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El Verdadero Sabor de la Venganza por libel

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Notas del capitulo:

Hola a todos los que siguen al fic, espero y aun haya algunos despues de tanto tiempo, quiero disculparme muchisimo por haber tardado tanto en actualizar pero han ocurrido tantas cosas que me mantuvieron sin inspiracion, aun asi espero les guste y espero seguirlo pronto un abrazo...

 

 

-Otra vez torturándote- una hermosa mujer rubia se detuvo en el marco de la puerta observando con pena la figura de un hombre sentado en un sillón de cuero negro sosteniendo un whisky en la mano derecha. La oscuridad de la habitación le hacía difícil ver  los ojos de quien había aprendido a querer, no por nada habían vivido dos años juntos, le conocía a la perfección y eso le hacia saber que aunque estuviera desnuda frente a él bailando la conga el realmente no la vería, pues estaba perdido en la culpa y el remordimiento.

 

-Es la rutina obligada-respondió tras unos minutos de silencio, la rubia le miro con pena deseosa de aliviar en algo el dolor que día a día veía reflejado en sus facciones, en algún momento había deseado llegar a odiarlo pero al verle sufrir desistió.

 

-Me duele verte así- acortó la distancia que los separaba echando los brazos alrededor de su cuello, su mentón descanso sobre la cabeza del hombre, que solo cerró los ojos ante la caricia

 

-Deberías alegrarte he hecho mucho daño, tanto que no merezco pedir perdón siquiera-la rubia suspiro- dime mi querida Anne ¿me has perdonado?

 

-No soy nadie para perdonarte, he cometido tantos errores, he sido despreciable y muy cobarde, no puedo juzgarte. De corazón te digo que si algún daño me has hecho, te he visto sufrir tratando de resarcirlo- El hombre se relajo en el abrazo- Tu mal tiene solución búscalo y pídele perdón.

 

-No puedo Anne, no me atrevo a demandar un perdón que se que no merezco.

 

-No lo sabrás si no intentas hablar con él, se que podrán solucionarlo.

 

-Tantas cosas han pasado en estos tres años, gracias-beso con gratitud las manos de la mujer-no sé qué haría sin ti… sin todos-dijo recordando a sus entrañables amigos.

 

-Lo sé Kyouya-kun-beso su mejilla-tu también me has salvado en muchas formas. Iras a ver a Kaoru-kun?

 

-Sí, mañana iré a visitarle.

 

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Tenía rato en esa habitación las sirvientas habían ido a informarle que la cena estaba lista, pero sinceramente no tenia ánimos de nada. Era increíble que hubieran pasado tres años desde que Tamaki se fuera, desde que su hermano estaba internado y dos desde que Mori y Honey tenían a un ángel en su casa. Era increíble la cantidad de cosas que pasan con el correr del tiempo, nunca como antes le había pesado el incesante caminar de las agujas del reloj.

 

La habitación en la que estaba tenía tres años cerrada, por respeto a su gemelo no había entrado  y en parte también por miedo a encontrar algo que le desagradara, el sabia que ese lugar no solo era el despacho de su hermano también era su refugio personal, por lo mismo después de que tuvieran que internarlo debido a su precario estado mental se había propuesto no entrar, pero ese día no había aguantado mas, no después de oír el parte médico.

 

Su hermano, su adorado hermano estaba curado pero se negaba a abandonar el estado de semilocura en el que entraba cada vez que el acudía a visitarlo. El médico había dicho que Hikaru se estaba auto castigando por todo el mal que creía haber o que había causado y era por eso que se negaba a enfrentar el mundo, los problemas y todos los hechos de los que se había enterado, pero sobre todo según el doctor se negaba a enfrentarlo a él. Y como ese estado solo se le quitaría hasta que el permitiera a su mente reaccionar se quedaría así por meses o incluso años.

