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Behind the Eyes por katzel

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La noche amenaza con encenderse dentro de los límites de mi territorio.

Pronto nacerá una ciudad por completo iluminada latiendo al compás de la vida frenética que se mueve complacientemente entre sus venas.

La gente que cruza libremente por las calles levantan la vista hacia la cúspide de mi torre completamente emocionados, saben que sobre sus cabezas estoy yo, que el sentido primordial de mi vida es cuidarlos y velar por su absoluta seguridad.

Yo soy Dios.

O por lo menos me parezco bastante a Él.

El único capaz de conectarse con La Central, el más sobresaliente de Los Niños del Milenio, dueño de esta ciudad egoísta que no hace más que mirarse a sí misma y gozarse hasta el cansancio.

Se admiran por mi capacidad, mi poder, inmensidad, pero estoy seguro de que nadie se ha preguntado si tengo sentimientos, si el dolor, la enfermedad, la oscuridad pueden afectarme, si soy capaz de llorar si me conmueve el vuelo delicado de una mariposa o si el paso de las estaciones y el tiempo es sentido por mi corazón.

Y a lo lejos les envidio por poder llevar una existencia tan insignificante, tan llena de pequeños tormentos y dudas, de deliciosos amores y separaciones, de miradas capaces de traspasar el alma y hacerla estremecer.

Cuando bajo hacia ellos siento todas sus expectativas.

Soy perfecto, un producto genético cien por ciento sin tacha. Creado bajo un riguroso estándar de equilibrio interno y externo, con una longevidad aún no calculada, estancado desde mi nacimiento en la más floreciente juventud. No tengo un nombre completo y definido, se me designa por periodos de manera diferente según los humanos deseen a su gusto y capricho.

Ahora me dicen "Millenium".

Y basta para ellos que mi pompa fastuosa aparezca para quedarme tatuado en la multitud que no puede comprenderme.

No negaré que entonces nace algo parecido al orgullo, una fuerza tan tenue que se disuelve apenas me quedo solo...

Entonces las miles de voces que fluyen en mi mente, los sonidos, los pensamientos, la frustración es tan grande que estoy a punto de estallar.

Si no fuera por que él existe... me habría derrumbado hace mucho tiempo.

La Central absorve mi vitalidad, ella maneja todos los niveles de articulación humana, distribuye la energía, ordena la existencia de los ciudadanos. La Central es mi prisión en la tierra, mi larga cadena construida de infinitos. La vida eterna pierde sentido cuando se es esclavo de ella.

Sin embargo en mis horas más negras... en los peores momentos... puedo encontrarle...

Recuerdo nítidamente el día en que le conocí... el atentado de los separatistas... la confusión... la huida, la casualidad de encontrarme repentinamente en una calle solitaria y el instinto que me llevó a huir hasta su humilde taller de mecánico. Yo... que nunca había interactuado sino con los guardias y los encargados, me sorprendí al ver una persona tan salvaje y apasionada. Se hallaba trabajando, sin detenerse, empleando su inacabable energía en los instrumentos de forja. Verle trabajar era ser hechizado por el movimiento de su cuerpo, los brazos, la cintura, todo en sutil armonía.

Cuando se dio cuenta que estaba en medio de su taller no dijo nada. Era evidente que todos sabían quién era yo pero él me trató como si fuéramos iguales. Sin preguntarme el motivo de nuestro encuentro permitió que me quedase.

Sólo al terminar su labor y después de ducharse se sentó a mi lado observando mis manos.

- Dedos de hada...

Cómo se atrevía a tocarme así, sin ceremonia, ¿quién era ese hombre tan seguro de sí mismo?... tan tranquilo... el primero que me miraba de frente sin inmutarse ni fingir que era yo lo más maravilloso que veía.

Sus cabellos negros contrastaban en oscuridad con los míos, y un breve movimiento los mantenía en constante agitación. Era bastante alto y fuerte, sin embargo mantenía una forma envidiable que ya había visto de reojo mientras se hallaba en su labor.

- ¿Aquí?

Preguntó lacónicamente.

- Sólo una noche...

- ¿Una noche conmigo?...

No comprendí su insinuación pero toqué mis mejillas que estaban quemando.

- Es interesante saber que tienes deseos como todos los hombres - me dijo con mirada desafiante.

- Dónde descansaré - dije retrocediendo.

- En mi cama, por supuesto...

Seguramente me hallaba muy turbado por que añadió.

- Yo me quedaré aquí... después de todo, eres Millenium... el universo entero me haría pedazos si te pongo un dedo encima... pero no te confíes mucho... adoro el peligro... podría cambiar de opinión.

Me acompaño sin soltar mis dedos de sus manos fuertes, conduciéndome a su cuarto.

- ¿Qué es esto? - pregunté con curiosidad.

- Cielos... ¿qué nunca has dormido en un lecho?

