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Alguien tiene que perder por Shin Black

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Notas del fanfic:

No sé si me quedó bien este one-short. Sólo quiero decir que le puse mucho empeño para que no me salga cualquier cosa. ¡Disfrútenlo!

Seiichi Yukimura y Sanada Genichiro no me pertenecen. Son propiedad de Konomi Takeshi.

  

Alguien tiene que perder

 

 

 

 

Shin Black

 

 

 

 

Había llegado tarde a su casa ese día tortuoso. Se sacó su gorra y la arrojó a un costado de su cuarto mientras se sentaba en la cama; enterró sus dedos largos en sus cabellos, bajando la cabeza mientras apretaba fuertemente los labios.
Esa misma mañana se había dado la final del torneo de Kantou, y también la operación de Yukimura. Cualquiera fuese el caso, su corazón ahora mismo estaba la mitad contento y la otra mitad rígido, por la culpa de haber perdido.

Tantas promesas ciegas habían hecho, asegurándole al capitán del Rikkai la victoria segura y no vio aquella posibilidad de perder, no era aceptado, no era ni siquiera pensable el aceptar una derrota pagana que sólo venía a ellos por razones desconocidas.

 

Su mano derecha sujetó la parte de abajo izquierda de su camisa, y su mano izquierda tomó la parte derecha, como haciendo una cruz con sus brazos antes de sacarse por completo la parte de arriba del uniforme del rikkai dejando al descubierto su bien formado cuerpo, que era asombroso para la edad que tenía. Se levantó pesadamente de la cama y caminó dos pasos hacia el espejo, observándose en él. Allí estaba el reflejo de quién le dio al Rikaidai la derrota, pero no se volvería a repetir, de eso daba fe.

 

- La derrota es inapreciable -dijo en tono bajo, tanto como ahogando sus palabras. Con su mirada fiera, repleta de seriedad muy común en él pero muy poco en un muchacho de su edad.

 

Sin pensarlo caminó hacia el baño quitándose el resto de su uniforme. Prendió la ducha de agua caliente y se metió dejando caer las gotas de agua hirviendo sobre su cuerpo, auto castigándose por aquel error inconcebible. Si tan sólo tuviera una oportunidad para volver a jugar el Kantou, si tan sólo pudiera aunque sea por un instante tener esa maldita oportunidad de encarar de nuevo a Echizen y robarle la victoria.

Golpeó con la fuerza de su puño el azulejo de la ducha de su casa, haciendo quebrar al mismo por la fuerza de sus nudillos. Definitivamente necesitaba descansar o mandaría todo a la mierda y su poco autocontrol haría estragos por diestra y siniestra; por lo cual, respiró lo más hondo y suspiró lo más profundo que pudo.

 Salió de la ducha y luego de secarse y ponerse su pijama caminó hacia el escritorio donde había millones y variados papeles que las personas en la calle le había dado. Tomó un manojo de ellos y mientras los observaba, con su pie apretaba el pedal de su tacho de basura de acero dispuesto a tirarlos, cuando vio uno en particular: "Tú deseo puede ser cumplido, pídelo tres veces y frota el papel.....tú sueño se realizará apenas habrá los ojos"

 

-.....diablos, que basura -musitó arrojando todo al tarro, sin embargo, aquel papel extraño lo conservó-. ¿Debería creer en esto?

 

Dos minutos duró su duda cuando acercó aquel pedazo de basura a su cara para leer las letras más de cerca. ¡Que va! No perdería nada intentándolo, además, su hermano dormía en el cuarto de junto y sus padres estaban abajo mirando la TV. Nadie lo estaba observando y si fallaba, el único que estaba ahí para burlarse de él, era el mismo.

 

- Deseo ganarle a Echizen en el Kantou, deseo que Rikkai salga campeón.....deseo ganarle a Echizen en el Kantou, deseo que Rikkai salga campeón, deseo ganarle a Echizen en el Kantou, deseo que Rikkai salga campeón -musitó cerrando los ojos. Luego de unos minutos los abrió y encontró todo tal cual-. Mierda, sólo perdí mi tiempo.

 

Se acercó de nuevo al tacho de basura y tiró el papelito en el mismo, apagó las luces y sin medir palabra con nadie más que con su conciencia, se tapó con las sabanas de su cama y apagó la luz del velador sin antes desearse buenas noches. Cerró sus ojos y sonrió. La imagen de Yukimura sonriendo luego de la exitosa operación le invadió en su cabeza e hizo que olvidara lo estúpido que se vio pidiendo el deseo a ese papel y también, que no le llevaron la medalla del primer lugar.

