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Pero ahora no te vayas por AvengerWalker

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Notas del capitulo: Muy largo xD espero que les guste ^__^
Un campo verde, enorme, con miles de plantas de diversos tamaños.

Las flores adornaban los costados del camino hacia la mansión, las cuales estaban siendo cuidadas notablemente por un jardinero.

El camino, de tierra, sin ninguna estorbosa piedra, conducía a la mansión de una de las familias más importantes de Alemania.

Se trataba de los Gemini, una familia griega no muy amplia en miembros pero sí en conocimientos y poder.

Varios de los habitantes de Berlin eran sostenidos por ellos, ya que manejaban y eran dueños de la mayor parte de las empresas de allí (y de muchas otras provincias y ciudades también).

Todas y cada una de ellas tenía más de mil trabajadores y millones de euros invertidos y ganados.

La familia Gemini estaba conformada por: Saga y Kanon, los hijos gemelos; Dohko, el padre de ambos y gran empresario; Hilda, la madre, consejera y secretaria del castaño, y finalmente Milo, primo de los dos primeros, que carecía de padres (habían muerto en un accidente).

Saga y Kanon, de 15 años de edad cada uno, iban al Gymnasium, la escuela de nivel más alto de Alemania y, por lo tanto, la única que permitía el ingreso a la Universidad.

Milo tenía 14, e iba a la Realschule, un tipo de escuela que abarcaba los diferentes niveles de Alemania, y era porque subía y bajaba su nivel a cada rato.

Los padres, Dohko e Hilda, eran bastante simpáticos y muy hábiles.

Dohko tenía el cabello castaño y le heredó sus ojos verdes a sus hijos.

Hilda, por otro lado, tenía ojos celestones y el cabello plateado.

La mansión tenía alrededor varios pilares, los cuales daban una impresión de casa griega.

Eran blancos, al igual que toda la vivienda, y unos pliegues ondulados que daban un toque más majestuoso se hacían notar.

La mansión tenía, en su interior, una totalidad de 40 habitaciones, sin contar los cuartos de juego, estudio, descanso y los baños.

El dormitorio de Saga y Kanon era el más grande, pues dormían juntos, en camas separadas.

Además, en el lugar también vivían los sirvientes, entre los cuales se destacaban: Shion, de 30 años, el jardinero, y su hijito pequeño Mü, de 7 años de edad, quien le ayudaba; Aioros, de 17 años, quien arreglaba y limpiaba las habitaciones. Shura, de 20, guardaespaldas junto con Death Mask, de la misma edad. Degel era el amo de llaves (mayordomo más bien), y mano derecha de Dohko.

La casa estaba, por lo tanto, bien atendida, y la familia, bien protegida.


- 3 Años Después -


Saga se dirigió a Degel du Verseau, el parsimonioso e inteligente mayordomo de la mansión.

Asintió a modo de saludo, y el mayor imitó su gesto, sonriente.

Entonces, Saga le preguntó:


- ¿Hay alguna carta para mí?


- Sí, señor Saga -contestó el mayor-: de diversas universidades, para usted y para su hermano Kanon -y le tendió los mencionados archivos.


El geminiano agradeció y, muy ansioso, corrió escaleras arriba, hacia su dormitorio.

Kanon se encontraba mirándose al espejo, medio desnudo, repitiendo que no había cosa más bella que el (y Karin lo secunda xD).

Milo estaba sentado en la cama, y se reía mirando al gemelo.

Sus mejillas estaban ligeramente sonrosadas, pues desde hacía bastante se había enamorado de su divertido y sensual (karin lo secunda XD) primo.

Con aparente tranquilidad, ingresó Saga, con el objeto de oro en las manos.

Se lanzó en su cama, llamando la atención de sus peliazules amigos y familiares.


- ¿Hola? -llamó Kanon volteándose.


- Llegaron las cartas de universidades -sonrió el griego mayor.


- ¡Genial! - Kanon se lanzó de palomita a la cama, mientras que milo giraba a ver curioso.


- No te pongas tan contento, seguro desaprobaste todo -bromeó su hermano mayor.


Abrió la carta dirigida a él. Provenía de Kenia (!?). No supo en qué pensó cuando la escribió y la mandó para allá.


- Aceptado -leyó-. Wow.


Apiló el montón de papeles. La siguiente también era para él. Esta, en cambio, era de Inglaterra.


- Aceptado -sonrió triunfante.


Milo tomó la que seguía.

Estaba en un idioma extraño, lleno de símbolos y números por doquier.

La giró entre sus manos, intentando descubrir en donde empezaba.


- ¿Y... esto? -preguntó dudando.


- Es de China -leyó Saga-. Para Kanon -y comenzó a reír a carcajadas.


Sinceramente, era para reírse, pues solo al gemelo menor se le ocurría mandar una carta para China (Karin lo secunda xD!).


- ¿Qué dice? -Kanon tendió la carta a Saga.


- No lo entiendo. ¿Para qué enviaste una carta a China si tú no sabes chino? -preguntó éste.


Kanon alzó los hombros. " Vaya, qué poca responsabilidad ", pensó Milo horrorizado.


- Creer que sería interesante -opinó Kanon.


- Sí... claro... -estuvo un buen rato leyendo, para luego suspirar con pesadez-: No aceptado.


- Felicitaciones -sonrió Milo mientras Kanon se arrancaba los pelos.


- Otra para mí -anunció Saga.


- Bah... "aprobado" -se burló Kanon.


- Aprobado.


- ¡Huyyy! ¡Maldito! -Kanon le lanzó un almohadazo.


- Hey, Kani -llamó Milo-. Una de aquí.


Kanon extendió su brazo para tomar la carta pero, por error de cálculo, tomó la mano de Milo. El corazón le latió rápido al pincitas, por lo cual dejó de respirar.

Kanon le miró: sus ojos turquesas brillaban, sus labios se mordían nerviosos y su rostro estaba sonrojado... se veía tan tierno...

Dejando el trance, el griego mayor apartó la vista y le soltó, tomando esta vez la carta.


- No aceptado -le lanzó lejos, pero esta regresó con el viento.


Entonces, Saga sintió una carta que brillaba. Destelleaba, gracias a los rayos que entraban con el sol. La tomó, y notó que había letras en dorado en la parte frontal de la carta.


.... "Universidad de Harvard" ...



- Porfavor, porfavor, porfavor... -rogaba Saga abriendo la carta.



- 6 Años luego -


Saga se levantó cansado.

Se miró al espejo, tal y como solía hacer Kanon.

Visualizó en él el reflejo de su cuerpo desnudo. Músculos desarrollados, gracias al arduo ejercicio que realizaba día a día.

Cuerpo de adonis, abdominales perfectos, sensuales cabellos y una felina mirada seria.

Abrió el placard de aquel dormitorio y sacó la ropa que se colocaría: un traje, corbata, camisa, zapatos, chaqueta, etc.

Su porte serio se acentuaba con esa vestimenta.

Se abrochó los botones de la muñeca y acomodó correctamente su corbata: estaba listo para el regreso.

Hacía seis años había recibido la carta que le permitía entrar a la universidad de Harvard, la cual era la mejor oportunidad que un estudiante podría tener.

Había tomado un avión a Estados Unidos, mientras que Kanon se dirigía hacia Canadá, ya que la única universidad que le había aceptado era de allí.

La única diferencia era que Kanon había elegido una carrera más corta: administración de empresas, por lo cual había regresado mucho antes.

