palabras...

 

Incluso cuando descubrió que llamarlo sería inútil, incluso cuando Tanabe lo llamó para decirle que su queridísimo novio grabaría su parte del nuevo single por su cuenta, sin motivo aparente que pudiera justificar su aislamiento voluntario. Incluso después de días y días sin recibir una sola señal de vida, incluso cuando el celular del vocalista se descargó por completo esperando la venida de su dueño; él no perdía la esperanza de que volviera. Seguía creyendo que volvería... Al menos para recuperar el objeto perdido. Sin embargo, no fue hasta el veintiocho de enero que asumió que estaba esperando a que su cabello pasara del rubio al negro, y luego a un gris blanquecino, para solucionar las cosas. Estúpida metáfora, pero fue lo único que su mente atrofiada pudo articular. De todas maneras, de nada serviría entonces, arrugado y con el pellejo carcomiendo sus huesos, disculparse con Takanori... Ya dejar pasar una semana era bastante...

 

No lo soportaba... Esos días sin Takanori estaban matándolo... ¡No podía valerse por sí mismo y acababa de descubrirlo! No tenía idea de cómo freír un huevo -cosa aprendida luego de casi provocar una catástrofe nuclear en el microondas- sin consultar a su salvador, Uke, en caso de hambruna. No tenía voluntad propia para elegir qué película ver en la televisión. Hasta el mocoso gringo al que sus padres olvidaron al irse de vacaciones tenía más opciones de sobrevivir que él. Últimamente lo único de lo que se alimentaba eran Kit Kats, cigarros, cerveza y comida chatarra. Aunque a veces, luego del ensayo carente de voz, alguno de los chicos -llámese Tanabe- lo invitaba a comer algo decente. Realmente había aprendido a apreciar la cocina del baterista... Y sobre todo, sobre todas y cada una de las minúsculas cosas bellas de la vida, a Takanori... Se odiaba mil veces por haberlo tratado de manera tan brutal y soez. Realmente, su madre tenía razón cada vez que le decía que no había aprendido nada, seguía siendo el mismo mocoso grosero que a los quince años. Peor aún, había insultado y maltratado al ser con el que había planificado una vida, quizás. Hasta lo había empujado y llamado imbécil.

 

 

 

 

 

Como a sus amigos no podía mentirles, o al menos no estando de un notorio mal humor y sin mencionar a su Takanori por más de dos días seguidos, menos  si éste no iba a ensayar por motivos ultra secretos que ya saldrían a la luz pública; se vio obligado a contarles con lujo detalle la compleja situación.

 

"Le dije que era un imbécil, rompí su CD de coreanos bailarines y se fue del departamento sin su celular... Y ni siquiera terminó de asear la sala..." Esas habían sido las sutiles palabras que empleó para narrar su trágica historia. Bebió un poco de la cerveza que le ofrecía Uruha y daba una honda calada a su cigarro. Yuu guardaba su guitarra en su respectivo estuche, mientras Uke apuntaba unas cosas en su agenda.

 

-¡¿Takanori limpio tu DISORDEPARTAMENTO?!- Bromeó Aoi con un énfasis de exagerada sorpresa, pero su gesto no fue bien recibido por los presentes.

 

-¡No es gracioso! Ahora me odia...- Profirió el rubio, deprimido, golpeándose la cabeza contra la pared hasta cansarse y continuar golpeando ésta con el puño.

 

-Tranquilo, hombre... Sólo quise mezclar DISORDER, que es desorden, creo... con tu departamento que es lo mismo. Porque... es gracioso. ¿No lo es?- Miró a todos alternadamente, expectante.

 

-Yuu... Realmente, cállate. Has bebido demasiada cerveza, sólo dámela.- Insistió el más alcohólico de los presentes, quitándole la lata de las manos y haciendo desaparecer su contenido en cosa de segundos.

 

-Uke, ellos no saben consolar...- Suplicó Akira, viendo las escasas probabilidades de que los guitarristas pudiesen darle un consejo útil.

 

-Sí saben, créeme.- Se acercó al bajista con parsimonia, tomándolo suavemente por los hombros y llevándolo hasta el asiento más cercano. Se sentón junto a él.- ¿Lo amas?

