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Otra Estúpida Razón para Amarte... por chibiichigo

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Notas del capitulo:

Hola, bien creo que este fic va a ir tomando forma poco a poco (de verdad) porque los capítulos me quedan cortos xDDD, no hay nada que hacer al respecto.

Bien, he aquí la segunda entrega que espero les guste

 

 

No podía evitar recordar que había roto su rutina; parecía que todo lo que le había ocurrido ese día tenía una relación casi innegable con no haber realizado el ritual de la buena suerte. No obstante, a su parecer, todo convergía en el hecho de ver en el suelo al poseedor de unos ojos claros que destilaban odio y maldad. Sí, era sin duda por el gato negro, por el ritual, por llegar tarde y por ser el objeto de venganza de toda la mala suerte que había esquivado durante toda su vida, que le había golpeado de lleno sin siquiera darse él cuenta.

Y entonces todo ocurrió demasiado rápido, como si de un remolino se tratara.

Vio cómo su jefe estiraba la mano para levantar al chico que yacía en el suelo al tiempo que le dedicaba a él una mirada llena de desprecio en la cual se podía leer claramente: “Te vas a arrepentir por esto”.

El Uchiha comenzó a reñirle, haciendo alarde de un vocabulario formal y cortante, casi mordaz. Como si un balde de agua fría cayera por su cabeza, el Nara escuchó frases que se le antojaba difícil no rebatir como: “Eres un irresponsable” que sonaba demasiado cínico proviniendo de ese joven apenas unos años mayor que él y que pasaba los días de juerga en vez de asistir al trabajo. Se mordió la lengua para no proferir, en algún arrebato de los cuales no era propio más que cuando se irritaba de verdad, alguna clase de frase que hiciera molestar más al azabache que  elevaba más y más la voz producto del coraje que sentía.

Jodido burgués problemático” era lo único que resonaba en la cabeza del joven mientras se atenía al regaño de ese hombre demasiado pagado de sí mismo.

Shikamaru se quedó callado, asintiendo con la cabeza y reprimiendo con desespero las ganas irrefrenables que tenía de gritarle que no era únicamente culpa suya, además de la discusión sobre qué era ser irresponsable según el hombre que se acostaba con alguien diferente cada semana. Posó su mirada parsimoniosa sobre el chico pelirrojo y recapacitó un momento ajeno a todo lo que estaba escupiendo el dueño: Después de todo ¿por qué demonios estaba parado ahí ese sujeto desconocido?

No tenía idea

No pudo evitar recordar, por vez número un millón en el día, que había roto su rutina y que era esa la causa por la cual el dios de la estabilidad estaba molesto con él y había tomado la decisión de hacerle pagar su temeridad. Suspiró pesadamente antes de darse cuenta de que el estoico joven de cabellos grana se había puesto al lado del Uchiha y colocado su mano sobre su hombro.

-Déjalo tranquilo Sasuke- intervino con un tono de parsimonia tal que incluso tensaba el aire.

Para sorpresa del castaño, que daba por sentado que su cretino empleador pasaría de eso y seguiría desquitándose de cada una de las desgracias de su vida con él, Sasuke Uchiha guardó silencio y tras un breve suspiro meditativo de resignación, lo dejó marchar a su sitio para atender el teléfono que –ahora se daban cuenta – llevaba ya un rato timbrando.

- Llegas tarde - concluyó dándose la vuelta y pasándole el brazo por los hombros a su acompañante- …será mejor que te des prisa.

El Nara asintió y se  dirigió al reducido cubículo que conformaba su lugar de trabajo.

-Buena de la que te salvaste- escuchó a su vecino de cubículo decir entre asombrado y burlón a manera de saludo, mientras se metía en la boca un puñado de papas fritas.

-Cállate Chouji- gruñó mientras se sentaba pesadamente. Si su humor había estado pésimo, lo que acababa de ocurrir marcaba la gota que derramaba el vaso. Lo peor era que algo dentro de él le indicaba – y no sin sustento – que todavía no terminaban de acontecerle desgracias.

