Aún cuando no sientes amor, sabes que es imposible detenerlo.
Sin duda alguna, nadie es dueño de su destino, nadie.
Aunque la lluvia empezaba a cesar con calma, el castaño no salía del establecimiento al que había entrado para protegerse del aguacero.
Un Bar de mala fama, donde iban las mujeres que cobraban por sexo y hombres dispuestos a pagarles, en ese lugar lleno de lúgubre tentación a la maldad y lujuria, lleno de polvo viejo debido a que nadie ha tenido la sutileza de sacudir un plumero por encima de la barra que estaba rodeada de copas y botellas llenas, un aire tan sucio con olor a alcatraz...
Sus ojos rodeaban el lugar con una mirada indiferente, buscando algo en donde apoyarse y buscar un punto positivo a la situación que se volvía desesperante.
No solo tenía que librarse de los malditos imbéciles que estaban allí, el guardián de su libreta negra estaba también a su lado: riendo.
-Light, ya terminó de llover. Anda, vámonos. - Recomendó el Shinigami, ya al lado de la puerta.
El aspirante a Dios solo le siguió la corriente, y en menos de segundos, salió del Bar tan vulgar al que había entrado.
-Hoy tienes que ver a tu novia, jejeje - Le recordó, el universitario no dijo palabra, sabía que era cierto.
Caminar por la catedral, ver a los niños jugar, y por ende, llegar al hotel donde se encontraba la rubia, ya se le hacía monótono, el pelinegro los vigilaba, ¿como diablos quería el castaño que L no se enterará de que era Kira?
Ya dentro solo fueron dos segundos para sentarse cómodamente, pero sintió muy pronto una mirada pesada, llena de tensión por parte de los detectives, Ryuk había desaparecido, y el universitario no tenía la menor idea de donde se encontraba este.
-¿Pasa algo? - Preguntó intentado sonar inocente.
-Light-kun, dime que piensas de esto. - L en cuestión de segundos le mostró un cuaderno que el castaño conocía muy bien.
-Ah? ¿Qué será esto? - Tomó el cuaderno en manos, y haciéndose el malentendido, empezó a revisar el cuaderno, el detective, en cambio, solo lo miraba con sus ojos melancólicos y confusos, que cuando los miras mucho tiempo uno sabe que no tienen principio ni fin.
-Se la decomisamos a un individuo llamado Mikami Teru. - Agregó informándole. Light asintió unos minutos.
Los demás hombres se fueron, no entendían el asunto, ni creían en la libreta.
Aún cuando la oscuridad se asomaba por la ventana, el moreno dejo de hacer preguntas, el universitario, como buen actor que era le respondía de la forma más fluida que podía.
Pero aún así, Light se dio cuenta que ya era demasiado tarde, Ryuk apareció, en el momento menos indicado; y en el peor lugar posible.
La silla en donde se encontraba el detective ahora se hallaba en el piso, este, asombrado y más que nada con miedo, solo tuvo tiempo a exclamar sus pocas palabras de confusión.
-¿Eres un Shini..gami? - Preguntó absorto a la realidad, el castaño estaba al lado suyo intentando levantarlo del gélido piso, mientras que el Dios de la muerte los miraba divertido, contemplarlos de esa forma tan graciosa y la expresión en el rostro del detective.
-Si, eso soy- Respondió con un tono sarcástico, el universitario estaba completamente nervioso, no sabía que podía pasar ahora y de Ryuk y de L podía esperarse cualquier locura.
-Adiós Light-kun. - Le dijo el pelinegro al castaño, empujándolo a la salida, este solo se quedo en medio del pasillo y con una mirada chocante empezó a enojarse.
-¿Qué dices? Tengo el mismo derecho de saber de que hablan y de hablar con él, Ryuuzaki. - Protestó, pero el otro no se dejó convencer, llevándose uno de sus dedos a su boca, tras pensar unos minutos decidió responder calmadamente.
-Si Light Yagami fuese Kira, desearía quedarse conmigo y evitar cualquier cosa que el Shinigami dijese, me baso de que en los primeros mensajes el segundo Kira dijo varias veces cosas insinuantes como estos seres de otro mundo, y no solo eso sino que tu mismo dedujiste que eso era un lenguaje para describir su poder para matar. - L hizo una pausa, quiso ver si todo lo que había dicho era correcto; era como un niño pretencioso que quería mostrarle a todos lo que pensaba y sabía.
-Lo se. - Respondió el otro intentando captarle el truco del juego, un juego mental, que si no hacía algo sería largísimo, el tiempo que ambos estimaran.
-Así que si Light no fuese Kira, esperaría hasta mañana con mis preguntas nuevas para él. - Esta vez era el Shinigami el que se divertía en grande viendo la pelea; Light estaba a punto de responder de la misma manera que lo había hecho el pelinegro, pero no le seguiría el tardío juego.
-Nos vemos mañana entonces. - Dijo con cierta dejadez, pero le gustó mucho la reacción del otro.
Un beso inocente, un beso puro, las lenguas no entraban en la boca del otro, apenas se sentían el calor de cada uno, un beso que rozó los labios del castaño y en pocos minutos ya estaba excitado, pero no le duró mucho ese gozo interior...
L cerró la puerta en su cara, y desde allí adentro se despidió.
Ryuk lo veía tan..adorable, si esa sería una palabra que podría calificar bien la perspectiva que tenía el Shinigami con el detective, creía que era un desperdicio que Light quisiese matarlo, es más empezaba a sentir ese extraño sentimiento de preocupación ajena; ese que era tan poco común en ese ser.
Aún así, le esperaba una gran ronda de preguntas del pelinegro, aunque el tenía ganas nulas de responderlas.
Media hora intercambiando información insignificante, la noche embargaba por completo el lugar sin ton ni son, y aún así, el sueño no llegaba.
-¿Así que Light es Kira? - Preguntaba L de vez en cuando, intentando buscar un tercer testimonio que acrediten su investigación.
-No te confíes tanto. - Respondía siempre el Shinigami.
Las conversaciones se volvían animadas y bastante llevaderas, se le olvidaba a L que era un Shinigami...Si al parecer se le había olvidado.
Con una mirada pérdida, el detective se encontraba sentado al frente del Dios de La Muerte, el cual de una vez por todas decidió decir algo que jamás había dicho, a nadie, ni nunca quiso hacerlo.
-Me gustas. -
Y fue cuando una gran fuente de desesperación y confusión llegaron al moreno; no dijo nada hasta tiempo después, y no fue una respuesta muy significante que digamos.
-¿Ah? - Preguntó esquivando el comentario.
[Continuará]