 

-¡¿Cómo me preguntas eso?! ¡¡¡Por supuesto que lo amo!!!- Recalcó exasperado.

 

-¿Le demostraste que lo amabas con tu actitud de esa mañana?

 

-No...- Murmuró con arrepentimiento, pensando en que si el tiempo fuera negativo retrocedería hasta ese día y le habría preparado el desayuno a Takanori con el curso que había tenido que tomar por Internet para sobrevivir.

 

-¿Pensaste que Takanori detesta limpiar aun más de lo que detesta el desorden?

 

-¡No, maldición!- Se llevó las manos a la cabeza con frustración, enredando los dedos entre sus cabellos pajizos.

 

-Entonces ya sabes lo que tienes que hacer. Quizás quería demostrarte su amor...

 

-¿Algo así como la "prueba de amor"?- Preguntó con un poco más de ánimo.

 

-Tal vez, pero tú no supiste interpretarlo.

 

-¿Qué debo hacer entonces, maestro Kai?

 

-¡Sólo ve y discúlpate, tonto!- Lo golpeó en la cabeza con la palma de la mano.

 

-¡¿Y si no quiere volver a verme jamás?!

 

-Exageras -lo consoló-, te ama y sólo está dolido. Debe estar esperando que enmiendes tu error. Si no lo han solucionado es de orgullosos. ¡Cuál de los dos es más orgulloso!

 

-Él, yo estoy dispuesto a limpiar retretes toda mi vida para revindicarme...

 

-Buen comienzo, pero piensa en algo mejor.

 

-¿Y cómo se hace eso?- Preguntó, comenzando a desesperarse.

 

-No lo sé, Akira, creí que habías recibido bien tu ración de neuronas. ¿Tú qué crees?- El otro se encogió de hombros, por lo que el baterista debió pensar más para reponer.- ¿Cómo dijiste que se llamaba el grupo coreano?

 

 

 

 

¿Cómo había acabado ahí? Claro, siguiendo los excelentes consejos de su amigo Tanabe, ahora era un cliente clandestino prófugo de la ley en una tienda de música, específicamente en la sección en que las chicas comentan acerca de las canciones de sus ídolos y, por supuesto,  criticaban su sentido de la moda y la belleza. Bien lo sabía él, que adoraba llegar a su sección, oculto tras un disfraz perfecto sólo para oír cómo las chicas hablaban con total libertad de su vida sexual, e incluso inventaban las más dramáticas historias que distaban bastante de la realidad. Hasta lo habían emparejado con uno que otro de Alice Nine. Pero esa no era su misión imposible del día.

 

Allí estaba él, justo en medio de la vorágine de la fama, intentando comprar un CD de Big Bang sin saber siquiera dónde buscar, procurando no ser descubierto por las fans al acecho de cualquier rastro del famosísimo bajista de Gazette. En caso de que lo hicieran, ¿qué podía hacer? Los rumores corrían y su reputación era algo con lo que no se jugaba. Lo negaría todo: "Estaba comprando un regalo para mi hermana". De Ruki podían decir muchas cosas, como que se drogaba y se había casado con Aoi en Las Vegas. Pero no de él... Él sólo diría la verdad cuando su fascinación por el vocalista, oculta tras la frialdad que aparentaba en el escenario, fuera tan obvia como su forma de actuar cuando estaban peleados. Cuando su amorío de años fuera imposible de ocultar al ir de compras al lugar más gay del mundo tomados de la mano. Ahí quizás sería tiempo de decir la verdad, antes no...