 

Desesperado ante los resultados se había acercado a ver si en esa habitación podría encontrar aquello que le permitiera recuperarlo. Esos tres años no fueron fáciles primero tuvo que tomar la decisión de internarlo, aun recordaba la primera noche que Hikaru paso en la clínica lejos de él, podía sentir el vacio que invadió su corazón al saberle así…

 

Flash Back

 

-Hermano debemos hablar, por favor escúchame- le  sacudió levemente el hombro en espera de obtener una respuesta, desde que habían leído el diario Hikaru había caído en un estado de risas estridentes con episodios de mutismos desesperantes, el había esperado que al menos se tranquilizara lo suficiente para consolarle, para saber qué rumbo tomarían de ahora en adelante, pero se equivoco. Después de eso Hikaru altero aun mas su comportamiento, cayó sin remedio en  una profunda depresión, empezó a tener ataques violentos, todo lo que amaba lo quemo o regalo. Recuerdos iban y venían consumiéndose en el fuego. Y de vez en vez soltaba otra risa que estremecía a Kaoru hasta el alma, aun más de lo que ya lo estaba.

 

Fin Flash Back

 

Fue cuestión de días darse cuenta que el estado de Hikaru no mejoraría que al contrario cada vez se acrecentaba poniendo en riesgo su vida y la de los que le rodeaban, pero el acabose ocurrió esa noche, la noche en que abandono la casa para tal vez no volver. Gruesas lágrimas resbalaron de su rostro al recordarlo.

 

Flash Back

 

-Kaoru-sama- levanto la mirada de su laptop, desde que su hermano estaba así, él tenía que encargarse del imperio Hitachiin- Hikaru-sama está actuando raro señor.

 

-Te refieres a más de lo usual-la preocupación se transmitió en su voz acongojando a la joven doncella encargada de la vigilancia de Hikaru, después de todo no podían dejarle solo.

 

-Me temo que si, se ha encerrado en su despacho y se niega a abrir, incluso cuando le dije que la cena estaba servida me dijo que no lo molestara, por eso es que he venido a comunicárselo, me preocupa que haga ahí dentro solo.

 

-Tienes razón Miya-san, iré a verle en un momento- un sonido de cristales rotos fue lo único que necesito Kaoru para abandonar su trabajo y correr despavorido al despacho de su hermano. Al llegar se encontró con la puerta cerrada con llave, desesperado ante los sonidos de cosas rompiéndose que aumentaban de intensidad mando a la joven sirvienta por la llave de repuesto.

 

-Hikaru por el amor de dios abre, hermano necesitas calmarte-rogaba en espera de hacerle reaccionar.

 

-¡Vete! ¡Largo de aquí!-gritaba Hikaru con todas sus fuerzas-¡largo!

 

-Hikaru amor abre la puerta necesitamos hablar, por favor

 

-He dicho que te vayas… ¡largo!-los gritos se perdieron dejando paso a un llanto excesivo- Haruhi ¿Por qué? Dímelo por favor…

 

Kaoru se estremeció al escuchar eso, deseo con todas sus fuerzas nunca haber conocido a esa chica.

 

-Por favor, ¿Qué te hice? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué Haru-chan? Yo te amaba, de verdad lo hice.

 

-Hermano por favor ábreme, te lo ruego

 

-¡No, lárgate!, ¡déjame solo, no te necesito!- Kaoru empezó a llorar- estas mejor sin mí.

 

-Hikaru

 

-Kaoru lo siento- sollozo Hikaru- perdón, lo siento- con la vista empañada recorrió la habitación, por el suelo hechos añicos estaban todos los premios que había ganado a lo largo de su vida, no los merecía, muchas fotos de Haruhi estaban rotas, papeles y múltiples recuerdos esparcidos, los que habían sobrado de sus ataques anteriores. Pero además de eso había un cofre pequeño en el cual se encontraban varias cartas y dos pequeños presentes una mascada muy fina y un anillo. Hikaru los miro dolido recordando momentos que pensó enterrados, que creyó enterrados cuando conoció a Haruhi.

