Capítulo I. Terminar e iniciar
Una carpa espectacular en medio de una pequeña localidad, deja ver un enorme letrero con letras doradas y luces tan brillantes como la misma luna GAZETTE! es lo que dice.
En la entrada un hombre anunciando los días y horas de sus presentaciones mencionando sus principales atracciones:
- El espectacular Uruha, retando a la gravedad a diez metros de altura… Pasen, vean al mayor domador de felinos, no hay nada que su sonrisa y carisma no pueda dominar Kai se hace llamar. Si buscan acción también lo tenemos el sorprendente Ruki con su motocicleta los dejara con los nervios de punta.
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- Te busca la policía no puedes estar más tiempo aquí o te atraparan - dice una mujer en un cuarto oscuro que apenas y deja ver a un joven de cabellos rubios y alborotados.
- No me importa la libertad, nada tiene valor para mí… - Tristeza, no era más como deseos de morir con una mezcla de culpa y dolor.
- Vete, hijo, no quiero que vayas a prisión, por favor - No hay nada peor que ver a tu madre sufrir por ti, derramando lagrimas mas preciosas que cualquier joya, aquellas palabras de un amor tan puro le hicieron pensar que por una vez sería obediente, solo por esta ocasión.
- Lo haré - La abrazo tratando de calmarla, un reconfortante abrazo que a la vez significa un adiós definitivo a la persona que ha dado lo mejor por ti, y que tú como pago solo le ofreces dolor.
- Te Amo hijo.
- Adiós madre.
Al salir del que era su hogar se coloca una banda que le cubre una horrible herida con puntadas recientes que abarca desde su pómulo izquierdo hasta su nariz, signo distintivo que la policía ha dado, buscando a un prófugo de la justicia, acusado de homicidio calificado en contra de dos personas y por perversiones al ejecutar tal acto, por la brutalidad en que se les fue arrebatada la vida.
Culpable o inocente eso solo él lo sabe, a veces cree que es inocente pero se siente culpable…
Escondido como el criminal que se creía que era, estuvo huyendo por días, cuando pensó que darían con el se encontró con la mejor salida… un circo… siempre en movimiento, sin nombres reales el lugar perfecto para ocultarlo e iniciar una nueva vida, sin merecerla.
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- Damos inicio a la función de hoy - He ahí en medio de una pista circular, teniendo como piso césped a un hombre de figura estilizada con cabellos negros apenas cubiertos por un sombrero de copa negro, con una camisa blanca de holanes en las mangas y pecho, acentuado con un pantalón negro de satín ajustado a su cintura por un cinturón negro con bordes plateados calzando unas botas que le llegan a las pantorrillas - Yo soy su anfitrión Aoi - Aplausos y gritos retumbaron por la carpa, niños, jóvenes, hombres y mujeres aplaudiendo.
El espectáculo circense dio inicio, de pronto las luces se apagaron solo una permaneció encendida, dirigida a lo alto del lugar donde un joven de apariencia femenina vestido con una playera purpura ceñida a su cuerpo dejando entrever su piel por las transparencias, mostrando sus torneadas piernas por traer sobre si un pequeño short del mismo color, de cabellos castaños empezó su acto - URUHA - Dijo Aoi, todos permanecieron expectantes, el joven coloco un pie en esa tensa y delgada cuerda suspendida a diez metros, un paso tras otro hasta llegar a la mitad donde se balanceo torpemente haciendo gritar a los presentes les sonrió triunfante, todo era parte del acto, al llegar al final le pidió a una edecán le vendara los ojos… nuevamente empezó a cruzar por esa cuerda, ahora no solo caminando, dando pequeños brincos, antes de llegar al final dio un salto sobre el mismo lugar, nuevamente los gritos se hicieron presentes, hizo una reverencia y todos aplaudieron de pie.
- Realmente retas a la gravedad - Eres increíble - Esas palabras le llenaban el ego. Se despidió y se fue tras bambalinas, al pasar junto a Aoi.
- Un día me mataras de un susto, avísame cuando seas el primero y pueda evitar verte - Le regaño, pero como respuesta a su reprimenda recibió una dulce mirada acompañada de un Te Amo.