 

Con un titubeo de endeble seguridad, tomó la caja sobre la cual se podía apreciar el nombre y la imagen del grupo por el cual Takanori  alucinaba mientras aseaba, cocinaba, cantaba, e incluso cuando iba al baño. ¿Orinaría pensando en el G-Dragon del que tanto hablaban las chicas, y que tanto parecía gustarle? ¿Qué tenía él que pudiera gustarle? Es decir, por lo que había visto en las fotos que circulaban por Internet y que "accidentalmente" había visto, ninguno de ellos era muy atractivo. Y el que se hacía llamar el líder, era bastante bajo en comparación con los demás. Todos querían parecer más rudos de lo que en realidad eran. Pues no, no lo eran. Su single dejaba mucho que desear, quizás deberían dedicarse a otra cosa. Aunque de Gazette las fans decían lo mismo... Era preferirle ahorrarse sus comentarios malintencionados y comprar de una vez el famoso disco. Había unos cuya carátula realmente le mareaban, pero finalmente decidió comprar uno que tenía una canción que podría traducirse como "hacer el amor", o algo así. Había logrado convencerse por completo de su compra, cuando en la música de la tienda comenzó a sonar nuevamente la desagradable canción que días atrás había arruinado el buen humor que no tenía.

 

 

My energy (my energy) Don't stop
Everybody together (don't stop the beat)
Fly higher, unfold your dream to the world
We are family, number 1 fresh and clean
Challenge (yourself) stronger until the day your breathing stops

 

 

Prácticamente corrió a la caja, impulsado por una suerte de energía sobrenatural, extendió el disco a la muchacha que atendía y se excusó, sin siquiera ser interrogado.- Le compraré este a mi novi-...a...

 

La joven sonrió amablemente, marcando su valor en la computadora con ese objeto tan gracioso que podía descifrar las líneas verticales del código de barras. Con su encantadora y dulce voz pronunció lo que debía pagar por aquel obsequio, y sin más cuestionamientos asintió, entregando su dinero plástico y sin haber escuchado lo que dijo la chica. Estaba ensimismado, siguiendo la letra de la canción, intentando aprender coreano en unos segundos. Recibió su boleta y con la compra en mano, salió lo más rápido que pudo del lugar.

 

Caminó por las atestadas calles, ahogándose entre el tumulto de gente que no repara en golpes ni gritos, buscando con la mirada el lugar donde Tanabe esperaba para llevarlo a su departamento -habían cancelado su licencia por tres meses cuando cometió una infracción ligeramente grave-. Esperó a que la luz del semáforo cambiara, mientras miraba la bolsa en su mano izquierda con recelo. Como ese día el caos atestaba la ciudad, y no es que fuera muy tranquila que digamos, el bajista intentó concentrarse para ignorar el irritante bullicio que a diario le provocaba horribles jaquecas. Intentó relajarse, eliminar la tensión, distrayéndose con una conocida melodía proveniente de una pantalla gigante sobre un edificio. ¡¿Qué era esto?! ¿Acaso el mundo se había puesto de acuerdo para recordarle lo cruel que había sido con Takanori? ¡¿Es que esos coreanos del demonio no lo dejarían en paz?! Con el dolor de su orgullo, volteó mientras avanzaba con paso lento, para contemplar lo que jamás debió haber visto... ¡Eran los coreanos parientes de Miyavi! Se mandíbula se desencajó al enterarse del comunicado que hacían por televisión: "¡Big Bang de gira por Japón! Se presentarán los dos primeros días del próximo mes para lanzar..."

 

No pudo oír más, pues una bocina lo sacó de su trance. Cruzó la calle corriendo, reponiéndose del bochorno de haberse quedado en medio de la calle al no poder hacer dos cosas a la vez. Avanzó hasta el lugar en que se había estacionado su amigo. Se metió en el asiento copiloto, veloz como un rayo, con la respiración agitada.

 

-¿Sucede algo?- Inquirió el menor, poniendo en marcha el vehículo sin apuro.

 

-Los primeros días del próximo mes... Febrero... ¡Febrero!- Finalmente reaccionó- ¡Es el cumpleaños de Takanori! ¡¿Cómo pude olvidarlo?!- Gritó colérico, jalándose los cabellos y abofeteándose mientras se repetía que era un bastardo en términos obscenos de barrios marginales.

 

-¿Qué, Akira? ¿Qué pasa el primero de febrero?- Preguntó confundido, sujetándole las manos al rubio para evitar que siguiera auto flagelándose.

 

-Viene Big Bang, Uke... Pero eso no importa, lo que sí importa es que soy el peor novio del mundo, ¡un bastardo que no merece vivir!

 

-Repite lo primero.