 

Era un monstruo entonces y lo era aun mas ahora, había lastimado a sus amigos, pero sobre todo al ser que mas había amado en su vida, su querido hermano, sangre de su sangre, al que juro querer y proteger siempre y sin embargo se había empeñado en destruir, recordó cada uno de los momentos en que gozaba con su dolor y avergonzado tomo su decisión, Kaoru no merecía seguir viviendo al lado del monstruo que más daño le había causado, lentamente se acerco al escritorio donde tomo un abrecartas, se deslizo hasta el suelo donde descubrió sus muñecas, tapadas por las mangas de una camisa de seda.

 

Y con parsimonia realizo el primer corte, la sangre broto lentamente manchando la manga, ni siquiera sintió dolor,  al contrario un alivio inmenso inundo su ser, cuando realizo el segundo corte lo hizo con más firmeza a pesar de que la herida había  llegado a un tendón y le costaba agarrar correctamente el abrecartas e imprimir la fuerza necesaria para apresurar su paso al otro mundo.

 

-Adiós Kaoru-dijo lo suficientemente bajo para no alertar a su hermano, lo que no conto fue con que Kaoru no se había despegado de la puerta y que la joven sirvienta ya había llegado con el juego de llaves que evitaría su deseo.

 

Cuando Kaoru escucho esas palabras supo que algo andaba muy mal, demasiado mal y que debían darse prisa, por si su hermano cometía una locura irreparable, no se equivoco cuando cruzo la puerta y vio de frente el cuerpo casi inerte de Hikaru, manchado de sangre y formando un pequeño charco a cada lado de sus manos junto a las cuales estaba un abrecartas, la sangre se le helo, fue gracias a la sirvienta que reacciono y llamo a un ambulancia.

 

-¡Hikaru resiste hermano! ¿Por qué lo hiciste?

 

-Kaoru-la voz le flaqueo-lo siento

 

-Hikaru-lo abrazo con fuerzas temiendo que se fuera para siempre- eres un tonto si tu mueres yo también-fue lo último que alcanzo a escuchar Hikaru antes de caer en la inconsciencia.

 

Fin Flash Back

 

Después de eso, cuando Hikaru salió del hospital fue directo a la clínica de salud, la misma que supuestamente había contratado Kyouya para Tamaki y que ahora usaría uno de sus verdugos por así decirlo, Kaoru casi sonrió ante la ironía. Al principio pensó que Hikaru reaccionaria mal pero no fue así, el estar ahí le proporciono descanso a su alma, pero no a él que extrañaba horrores su presencia en la casa. Con el pasar de los meses pudieron visitarle y comprobar su mejoría, pero lamentablemente seguía igual con respecto a él, no parecía luchar lo suficiente por mejorar y regresar a la casa y eso le dolía demasiado. Y por eso estaba ahí en esa habitación buscando las respuestas a sus preguntas, consciente de que tal vez nunca las encontraría y que Haruhi se había salido con la suya.

 

Rebuscando se acerco al lugar donde su hermano casi perdió la vida y sorprendido miro la sangre seca en la alfombra junto a un cofre en el que no había reparado, el recordaba muy bien ese cofrecito, el tenia uno igual, una de sus tías se los había obsequiado en uno de su cumpleaños, el guardaba celosamente el suyo lleno de recuerdos de ambos. Por curiosidad saco su contenido encontrándose con varias cartas, la mascada y un anillo. Temeroso abrió la primer carta pues estaba dirigida a él, con avidez empezo a leerla. Al terminar una sonrisa adorno su cara, tal vez solo tal vez sus vidas empezarían a cambiar y todo se pondría en el sitio que siempre debió estar.

 

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Honey contemplo con ternura la escena un pequeño de 10 años dormía plácidamente a su lado un pelinegro cerraba el libro de cuentos que hasta hace poco estaba leyendo.

 

-Es hermoso ¿verdad?-Mori le abrazo al preguntarle-siento lo de hace rato.

 

-No te preocupes el psicólogo dijo que es algo normal, es evidente que no va a aceptarnos de buenas a primeras.