Él, en cambio, había elegido lo que más le gustaba: letrado, es decir, la abogacía.

Amaba las leyes y el tener que defender a alguien.

Era muy civilizado.

Mientras se dirigía al aeropuerto, se reía al pensar que Kanon nunca podría estudiar abogacía: era demasiado correcto para el, y se convencía con arreglar todo a los golpes.

Miró el reloj.

Faltaban algunos minutos para regresar a Alemania.

Comenzó a pensar en todos los que vivían ahí antes de su ida.

De seguro, la mayoría se habría ido, pues eran todos muy jóvenes y debían de haber encontrado algo mejor para hacer.


El viaje en avión había ido bastante normal.

Se había sentado al lado de un rubio que no había parado de parlotear: tanto por celular como con el.

Y no sólo eso, parloteaba con quien se le acercara y hasta con las azafatas.

Por un momento, Saga pensó en aventarlo por la ventanilla, pero no sería una acción muy bien vista, por lo cual cedió.

Estuvo pensando en tomar una pastilla, esas que si te tomas te duermes y no te levanta ni Athena, pero se perdería el paisaje, no muy común en Alemania.

Miró el mar, las nubes: todo, no perdió detalle de nada.

Le habría gustado tener habilidades para el dibujo, pues habría podido dibujar semejante cielo frente a el.

A cambio, saco varias fotos, aunque no salieron muy bien por culpa de la ventanilla y del reflejo del rubio ese.


Cuando el avión aterrizó en el Aeropuerto de Berlín-Schönefeld, fué a buscar sus valijas.

Un auto particular le estaba esperando, pues el aeropuerto internacional se encontraba situado en la localidad de Schönefeld, en Brandenburgo al sudeste de Berlín, y e debía de ir a la ciudad capital de la República (que dicho sea el paso es Berlin xDU).

Hubo muy poco tiempo de un lado a otro, pues el conductor era bastante rápido y no parecía tener la menor intención de pasar un minuto más en aquel lugar.

O le ponía nervioso estar con el, o estaba acostumbrado a ir rápido, o siempre le pedía que lo hiciera así.

En ese momento, un círculo de imaginación se abrió en la mente de Saga.

Comenzó a imaginarse al pobre peliazul (otro más xD) de ojos rojos siendo latigueado por su padre Dohko, quien pedía que vaya más rápido, mientras el otro lloraba por el miedo a perder su carnet de conducir por pasar los límites.

Se rió en voz baja, a lo cual el conductor respondió con una sonrisa que Saga vió por el espejito retrovisor.


- Me alegra que esté contento, señor. Lamento no haberme presentado antes, estaba viendo los mapas de ruta para asegurarme de que su llegada sea pronta. Me llamo Aiakos Garuda -informó de un tirón el oji-carmín.


Saga se quedó un momento en silencio, asimilando toda la información.


- Mucho gusto.


Mientras Aiakos conducía, Saga iba mirando a los alrededores.

Hubo un momento en que comenzó a reconocer lugares, incluso no muchos minutos después divisó la que había sido su escuela, y luego la casa que le gustaba a Kanon.

Divisó parques, en los cuales había jugado de niño con su hermano menor, y también distinguió que había menos verde.

Luego, el lugar comenzó a cambiar.

Primero, se abrieron unas rejas, grandes, majestuosas como el lugar que comenzaba a alsarse delante de ellos: casa.

Saga sonrió y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió verdaderamente emocionado.

Realmente seis años había sido mucho tiempo lejos de los suyos, y los extrañaba bastante.

Lamentablemente, Saga no se había puesto en contacto con sus familiares por todo ese lapso de tiempo que estuvo estudiando, ya que quería concentrarse en el estudio.

De hecho lo hizo, y gracias a ello pudo terminar antes, pues en Estados Unidos, abogacía eran casi siete años.

Se pasó una mano por la frente y bajó, sintiendo un airecito frío, propio de la ciudad.

Aiakos bajó del coche y se dirigió a la parte trasera para sacar los trastos, mientras la mirada de Saga pasaba de ladrillo en ladrillo y de ventana en ventana.

Vaya recuerdos le atribuía a esa casa.


Oyó un chiflido delante, por lo cual bajó la mirada hacia la puerta.

Un joven idéntico a él le miraba sonriente, alzando las cejas en plan de interés.

Caminó con porte serio hacia el, por un momento creyó que eran iguales, pues también traía traje.

Luego, la mirada de su gemelo se relajó y le dió tremendo golpazo en la espalda (amistoso).


- ¡Hermano! ¡Tanto tiempo! -saludó.


A cambio, Saga le dió una reverenda trompada en el hombro (amistoso) y luego le abrazó, contento de ver a su hermano.


- ¿ Y mamá? ¿Y papá?


Milo, quien salió entonces al exterior, escuchó la pregunta de Saga.

Una mueca de dolor se formó en su rostro, pero luego pasó a mirar al piso, y terminó con los ojos clavados en el rostro de Kanon.

Sin pasar el gesto por alto, Saga miró a Kanon.


- Me ocultan algo. Conosco esa cara. El ser humano la hace cuando ha pasado algo malo... Gira los ojos... y cuando no pueden mentir miran al suelo. Incluso...


- Saga, no nos psicoanalíses -pidió Kanon riéndose.


- No lo hago, lo estudié en la universidad. Es un buen método para saber cuando un testigo miente o dice la verdad -aclaró el otro en defensa.


Milo saludó a Saga con un beso en la mejilla y unas palmaditas en la espalda.


- Bueno, Saga. Si ha pasado algo. No es agradable, pero tampoco es meramente malo, es algo normal que sucedió.


- ¿Qué? -ya se estaba asustando.


- Mamá murió, Saga -comenzó a explicar Kanon, sorprendiendo al mayor-. Ya estaba viejita...


- ¿Viejita? -inquirió Milo.


- Vamos, mamá tenía veinte años más que papá, estaba ya viejita. Y de eso murió.


- Bueno... -Saga bajó un poco la cabeza-, no digo que no me duela... pero si murió de vejez, supongo que debo quedarme tranquilo... es normal... ya creía yo que debía vengar su muerte -sonrió tranquilizadoramente a los otros dos.


- Al menos te lo tomaste bien, no sabes cuanto tiempo tuve que consolar a Kanon para que acepte que su madre estaba en un lugar mejor -susurró Milo.


- ¿Lo consolaste? -abrió enorme los ojos al ver como Kanon acariciaba sensualmente el trasero de su primo.


- Te lo explicaré adentro.


Todos pasaron, excluyendo a Aiakos, que como rápido que era, ya había entrado las valijas a la mansión.

Se despidió y se fué a limpiar el coche.


- ¿ Cuando lo contrataron? -preguntó Saga.


- Hace bastante -explicó Milo-. Poco luego de que se fueron, Dohko le encontró. Es bastante bueno y rápido, y tiene mucho cuidado.


- ¿Qué edad tiene?


- 18 - Saga abrió desmesuradamente sus orbes verdes.- Increíble, ¿no? Es muy bueno -alagó, recibiendo una mirada de celos de Milo.


- Ustedes no me contaron que se traen... -susurró con falsa voz lastimera Saga.


- Entonces te lo contaremos...




Estuvieron casi todo el día hablando.

Por entonces, Saga se enteró de bastantes cosas, y uno que otro cotilleo.

Milo gustaba de Kanon desde pequeños, solo que Kanon no lo sabía.

En un día normal, Milo se había metido a la pileta, pero como se había hecho tremendo clavado, el boxer se le había salido y estaba completamente desnudo en la piscina.