Comenzó con su labor de telefonista, asistiendo a los conductores que se habían accidentado y contestando las dudas de algunos clientes con respecto a las pólizas que se manejaban. Todo igual que siempre. Incluso llegó a relajarse bajo la irreal premisa de que lo peor hubiera pasado ya; se permitió un suspiro de su tormento auto-infringido por un lapso de casi una hora. Al parecer todo marchaba perfecto hasta que un estremecimiento lo hizo notar que era observado – nada discreto – por un castaño de piel cetrina medio oculto por la pared frontal de su lugar de trabajo.

-¿Qué quieres Sai?- preguntó apático. El secretario privado del jefe nunca le había caído realmente bien, aunque tampoco veía la necesidad de demostrar hostilidad hacia él. Sólo…prefería que estuviera lejos de él.

-Saber si tu madre te dio a beber concentrado de estupidez en tus primeros años- contestó con la misma falsa sonrisa. Shikamaru frunció el ceño a causa del comentario nada atinado del joven que trabajaba a en la oficina del Uchiha, el más alto continuó- ¿Qué pensabas ganar tacleando de una manera tan vil al prometido de tu jefe? Tienes que estar muy deseoso de ser despedido…

-Fue un accidente, demasiado problemático pero un accidente a fin de cuentas- el Nara se encontraba al borde de su paciencia. Tenía demasiado trabajo que hacer como para estar ahí escuchando las insulsas boberías del nada recatado hombre.

-Como sea…Ahora Sasuke está verdaderamente molesto- le dedicó una perturbadora y vacía sonrisa. Una mirada fría fue lo único que el castaño le pudo otorgar, ¿qué acaso creía que no sabía que su moreno y prepotente jefe estaba a dos pasos de matarlo?- Vamos, no me veas así que yo no fui el idiota que agredió al sensual Gaara.

-¡Con un demonio! Deja de referirte a la gente con adjetivos así de denigrantes- pidió Shikamaru hastiado, elevando un poco la voz.

-Pero si no es denigrante…Eso habría sido de haberlo llamado gordo o pelirrojo horrible- el cetrino volvió a sonreír en una mueca infantil; el otro simplemente se golpeó la frente con la palma de la mano, aceptando para sus adentros que Sai jamás cambiaría y que era un desperdicio de tiempo intentar inculcar un poco de tacto y decencia en él…además de resultar muy problemático.

-Como sea… Si sólo viniste para eso, deberías regresar a tu oficina. Yo tengo trabajo qué hacer, además de que eres un verdadero problema- zanjó la situación.

-No, de hecho sólo vine a decirte que Sasuke te quiere urgentemente en su oficina- la mandíbula del de coleta se desencajó durante unos segundos. ¿Es que acaso Sai era estúpido o sus padres eran primos? Llevaba más de cinco minutos quitándole el tiempo con conversaciones estúpidas mientras que en su mensaje la palabra URGENTE se hacía resaltar. Considerando demasiado lioso enfrascarse de nuevo en alguna clase de argumento contra el inconsciente azabache, se encaminó hacia la puerta del final del local.

Tocó la puerta un par de veces, asegurándose de que le otorgaran el paso antes de inmiscuirse en un sitio que ahora veía como “la boca del lobo” sin obtener respuesta alguna. Cuando finalmente escuchó el sonido grave y pastoso de Sasuke indicándole entrar, tragó grueso y atravesó el umbral.

Entró con pasmosa indiferencia – que ya a esas alturas no sentía en absoluto – a la oficina, llena de documentos sin revisar de su jefe, buscándole con la mirada. Esperaba no estar cometiendo alguna imprudencia por causa de Sai. Lo único que le faltaba era que se tratara de una broma de ese perturbador sujeto de piel cetrina e inexpresiva sonrisa.

- Cierra la puerta y ven – exclamó su jefe, a quien finalmente ubicó en un sillón negro de piel en una de las esquinas de la oficina, sosteniendo entre sus brazos al pelirrojo con quien se había estrellado tan pronto entrar. Éste le miraba con una fría parquedad que le hacía estremecer, aun si no encontraba ya en sus orbes el resquicio de la furia que antes le embargaba.

El castaño regresó la mirada al soberbio Uchiha, más por la necesidad inexplicable de apartarse del tercero que por voluntad. El azabache simplemente lo observó como ausente.

-¿Qué ocurre?- se atrevió a preguntar con cautela. Su jefe sólo lo examinó un poco en silencio antes de contestarle.