 

-Sabes que te amo ¿verdad?, gracias por aceptarnos-beso con profunda ternura al amor de su vida, aun no se hacía a la idea que tenían una familia, si bien era cierto que Satoshi no era muy amable con ellos, lo sabían suyo y eso les bastaba, además con nada podía pagarle a su Honey que le perdonara y que aceptara a Satoshi como propio.

 

Aun  recordaba los días que siguieron a la lectura de ese diario, el descontrol de saber que posiblemente encontraría a su hijo, el que tal vez Honey no lo aceptara y tuvieran que separarse. Porque no podía abandonar a su hijo, pero afortunadamente eso no sucedió Honey acepto al niño y le dijo que juntos formarían la familia que la vida se había empeñado en negarles.

 

Desafortunadamente el niño era todo menos fácil, acostumbrado a vivir en la dureza del orfanato aun no terminaba de aceptarlos, pues aun no podían explicarle las razones por las que había crecido en un lugar como ese, por lo que el niño los culpaba, ni siquiera Honey con su dulzura había conseguido hacer mella en el corazón del chico, que se mostraba grosero y arisco siempre con una palabra hiriente. Pero ellos no se daban por vencidos, habían acudido a un psicólogo que les había recomendado que poco a poco le dijeran la verdad de su nacimiento.

 

Ya que el niño pensaba que Honey era su madre y lo había abandonado por no parecerse a él, y es que Satoshi Morinozuka-Haninozuka era un niño castaño con enormes ojos color azul y linda piel blancuzca, es decir era la perfecta mezcla de Haruhi con Mori, solo que había heredado los ojos de la madre de Mori y al ver esas características físicas pues el chico suponía que Honey era su madre, ya que sus facciones eran muy parecidas. Por lo que dolido hacia lo posible por ofenderlo  y lastimarlo, en cambio se dejaba querer por Mori que lamentaba esa situación, claro que Honey lo calmaba diciéndole que si actuaba así era porque en el fondo lo quería.

 

En esos dos años habían pasado muchos momentos felices opacados por berrinches y rabietas, pero además por la preocupación de saber a sus amigos mal, Kaoru sufriendo por la locura de Hikaru que estaba internado en una clínica, Kyouya con el enorme arrepentimiento y culpa consumiéndose en una soledad cada vez más profunda.

 

Solo les quedaba seguir luchando para formar la familia que siempre soñaron, Honey en su fuero interno sabía que Mori aun dudaba que él estuviera contento, pero la verdad si era así, amaba con devoción a ese niño, sobre todo porque cuando lo observaba en secreto notaba todas las características de su amor.

 

-Aun así lamento el comportamiento de Satoshi, tú no te mereces sus desplantes hablare con él.

 

-No es necesario amor, está bien, vamos a dormir que mañana será mejor.-Se besaron dulcemente abandonando la habitación del pequeño que abrió los ojos en ese momento para contemplar cómo se cerraba la puerta. Temeroso regreso a ver el cuarto que estaba a oscuras pues no le habían dejado su lamparita encendida.

 

Angustiado pensó en pedirles que volvieran pero no se atrevió, sobre todo porque esa tarde había hecho una rabieta en la tienda de helados y su papa seguramente no aguantaría otra y el sabia que por mucho que lo quisiera amaba profundamente a su papi y podrían regresarlo al orfanato si su pa decidía abandonarlo de nuevo.

 

Eso era lo que más lo molestaba que  ni si quiera se disculpara con él, si decía que lo amaba más que a nada en el mundo ¿por qué lo había dejado en ese lugar?, muchas veces durante esos ocho años espero junto a las rejas del orfanato deseando que su mami o papi aparecieran y nunca se cumplió, solo hasta que su papa encontró un hombre rico y bueno decidió que tenía lugar para él en su vida. Por eso el no podía perdonarlo, no lo querría nunca. Empezaba a sollozar cuando la puerta se abrió nuevamente dando paso a Honey que se acerco a prender la lamparita, se detuvo ante Satoshi y le arropo con cuidado, mientras el niño se hacia el dormido lo mejor que podía aunque no podía engañar a Honey, este respeto su silencio pues noto las lagrimas no derramadas.