Actos de payasos, de malabares siguieron entonces unos leones feroces que parecían haber escapado se hicieron presentes…
Se coloco una gabardina negra y se asomo para ver los demás actos, atento a ello un hombre se acerco a él, al principio se asusto pero él no mostraba querer hacerle daño por lo que pensó que sería un admirador.
- Si quieres un autógrafo no tengo papel ni pluma - Dijo sonriéndole.
- No, quiero trabajo - Contesto el hombre rubio con una banda en su rostro.
- Mmm… pues no debes hablar conmigo sino con él… señalando a un galante hombre de tez morena delgado con cabellos oscuros vestido de militar alemán que apaciguaba a las bestias sin golpearlas como de costumbre con un látigo solo con una pequeña vara sostenida por su mano derecha, cubierta por guantes negros, todos estaba atónitos afuera incluso el rubio, mientras estas hacían una que otra gracia el mantenía una sonrisa en su rostro, cuando metió a los leones a su jaula recibió ovaciones de los presentes, terminado el acto se dirigió hacia el castaño, mirando de forma extraña a su acompañante.
- Lo haces bien Kai, te admiro… - Ese hombre no apartaba la vista de ambos - ah sí, el quiere pedirte trabajo - Dijo sin mas Uruha, señalando al rubio para posteriormente encender un cigarro.
- Lo siento estamos cubiertos - Le contesto de forma amable, empezando a caminar rumbo a donde unos trabajadores llevaban las jaulas de los cuatro leones.
- Perdonen pequeños, ahora mismo les daré de comer - Le indico a uno de los trabajadores que le llevara la comida para los "pequeños" del domador.
- Me llamo Reita y de verdad quiero un empleo, de lo que sea… - "Un homicida teniendo que rogar, si me viera la policía se burlarían de mi"
- ¿Por qué? - Contesto el moreno dándoles grandes pedazos de carne a sus pequeñas fieras.
- ne… porque, que.
- ¿Por qué quieres trabajar aquí? no llevaras una vida normal, no podrás echar raíces o como sea que digan - No dejaba de alimentarlos mientras en su rostro seguía una linda sonrisa, tan llena de paz.
- Estoy huyendo - Cuanta confianza te puede inspirar una persona que apenas conoces, realmente eso es a lo que se le llama amor a primera vista, ¿confiar en alguien desde el primer instante que lo ves? - Quiero dejar atrás mi pasado, no me importa no tener un hogar, este lo será de ahora en adelante.
- Esta bien - contesto el rubio - Tal vez escapar de tu vida no es bueno del todo, pero es tu error, no el mío, estarás a cargo de la seguridad del lugar ¿te parece? - De nuevo su sonrisa, acaso en verdad se había enamorado del domador.
Un estruendoso motor los hizo dirigirse para ver el acto final, un motociclista haciendo presencia desde lo más alto de las gradas, saltando por encima de los presentes, nadie puso atención en la rampa que se encontraba por los que les cayó por sorpresa, realizo diferentes suertes en el centro del escenario, ese hombre realmente era atrevido, cada movimiento con la moto, saltos vertiginosos hasta detenerse, dejo a un lado la motocicleta dejando ver su traje blanco con líneas doradas, se quito el casco permitiendo ver un rostro realmente bello con cabellos negros y mechones rojos.
- El fue Ruki - El mencionado hizo una reverencia sonriéndole a todos - Esta ha sido nuestra última función, gracias, hasta la próxima - Todos los integrantes salieron bailarinas, payasos, malabaristas, se despidieron, aquel había sido todo un triunfo, la gente abandono el lugar con gran satisfacción de los actos presenciados.
Ya solos Kai les presento al nuevo encargado de seguridad - Reita, será miembro de nuestra familia de ahora en más, démosle la bienvenida - Desde que le pidió el trabajo una sensación extraña le empezó a recorrer el cuerpo, quería conocer a fondo a ese extraño que huía, de que no le interesaba o al menos hasta este momento no le importaba.
- Bienvenido - Dijeron todos los presentes afectuosamente al rubio.
- No deberías contratar así como así Kai - Le decía Aoi, mientras tomaba de la mano a Uruha.