Kanon no le quiso traer otra ropa de baño, pero accedió a cambio de que obedeciese una órden.

Como Milo estaba desesperado, asintió, pero en vez de ir Kanon a buscar una ropa en el cuarto, se quitó el la ropa y se la tendió, y eso terminó en una guerra y no precisamente de armas, en el cuarto.

También se había enterado de que el joven Shion, de 38 años de edad, había perdido a su mujer en un accidente, y Dohko se había acercado para entonces mucho a el.

Ambos tenían una fuerte amistad y se ayudaban unos a otros.

Degel du Verseau ya se había ido, pero en cambio trabajaba Aioria, el hermano menor de Aioros, que cumplía bastante bien con sus tareas.

El cocinero era un joven de la india, Shaka, quien parecía estar siendo acosado por Aioria.

Algo que Saga se sorprendió mucho al enterarse, fué que el jovencito Mü seguía en el establecimiento.

El Gemini nunca se lo imaginó, pues a esas alturas el muchacho debía tener 16 años, y tendría que estar estudiando y no trabajando.

Pero Milo le tranquilizó, acotando que muy solidariamente, Dohko le había enviado a una escuela para que se eduque.

Sin embargo, Saga estaba intranquilo.

Si había algo que siempre había temido, era que su vida sea muy monótona y predecible.

Tenía miedo de que aquel jovencito siguiera en esa casa, y no pudiese irse nunca.

Saga odiaba los cambios, le costaba acostumbrarse siempre a la no presencia de alguien, y su ida le costaría, pero no quería que ese muchacho llegara a ser nadie... no era un futuro agradable para un niño.

Quería que estudiase algo que le gustara y que trabajara de eso... de algo que le guste, y no de algo que le convenía porque si no se quedaba en la calle.

Estuvo bastante tiempo meditando eso, y en qué haría el, pero luego apartó el tema de su mente: estaba con Milo y Kanon y tenía que divertirse: recuperar los años perdidos.



Por otro lado, mientras Kanon, Milo y Saga charlaban aménamente y con alegría, un muchacho de suaves cabellos lilas se encontraba inclinado sobre unas plantas, cuidando que no estén dañadas o que les falte el agua.

Con una regadera con agua fría, regó el piso, sin confiarse de la lluvia que parecía que se vendría luego.

Si se confiaba en que la lluvia secaría la sed de las plantas, cualquiera podría marchitarse, pues podría no llover o podría no ser suficiente.

En cambio, era mejor asegurarse.

Hechó un poco a cada una, y si no llovía luego, volvería a pasar.

Por ahora, debía ir al patio trasero y cuidar de un limonero y una pequeña huerta, que tenía muchas malas hierbas que debían ser arrancadas, pues estas ya estaban tapando todo e impedían el crecimiento de nuevos vegetales.

Una calabaza se veía que había crecido, pero por su color, Mü supuso que aún le faltaban días para que madure.

Una rejita de aproximadamente 50 centímetros cuidaba la huerta de un golden retriever que corría por allí, pues Milo adoraba los perritos y había comprado uno.

El muchacho de grandes ojos esmeraldas alzó una pierna y la pasó, con cuidado de no engancharse con la reja y con cuidado de no pisar ninguna planta.

El mismo procedimiento lo repitió con la pierna faltante, la cual flexionó para apoyar su peso en esta y comenzar a trabajar.

No tenía guantes, algo peligroso, pues podía haber todo tipo de insectos desconocidos allí.




Durante bastante rato, Mü estuvo arrancando la mala hierba.

Parecía que cada vez que arrancaba una planta de este tipo, crecía otra, y así sucesivamente, pues parecía que no iba a terminar más.

Algunas de las plantas tenían espinas, por lo cual se pinchó varias veces.

En un momento, sintió un gran pinchazo al hacer un movimiento.

Meneó violanetamente la mano, pues había dolido realmente.

Se miró la mano: una pequeña roncha.


- Auh... dolió... -susurró tomándose la mano con fuerza, pero continuó con su trabajo.


Pocos minutos luego del incidente, comenzó a llover con furia.

Anteriormente, los truenos habían alertado de esto, pero el pequeño no había terminado y quería hacerlo, ya que sabía que las flores eran para su jefe muy importantes.

Siguió arrancándo la hierba que no servía, mientras sentía la ropa apegarse a su cuerpo y el frío recorrerle de la punta del pie a la cabeza.




- Estoy preocupado -anunció Milo.


- ¿Porqué? - Saga apartó la vista del TV y le miró.


- Hace bastante que Mü salió afuera para arreglar los jardines, y está lloviendo y no regresó...


- ¿Seguro? -Saga frunció el seño.


Miró el reloj, el cual anunciaba ya casi las ocho de la noche.

Fuera, ya estaba oscureciendo, y no cesaba de llover, por lo cual se decidió a salir.

Por suerte se había cambiado de ropa para una más casual, pero eso no le libraba de mojarse.

No supo como hacía el pequeño para seguir trabajando con esa lluvia, pues sacando que el clima desde ya era frío, cada gota de agua era como hielo: super helada.

Finalmente encontró al muchacho arrancando lentamente las hojas, como si no tuviese vida.

Saga corrió hacia el rápidamente y le tomó de los hombros desde fuera de la reja.

Con dificultad, le ayudó a pasar al otro lado.


- ¿Estás bien? Está lloviendo, terminarás de hacer esto mañana... -le aconsejó el peliazul.


Mü alzó el rostro, mirando al mayor, quien sintió que el corazón le latía con fuerza.

La última vez que le había visto, era un pequeñito que corría alegre por los jardines, pero ahora ya era todo un muchachito.

Muy sorprendido, vió como Mu se desplomaba en sus brazos, sin fuerza.

Le sintió bastante liviano, por lo cual le alzó entre brazos y se lo llevó al interior, preocupado.




- ¡Saga! ¿Qué pasó? -preguntaron Milo y Kanon al unísono cuando entró con el niño en los brazos.


- Se desmayó... no sé que le pasa, pero no parece estar bien de salud.


Milo y Kanon inspeccionaron detenidamente a Mü, buscando algún índice de lastimadura.


- Tiene una roncha en la mano... y está todo arañado - visualizó Kanon.


- Será mejor que lo llevemos al hospital... parece tener algo raro en la mano... -expresó preocupado Milo mirando una roncha negra en su mano.



Así como lo dijo, lo hicieron.

Por suerte, Aiakos había regresado de limpiar el auto y estaba libre, lo que posibilitó la rápida llegada al hospital.

Fueron al hospital Park-Klinik Weissensee, en donde fueron bien atendidos.

Gracias a dios no había mucha gente, por lo cual Mü fué atendido con rapidez.

El doctor no estuvo mucho tiempo examinándolo.

Luego de 5 minutos, su veredicto fué dado:


- Le ha picado un alacrán.


Saga le miró nervioso: ¿qué significaba aquello?



- Pero... ¿está bien? ¿Qué se puede hacer? ¿Qué haremos? ¿Qué va a hacer? Se puede hacer algo, ¿verdad?


Kanon y Milo miraron preocupado al doctor, quien intentó tranquilizarles.


- No se preocupen, no es tan malo... Haré lo posible -en la estantería comenzó a buscar algunos instrumentos, mientras Saga recostaba a Mu en una camilla.


- ¿Qué le hará? -repitió Saga.


- Le inyectaré Hidrocortisona.


