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necesidad por sasunaru_forinlove

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Notas del capitulo: naruto no es mio sino de kishimoto

En un viejo y asqueroso lugar, un bunker abandonado ahora que había terminado la guerra,  una niña de apenas nueve años, ardiendo en fiebre, estaba siendo atendida por un joven de cabellos azabaches.  Ambos tenían un aspecto miserable.

—Me siento muy cansada —susurraba con voz débil la pequeña mientras se acurrucaba contra el pecho del agotado joven.

—No cierres los ojos, por favor no lo hagas —le rogaba el mayor mientras luchaba por no derramar lagrimas—, por favor…

Pero era inútil insistir, el cansancio estaba ganando terreno con una enorme facilidad. La razón era que la pequeña estaba desnutrida, él también, pero en la indefensa criatura traía peores consecuencias y se encontraba gravemente enferma.

—Ten, come un poco Hinata —insistía mientras le ofrecía insistentemente un poco de sopa, lo único que tenían para comer.

 “necesito dinero” pensó con desesperación.

Si,  lo necesitaba urgentemente, no sólo era el problema de su precaria alimentación, Hinata era ciega y además estaba enferma y su salud estaba empeorando. Sasuke debía comprarle medicinas.

“tal vez si robo…” Pensaba abatido. Estaba sintiéndose acorralado, teniendo que considerar cualquier mínima posibilidad entre las pocas que tenía, desesperado, haría lo que fuera para obtener unos cuantos centavos. Mientras, le daba lo último que quedaba de alimento a Hinata sin importarle que él no hubiera ingerido comida desde hacía dos días. No le importaba quedarse sin comida por ella, había trabajado hasta el cansancio para que no le faltara alimento, incluso hasta había robado para que la pequeña pudiese comer algunas veces.

Y es que si ver a Hinata delgada y pálida causaba pena, mirar a Sasuke en tan deplorable estado causaba una impresión todavía más fuerte. El joven tenía dos tremendas ojeras que en  su pálida piel hacían ver su estado todavía más acabado; los huesos de los pómulos se asomaban grotescos en su rostro; su cabello grasoso y descuidado cayendo a los lados; su ropa desgastada, remendada incontables veces, sucia;  zapatos rotos del uso y diversas heridas en su lastimado y lánguido cuerpo.

Mas él no se lamentaba de ello pues era el resultado de trabajar duramente, dormir poco, estar enfermo  y malcomer. Pequeños sacrificios que eran necesarios para poder darle todo lo que tenía a su alance a la pequeña,  debía cuidarla, Hinata era lo único que le quedaba, el recuerdo de su preciado hermano, ella era la prioridad.

“…necesito un medico”

Sasuke estaba desesperado, debía actuar rápido y no quería tener que recurrir a aquello, no,  pero ver así a Hinata le partía el alma.

—Hinata —le llamó, agitándola suavemente sacándola de su estupor.

Oto-sama —le respondió la pequeña débilmente se había exaltado y se removió inquieta entre sus brazos. El corazón de Sasuke se volvía  a oprimir en su pecho.

—Calma pequeña, calma —repetía acariciándole la espalda para tranquilizarla mientras la abrazaba con más fuerza. Sasuke sólo era capaz de tener aquellas muestras de cariño con la pequeña, él  era de carácter frio como el hielo, educado en la más estricta disciplina japonesa, la tenía hasta en el corazón.

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Los días iban pasando y la pequeña no presentaba ningún asomo de mejoría, Sasuke con mucho trabajo había conseguido un poco de dinero, suficiente para su manutención algunos días más; mientras, procuraba traer lo mejor para ella: verduras y arroz. Si bien la guerra había terminado ellos sufrían de las consecuencias. Habían quedado huérfanos, como tantos que habían por las calles. Sasuke contaba con apenas trece años cuando se tuvo que hacer cargo de Hinata, ahora tenía diez y siete  años.

Pero si bien el problema del alimento estaba resuelto quedaba todavía el de la medicina. Los medicamentos eran escasos y sobre todo costosos ¿De dónde sacaría el dinero? No importaba cuanto trabajara de sol a sol en el campo, lo poco que conseguiría sería para lamentarse, no alcanzaría a reunir lo suficiente a tiempo y aunque robara la comida en vez de comprarla de todas formas no alcanzaría. Otra opción era robar el dinero, cosa que no sería la primera vez, pero había tenido suerte de no le atraparan suerte.  Sasuke empezaba a sentir la presión sobre él. Por último, estaba aquella opción; aceptar la oferta de convertirse en el amante de aquel extranjero, cosa que a su pesar,  parecía la única opción viable.

“intentaré robarlo, si no lo consigo así entonces… iré”

 “no baja la fiebre”

Oto-sama, sabes… las mariposas están muy bonitas.

—Lo sé —respondió angustiado mientras ponía un paño húmedo en su cabeza—, son muy lindas.

Era demasiado doloroso que le recordara la gravedad de su estado.