 

 

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El sol entró en la ventana y el maldito despertador comenzó a sonar. ¿Por qué demonios esa cosa tenía que despertarlo un sábado? Según lo había programado, sólo sonaba de lunes a viernes, los sábados se quedaba callado definitivamente, pero pareciera que ese día amenazaba con despertarlo temprano, de igual manera le iba a sacar partida que el maldito aparato le haya despertado e iría temprano a visitar a Yukimura, no por nada le había pedido el día anterior, después de la compleja operación, que lo vaya a ver ese mismo día.

 

Se levantó sintiéndose más ligero que de costumbre, sin el cansancio de su cuerpo; y observando su cuarto se dio cuenta que el uniforme del Rikkai amanecía planchado y doblado en perfectas condiciones como lo había encontrado ayer. Eso era extraño, según recordaba él lo había dejado tirado por el cuarto. Seguro su mamá entró a la habitación mientras dormía y lo acomodó todo.

Caminó hacia el escritorio y observó que su medalla no estaba en su sitio, y cuando volteo a ver el despertador se dio cuenta que no estaba con la fecha correcta.

 

- ¿Pero que diablos...? -Musitó caminando hacia el despertador-. ¿Acaso.....es viernes de nuevo? -musitó mirando el aparato con extrañeza.

 

- ¡GENICHIRO! ¡DESPIERTA CARIÑO, TIENES EL TORNEO! -gritó la mamá desde la cocina.

 

- ¿El torneo? -Preguntó y abrió grande sus ojos-. ¿El torneo de Kantou acaso? -musitó y sin pensarlo tomó el tubo de teléfono y comenzó a marcarle a Yanagi, debía confirmar lo que estaba oyendo.

 

- Buen día, Yanagi Renji al habla -dijo el muchacho mientras caminaba fuera de su casa con su mochila lista.

 

- Renji -musitó Genichiro entrecortadamente.

 

- Genichiro ¿qué pasa? -preguntó extrañado, normalmente no lo llamaba antes de un torneo.

 

- ¿Hoy es el día que creo que es? -preguntó Sanada extrañado.

 

- Si, hoy empieza la final del Kantou, sino nos damos prisa llegaremos tarde -dijo Renji mirando el autobús que pasaba-. Genichiro, debo irme, mi autobús ya paró en la esquina y debo.....ah.... ¡ESPERE! -gritó el muchacho y colgó.

 

- ¿Renji? ¡RENJI! Diablos -musitó en voz baja y colgó-. Entonces si es el torneo de Kantou -suspiró y sonrió.

 

Inmediatamente tomó sus cosas, se cambió y salió corriendo hacia la cocina donde saludó a su mamá, la cual le había preparado un desayuno muy nutritivo para que tuviera energías, y el muchacho se lo comió todo luego de mirar como su hermano, observando el diario y tomando su café, le miraba de reojo.

 

- Suerte en tu partido, si salgo antes de la facultad, te iré a ver -musitó el muchacho mayor.

 

En estas situaciones el hubiera respondido que ganaría antes de que el hermano saliera de clases, pero decidió no decir nada y saludar a su madre y su hermano mientras su padre, que estaba afuera esperando a su hijo para llevarlo en auto, tocaba la bocina.

 

El camino fue silencioso durante los minutos dentro, pero no tenían nada que decirse, los Sanadas siempre fueron reservados. Antes de que terminara el viaje, el padre de Genichiro paró el auto en un semáforo y miró a su hijo, éste también le miró y con una sonrisa se dijeron todo.

Al rato ya el Sanada más joven estaba con sus compañeros.

 

- Vamos a ganar -dijo manteniendo su fuerza y coraje hasta las últimas consecuencias.

 

 

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Las miradas expectantes de todos estaban concentradas en los dos muchachos en la pista. El marcador estaba igualado 2-2, y Ryoma tanto como Genichiro estaban quietos. La tribuna parecía como una postal, nadie se movía, ni siquiera respiraba.

Oishi cayó de rodillas mirando como la pelota picaba por última vez justo al lado de la red. El viento hizo un ruido monótono cuando al fin una persona de la tribuna habló casi titubeando.

 

- Ga-ganamos.....-musitó el muchacho de la tribuna-. Hemos ganado.

 

- ¡HEMOS GANADO! -gritaron varias personas a lo que un gran alboroto hizo que la gente empezara a moverse de un lado al otro.

 

- 7-6....set y game para Sanada Genichiro... -anunció el arbitro.

 

- ¡RIKKAI CAMPEON! -gritaron y los muchachos de la tribuna, cuya camiseta amarilla se notaba a la distancia.

 

A pesar de que sus compañeros no estaban presentes, Sanada recibió las medallas de ellos y saludó a Seigaku. Oishi cabizbajo le dijo que había sido un gran partido y ganaron muy bien, mientras Ryoma parecía un tanto cohibido por haber perdido un partido tan importante.