 

-Te quiero mucho mi cielo-beso su frente acariciando sus cabellos-eres lo mejor que nos ha pasado, sueña con los angelitos- le beso una vez mas y salió de la habitación. Sin poder evitarlo Satoshi sonrió.

 

-Yo también te quiero papi.

 

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-¿Qué es tan urgente, Takashi?

 

- Los hemos encontrado-un agitado Mori se acerco a un Kyouya que lo esperaba en su despacho-están en EUA

 

-¿Están bien?-pregunto ansioso

 

-Si, Tamaki está trabajando en una pastelería y René se ve muy bien, mira las fotos- Kyouya tomo las fotos casi con reverencia, en ellas Tamaki aparecía sonriente atendiendo a los que suponía eran clientes de la pastelería, su hijo estaba cerca de él, aunque siempre acompañados de un hombre, posiblemente el jefe del rubio o un amigo. Lucían muy bien y sobre todo parecían felices. Kyouya se quedo contemplando las fotos un rato mas, mientras Mori esperaba la reacción que para él era la más lógica.

 

-Bien, ¿Cuándo salimos para Nueva Orleans?, le diré a Mitsukuni las buenas nuevas y estaremos listos para salir hoy mismo si quieres ¿o prefieres salir mañana?, creo que Kaoru estará encantado de que le avisemos, tal vez la noticia le ayude a Hikaru. ¿Kyouya?

 

El aludido aun no se movía contemplando maravillado la sonrisa de su hijo y la de su amado, en su mente se preguntaba si realmente tenía derecho de ir a buscarlo, sabiendo que a su lado solo había tenido sufrimiento, además el sabia que sería muy difícil obtener su perdón, porque no lo merecía así que porque no dejarlo libre y que fuera feliz aunque no fuera  a su lado.

 

-¿Kyouya?-volvió a insistir Mori

 

-Se ven bien y felices

 

-Si Tamaki ha hecho un buen trabajo

 

-Bien-regreso a trabajar dejando a Mori extrañado-

 

-¿Es todo? no piensas ir por él, ¿verdad?-el silencio de Kyouya fue su respuesta, sorprendido y molesto abandono el lugar.

 

Kyouya se limito a observar la puerta por donde Mori se había ido, en su mente pasaban las imágenes recién vistas con recuerdos antiguos y se preguntaba cómo es que pudo estar tan ciego, fue tan tonto y tan egoísta que realmente no merecía molestar a Tamaki con su presencia, claro que no dejaría a René desprotegido pero desde hace mucho había tomado su decisión no intentaría recuperar a Tamaki, dejaría que fuera feliz con alguien mas aunque eso significara que su corazón se partiera. Consideraba justo que así fuera.

 

En esos tres años había probado el sabor de la venganza, había pasado por todos los estados desde la ira más profunda hasta la histeria. Aun recordaba las primeras horas después de la lectura de ese maldito diario, el peso que cada palabra deposito en su alma. Después había sido el peso de la ausencia de Tamaki y su hijo, el hogar que ahora estaba vacío y que sabia se quedaría así por siempre pues jamás amaría a alguien más que no fuera el rubio  y sabia que pasaría muchísimo tiempo antes que su hijo pudiera convivir con el sin la presencia de su papi.