Saga y Kanon se quedaron algo extrañados, o más bien, con cara de no saber qué se les decía.

Como si de un ángel se tratase, Milo les explicó:


- La Hidrocortisona es un corticoesteroide para aliviar la inflamación.


- Exacto -asintió el médico.


- ¿Cómo sabes tú de eso? -preguntó Saga.


- Estudia medicina -se rió Kanon.


- También le inyectaré Prednisolona -dijo mientras tomaba una intravenosa.


Los gemelos miraron a Milo, esperando su respuesta.


- Luego les explicaré.



Por toda la noche, estuvieron en el hospital.

En cierto momento, Milo y Kanon se fueron, pero Saga quiso quedarse.

No supo porqué, pero ver a ese pequeño en ese estado no le había gustado para nada.

Sentía un cariño especial hacia el, quizás porque le había visto desde que era pequeño jugar y corretear por los jardines.

Mientras la intravenosa funcionaba, Saga se dedicó a estudiar los rasgos del menor cuidadosamente.

Se miraba tan pacífico mientras descansaba... aunque preferiría que duerma de cansancio y no por la herida de un bicho.

Se sintió culpable de tener trabajando tanto a un chico como el, pues pensaba que a su edad el se preocupaba por estudiar y salir de ruba (aunque eso lo hacía más Kanon y Karin lo secunda xD).

Acarició su rostro lentamente, asegurándose de no tocarle con tanto ímpetu, pues así no despertaría.

Suspiró y se alejó, aquellos sentimientos que comenzaban a invadirle eran peligrosos.

Se sentó en una pequeña silla con almohada, quedándose dormido.









Saga se despertó al día siguiente por la mañana bien temprano, ya que alguien se encontraba zarandeandole con lentitud y suavidad.

Cuando abrió los ojos, se encontró con un ángel.

Grandes y brillantes ojos verdes, divertidos cilindros rojos en lugar de cejas, suaves cabellos lilas que caían delicadamente al lado de su rostro dando un porte suave.



- Señor... -llamó suavemente el pequeño.

I sit and wait
Does an angel contemplate my fate
And do they know the places where we go
When we're gray and old
'Cos I've been told that salvation lets their wings unfold
So when I'm lying in my bed
Thoughts running through my head and I feel that love is dead
I'm loving angels instead

And through it all he offers me protection
A lot of love and affection
whether I'm right or wrong
And down the waterfall
Wherever it may take me
I know that life wont break me
When I come to call he won't forsake me
I'm loving angels instead

When I'm feeling weak and my pain walks down a one way street
I look above and I know I'll always be blessed with love
And as the feeling grows
She breathes flesh to my bones
And when love is dead
I'm loving angels instead

And through it all he offers me protection
A lot of love and affection
whether I'm right or wrong
And down the waterfall
Wherever it may take me
I know that life wont break me
When I come to call he won't forsake me
I'm loving angels instead

Saga casi se desmaya... ¡su voz era tan tierna!

Era inevitable sentir ganas de abrazarlo.

De hecho, lo hizo, lo más delicado que pudo, rodeó la cintura del menor y lo estrechó contra su cuerpo, mientras que el otro apenas sí podía reaccionar.

Cuando lo hizo, se acomodó en los brazos del mayor, disfrutando de su calor.

Sin embargo, ambos olvidaron la presencia del doctor, quien no se molestó en hacerse notar con un carraspeo.


- Ah... doctor... gracias... me aseguraré de que Mü no se acerque por largo tiempo a la huerta... -prometió.


Agradeció nuevamente al doctor y se fué.

Se preguntaran si pagó, y pues la verdad es que no, porque si hay algo bueno en la medicina europea, es que es gratuita, ya que la salud es un derecho.


- Gracias señor Saga -le dijo a la salida del hospital Mü al mayor.


- De nada pequeño -el mayor le sonrió lo más amplio que pudo, mientras el mas pequeño tenía el corazón en la mano ante tanta masculinidad junta.


- Vamos a casa, ¿verdad?


Saga asintió. Tomó su mano para caminar por las calles y las veredas.

El viaje no era muy largo, pero si le preocupaba que algo pudiese pasarle al pequeño.

Y es que Mü NO ERA TAN PEQUEÑO, pero si lo aparentaba.

Su rostro se volvio carmin ante el contacto de la mano de Saga, pero lejos de incomodarle, le gustaba.

Cuando llegaron, Mü fué cubierto por abrasos y besos en la mejilla de parte de la parejita peliazul, pues eran sus amigos y estaban preocupados.

Saga, muy habilidosamente, desapareció sin dejar rastro, ya que necesitaba llamar a su padre, que dicho sea el paso estaba en un viaje de trabajos.

Cuando le llamó, hablaron bastante, lo suficiente como para fundir a la empresa de telefono, y se prometieron que cuando Dohko llegase, pasarian algun tiempo juntos.

Cortaron la comunicación y Saga decidió comer algo, pues no había cenado la noche anterior.

El día transcurrió muy aburrido, aunque rápido.

Lamentablemente, había un muchacho en la casa que coqueteaba con Mu, y este parecia corresponder un poco.

Lo peor de todo, era que ese rubio era el que Aioria acosaba.

Shaka parecía llamarse.


En el transcurro de una semana, Saga comenzó a trabajar en el caso de un asesinato.

Parecía que la mujer había sido atacada por su esposo y para defenderse lo mató.

Era probable que se considerara como defensa, pero debía trabajar para que no la encarcelaran.

Aún así, le preocupaba el tema de Mü y el rubio.

A veces los veía juntos en la cocina, charlando, y otras mirando un poco de tele.

De vez en cuando Shaka le daba un beso en los labios al menor, cosa que hacía arder la sangre de Saga, pero debía disimular: por nada era el responsable.

A Saga le molestaba muchísimo la actitud de Shaka con Mu.

A veces, a propósito, ingresaba a la cocina para que el rubio dejara de acosarlo.

Se preparaba un té y se quedaba largo rato allí, claro que para entonces, Shaka se aburría y se iba.

Otras veces, se encargaba de llegar primero a la cocina, en donde se ponía a trabajar, mientras Mu desayunaba y Shaka cocinaba.

Claro que estos comportamientos Shaka NO los pasaba por alto, al contrario: ODIABA a su nuevo jefe.

Sin embargo, hubo una semana en la cual Saga no estuvo por allí, y era porque se la pasaba defendiendo a su cliente de juicio en juicio.

Mientras el juez fallaba a favor de la protegida, Shaka se insinuaba a Mü.

No pudo lograr mucho, ya que Saga pronto regresó, y se puso al acecho.

El pelilila se sentía tirado de dos polos.

Por un lado Shaka, tan sensual, y por el otro Saga; serio y protector.

De noche se desvelaba pensando en el peliazul, y de día los sonrojos le invadían gracias a Shaka.

¿Qué hacer?

Milo y Kanon vivían su mundo alegre y lleno de colores: siempre estaban juntos y mimosos... bastante.

Por las noches se les oía, y a veces Saga quería estar así con Mu... pero... ¿sería correcto?

Ese día, Milo y Kanon charlaron bastante acerca de un boliche que se abría en la ciudad.

Invitaron a Saga, quien se negó, pero finalmente le convencieron: ¿hacía cuanto no se iba de rumba?

Esa noche, la de la salida, Saga se bañó y se peinó, aunque su cabello odiaba la gravedad y la vencía siempre que podía.

Se colocó una camisa negra con algunos botones desabrochados, y un jean que marcaba sus atributos.