-Tengo que salir- informó de pronto, tan tajantemente que parecía que todo estaba dicho. Shikamaru consideró preguntarle algo o contestar cualquier cosa que hiciera parecer que había comprendido, sin embargo ninguna de las dos opciones parecía adecuada. “No es la clase de cosas que deba informarme a mí, es demasiado problemático” pensó mientras esperaba a que el moreno continuara hablando -…Tú serás el encargado de atender a Gaara el día de hoy.

Había dicho eso en un tono soberbio, como de quien se sabe el dueño y señor del tiempo de los otros, que dio mala espina al castaño. Para su sorpresa, también el taheño parecía súbitamente molesto por lo dicho; no era de extrañar que para él esas palabras también hubieran sido repentinas e incomprensibles dado que se separó bruscamente del ébano y se le quedó mirando retador.

-¿Qué cara…?- no fue capaz de terminar con su frase puesto que el azabache se dirigió parsimonioso a él y agregó en un tono dulce pero impositivo:

-Lo que ocurre es que no quiero que te aburras en la reunión. Será bastante larga y tediosa, además de que puedes aprovechar el tiempo para hacer las cosas que quedan todavía pendientes.

Ante semejante mentira, Shikamaru tuvo que reprimir un bufido. Sabía que lo de la reunión era ni más ni menos que un pretexto para salir con alguno de sus otros hombres. Sintió un poco de pena por el chico pelirrojo, e incluso consideró “insinuarle la verdad”, pero además de poder perder su empleo era demasiado problemático.

Miró fijamente a Gaara, que todavía no parecía muy conforme con la excusa de su novio y se mostraba reacio a aceptar cualquier cosa que pudiera ser dicha. Todo en los gestos cerrados del taheño reflejaba la mala disposición que tenía para ceder.

-Sasuke, no me trates como a un niño. Soy tu prometido y tengo tantos derechos como tú a participar en los asuntos de la compañía. Digo, que dentro de poco tiempo formaré parte de tus negocios.- miró con algo de gracia cómo el color de piel de su jefe se tornaba pálido mientras intentaba encontrar algo para contraatacar.

-Si gustan esperaré afuera- intervino el morocho rompiendo un poco la tensión que se había formado en la habitación.

-No es necesario- con un movimiento de la mano del ébano en el aire, le indicó parar- Gaara, ve por favor… Te alcanzaré cuando pueda. Fin de la discusión.

“Vaya, cuando pierde los argumentos se impone…Qué patán” pensó Shikamaru, esperando a ver la respuesta que el otro, seguramente, daría. No se veía de la clase de hombres dóciles y sumisos.

Los tres se mantuvieron estáticos en sus lugares durante unos momentos, tanto el moreno como el castaño mirando al tercero como si fueran a presenciar alguna reacción espectacular, y Gaara sumido en sus pensamientos con el ceño totalmente fruncido.

-A las seis- dijo mientras se levantaba y le regalaba una advertencia silenciosa de muerte

-Haré lo posible- prometió el más alto de los tres con una sonrisa cargada de soberbia, que dejaba ver que no había planes de cumplir lo acordado.

-Vamos a la zona comercial- indicó Gaara frió y más que disgustado mientras salían. De sus ojos salía una clara chispa de despecho, desconcierto y odio difuminados entre la indiferencia- Iremos en mi auto.

Sin decir nada más, el de coleta siguió a su nuevo “encargo especial” por la avenida hasta encontrar el auto negro propiedad del taheño, donde tomó el asiento del copiloto. Nada de eso le parecía una buena idea, y era consciente de la cantidad de problemas que eso podría acarrearle. Farfulló discretamente, por enésima ocasión en el día que de haber seguido el ritual de su madre nada de eso estaría ocurriéndole. No estaría atrapado en un encargo ni siendo la carnada para el engaño de su problemático, soberbio y estúpido jefe… ni mucho menos tendría que soportar a su problemático novio por lo que quedaba de la tarde.

Notas finales:

Nice, espero que les haya gustado lo suficiente como para hacerme merecedora de un review por su parte. Asimismo se aceptan sugerencias sobre lo que quieran ver del fic.

Kissus


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