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1.- Inicio.
Cristalinas gotas de agua caían incesantes, rompiéndose en millones de fragmentos cristalinos conforme colapsaban contra el pavimento.
Los pequeños charcos que se habían formado en el corto lapso de tempestad se turbaban conforme unos firmes pasos se hacían sobre ellos. La figura grácil de un joven se dirigía a paso rápido a una de las avenidas más transitadas del centro de la ciudad. Portaba un uniforme escolar, que a la par de su cabellera azabache, estaba empapado. Giró su vista un par de veces cuando llegó a un amplió -y aparentemente peligroso- crucero.
Reparó su mirada en la desaliñada fachada de lo que era su nuevo hogar.
Desganado, se acercó al pequeño y desgastado portón, y abrió con facilidad la cerradura. Azotó la puerta cuando estuvo dentro de la reducida estancia de vivos y cálidos colores.
-Veo que encontraste el camino a casa un poco tarde, Ototo- Un moreno, apenas unos años mayor que él salió de lo que parecía ser la cocina- Lamento no haber ido, es solo que…
-No hace falta que me expliques nada, Aniki- inquirió con semblante calmo. De verdad le había molestado que su hermano mayor no hubiera ido a recogerle al colegio, pero sabía que alguna buena razón debía tener- ¿Compraste el diario que te pedí?- Tenía una expresión en el rostro que era indescifrable. Sus oscuros ojos estaban pasivos, pero su boca estaba levemente torcida hacía abajo.
-Si- sonrió con amabilidad- Además, subraye algunos empleos que creí que te agradarían y los que te convienen más.
Sasuke sonrió satisfecho, logrando cambiar su semblante por uno más relajado.
-Gracias, Itachi- tomó el arrugado papel, para después encaminarse hacia las escaleras con grandes y rápidas zancadas.
Segunda puerta a la izquierda, la habitación que compartía con su adorado Aniki. No era amplia, pero los hermanos supieron lidiar con eso. Incluso, llegaron a llamarla “acogedora”.
Lanzó su pesada mochila al rincón más alejado, y se dispuso a revisar aquella lista que su hermano amablemente había hecho para él.
La mayoría de anuncios eran para trabajar de camarero, cajero, o algún puesto en un establecimiento de comida rápida. Sasuke suspiró, la idea no le era para nada grata. Siguió leyendo, al menos un empleo decente debía haber.
“Se solicita niñero, entre 16 y 20 años de edad…”
El azabache se sorprendió. ¿Un chico específicamente?, Se suponía que a las mujeres se les daba más fácil el trato con niños, ¿no? A pesar de su asombro, continuó leyendo con desmesurado interés.
“…Interesados comunicarse con Namizake Minato al siguiente número…”
Se mantuvo quieto un rato, dubitativo.
-Itachi- gritó perturbado el joven que yacía hincado entre sus sabanas- ¿Es difícil ser… niñera?- Su semblante era de seriedad pura, aunque en sus ojos se reflejaba la incertidumbre.
El mayor de los Uchiha entró a la habitación apenas unos segundos después de que le llamaron, con una enorme sonrisa dibujada en los labios.
-Dicen que los niños alegran el alma- El dejo de calma que su voz reflejó hiso que Sasuke se interesara más en el tema- Son capaces de hacerte sonreír incluso en el día más miserable de tu vida. Hacen feliz a cualquier persona… Incluso a ti.
El menor le miró incrédulo y lanzó un profundo suspiró.
-Bueno, pero no has contestado a mi pregunta, ¿Es fácil o no?- Tomó el pequeño teléfono del escritorio, y volvió a su lugar en la cama.
-Todo depende- respondió sincero- Pero yo creo, que como se trata de ti, debe ser relativamente fácil- Sasuke hizo una mueca extraña, sorprendida pero a la vez complacida. No le gustaba admitirlo, pero amaba cuando su hermano le halagaba- Marca, nada pierdes con intentarlo.
El joven asintió, eso era lo que planeaba hacer desde hace un rato. Presionó los números correspondientes para completar la marcación y esperó.
-¿Hola?- respondió una animada voz al otro lado del auricular.
-¿Namizake-san?- cuestionó el Uchiha, nervioso.
-¡Si, soy yo!- respondió de la misma manera que antes- Llamas por mi anuncio en el periódico, ¿Verdad?
-Ah, Si- Itachi miró divertido la expresión de terror que se dibujo de pronto en el rostro de su hermanito. Este último empezó a pensar que había sido mala idea llamar.
-¡Uwah!- exclamó emocionado- Es decir, excelente- reparó en seguida, al darse cuenta de lo que había murmurado antes.
-Ajá- murmuró aun asustado Sasuke.
-¿Con quién tengo el gusto?
-Uchiha Sasuke- respondió, abrumado.
-Perfecto, Sasuke-kun, ¿Le molestaría si nos encontramos para que le entreviste?, De verdad estoy desesperado por encontrar a alguien que cuide de mi hijo y…
-No hay problema, Namizake-san- intervinó el pelinegro, ahora más calmo- ¿Dónde quiere verme?