 

-¿Qué cosa?- Alzó la vista, arqueando una ceja.

 

-Lo primero que dijiste, ¿qué fue?

 

-¿Qué viene Big Bang a Japón?

 

En los labios del baterista se formó una sonrisa maliciosa, mientras en sus ojos un destello de picardía se dejó ver en el instante en que tuvo uno de esos atisbos que siempre le permitían solucionar cualquier conflicto. Tenía un plan, el mejor de todos...

 

 

 

Impaciencia...

 

Sudor...

 

Agonía...

 

Nervios...

 

No podía esperar para comunicarle aquella importante decisión.  Estaba ansioso como un niño que espera la reacción de su madre luego de entregarle su obsequio del día de las madres, que normalmente es una tarjeta horrenda que ellos creen que es linda, pero en el fondo él y su madre saben que no lo es. Así, desesperado... Se había levantado más temprano que de costumbre aunque no tenía ensayo -a pesar de ser viernes-. Debía hacer una llamada urgente, antes de perder el juicio por completo. Incluso había escrito en un trozo de confort indecente las palabras que debía pronunciar. Se armó de valor y tomó su teléfono, tembloroso, marcando con dificultad el número indicado, el cual sabía de memoria.

 

-Contesta...- Murmuró, sospechando al sexto tono que Takanori no tenía intenciones de contestar. Él nunca hacía esperar demasiado a la gente, menos en un horario accesible. Suspiró, recordando que el teléfono del vocal tenía visor. Iba a cortar la inexistente comunicación, cuando del otro lado se oyó una voz que fingía formalidad.

 

-Sexshop Matsumoto & Company, ¿a quién desea ordenar?

 

-¡¿Shima, qué demonios haces ahí?!

 

-¡Akira, qué grata sorpresa!- Pudo imaginar a su amigo pronunciando eso a todo volumen, para que el dueño de casa pudiera oírlo. Se oyó a alguien murmurar a la distancia, supuso que sería Takanori.- Justo estábamos hablando de ti...

 

-¿Ah sí? No jodas...- Todo su buen ánimo y positivismo se convertían lentamente en un manojo de dudas y cavilaciones.- ¿Me dejas hablar con...?

 

No fue necesario. Antes de que pudiera terminar la frase, se oyó un "¡Dame eso!", y posteriormente la voz ronca de su pareja.

 

-¿Se te ofrece algo?- Preguntó tajante.

 

-Yo... Mira... No, no mires.- Rió con nerviosismo, tosiendo copiosa y forzosamente.- Verás... Quería saber si podemos hablar... Juntarnos, ya sabes.

 

-Por supuesto que podemos hablar, ¿no es lo que estamos haciendo en este momento?

 

-No me refiero a esto, Takanori. Necesito que nos juntemos. Tenemos que hablar, ¿no crees?

 

-Algo tarde, pero acepto tu proposición. ¿A qué hora?

 

-¿En dos horas?- Preguntó dubitativo.

 

-Déjame revisar mi ocupadísima agenda.- Mintió, sólo quería respirar muy hondo antes de acceder.- Sí, está bien por mí. En ese café que me gusta, y procura ser puntual. A diferencia del tuyo, mi tiempo es valioso.- Y sin más, cortó la comunicación.

 

"¡Igual de idiota que siempre!" Exclamaron los dos al mismo tiempo, aunque en distintos lugares y con diferente entonación. Mientras Takanori lo hacía como un reclamo contra la vida, Akira lo hacía con un idílico enamoramiento masoquista. Ambos estaban ansiosos, y aunque lo negara rotundamente, el vocalista estaba bastante entusiasmado con el encuentro, extrañaba las estúpidas jugarretas de su novio y necesitaba verlo tanto como ansiaba patear su trasero por haber tardado tanto en hacer aquella llamada decisiva.

