Naruto se encaminó a la aldea donde se había encontrado con aquella misteriosa mujer que le había regalado esa loción del demonio. Si antes deseaba tener la aunque fuera mínima atención de las personas, ahora no estaba tan seguro de querer eso. Por fortuna, Iruka viajaría con el, eso era un gran alivio para el rubio.
El camino era un poco largo, pero confiaba en que nada le impediría terminar con aquella maldición de una vez por todas. Mientras caminaban, no se percataron que una sombra los seguía. Cauteloso, observaba a su presa de rubia cabellera. Sus labios se curvaron en una sonrisa mientras se relamía.
- No podrás escapar de mí, Naru-chan.
Un estornudo proveniente del rubio. Se talló la nariz mientras la sorbía.
- Deben estar pensando en mí.
Se dijo mientras se colocaba sus brazas tras su cabeza para apoyarla.
- Naruto, apresúrate. Si no nos damos prisa nunca llegaremos.
- No, tenemos que llegar, no quiero seguir soportando esto. No aguanto más que me perdigan, me acosen y que me traten de meter mano.
Al recordar cada cosa que sufrió debido a esa loción, se le puso la cara azul y comenzó a temblar abrazándose a sí mismo. Eso era un mal recuerdo que costaría trabajo reprimir de su pobre mentecita inocentona.
Ya llevaban buen rato caminando. Pronto, divisaron la aldea y el rubio se alegró tanto que dio saltos de felicidad y comenzó a correr. Iruka lo miró sonriente.
- Hay Naruto. Si ese mismo entusiasmo lo aplicaras más en aprovechar tus habilidades como ninja en lugar de hacer tonterías a cada rato… pero bueno, así eres y así es como todos te queremos.
Al llegar, lo primero que hizo fue buscar a la adivina con la mirada. De un lugar a otro, pero nada, no había rastro de aquella misteriosa mujer. Iruka pronto llegó hasta el rubio y esperó a que Naruto se detuviera de su “búsqueda” para comenzar con su misión, que era encontrar a aquella mística dama. Cuando Naruto al fin se canso de buscar, Iruka emprendió la marcha.
- Naruto, no te quedes atrás, tenemos mucho por hacer.
- Si.
Recuperó los ánimos en un segundo, corrió hasta llegar al lado se su Sensei en aquella época en que solía ir a la academia.
Mientras pasaban de puesto en puesto y casa por casa, preguntaban si conocían a una mujer de las siguientes características: Alta, morena, misteriosa, de ojos negros y cabellos igual color, largos, con un extraño vestido y con un aire de rareza.
Nadie parecía conocerla. Estaban a punto de rendirse cuando un chico se acercó a ellos.
- Disculpen, pero no pude evitar escuchar que buscaban a una mujer de apariencia peculiar.
- Si, ¿sabes algo al respecto?
Preguntó Iruka. El chico asintió y les contó lo que sabía.
- Nadie sabe quién es, pocos la han visto. Su nombre es desconocido, pero muchos la llaman la dama mística. La verdad, se deja ver poco. Dicen algunos que ella solo se muestra a quienes considera que deben verla. Llega de la nada y así como aparece se marcha sin que nadie la note. Es como un fantasma. Pero si en verdad quieren encontrarla, la buscan en el sitio equivocado.
Ante esto, tanto Iruka como Naruto se quedan perplejos. Hicieron ese viaje por nada. el chico al ver sus expresiones se apresuró a decirles.
- Aquí no la hallarán. Les diré un secreto, pero prometan no rebelarlo a nadie.
Ambos asintieron. Escucharon atentos. El chico se acercó más a ellos y les susurró.
- Vayan al lago “Cristal de Luna” y ahí seguro la encontraran. Dicen que ese es el lugar del que ella procede. Ella es como un mito, una leyenda. Deben tener cuidado, no es fácil llegar ahí, esta noche es la indicada, esta noche es luna llena y al reflejar sus rayos en las cristalinas aguas del lago, es cuando ella aparece.
Ante esto, le agradecieron su ayuda y se dirigieron al lugar. La noche estaba cayendo y debían llegar lo antes posible. Lamentablemente,.el secreto había sido escuchado por otra persona. Miró a los dos ninjas correr hacia donde debía encontrarse el lago. Estaba intrigado, no lo negaría. ¿Para que querían ir a ese lugar? ¿Qué era lo que deseaban de aquella mujer? Sin preguntárselo más, se encaminó al lugar, sin que los perseguidos se percataran de su presencia.
El viaje no eran fácil. Primero, Naruto se atoró en la rama de un árbol y casi se desmaya al notar como una serpiente te había metido a su ropa y se arrastraba por todo su cuerpo, causándole una sensación de vértigo. Después, se atoró en un charco de lodo que le había atrapado el pie hasta el fondo y no podía sacarlo debido a lo espeso de la tierra mojada.
Al final de tantas penurias, lograron llegar. Esperaban el momento indicado. Los rayos de la luna se estaban reflejando en el lago. Naruto contuvo su respiración. Lo primero que le cruzó por la cabeza fue el de gritarle a esa vieja bruja y reprocharle todos los problemas que había tenido por su culpa y el de esa maldita loción que le regaló. Seguro que la mujer tenía una esfera de cristal donde podía ver todo lo que había sufrido y a causa de ese perfume que seguro se lo dio con esa intención. Seguro que se había reído como posesa al ver su desgracia. En definitiva, se lo iba a reprochar todo a la cara, cosa por cosa.
Entonces, algo sucedió.
- ¡Iruka-Sensei! ¿Qué es eso? ¿Lo ve?
- ¡Lo veo, Naruto!
No podía, creer lo que sus ojos contemplaban.