Como si fuese el destino, Kanon se vistió casi igual, a diferencia de que su camisa era blanca.

Según Milo, debía ser al revez: Saga el geme bueno y Kanon el geme malo.

Cerca de las 10 de la noche se dirigieron junto a Aioros y su novio Shura al boliche, pues eran los únicos libres de la mansión (y los que tenían edad suficiente).

Esa noche bailaron y bebieron (sobre todo lo último) hasta reventarse, pues nunca en mucho tiempo habían salido, y además Saga estaba borracho.

El gemelo mayor bebió y bebió hasta no poder más, y tan mal se puso que Kanon se hizo responsable unos momentos para mandarlo en taxi a la mansión.

Cuando llegó, Aiakos salió a recibirle, ya que Kanon le había avisado.

Con dificultad, recostó a Saga en el sillón, pero este se quedó algo inquieto.

Un poco preocupado, se fué a su habitación a dormir.

Al escuchar tanto ruido, Mü bajó las escaleras, encontrándose con un muy mal Saga recostado en el sillón.


- Señor Saga... ¿está bien? -se acercó al peliazul, aunque por el olor tuvo que taparse la nariz.- ¿Bebió?


- Ssssss... í... -el peliazul sonrió tontamente.


- Ah... le llevaré a su habitación... -anunció Mu.


Tomó un brazo del mayor y lo pasó por sus pequeños hombros, dejando que el griego se apoyase en su pequeño cuerpo. Muy dificultosamente subieron las escaleras, deteniéndose de vez en cuando para descansar.

En todo el trayecto, Saga susurraba cosas inentendibles.


- Te amo... Mu... -susurró cuando estuvieron llegando a la habitación del griego.


El pelilila se quedó quieto, y sintió entonces que el corazón de nuevo le latía muy a prisa.


- S-saga... n-no mienta.... -abrió la puerta suavemente.


- No te miento... te amo... me gustas, Mü... -acarició sus cabellos.


- Saga... usted está bebido... no sabe lo que dice...


- Lo sé... yo estoy seguro... -susurró con voz ronca en su oído.


A duras penas pudo llegar a la cama.

Mü intentó recostarle, pero cayó contra los almohadones, con Saga arriba de él.


- Señor Saga... apártese... -pidió completamente rojo.


Apoyó las manos contra su pecho para mantener la distancia, incluso giró el rostro para esquivar la mirada del mayor, pero el alto era más fuerte.

Venció todas las barreras que le impuso el menor y alcanzó finalmente su rostro.

Usurpó sus labios, desgustándolos a cada movimiento.

En un principio pareció contenerse, pero luego le correspondió.

Saga impuso el ritmo, lento, pues no quería apurarse y espantarle.

A pesar de estar borracho, casi sabía lo que hacía.

Saga introdujo su gran músculo en la cavidad oral.

Movió la lengua contra la del otro, humedeciéndola más de lo que estaba.

Estuvieron largo tiempo peleando, hasta que el peliazul la sacó y relamió los labios del pelilila.

Contorneó con la lengua su labio inferior, y luego el superior.

Los mordisqueó y chuponeó tanto que quedaron más morados de lo que ya estaban.

Cuando se apartó, un hilillo de saliva quedó entre ambas bocas.

Mü lo saco de una lamida.

Volviendo a unir los labios, fue que comenzaron a quitarse la ropa.

El menor apoyó sus manos en los botones, los cuales se dedicó a desabrochar mientras Saga lamía su mejilla ahora.

Se quitó sensualmente la camisa, lanzándola lejos, apurándose ahora para quitarle el tierno pijama al pequeño carnero.

Mu extendió los brazos hacia arriba para que pudiera quitárselo, y pronto quedó la prenda sobre la camisa de Saga (en el piso).

Las bronceadas manos de Saga se introdujeron en el pantaloncillo de Mü, descubriendo que, gracias a dios, dormía sin ropa interior.

Mientras Saga estimulaba la virilidad del menor, este se encargaba de morder con suavidad su pecho.

De esta manera, ocultaba sus gemidos.


- No... Mü... -sonrió Saga descubriendo su jugada.- Quiero oírte...


- Mmm... -susurró bajito.


- Más fuerte -pidió tocando su parte débil.


- Aahhh... -jadeó, pero muy por lo bajo.


- Así no... -se quejó con la voz ronca Saga, tomándo su rostro para mirarle.


Tomó su miembro y lo masajeó un poco.


- Aaahhh... -gimió ante el placer, a oídos del mayor.


Comenzó a bajar sus pantalones, ignorando las quejas del menor.


- Saga... u-usted está borracho... mañana... mañana... lo... lo olvidará... -susurró con tristeza.


- Lo estoy... pero créeme... no lo olvidaré -besó sus labios, con ternura y cariño esta vez.- Te amo, Mü... me encantas... -le abrazó con fuerza.


- Saga... yo... también te amo... -correspondió tímido el otro.



Volvieron a besarse. Esta vez, Mü tomó la iniciativa y comenzó a desabrochar el jean de Saga.

Este se sentó, apoyando las rodillas en las sábanas.

Lanzó lejos el pantalón y lució su cuerpo desnudo frente a Mü.

Tomó sus manos y las apoyó en su fuerte pecho.

Le obligó a bajar, llegando a sus abdominales. Recorrió con el dedo índice las marcas, haciéndo sonreír al mayor.

Por cuenta propia, Mü bajó hasta el órgano de Saga, quien cerró los ojos dejando escapar un suspiro.



- ¿E-está bien...? -preguntó temeroso Mü sin dejar de acariciarle.


- Perfecto... -se mordió el labio, para luego suspirar en nueva cuenta.


El mayor acarició sus muslos.

Bajó por las piernas y llegó hasta sus pies, a los cuales les proporcionó cosquillas.



- Je je je je je -rió por lo bajo Mü.



Saga paró, sin dejar de sonreír. Adoraba ver el rostro del menor.

Le gustaba verle sonreír sobre todo, ya que cuando lo hacía, sus ojos brillaban como dos luceros.

Acarició sus cabellos, acomodando algunos tras la oreja.

Acarició sus glúteos, haciendo gemir nuevamente a Mü.


- Ahhh... Saga... no... ahhh.. si....


- ¿Sí? -preguntó moviéndolos más rápido- O, ¿no? -inquirió parando.


- Ah... sí... sí... -pidió.


Saga asintió, continuando los circulos, pero frenó al instante.

Lubricarlo, ese era el próximo paso. Alzó tres dedos, los cuales obligó a Mü a ensalivarlos.

El pelilila dócilmente obedeció, mordiéndolos también cariñosamente.

Saga se colocó detrás de el, y alzó un poco su trasero.


- S... ¿Saga?


- No tengas miedo, cariño. No te haré daño... solo dolerá un momento.


- Bueno...



Saga separó ambos músculos, deteniéndose a pensar de qué forma dolería menos.

Finalmente, introdujo un dedo, causándole una ligera molestia a Mü, quien se revolvió en su lugar.

Saga comenzó a moverlo circularmente, intentando abrir y dilatar aquellas paredes.

Las sentía perfectamente apretar con fuerza su dedo, y eso le impresionaba.

Adentró otro, sin cesar los movimientos en un intento por abrir más.

Finalmente el tercero ingresó, arrancando un pequeño grito de los dulces labios de Mü.

El mayor de disculpó, pero no paró de mover los dedos.

La entrada ya se sentía húmeda y dilatada, y a Mü le parecía gustar, pues las caderas seguían el ritmo de los dedos.