 

 

 

 

 

Salió de su departamento una hora antes de lo previsto, intentando controlar sus nervios y la crisis de pánico que amenazaba con romper lo poco de estabilidad emocional adquirida viendo el programa de Ophra los últimos días. Entre sus manos llevaba lo que había comprado en la tienda de música, jugando con el paquete para distraerse un poco. Caminó unas cuantas cuadras hasta llegar al lugar acordado, el cual no era muy concurrido, y era respetado por la inquebrantable discreción de sus trabajadores. Por eso podía ir ahí con Takanori cada vez que quería, estaba seguro de que ya los conocían, pero no ponía en duda la fidelidad de su amado lugar de paz. Apartó una mesa al rincón, donde siempre se sentaban a fumar, platicar y beber café con su adorado "cantante". Pidió un capuchino con galletas, pues no había desayunado -pues no había mucho que comer en su devastado refrigerador-, y esperó...

 

Y esperó... Y esperó... Y esperó... Y cuando se había resignado ante la idea de que lo habían plantado, una cabeza castaña con lentes de mosca apareció, caminando con elegancia hacia él. Se levantó apresurado para saludarlo, pero Takanori hizo el gesto técnico de que se mantuviera apartado.

 

-¿Cómo estás?- Preguntó finalmente Akira, luego de un prolongado e incómodo silencio.

 

Odiaba esa pregunta, y el bajista lo sabía. Aun así se atrevió a preguntar.- Así como me puedes ver...- Respondió, haciendo una seña al mozo mientras encendía un cigarrillo.

 

-Estás más delgado. ¿Has comido bien?

 

-Para nada, no tengo ánimo ni para masticar... ¿Quieres?- Tendió su cajetilla de Pianissimo, ofreciéndole, sin dobles intenciones,  pero el otro los rechazó. Paradójicamente, siempre era Takanori quien robaba los cigarros de los demás. Akira sonrió para sí.

 

-Takanori, yo...- Iba a continuar, pero el aludido le indicó que se callara pues el joven mesero esperaba para tomar su orden.

 

-Quiero té rojo helado, por favor...

 

-¿Algo más?- Preguntó el muchacho de no más de veinticinco años, mirando desconcertado a su cliente, quien lucía demacrado y con los pómulos más marcados desde la última vez que había ido al lugar. Se consideraba fanático encubierto de Gazette, y aún así no podía pedir el autógrafo de su ídolo, conformándose sólo con recoger las migajas de los platos que Ruki usaba, tomando las boletas con la firma que a veces desechaban. Kano, quien atendía desde hace dos años la misma mesa, se sentía casi un miembro importante en la relación de sus clientes, pues siempre se había preocupado de interferir en lo que podía, y siempre apartaba la mesa especialmente para ellos.

 

-Nada más, gracias.- Contestó cordial, arreglándose el cabello despreocupadamente, viendo como el chico se retiraba.

 

-Espera un momento.- Los dos presentes voltearon a verlo, pues no había especificado quién era el destinatario de su mensaje.- Apuesto a que ni siquiera has desayunado.- Dirigiéndose a Takanori.

 

-Eso a ti no te importa, no tengo hambre...

 

-Tráeme... ¿Pasteles tienes?- Preguntó, mirando al garzón directamente a los ojos.

 

-Por supuesto, de frambuesa, limón, chocolate, manzana...

 

-De limón, tráeme el trozo más grande y delicioso que haya.- Miró al vocal con satisfacción, sabiendo que no podría resistir la tentación, ya que era su pastel favorito.

 

-Te detesto...- Masculló minutos después, viendo el plato con el colosal trozo de pastel de limón ser colocado frente a sus ojos famélicos. Devoró con la mirada cada parte de él, estimulando su sistema nervioso, incitando a sus glándulas salivales a secretas esa sustancia mucosa que tantas veces había compartido con su interlocutor, ya prácticamente compartían su ADN de tantas veces que había tragado, literalmente, las babosadas del rubio. Justo en ese momento, su estómago comenzó a suplicar por un poco de glúcidos que engullir.

 

Y de pronto...

 

-Perdóname...

 

-¿Qué dijiste?- Se sorprendió, mirándolo con los ojos desorbitados y enormes, casi como los de un occidental, mientras degustaba el primer trozo del suculento manjar.