 

Recordaba cuando Anne llego a su vida, la había buscado para darle la sorpresa a Tamaki, después de todo Anne era su madre y él quería volver a reunirlos, lástima que eso no había podido ser, tardo casi un año para localizarla y otro para que ella aceptara salir de las sombras y vivir con ellos. Cuando Anne supo todo lo que había pasado el había pensado que por lo menos lo abofetearía pero eso no había ocurrido, aunque al principio era arisca con él. Al pasar de los meses y prácticamente rogando perdón, poco a poco habían podido superar esa etapa y ahora eran el consuelo del otro. Gracias a ella y a sus amigos es que aun no se hundía en la locura como había pasado con Hikaru, que también contribuía a acrecentar su culpa, su enfermedad y el sufrimiento de Kaoru había terminado de romper la coraza del rey en las sombras a tal grado que si Tamaki lo matara creía que sería feliz por pagar aunque sea un poco del daño hecho. Aun recordaba el llanto desmedido del gemelo al ver a Hikaru desangrarse, como él se había negado a verle porque su sola imagen le recordaba como lo había convencido de participar en esa venganza que poco a poco les había hundido en esa vorágine desatada de acontecimientos dolorosos. Y como Kaoru lo había sujetado exigiéndole que si sentía tan culpable hiciera algo por su hermano. Desde ahí Kyouya no había faltado a la clínica y creía que aunque sea un poco ayudaba a Hikaru, la única alegría dentro de todo era Satoshi su ahijado y de Tamaki aunque este no estuviera presente en el tardío bautizo.

 

Si estaba decidido al recordar las imágenes de felicidad de su hijo y esposo Kyouya reafirmo su decisión solo que Tamaki estuviera sufriendo solo así iría ayudarle e intervendría de otra forma rogaba porque el rubio fuera inmensamente feliz.

 

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-Eres delicioso- unos labios ardientes se apoderaron de su piel, repartiendo besos que eran su perdición, un cálido aliento rozaba su cuello mientras unas manos se dedicaban a acariciar esos pequeños botones de piel que ya estaban erguidos al sentir el roce de las caricias. Pero él no se quedaba atrás devolviendo con pasión cada gesto, cada abrazo con igual e innegable pasión.

 

-Esto te gusta-un gemido fue su respuesta a la boca apoderándose de su erección que para esos momentos ya era más que notoria-veo que si ¿quieres más?- Su cuerpo se arqueo ante el intenso placer de esa lengua y esos dedos que se habían colado en su entrada. El siempre sabía como enloquecerlo.

 

-Por favor-rogo-te necesito dentro

 

-Tan pronto ¿o eres un vicioso o soy demasiado bueno?

 

-Presumido-sonriendo a su provocación-pero es verdad eres demasiado bue…-no termino la frase pues en ese momento su próstata era estimulada con demasiada efusividad provocándole gemidos incontrolables, echo los brazos sobre él y procedió a moverse acoplándose al frenético ritmo hasta llegar al clímax

 

El intenso gemido que se escapo de su boca termino por sobresaltarlo y regresarlo a la realidad, otra vez estaba soñando y para colmo en la oficina, no que fuera realmente una gran oficina, es mas era un cuartito con solo lo básico, pero era la oficina de su pastelería, bueno en realidad no solo de él también de Ian, y no era correcto hacer eso, sobre todo si recordaba momentos ya vividos junto a el amor de su vida.

 

Habían pasado ya tres años desde que llegara a Estados Unidos, al principio todo había sido muy difícil sin mucho dinero, a pesar de la ayuda de Mori, con el miedo a ser encontrado y con el dolor abrumador que le partía el corazón por la traición de Kyouya, había tenido que sobrevivir; pensar que estaba acostumbrado a ver con diversión el café de los plebeyos o las comidas congeladas, en ese primer año aprendió a amarlos, porque eran más baratos y así tenia para el cuidado de su hijo. Su hijo que había sido su más grande fuerza para no rendirse, su hijo que constantemente le hacía recordar un pasado que aun le lastimaba porque aun amaba a Kyouya con todo su ser y eso le hería porque le hacía sentir débil, por amar a quien debería odiar por causarle tanto daño.

 

Pero a veces pequeños recuerdos venían a su mente…

 

Flash Back

 

Fueron largos minutos amándose, pero para el eran demasiado cortos, pero era lo más que podía aguantar sobre todo con esa panza que en este momento era besada con devoción.