Sacó los dígitos, ganándose una molesta mirada de parte de Mü.



- Shhh... lo que viene es mejor -le tranquilizó Saga.



Se ubicó detrás de su trasero, poniendo aún más nervioso a Mü.

Se introdujo lentamente, hasta la mitad, pues no era la primera vez que lo hacía.

En Estados Unidos había conocido una chica, se habían enrrollado y le aseguraba que dolía. Le describió el sentimiento desgarrador, a pesar de que había sido gentil.

Todo había acabado bien.

Mü soltó una amplia queja, pues era algo de un tamaño difícil de ignorar.

Por su parte, Saga resistía la presión de las paredes con su miembro.

Era placentero, pero doloroso también.

Debería moverse para ampliar el espacio.

Lo introdujo al final totalmente, haciendo sollozar un poco a Mü.

Se quedaron quietos, Saga moviendo muy suave y lentamente las caderas para ganar espacio y que el otro se acostumbrara.

Finalmente Mü lo hizo, entregándose completamente.

Cada movimiento en su interior le traía una oleada de placer.

Su movimiento instintivo habría sido aferrarse al cuerpo de Saga, pero al encontrarse éste detrás, se contentaba con las sábanas.

Movió las caderas hacia atrás, sintiendo la piel de su entrepierna estirarse.

Se hechó hacia adelante, introduciéndose completamente hasta el fondo.

Mü tembló, gimiendo en voz bien alta.

Tiró de las sábanas con fuerza, mientras sentía aquel órgano palpitante.

Era tan abarcador... le encantaba, era una sensación única e indescriptible.

Sin olvidar la erección de Mü, tomó su miembro calentito y húmedo y lo acarició con fuerza, desde el tronco hasta la punta.

Tan enfrascado estaba Mü en ese placer, que casi no sintió que Saga había aumentado considerablemente los movimientos.

La camo bajo ellos chirriaba (tengan en cuenta que era enorme).

Mü consiguió apoyar la cabeza en la almohada.


- Ahhhh... Saga... continúe... -pidió apretando los párpados- Se siente tan bien... ahhhh... -arqueó un poco la espalda.


No hacía falta pedírselo, pues a esas alturas, Saga no se iría para atrás.

Continuó embistiendo el cuerpo del menor, sintiendo de repente el miembro y costados mojados.

¿Ya había acabado?

¿Tan rápido?

Fijó su mirada en las partes húmedas, descubriendo sangre allí.

Comenzó a moverse más lentamente.

Miró a Mü, quien gemía encantado, con sus mejillas todas sonrosadas (o más bien rojísimas).


- ¿E- estás bien? -jadeó el mayor.- ¡Uhhhh!


- Sí... ahh... ahhh... ohhhh...


El peliazul continuó aún más rápido, sintiendo que el interior ya se amoldaba al tamaño de su órgano.

En un momento sintió violentos pero agradables espasmos en su cuerpo.

De una última embestida y lanzando un sonido gutural, lanzó su semilla en el interior de Mü, quien sintió calurosas las zonas traseras.

A su vez, él también terminó, gracias a que Saga no había frenado el movimiento de sus manos.

Totalmente cansado, Saga cayó sobre el cuerpo de Mü, sacándole por unos instantes casi todo el aire.

Finalmente y no sin antes pedir disculpas, se acomodó a su lado, rodeando el cuerpecito de Mü con sus fuertes brazos.

Poco a poco, se fueron quedando dormidos.


- Al día siguiente -


Saga abrió lentamente sus verdes ojos.

Sintió algo calentito en sus brazos, descubriendo a Mü.

Por un momento se asustó, pero lo recordó luego: esa noche, con o sin copas de por medio, nunca la olvidaría.

Intentó incorporarse, pero un fuerte dolor de cabeza le obligó a acostarse de nuevo.

Se quedó admirando el rostro pacífico de Mü, mientras unas preguntas cruzaban por su cabeza.

Ayer cuando había hecho el amor con el menor, había descubierto sangre.

¿Qué significaba aquello?

Entonces, ¿Mü era vírgen?

La sola idea le sorprendía bastante, ya que a su edad normalmente uno perdía la virginidad, y sobretodo por la sociedad en la que vivían actualmente: una donde los adolescentes estaban cada vez con las hormonas más revolucionadas.

El dueño de sus pensamientos comenzó entonces a moverse, significado de que estaba despertando.

Saga miró cada uno de los movimientos del niño: como estiraba sus brazos, como bostezaba (le supo a miel), etc.

Fue cuando Mü se percató de su mirada, y se ruborizó instantaneamente al descubrir de forma simultánea que ambos estaban desnudos.

Se cubrió con una sábana y acto seguido, habló:


- Saga... ayer... nosotros...


- Sí, lo recuerdo -susurró con voz suave estrechándole con fuerza-. Te prometo que no lo olvidaré nunca...


- Gracias... -contestó a su vez el pequeño acomodando su cabeza llena de hebras lilas.



El resto del día pasó bastante bien, con Mü muy cercano a Saga, cosa que el rubio Shaka no pasó por alto.

Por dentro sentía celos, y algo le decía que debía actuar para que el peliazul no le arrebate a su carnero (claro que ignoraba lo que había pasado entre ambos por la noche).

Ese día, Saga recibió una carta de Estados Unidos.

Era de un amigo suyo, George, que le pedía ayuda para unos problemas que tenía.

Se le había acusado de haber perseguido y atropellado a un ladrón luego de que este le había robado, pero George aseguró que no fué adrede.

Como sabía que Saga era uno de los mejores abogados y no era muy caro (tenía escaso dinero), le pidió ayuda (sacando de lado que son amigos claro).

El peliazul le había llamado por teléfono en cuanto le localizó, y aseguró que en cuanto pueda viajaría, pues ahora tenía temas pendientes (Musito xD).

Continuaron hablando por el celular; George contándole de su vida y a su vez Saga narrando su regreso a la casa y como había transcurrido todo.

Caminó alrededor de la salita, riendo y sin dejar de sorprenderse ante las cosas que le contaba el jóven del otro lado.

Al parecer, había conocido a una muchacha llamada Pandora, y era tan bella que hasta la vecina se había enamorado de la misma.

George no pudo evitar escuchar las ahogadas y atragantadas carcajadas de Saga, quien se agarraba ya del estómago ante tanta exageración.

Caminó lentamente a la cocina calmando su risa, pero lo que vió allí se la borró completamente: Shaka tenía apresado a Mu contra la pared y ambos se besaban sensualmente, pasando lenguas y demás.

Sin decir nada, Saga se alejó sin hacer ruido.

Del otro lado de la línea el estadounidense ya se preocupaba, pues las risas de Saga habían parado de repente y se había formado un silencio en la comunicación.


- ¿Saga? ¿Saga? ¿Qué pasó? ¿Estás ahí? ¿Hooooolaaaaa? -preguntaba el otro.


Saliendo de sus cavilaciones y del violento shock, Saga asintió.


- Estoy aquí, pero pronto estaré allí. Mañana salgo para Estados Unidos -prometió.


Cuando se dió vuelta, divisó la figura de Mü parada enfrente mirándole con expresión de asombro.


- Te vas... ¿porqué...? -preguntó el joven dejando caer una pequeña lágrima.


- No llores, Mü, ya deja de ser tan falso -pidió Saga con evidente malhumor.



Sin detenerse a verificar la cara de sorpresa de Mü, dejó su celular en la mesita y se fué a la parte superior de la casa a hacer sus maletas.