 

-Perdóname, Takanori.- Puso su mano sobre la izquierda del castaño, mirándolo de forma patética, logrando conmover en una ínfima cantidad al menor.- Lamento haberte tratado tan mal, fui un idiota... Lo siento...- Las palabras habían salido, no se habían atorado en su garganta y ahora podía respirar con normalidad. Ahora sólo quedaba esperar el veredicto de Takanori.

 

-Akira...- Desvió la mirada, nervioso.

 

-Espera, aún no digas nada.- Saco de la bolsa el paquete misterioso y se lo extendió. El otro lo miró con desconfianza y lo abrió lenta y pausadamente.

 

-¡Oh, por el dios del sake!... ¿Akira son...?- Su rostro se iluminó y miró el obsequio embobado por varios minutos.

 

-Feliz casi cumpleaños y disculpas, Takanori...- Sonrió con tristeza, mordiéndose el dedo pulgar, esperando la reacción del más bajo.

 

-¡Me compraste otro CD!... ¡Y dos entradas para ver a Big Bang el día de mi cumpleaños! ¡¡¡Y son V.I.P.!!! We are V.I.P.! We are V.I.P.! Who's the V.I.P.?- Canturreó mientras hacía un baile que a Akira le pareció bastante gracioso.

 

-No está autografiado, pero...

 

Se detuvo y frunció el ceño, interrumpiéndolo.- ¡Eres un maldito, sabías que te perdonaría de inmediato!

 

-En realidad, si no me perdonas puedes quedarte con ellas...

 

-¡¿Estás loco?!- Golpeó la mesa exageradamente.- ¡No puedo creer que lo hayas hecho por tu cuenta! A ti no se te ocurren esta clase de cosas.

 

-En realidad...

 

-No me importa, te perdonaría de todas formas, idiota.- Murmuró avergonzado, levantándose para abrazar efusivamente a su novio a modo de reconciliación.

 

-Lo siento mucho, Taka... Prometo controlarme, no volverá a ocurrir...- Lo estrechó con fuerza, acariciándole la cabeza.

 

-No te preocupes, no volveré a tratar de limpiar tu departamento.

 

-Oh...- Rió algo decepcionado, volviendo a sentarse, imitando al vocal.- ¿Te vas a comer eso?- Apuntó el platillo con el pastel a medio consumir.

 

-No, todo tuyo.

 

Akira lo miró con hambre -al pastel-, arrasando con él en cosa de segundos. Luego de eso, pagaron la cuenta a medias y se retiraron del local cuando un viento helado comenzaba a soplar. Takanori se acercó al más alto, tomando su mano observando distraídamente el cielo.

 

-Oye... Akira... ¿Me acompañarás al concierto?- Habló con voz trémula, y cerró los ojos intentando predecir los movimientos del otro.

 

El bajista más rudo de los cinco continentes se crispó en nerviosismo, conteniendo el aliento al imaginarse con una bandita de fan negra y blanco con doble B, de Big Bang, atada en la nariz; con Takanori sobre los hombros gritando eufórico la letra de las canciones. Se vio bailando Stylish al descubierto, frente a todos quienes pudieran reconocerles, haciendo el ridículo frente a toda la nación. ¡¿Pero qué demonios le importaba?! Si eso hacía feliz a Taka, él lo haría sin protestar. Además, había gastado su dinero en las entradas, le correspondía ir, ¿no? De todos modos hasta le había terminado gustando la canción, y la había guardado en su ipod.

 

-¿Por qué no?- Respondió, sonriendo ampliamente mientras rodeaba en una abrazo a su pareja para protegerle del frío. Caminaban por un parque en actitud amorosa, sin ser observados más que por los pájaros que huían para refugiarse del crudo invierno de amarillo color, que para ellos no era más que una vaga melodía, amarga, y ahogada por las voces que coreaban con entusiasmo en su imaginación...

 

 

Fin

Notas finales:

Aún no me convence... ¡Sé que debe tener un millón de faltas de ortografía! Acabo de terminarlo y estaba tan ansiosa/nerviosa que me bajaba mi complejo brasileño y escribía "decidiño" porque mis dedos se taldeaban y no podía poner el acento!!!

Soy tan torpe, pero soy feliz de que alguien me quiera aun así~ Enojona y todo.

Gracias...


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