 

-¿Estas seduciendo a nuestro hijo?

 

-No, le doy las buenas noches y le digo que lo amo

 

-Cursi-pero sonrió ante su respuesta-también te amamos, me das uno a mi

 

-Si me das otro a cambio-Besándose con pasión

 

Fin flash back

 

Que le hacían imposible olvidarse de él, en esos tres años lo había comprobado, porque no había estado solo, alguien había llegado a su vida y ese alguien le ofrecía un amor que se veía imposibilitado de aceptar. Un ruido se escucho en la puerta un castaño de ojos azules guapísimo se asomaba saludándole.

 

-Hey ¿soñando, otra vez?

 

-Eh-algo sonrojado, tratando de evitar que se diera cuenta de su estado inconveniente debido a su sueño- no ¿cómo crees?, estoy trabajando con todo mi esfuerzo

 

-Ja ja si tu lo dices lo creeré, tengo que empezar a preparar esos pasteles

 

-Si claro-el castaño se despidió rumbo a la cocina.

 

Sonrió para sí, Ian era un dulce igual o más que los que preparaba con sus manos y así fue como lo conoció; el castaño vendía dulces en las esquinas y un día le había abordado para que le comprara uno, se cayeron bien de inmediato y con el correr de los días el destino hizo que se vieran con más frecuencia hasta que habían terminado siendo socios.

 

Flash black

 

-Disculpe señora gusta llevar uno-un castaño cargado con una cesta repleta de pastelillos abordaba a los transeúntes tratando de vender sus productos, había estudiado en una prestigiosa academia parisiense, siendo un chef consumado pero no tenía trabajo y había que ganarse la vida de algún modo.

 

-Iyan… Iyan-un lindísimo pelinegro señalaba al castaño, era un pequeño de un añito que venía acompañado del rubio más impresionante del mundo, aunque no se parecían mucho eran padre e hijo. El ojiazul sonrió al mirarlos era frecuente que se los encontrara a esa hora del día y en esa esquina porque el rubio llevaba al pequeño a la guardería. Mentiría si no se emocionaba al verlos porque usualmente el rubio amablemente le ayudaba a vender además que porque negarlo era guapísimo.

 

-Si cielo es Ian… hola ¿Qué tal va el negocio?

 

-Sin beneficios por el momento-Tamaki sonrió ante la respuesta tan parecida a la de un pelinegro de su pasado.

 

-entonces ¿Qué tal si te ayudo?

 

-En serio no quiero molestar-el rubio solo sonrió tomando un pastelillo y empezando a comerlo de una forma tan sensual que más de uno se paró a verlo y entonces la gente le llovió al castaño que en un abrir y cerrar de ojos se quedo sin pastelillos. Claro que el rubio miro con tristeza la canasta después que la gente se fue.

 

-¡Rayos se llevaron los de zarzamora!

 

-Descuida-dijo entregándole un paquete-estos son para ti, como agradecimiento, ayudas mucho a mi bolsillo si tuviera dinero te contrataría como vendedor, pero soy pobre

 

-¿Así que me contratarías?, ¡oh Ian he tenido una idea maravillosa iniciemos una pastelería!

 

-¿Estas despierto?-agarrando su cara y estirándola

 

-¡Eso duele!- alejándose un poco-y bien he aceptado tu ofrecimiento de trabajo, ¿aceptaras el mío?

 

-Bueno, déjame pensarlo más bien dame las razones para hacerlo

 

-Bien soy un excelente vendedor tu lo has dicho y tu eres un excelente repostero, ¿que mas necesitas?, además tenemos mi belleza como garantía, ¿qué tal?