- POV Saga -


¡Qué idiota que soy!

Es como todos los adolescentes... solo buscan sexo en una persona, y te engañan con trucos para conseguirlo... luego te tiran a un lado y se buscan a alguien más jóven con el mismo propósito...

No puedo creer como caí en las garras de ese niño... dios... ensima es mucho menor que yo... maldito bastardo...

Mientras lleno mis maletas con ropa, no puedo dejar de pensar en él, esta vez con rencor y odio hacia su persona.

¡No puedo creer cómo me engaño!

¿Habrá sido desde el primer día?

Y pensar que ese Shaka... Mierda... quizás Mü es peor que él...


- Fin POV Saga -


Cuando terminó de hacer sus maletas bajó hasta la planta baja en donde Mü le acosó con preguntas acerca de su ánimo.

Saga le ignoró completamente, anulándole.

Salió de la casa con pasos decididos, ordenándo a Aiakos que le lleve hasta la empresa que dirigía Kanon, pues debía hablar con el.


- POV Mü -


No lo entiendo... ¿porqué me haces esto?...

Me costó tanto que te fijaras en mí... para que ahora me dejes...

¿Porqué me haces esto, Saga? ¿Acaso no lo hice bien?

¿Qué no hice bien?

No me apartes de tu lado... porfavor...

No comprendo, no puedo comprender ¡simplemente no puedo!

Yo no me merezco esto... yo que te amo con tanta locura que siento que ahora mi corazón se parará con tanto dolor que reina allí...

¿Tan poco valgo para tí...?


- Fin POV Mü -


Con estos pensamientos, Mü se dirigió a su habitación, alegando que se sentía mal y algo mareado.


Al día siguiente, Saga ya tenía todo listo para marchar, y Mü no se preocupó en pararle.

Si quería irse, que se fuese, el no había hecho nada malo.

La última mirada que compartieron fué una mirada de odio (de parte de Saga) y una de profunda tristeza (de parte de Mü), la cual casi conmueve al mayor.

No obstante a pesar de sus sentimientos, se fué.


Se fué...


- 4 años después -


La vida en la mansión seguía casi como siempre, solo que ahora había un poco más de vida.

A la ida de Saga, todos se habían planteado qué hacer pues el era el jefe, y nuevamente Kanon fué puesto a cargo (claro que quiso arrancarse los pelos ante esta nueva responsabilidad).

Además, tenían que cuidar luego de Mü, quien había quedado embarazado luego de la noche con Saga.

Shaka no hablaba nunca con nadie, pues se sentía culpable por lo que había sucedido.

Sabía que el comportamiento de Saga a con Mu había sido su culpa y de nadie más que suya.

Lo que enrealidad había pasado, era que le había confesado a Mü que le amaba, pero este se había negado no sin antes disculparse y decir que le gustaba Saga.

Shaka lo había aceptado muy bien enrealidad, pero pidió a cambio un beso de despedida.

Mü se lo concedió como agradecimiento por haber estado siempre pendiente de el, y fué ese beso el que Saga vió.

Pero si hubiese hablado con el peliazul... ¿le habría creído?

Aioria intentaba integrar a Shaka, pero este volvía alejarse.

Tenía el corazón herido y lleno de cicatrices, algunas causadas por el mismo.

Finalmente, y la noche antes del regreso de Saga (la cual sería sorpresa), se dejó manejar por las manos del leonino, que tenía un sensual plan por delante para sanar lentamente sus penas.


El día 1 de Junio del 2009, Saga regresó a la casa.

Se le veía más serio, ya todo elegante, todo un señor.

Contaba ahora con 28 años y varios casos ganados en los juicios.

El caso de George había durado cuatro años gracias a la astucia de Saga, ya que si no hubiese sido por él no habría regresado hasta cuatro años más adelante.

Su sorpresa fué enorme al tocar el timbre y ver que un niño de unos 4 o 3 años le habría la puerta.

El pequeño no tenía cejas, tenía los mismos puntitos de Mü en la frente.

También era portador de una elegante y sensual cabellera azul rizada, unos ojos grandes verdes y una piel blanca, la cual le recordaba a Mü.

Ese pequeño... era como Mü y él en uno.


- Atla... ven aquí, cariño... -se oyó una dulce voz, la cual Saga reconoció inmediatamente.


Antes de que Mü haga acto de presencia, Saga se enjugó las lágrimas, convencido de no mostrarlas frente al lemuriano.



Cuando el pelilia salió al exterior, se encontró con la mirada de Saga... aquella mirada que le hacía sentir culpable una y otra vez.

No pudo evitar hacer gesto de sorpresa y quizás un poco de horror, ya que su vuelta podría significar o que le echaran a él y a su hijo o la asesina indiferencia.

Mü no dijo nada, simplemente tomó a Atla en sus brazos y se dió la vuelta.

Sorprendido por el acto, Saga se adentró en la vivienda, observando los techos, nuevos cuadros y pinturas.

Sonrió, y ese momento le llevó a cuatro años atrás, a su regreso, donde pocos minutos luego había tenido el primer encuentro con Mü.


Sí... ese primer encuentro... y luego de eso la mejor noche de su vida... seguida de la peor...


En esos años en Estados Unidos se sintió bastante solitario.

Extrañaba todo de Mü y había admitido que le necesitaba, pero su orgullo no le dejaba ir más lejos de enviarle mil y un cartas a Kanon para preguntar del ariano.

Por supuesto, Kanon se había encargado de omitir los detalles de Mü y su hijito.


Saga no tuvo tiempo ni de pensar en su hermano que este bajó como un rayo y se le tiró ensima, abrazándole con tanta pero tanta fuerza que el aire se le fué por momentos.

Ambos se levantaron bastante emocionados y excitados (acelerados si quieren xD) y se miraron fijamente.


- ¡¿Viste qué preciosura de niño te atendió?! Sin duda es la figura niña de su padre... -sonrió pícaramente sin dejar de mirarle.


- ¿Qué? - se le hizo un profundo nudo en la garganta, deseándo por todos los dioses que ese hijo no sea suyo.


Enrealidad, tenía una especie de sentimientos/pensamientos contradictorios.

Por un lado quería que ese hijo de Mü fuese suyo, para asegurarse de que nadie había tocado al ariano en su partida.

Por otro lado no quería que lo fuese, pues no podía dejar de pensar en ese día donde vió a Shaka y Mü besándose.


Claro... el hijo debía de ser de Shaka, pero... ¡no se parecía en nada a él!

Como decía Kanon: se parecía muchísimo a el.


- Que ese hijo es tuyo -soltó repentinamente Kanon.


Al parecer Kanon no tenía control de las palabras.

De eso se había dado cuenta Milo (y Saga también) cuando vió que con total tranquilidad le contaba de la muerte de su madre.

Y ahora, le venía con eso, como si fuera algo totalmente normal o que pase todos los días.


- No puede ser... ¿¡porqué me lo dices tan tranquilo!? -chilló Saga visiblemente exaltado ante la mirada sorprendida de Kanon.


- ¡Huy! ¡Está bien! ¡SAGAAAA! ¡ESE HIJO ES TUYOOOO! ¡AAAAHH NO PUEDE SER, LE QUITASTE LA VIRGINIDAD A MÜ! -tomó de los hombros a Saga y le sarandeó con violencia- ¡TIENES UN HIJOOOOOOOO!


