Atractivo por Eruka

Atractivo.

Adjetivo en el cual encerraba a Uchiha Sasuke. No para referirse a su aspecto (para ello tenia calificativos mucho mas “desvergonzados”), sino para encajonar la sensación casi asfixiante que el moreno le provocaba con solo aparecer frente a él con una de sus malditas miradas secas.

Era un tipo de imán, mas que aura, parecía tener un campo magnético al que irremediablemente terminaba pegado. Como si se tratara de un frágil clip sin posibilidad de resistir su influencia. Era simplemente un sujeto extraño, misterioso y, encima de todo, mas que “guapo”.

Estudiaban en la misma Universidad, aunque por la gran cantidad de alumnos en las clases en las que coincidían, jamás se habían dedicado más que una imperceptible mirada de reojo. Nada importante, además, no es como si él, Sabaku no Gaara, fuera la efigie de la sociabilidad, y para ser justos, el Uchiha tampoco. No fue hasta que una tarde, sus pasos se dirigieron en igual hora a la copiadora de la institución; la deficiente empleada, más dedicada a coquetear con el amargado Uchiha que a sus tareas, la llevo a confundir las copias de ambos estudiantes y el yerro los llevo a buscarse con la intención de repararlo.

Se encontraron y en silencio hicieron el intercambio, apenas dirigiéndose un saludo parco. Pero fue la primera vez que se sintió atraído al ojinegro, y su pelirroja cabeza no pudo olvidar el frío roce de las manos ajenas, ni el color marmoleado, ni los ojos de ébano. Lo siguió con, en apariencia, imperturbados ojos aguamarina, concentrados interiormente en el caminar pedante y la actitud ególatra.

Una semana más tarde, en que aquel episodio había sido desechado de sus prioridades, el moreno se acerco y, con la sencillez de una persona que esta segura de la inhabilidad de los demás para negarle nada, le dijo:

-Vamos a cenar hoy después de clase-Y se marchó sin esperar ni importarle lo que Gaara tuviera por decir.

Bufó despacio, una vez más mirando su andar, y se negó a permitir que aquel sujeto plagado de algún tipo de incomprensible erotomanía* (o alguna vertiente extraña de la misma) afectara en algo su monótona existencia. No necesitaba de nadie, y por nadie, entiéndase que no necesitaba de Sasuke.

Y sin embargo, cenaron juntos.

Y más aun, un mes después iniciaron una bizarra relación amorosa que no podía catalogar con menos que “confusa”. Lo principal en dicha relación era la acidez con que se trataban, y lo segundo, el sexo desenfrenado al que le dedicaban prácticamente cada noche.

Dírectos, no se andaban con tapujos y no temían decirse las cosas como eran, sin agregar ni quitar nada a sus pensamientos. Simplemente expresándolo con dureza y frialdad.

Simplemente, Sasuke era lo suficientemente parecido a él para que se aguantaran el tiempo necesario para llamarse una pareja..

No le iba a susurrar palabras tontitas, ni le diría al oído que lo amaba, ni le haría mimitos solo por tenerle contento. No, por que no lo sentía, no lo amaba ni le interesaba amarlo, y el moreno, conciente de ello, gozaba de la simplista (en apariencia) relación, que no le ofrecía aburridas platicas superfluas ni chillidos escandalosos. Estaban juntos por que era cómodo.