 

-Bueno viéndolo así, iniciemos esta aventura, juntos- dándole la mano y sonriendo

 

Fin Flash Back

 

Recordar eso le hizo sonreír, ese fue el inicio de este pequeño negocio que le había permitido una vida mejor y momentos por demás felices, pues sentirse útil y ver que podía salir adelante, lo hacían olvidar un poco su pasado, pero solo un poco porque aunque trataba de evitarlo en todo estaba Kyouya, si se ponía a pensarlo, ese ofrecimiento era tan parecido a cuando formaron el host club que le causaba mucha tristeza. Aun mas cuando Ian le ofreció su cariño en un beso que le robo el aliento pero que solo hizo ahondar su herida, pues solo pudo compararlo con su pelinegro esposo y entonces lo supo aun con la dulzura de Ian, aun y con todo el amor que veía en esos preciosos ojos color cielo, aun así su corazón tenia dueño y ese dueño estaba en Japón a kilómetros de él y tal vez nunca le vería de nuevo.

 

Un suspiro escapo de sus labios mientras un ruido enorme en la cocina le obligo a ponerse en pie, observando la pequeña cuna portátil en la que reposaba su hijo, ya de tres añitos, con el sueño tan parecido a su padre, ojala no se despertara porque consolarlo era tarea titánica, pero el castaño lo necesitaba, mas cuando el ruido no cesaba. Cuando llego a la cocina la imagen que lo recibió lo hizo reír, un Ian cubierto de harina luchaba con un bowl peligrosamente lleno

 

-¿Es esa tu nueva receta?, creo que esta vez me negare a probarlo.

 

-Creo que me pase de mezcla, pero donde estaría el merito si uno no se arriesga ¿no?

 

-Si donde estaría-observo al castaño su compañía era un bálsamo para su alma y no se negaría a ella aunque solo fuera por amistad. Después de todo nada le haría regresar con Kyouya, mas cuando el pelinegro no lo había amado nunca. Ojala jamás volvieran a encontrarse porque no sabría que hacer si así sucediera.

 

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Esa noche tenía mucho que pensar, las noticias que le había contado Kyouya la rondaban en la mente desde hacía horas, las palabras del pelinegro aun sonaban en sus oídos “le amo… por eso prefiero que este lejos de mí, yo solo le traje dolor, no soy bueno para él, Anne, perdóname pero no creo poder ir a buscarle”  por un lado las comprendía pero no las aceptaba, ella era testigo del arrepentimiento del pelinegro y pensaba, no más bien creía, que todos merecían una nueva oportunidad, al menos tenía que tener fe en eso, pues ella no estaba exenta de errores y culpas.

 

Aun recordaba como Kyouya la había contactado, como había buscado reunirla con su hijo y ella deseosa de por fin estar a su lado había aceptado, pero al enterarse de la verdad había deseado que el pelinegro sufriera y pagara el dolor de su hijo, mas con el tiempo, al convivir juntos y ver su arrepentimiento había aceptado brindarle una oportunidad al darse cuenta que el pelinegro amaba a su Tamaki, además como ella misma le había dicho se sabía culpable de muchas cosas en su vida, al saber de la huida de su hijo con tal de salvar a su nieto del peligro, le había hecho darse cuenta de lo cobarde que tanto Yuzuru como ella habían sido, ninguno se atrevió a lanzarse en contra de todos y de todo para lograr su felicidad, a lo único que habían aspirado era a ese último plan del cual habían hecho cómplice a kyouya .

 

El pelinegro había aceptado según él para vengarse de Tamaki, pero ella pudo reconocer el ansia de salvarlo, de hacerlo feliz, pues aunque lo negara sus acciones aunque equivocadas en gran parte solo reflejaban el desesperado grito de amor que sentía. Rogaba que pronto su hijo regresara y ella pudiera contarle esa parte de la historia, esa donde sus padres habían contribuido a hundirlo en la dicha o en la miseria, para que el pudiera perdonarlos u odiarlos. Era por eso que comprendía a Kyouya la culpa puede matar el alma y la de Kyouya estaba en agonía. Ojala pronto la rueda del destino girara una vez más para ponerle fin a tanto sufrimiento.

Notas finales:

Bien aqui se los dejo muchas gracias por leer un abrazote, cualquier duda ya saben un review


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