- ¿Dormir?... yo descanso en una cámara de estasis... pensé que...

Hizo un mohín adorable y alegre sin desanimarse.

- No me digas que jamás has tenido un sueño.

Volví a mirarlo, esta vez sus ojos de hielo frío azul me sujetaban en la inmensidad.

- No...

Acarició mis cabellos arropándome.

- Quién pudo atreverse a ofrecerte una vida sin sueños - fue lo que murmuró antes de salir.

No pude permanecer mucho tiempo solo.

Deseaba verlo, quería que volviese a hacer ese mohín, que dijese que mis dedos eran de hadas, que durmiese a mi lado, envolviéndome con esos brazos que reducían el acero convirtiéndolo en misterioso polvo de estrellas... escucharlo susurrando que yo merecía tener sueños...

Tenía las manos tras la nuca y miraba al techo pensativo. Escuchó mis pasos y me vio envuelto en la sábana blanca.

- De modo que te has atrevido a buscarme... eso que haces es muy peligroso... sobre todo tratándose de mí...

No sabía que sentir. Sus palabras tenían el poder de sacudirme y me mostraba contradictorio, quería irme y quedarme al mismo tiempo. Él advirtió mi confusión y extendió su brazo obligándome a caer sobre su cuerpo.

- Ya no es una decisión que puedas tomar - dijo sonriendo.

- ...

Y girando sobre mí me besó doblegando mi poca resistencia.

Esa forma brutalemente tierna que tenía de arrasarme era deliciosa, no deseaba que se detuviera.

- Eres un inocente descarado - dijo mordiendo mi oído -

Un rezago de orgullo de clase me obligó a separarlo de mí.

- Qué... es... esto...

- Esto... - dijo sujetando mi mano besándola - ... es tu primer sueño hecho realidad...

- Un mecánico... tienes idea del pecado que...

- No... - dijo sellando mis labios - ¿tienes idea tú del pecado que vas a cometer?, mi vida no vale nada... si te encuentran a mi lado retornarás al lugar al que perteneces... y yo seré asesinado... sabía que iba a ser así desde que apareciste... por la forma en que me mirabas...

- Sólo sentía curiosidad por tu trabajo...

- Ohh... en serio... no desmientas a tus ojos... son demasiados sinceros...

Irresistible... poderoso... pero también tierno, cuidando de no hacerme daño con toda esa energía que emanaba de su cuerpo.

Dejé que deslizara el resto de la sábana quedándome a su merced.

Mis brazos rodearon su cuello y perdido por completo en su cuerpo, me entregué a sus caricias y a su forma de amar.

Había escuchado mucho sobre los sentimientos, sobre las esperanzas, sobre el amor...

Todo lo que había que saber lo encontré en él.

Era como empezar desde cero...

Y luego nacer para todas las sensaciones que él podía verter sobre mí.

Mientras un nuevo día empezaba, yaciente entre sus brazos, sonreía de verdad.

- Cómo te atreves a regresar a la vida a este cadáver - dijo desordenando mis cabellos - ... justo cuando estaba a punto de dejar de creer... y nada menos que Millenium... el amo de este mundo... a qué me has condenado...

Yo besé sus mejillas.

- Pequeño... ¿crees que no sé que nunca serás mío?... le perteneces a esta podrida ciudad... a cada uno de sus habitantes... a quienes dependen de ti...

Sacó mi brazalete de topacio transparente de la mano.

- Devuélvemelo...

- Lo haré cuando regreses... quizás no lo hagas nunca, pero yo necesito recordar... ahora vuela... ve a la jaula de oro...

Me vestí y luego de ser estrechado una vez más por él, retorné al lugar para el que había sido creado.

Engañar a la central no fue tarea fácil. Escudriñaba sin piedad en mis recuerdos, su aguja delgada y dolorosa inspeccionaba mi mente tratando de encontrar rezagos de todas mis actividades anteriores, yo las había modificado de tal forma que mi querido y deseable mecánico no era mencionado.

Sereno....

Permanecer sereno...

Después de haberme entregado a la embriaguez de aquellos sentimientos...

Central concluyó que estaba listo para retomar mi carga y así lo hice...

Esta noche tan soporífera y cruel... la ciudad perfecta transcurre a mis pies, completamente lejana... y estoy cansado de su selecto egoísmo y su perfección...

Cuando estoy hundido en esta terrible angustia.

Sólo hay una persona que deseo ver...

Salir.

Sentir el tacto de mi piel sobre los lisos muros de cristal.

Respirar el aire y sus interminables corrientes.

Ir enfundado en una plástica caperuza de color negro ocultando mi identidad.

La emoción de huir sabiendo que Central descansa y que el peligro corre tras de mí extendiendo sus manos y encontrarlo creando algún magnífico monstruo de metal mientras murmura seguro:

- Has regresado, pequeño...

 


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