-¿Te parece en el café que está en Harajuku?
-Queda cerca de mi casa- declaró algo aliviado.
-Perfecto, te veo allí en 15 minutos, ¡Sayonara!- se despidió alegre- Naruto, ¡te he dicho que no toques eso…!… ¡NARUTO!- y la llamada se cortó.
-Espe… ¿Cómo se supone que le voy a reconocer?- El joven se quedó algo perplejo, ahora se arrepentía más de haber llamado.
-No te preocupes Sasuke, veras que todo sale bien- le confortó Itachi, poniendo su mano sobre su hombro.
-Gracias, nii-san…
***
La lluvia había cesado e incluso la temperatura parecía haberse elevado considerablemente. A Sasuke le alegro demasiado ese hecho, ahora podría caminar tranquilamente hasta su destino… En realidad ese último hecho era el que lo tenía inquieto.
¿Cómo sería ese tal Namizake Minato?, ¿Cómo le reconocería?... Quién sabe, quizá era un maniaco violador que ponía anuncios en los periódicos para buscar chicos con los cuales cumplir sus fantasías eróticas. Bueno, tal vez eso no…
-He visto demasiadas películas últimamente- suspiró pesadamente- Veamos, el café de Harajuku ya no debe estar muy lejos…- reparó su mirada en el establecimiento que tenía junto a él. Había estado tan sumido en sus pensamientos que no se percato que ya estaba en su destino.
Entró rápidamente, y se dispuso a buscar con la mirada al tal Minato. Se había planteado muchos escenarios, pero decidió que si notaba algo raro en el hombre le daría una patada en los genitales y huiría con toda la dignidad que pudiera.
El establecimiento no estaba muy concurrido, en realidad, a excepción de los camareros, algunas parejas y unos cuantos niños jugando por ahí, estaba casi vacío.
-¡SASUKE-KUN!- resonó una alegre voz desde el fondo del lugar- ¿Eres tú?- canturreó musicalmente, mientras el pelinegro resoplaba y se acercaba como un “Zombi” a la mesa.
-¿Minato-san?- cuestionó con una extraña expresión.
-¡Toma asiento!- le invitó con un ademan- Tenemos taaaaaaaaaaanto de que hablar…
-A-ajá- respondió mientras una gotita de sudor resbalaba por su nuca y se sentaba. El hombre se comportaba como si conociera al chico de toda la vida.
-Bien- de repente el rubio se puso serio y atravesó con su mirada al Uchiha- ¿Qué te hace pensar que estás preparado para ser niñera?-Sasuke dio un respingo y se hiso hacia atrás.
-Niñero- corrigió algo molesto- Eh… Pues, no se...
-¡Que sincero!- interrumpió mientras ponía sus manos sobre la mesa y acercaba su divertido rostro hacía el del moreno- ¡Contratado!
-Eh… Pero…- intentó hablar el joven. Ese tipo sí que estaba loco.
-¡TO-SAN!- Sasuke agradeció la interrupción y dirigió su mirada en quien había dado semejante alarido.
-Ahora no, Naruto- habló Minato con una voz fingidamente recriminatoria- Estoy tratando asuntos importantes con tu nuevo niñero.
En el rostro del moreno se dibujó una expresión sepulcral y otra gota resbaló por su cabeza. Eso era chantaje emocional y Sasuke lo sabía. O bueno, se enteró de eso al ver los curiosos ojitos del rubiecito fijarse en los de él.
-¿Nu-Nuevo niñero?- cuestionó inocente el pequeño. Era de corta estatura, aún para su edad. Su piel era un poco morena, y sus rasgos aún eran muy jóvenes. Tenía ojos tan profundos y hermosos como el océano, enmarcados por una melena rubia que llevaba algo corta y con los mechones disparados en diferentes direcciones- Pero no es una chica-ttebayo- declaró confundido, después de haber buscado descaradamente en el pecho del pelinegro un par de “cosas” que distinguían a las chicas. Sasuke volvió a apartar la mirada, cohibido.
-No, claro que no es una chica, por eso es un niñero- recalcó con calma.
-¿Eres como un Nii-san?- El moreno sintió como la sangre subió a su rostro haciéndole sonrojar, esa ternura no podía caber en un cuerpo tan pequeñito. ¿O sí?
-Algo así- habló finalmente el Uchiha, mirándole con rostro relajado. Minato le miró sorprendido, no muy seguro de si con aquello que había hecho estaba aceptando el empleo.
-¿En serio? ¡Sugoooooi!- su rostro se llenó de inocencia e interés- Entonces, ¿Tendré alguien con quien jugar?
El pelinegro no pudo más con aquella extraña sensación y sonrió de manera satisfecha. Ese niñito tenía algo… especial.
Namizake le miró, sorprendido.
-¿Puedo tomar eso como que aceptas el empleo?
-Si… Creo que si…- respondió de igual forma.