- Ya no me regañes, no creo que nos traiga problemas, estaremos bien – Los demás se fueron retirando para recoger algunos utensilios utilizados y retirarse para dormir dejando solos a Ruki, Aoi, Uruha, Kai y Reita, el domador les invito un trago en lo que se supone era el escenario, sin embargo ese trago se convirtió en alcohol hasta quedar borrachos.
- Espero no te incomode, el y yo somos pareja - Dijo el equilibrista, besando fogosamente al pelinegro.
- No cuenten dinero en frente de los pobres… - Decía Ruki - Que estará haciendo el baka de Shou que no viene a hacerme cariñitos.
- No me incomoda - Respondió con indiferencia el rubio.
- Y tan rudo que te ves Ruki - El aludido se enrojeció ante el comentario de Kai mientras los demás reían.
- ¿Tú tienes pareja, esposa, amante? - Inquirió el presentador sonrojado por el sake que corría por sus venas.
- No…
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- Sabes cuánto espere para que me pidieras que fuéramos pareja, me haces tan feliz, te amo, yo haría cualquier cosa por ti, porque somos el uno para el otro ahora soy tuyo y tu eres mío.
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- Que bueno, tal vez así Kai deje de estar solo - Dijo con singular alegría el motociclista, todos volvieron a reír, en verdad el domador había pasado ya mucho tiempo sin compañía.
- Basta - Se levanto sonrojado - Todos vayan a dormir, mañana saldremos de este lugar y tenemos que recoger todo.
A Uruha y Aoi les pareció maravillosa la idea, no para ir a dormir claro, sino para saciar sus necesidades básicas, así se levantaron besándose y tocándose mutuamente hasta llegar a su camper, en donde al cerrar la puerta dejaron salir toda clase de sonidos placenteros.
Cuando Ruki iba saliendo del lugar llego Shou, uno de los malabaristas y lo llevo a "dormir".
Reita y Kai solos, en un principio se sintieron incómodos pero tomaron un último trago, sentados en el suelo juntos.
- Gracias - El rubio intento romper el silencio formado.
- No tienes porque agradecerme - Reita trato de sentirse más cómodo estirando su brazo derecho su mano se situó junto a la del domador, quizá por el alcohol este se sonrojo y lo miro.
- Disculpa, yo… - El verlo así le incito a besarlo, se acerco a su rostro mirándolo fijamente, sin apartar la mirada apenas y le roso los labios. El moreno se quito los guantes que hasta ahora mantenía en sus manos, acaricio suavemente la parte descubierta de Reita, este cerró los ojos esas manos eran tan delicadas…
- ¿Que es lo que me has hecho… en qué momento levantaste una ilusión sobre mí…?- Inquirió el pelinegro sin dejar de acariciar el rostro del rubio.
- No lo sé… - Abrió los ojos para volver a fijar su mirada en las orbes del otro, volvió a besarlo este no fue como el primero, ahora poseía gran afecto o al menos eso fue lo que pensó.
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- ¿Por qué cuando me besas no siento nada? ¿De verdad me amas? o es ¿que no quieres estar solo?… lo siento, sé que me amas pero me gusta escucharlo de tu boca.
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Aquel beso les hizo desear mas, Reita se quito la playera blanca que llevaba dejando ver su formado cuerpo, para después acomodarse frente al domador depositando pequeños besos en el cuello del moreno, empezó a desabrochar aquel saco, lentamente desabotono la camisa blanca que llevaba de la misma forma como cuando algo es tan frágil que crees que un movimiento brusco le hará daño.
Kai había dejado de pensar en lo correcto e incorrecto del momento que estaba viviendo pero al sentir que su camisa cayó sobre el pasto, la brisa lo devolvió a la realidad.
- Cierra tus ojos… - Pidió con temor al rubio, que al escuchar su voz solo obedeció.
- ¿Por qué? - Interrogo… no creía que ese fuese un fetiche.
- Lo sentirás… pero no abras los ojos - Dijo con duda no quería hacerlo pero al mismo tiempo sintió que eso era lo mejor, tomo una mano del rubio y la puso sobre su antebrazo, sentía su piel lisa y a la vez rugosa, lentamente abrió los ojos, Kai cerraba fuertemente los suyos mientras las lagrimas brotaban.