“Itachi  voy a salvarla.” Juraba mientras apretaba fuertemente sus puños

Mas lamentablemente Hinata necesitaba urgente las medicinas, para complicar la situación: la fiebre ya no era el único síntoma y no tenía la posibilidad de que un médico la atendiera.

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—Señor, el chico que nos dijo está aquí —anunció entrando en el lujoso salón una joven castaña, haciendo una reverencia.

—Gracias, Shizune, que lo hagan pasar.

Naruto sonrió triunfante mientras se acomodaba mejor en el hermoso sillón Victoriano en espera de su visita, no tardaron en volver a tocar y con paso de plomo Sasuke avanzó hasta él cargando a la niña en sus brazos. Todavía le costaba creer dónde estaba; sabía que los extranjeros tenían muchos recursos pues la guerra les había beneficiado y estaba seguro de que él podría conseguir, con tan solo dar la orden, a un médico para Hinata.

Naruto, el americano, señor de la casa; dio un vistazo de exploración a los recién llegados, recorriendo desde los pies a la cabeza, negando con la cabeza sin dejar de sonreír, Sasuke con los ojos entrecerrados destilaba furia.

Les habrían negado el paso no ser porque Naruto había dicho que debían dejarle pasar, era ilógico que llegaran entrara a la mansión y mucho más que los llevasen frente a él. El muchacho de cabello azabache estaba mugriento —cosa normal ya que ni bien salía de trabajar debía ir a cuidar a Hinata es mas inclusive esos días no había trabajado por cuidar a la pequeña—, mientras que la pequeña niña en su regazo ardía en fiebre tenía un kimono viejo y estaba  descalza. Ahora entendía…

—Está ardiendo en fiebre —con voz grave Sasuke rompió el silencio—, necesita un doctor y no puedo pagar la medicina.

Se notaba el trabajo que le había costado admitirlo. La sonrisa en el rostro de Naruto se amplió más, aunque no le gustó ver a Hinata tan acabada, se apresuró a llamar a la doncella.

—Shizune, lleva a la niña contigo y que sea atendida por un médico —indicó en cuanto entró.

Hai, Naruto-sama.

Sasuke se resistía a soltarla, pero tuvo que dejarla en sus manos, Shizune rápida ordenó que fuera atendida y llevada a una habitación limpia mientras ella traía al doctor para revisarla. Por suerte el doctor de Naruto acababa de irse tras hacerle una revisión rutinaria al rubio, así que no debía de estar muy lejos.

Mientras tanto en el salón se encontraban ambos, el rubio a diferencia del pelinegro vestía un traje negro de la época, de la más fina  tela por supuesto, con unos zapatos nuevos y limpios.

Contrastando con la imagen deprimente y anoréxica del azabache.

—Necesitas un baño —dijo el rubio con tono burlón— apestas.

—Pienso pagarte esto hasta el último centavo —respondió Sasuke mirando con fiera decisión al rubio.

Aquel comentaría provoco que el rubio sonriera con ironía ante las circunstancias

—¿Sabes cuánto cuesta el médico?

—Crees que soy idiota, claro que lo se —respondió Sasuke con seriedad y molestia.

—Lo siento olvide lo que fuiste.

Sasuke odiaba que lo subestimaran, porque aunque ahora se encontrase sobreviviendo, alguna vez la vida le había sonreído. Antes de la guerra Sasuke vivía con todo los lujos, su familia era inmensamente respetada y poseía grandes cantidades de terrenos y propiedades en distintas partes del país.

—Todo se perdió con la guerra.  Ahora mírate —dijo divertido el rubio para volver a hacer una pausa durante la cual su expresión se volvió más serena, y es que no podía contener su euforia—. Atenderán a la niña  y le darán de comer algo decente.

Sasuke no pudo hacer más que aguantarse las ganas de maldecir al rubio que tenía delante.

—Bueno, entonces ¿pensaste en mi oferta?

El aludido agachó la cabeza.

—¿Si no lo hago… no atenderá el médico a Hinata, no es así?

—¿Por quién me tomas? —dijo frunciendo el ceño y cruzándose de brazos indignado—. Es una niña; pero no volvería a interceder, y por supuesto tú la verías sufrir. Así que dime ¿no preferirías que ella tuviera comida todos los días, ropas decentes y un techo que no amenace con caerse encima en cualquier momento? Es más, tu mismo estas tan delgado y sucio…

Acortó en todo lo posible la distancia y acercándole la mano le limpió la mejilla con el pulgar.

—Sin mencionar apestoso —continuó haciendo un gesto de asco frunciendo la nariz—. ¿O te irás y le quitarás la oportunidad de que tenga lo que merece?

Aunque no se podía ver la expresión de Sasuke se tensó, apretó fuertemente los puños y se repitió una vez más su deseo y la razón por la que estaba ahí parado:

“…que ella pueda comer un plato caliente todos los días”

 


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