- ¡Ya, Kanon! -pidió Saga algo divertido con esa escena.- ¡Basta! -su sonrisa desapareció- ¡Esto es serio! Ese hijo no puede ser mío... yo... me fuí...


- Vamos Sagita -pidió Kanon-, no estás tratando con un bebé -evidenció-. Además, luego de tu partida, Mü no se acercó a ningún hombre, cuidó solito de su hijito. ¡Y ya ves que preciosura! Se parece mucho a tí y a Müsito -concordó.


Otra vez ese gesto en Saga, pensó Kanon al ver a su gemelo mayor pasarle las manos por el cabello y mirando al techo.


- No puede ser... ¿porqué a mí...? -se preguntó dramático, aunque por dentro estaba también contento.


- Pero Saga... un hijo es muy bello... trae alegría a una pareja y...


- ¡Cállate! ¡Eres un idiota, Kanon! ¿¡Porqué dices las cosas con esa facilidad!? ¡Esto es cosa seria, nunca comprenderás!


Kanon se quedó callado unos momentos.


- Mira, Saga. Podré ser idiota, poco serio, decir las cosas con facilidad... Pero tengo sentimientos yo también. ¿Sabes cuanto sufrió Mü por tu culpa? Ni siquiera le dejaste explicarle lo del beso -Saga abrió los ojos desmesuradamente-. Sí, lo sé. Sé lo que pasó y también porqué sucedió. No dejaste hablar a Mü y por culpa de tu orgullo tuvo que criar a su hijo solo. ¿Sabes cómo es tener a un hijo que todos los días pregunta por su padre? Es doloroso, me basta descubrirlo tan solo con ver a Mü cuando el pequeño Atla le preguntaba... Por culpa de tu orgullo, Saga, has perdido muchas cosas importantes en la vida... Yo podré no haber ingresado a una universidad tan buena como la tuya, yo podré no ser tan educado como tú, o como quieras, pero te aseguro que mi vida es mucho mejor que la tuya... Pasaste muchas cosas por alto, Saga. Espero que ahora que regresaste, mejores todos los cabos sueltos que dejaste.


Se quedó mirándole unos minutos más para ver el efecto que sus palabras habían tenido en el mayor.

Sin acotar nada más, se largo.


En cuanto Kanon se fué, Mü apareció de la sala de la cocina a la habitación principal.

Dudó si acercarse a Saga durante largos segundos, pero luego lo hizo.


- Señor Gemini, ¿quiere beber algo antes de acomodar sus valijas? -preguntó.


El peliazul alzó su llorosa mirada, encontrandose con las interrogantes orbes de Mü.

Ambos sintieron una profunda cuchillada en el pecho...

Aquellos ojos... los de cada uno... en el fondo, ambos estaban fingiendo.

En el fondo, ambos seguían queriéndose.

El teatro podía creérselo cualquiera, pero ellos no.


- Mami, mami -se oyó una vocecita aún más dulce que la de Mü.


El mismo niño que atendió corrió hasta Mü y se aferró de sus piernas.

Miró a Saga con esos ojos... esos ojos como los de Mü...

Tan verdes...

Tan puros...


- Atla, vé a la cocina, ya te prepararé las galletas -aseguró Mü.


- Mami, mami -continuó diciendo el niño-. ¿Quién es ese señor?


Saga sonrió con ternura.

Aquel muchachito sí que era querible.


- Me llamo Saga, pequeño... Saga Gemini... -se presentó.


- ¡Mi papi! -chilló, y corrió a abrazarle.


Saga miró con sorpresa al pequeño, y luego a Mü, en busca de una explicación.


- Tenemos que hablar... -susurró Saga para que Mü le escuchase.



- Minutos después -



- ¿De qué quieres hablar..? -preguntó Mü con desinterés.


- Del niño.


- Se llama Atla.


- Bien, de Atla.


-... ¿Qué sucede con Atla?


- Mü... ¿porqué no me dijiste que tenías un hijo... conmigo?


El pelilila bajó la mirada, conciente de que lo que había hecho era imperdonable.

Por más furioso que estaba Saga, su deber era hacerle saber que estaba embarazado, y que el hijo que esperaba era suyo.


- Por ello perdí la oportunidad de verle... formarse... de verle nacer... y de verle crecer hasta ahora... Mü... ¿porqué no me lo dijiste?


- ¿Qué querías que te dijese?... ¿Y si lo negabas? ¿Y si no querías hacerte cargo? Además si te fuíste fué porque yo no te importaba...


- Mientes -aseguró Saga acercándose al sillón en donde el otro estaba sentado.- Me importabas... y me importas... mucho -enfatizó-, me habría hecho cargo... Si es mi hijo... ¿cómo no hacerme cargo de él...?


- Estabas furioso conmigo por lo de Shaka... -recordó con voz entrecortada Mü, pues aquel recuerdo le hacía daño.


Saga apoyó las piernas en el suelo, tomando las manos de Mü entre las suyas.

Las acarició lentamente, cayendo en la cuenta de que seguían igual de suaves que cuando se fué.


- Sí... perdóname Mü... porfavor perdóname... tendría... que haberte escuchado... -pensó en voz alta el griego.


- Yo...


- Por favor... cuéntame Mü... cuéntamelo y vuelve a mi lado... -pidió Saga abrazándole con fuerza, como en los viejos tiempos.


El rostro de Mü se contrajo en una mueca de dolor, por lo cual abrazó con fuerza a Saga, descargándose en su hombro.


- Yo... Shaka... Shaka me confesó ese día que yo le gustaba... pero... pero le dije que... que me gustabas tú... y... y...


- Mü... -intentó tranquilizarle Saga al ver su desequilibrio.


- Pero... el me pidió solo un beso... y... y yo se lo dí y... -Saga tomó su rostro para mirarle fijamente.


- Mü... tranquilo... -besó sus labios.- ¿me perdonas...?


El pelilila asintió lentamente, convenciéndose por fin de que ambos serían muy felices juntos.


- Sí... y tu... ¿me perdonas a mí..?


- Si... siempre... te amo... Mi Mü... -susurró Saga sobre sus labios, sintiendo ambos cálidos alientos chocar unos con otros.


Sin poder esperarlo más unieron sus bocas, reclamando la del otro como suya y solamente suya.

La ropa comenzó a estorbar, pero minutos después se encontraba regada por el piso, quejándose de haberse quedado fuera de la fiesta.


Y esa noche, dos cuerpos se unieron luego de cientos de días, miles de horas y millones de minutos de estarse extrañando y reclamando...

Y se unirían para nunca más separarse...




Semanas luego de esa candente noche de pasión, mareos, fatiga y dolores comenzaron a acosar a Mü, quien fué acompañado por Saga al hospital.


- Felicitaciones, señores... van a ser padres -dió la noticia el doctor.




Por supuesto la noticia fué bien recibida.

También trajo algunos comentarios, como el de Kanon "Ustedes sí que no paran", o el de Milo (que había regresado de su turno de hospital) quien se contentó con un "Aflojen a la actividad nocturna".

Atla estaba más que contento ya que deseaba un hermano menor/mayor con el cual poder jugar y divertirse.


En cuanto a Shaka y Aioria... pronto descubrirían que tendrían gemelos.


Y colorín colorado... este cuento no se ha acabado... pero yo sí lo termino aquí.


- Fin -
Notas finales:

Espero que les haya gustado n.n disfruté mucho de hacerlo xD y creo que es el fic más largo XD (lo escribí en 3 días y de sacudida) xDD

 

Saludos ^^

Aw


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