- ¿Te quemaste? - Pregunto con aflicción al verlo, lo atrajo para abrazarlo.
- Te dije que no abrieras los ojos - Su llanto creció.
- Perdón… ¿Qué fue lo que te paso? - No era morbo, necesitaba saber cómo se había hecho tanto daño, las marcas eran tan grandes, en ambos brazos, al abrazarlo vio con horror que en su espalda había cicatrices profundas.
- ¿Te doy miedo o lastima? - Se dio cuenta de que el rubio noto aquellas marcas en su cuerpo, muestras del maltrato que recibió durante su juventud por parte de un tío con el que vivió largos y tortuosos años.
- Ninguno…
- Entonces ¿por qué lloras? - Ni el mismo se había percatado, lloraba por un completo desconocido, por las atrocidades que pudo haber experimentado al dejarle aquellas cicatrices. Se permitió ser sentimental cosa que jamás había hecho.
- Porque me duele, siento dolor al verte así también rabia por el que te lo causo - Desde que el abrazo de Reita había dado inicio el moreno no correspondió, pero al escuchar aquellas palabras lo abrazo fuertemente.
- No tiene por qué dolerte, no debes sufrir por mi - Hundió su rostro en el cuello del recién llegado.
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- Sabes mi mamá me dijo que el amor es dolor y por eso hice algo de verdad doloroso para mi… si es un tatuaje con tu nombre… como que por que en mi brazo, pues quiero que todos vean que te pertenezco que nos amamos, pero tu también debes hacer algo que me demuestre que me amas… ya se te rompo una pierna y la placa tendrá mi nombre de esa forma no te dará pena que lo vean, no es cierto es broma, pero hazte un tatuaje, no importa si no se ve quiero que el dolor que sientas al hacértelo lo recuerdes al verlo y de esa forma te acordaras de mí, me tendrás presente, de verdad lo harás… TE AMO, TE AMO, TE AMO.
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- Esto es ¿amor? - Pensó en voz alta, de sus labios acababan de salir mas cursilerías. Al escucharlo el domador ceso sus lagrimas mirándolo fijamente.
- Tal vez… - La primera vez que se enamoraba de alguien de una forma tan extraña, aun así sentía como si lo conociese de tiempo atrás, su respuesta más que ello era una total y completa declaración. Se acomodo la camisa, le tomo de la mano y se dirigieron al camper del domador, ya ahí, el rubio pretendía interrogarle nuevamente pero se contuvo en su debido momento sabría más sobre él, se sentó al borde de una pequeña cama de madera.
El pelinegro empezó a quitarse la ropa y ponerse algo mas cómodo para dormir Reita solo lo miraba detenidamente, cada movimiento parecía que lo hipnotizaba. Kai recordó que se encontraba ahí.
- Yo… lo siento, me cambiare en otro lugar - Aun le faltaba cambiarse la parte de abajo y la mirada de Reita le ponía nervioso.
- No, hazlo aquí, si lo deseas cerrare los ojos - Así lo hizo cuando sintió que el pelinegro se le acercaba, lograba sentir el temblor de aquel cuerpo… tomo sus manos y las acerco a su pantalón. El domador estaba sonrojado por su acción y por su deseo.
- Quiero que… - No podía terminar, era vergonzoso pero su corazón le dictaba.
- Dime, lo hare sin dudarlo.
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- ¿Por qué?, ¿no me quieres? hazlo por mí, lo habías prometido solo un tatuaje por más pequeño que sea no me importa, hazlo por mí.
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Sintió como esas manos guiaban las suyas para desabrocharle el pantalón. Lo hizo, lo bajo lentamente al mismo tiempo que sentía aquellas piernas, tiro de él para que se sentara sobre las suyas, en ningún momento abrió los ojos, con la mano derecha empezó a subir por aquel cuerpo, aquella playera del domador se le hacía tan estorbosa pero lo dejo lo que menos quería era incomodarlo, saco su mano tomándolo del la nuca con delicadeza lo beso.
- Duerme así conmigo, te prometo que me comportare - Eso quería sentir lo más posible ese calor que emanaba. Kai le quito los zapatos y se recostó encima de él en aquella pequeña cama, al principio parecía incomodo pero las hermosas y raros sentimientos que tenían pudieron mas.
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