Los demás simplemente trataron de animarse pensando que su revancha llegaría en el torneo Nacional.

 

- Jugaron muy bien -dijo Sanada y le dio la mano a Ryoma.

 

- Gracias, ¿no deberías estar con tu capitán? -preguntó el muchacho.

 

- Si, salgo para allá -dijo con una sonrisa y saludó a Seigaku por última vez.

 

Corrió durante horas para tomar el bus que lo dejaría justo en la puerta del hospital. Durante todo el viaje no paraba de tocar aquella medalla tan preciada que le pertenecería a Yukimura apenas saliera de su operación. Sonrió por primera vez, le había cumplido el sueño a su mejor amigo, y, tal vez en el futuro, posible pretendiente.

 

- Yukimura, ahora si mi promesa está completa para ti -musitó besando la medalla y observó que ya debía bajarse.

 

Tocó la cuerda y el colectivo frenó repentinamente. Sanada bajó con la caja de medallas y corrió hacia la sala de espera donde se encontraban sus compañeros. Radiante por la emoción caminó hacia ellos los cuales miraban el suelo en forma triste. Sanada no entendía bien la situación, pero trató de poner buena cara a pesar de que todo a su alrededor parecía tétrico y sin luz.

 

- ¡Muchachos! -Dijo con una sonrisa-. Ganamos, hemos ganado -dijo mientras le entregaba a Yanagi la caja con medallas, quedándose con la de Yukimura para dársela el mismo. El muchacho las tomó y observó con su más profundo dolor a su amigo-. ¿Qué pasa?

 

- Genichiro, no sé.....no sé como decirte esto -musitó dolido.

 

Sanada observó a Niou, no tenía su mirada picaresca de siempre. Yagyuu ocultaba su dolor tras sus gafas y Akaya lloraba a mares justo al lado de la puerta, abrazando sus piernas. Bunta y Jackal parecían perdidos en el dolor mientras el de pelo rosa se quedaba dormido en el hombro de su compañero, dormido de tanto llorar.

 

- ¿qué pasó? -dijo en un tono preocupado.

 

- Seiichi -susurró Renji con dolor y entrecortadamente-. Seiichi murió.....

 

Un silencio y un vació inundó su corazón cuando, la medalla que llevaba en sus manos cayó estrellándose contra el piso, causando un ruido shokeante.

 

- ¿Có-cómo....cu-cuándo? -dijo casi sin respiro el moreno, mientras sin pensarlo, una lágrima resbaló por sus ojos.

 

- Acaba de morir -musitó-. Intentaron reanimarlo, pero la operación era muy complicada -susurró tristemente-. Lo siento tanto Genichiro.

 

- No....-musitó-. ¡No puede estar muerto! -se negó a creer, poniéndose un poco más alterado de lo que solía ponerse.

 

- Genichiro, de verdad, para mi es difícil decírtelo pero....él se fue....-musitó Renji, tratando de tranquilizar a su compañero.

 

- ¡NOOOOO! ¡YUKIMURA NO PUEDE IRSE! ¡ÉL ES FUERTE! ¡ÉL NUNCA SE RINDE! -dijo con su potente vos casi como una orden. Todos sus compañeros se atemorizaron por lo alterado que se veía su vice-capitán.

 

- Fuku-buchou -musitó Akaya mientras se levantaba, con sus ojos rojizos de haber llorado.

 

Las puertas se abrieron dejando salir un cuerpo cubierto por una manta azul. Sanada observó muy bien y pudo notar que encima del cadáver se encontraba la raqueta favorita de Yukimura, aquella que llevaba a todos lados, aun cuando no ameritaba llevarla. Esa raqueta, la que vio muchas veces golpeando la pelota que le ganaría el partido, y ese chico, al que conoció en su niñez y cuyo amor hacia él le habían hecho descubrí que en su corazón podía haber un sentimiento.

 

- ¡YUKIMURA! -gritó acercándose al cadáver y destapándolo para ver el pálido y frío rostro-. ¡NO! Tú no estás muerto.

 

- Joven, por favor...-intentó detener el doctor a Sanada, pero este se encontraba ya en un estado de completa locura, zarandeando de un lado al otro el cuerpo muerto de Yukimura.

 

- ¡NO TE MUERAS, POR FAVOR, NO TE MUERAS! -Gritó y rápidamente levantó aquella medalla de oro del torneo de Kantou-. Mira lo que te traje, para ti...-musitó entre lágrimas, poco común en él-. Para ti....sólo para ti....-dijo acercándose al rostro como si lo fuera a besar-. Me esforcé tanto, sólo quería que lo vieras, que lo tuvieras....sólo eso quería....perdóname por favor....-musitó besándolo.

 

Yanagi apretó fuertemente sus manos y Niou junto a Jackal intentaron apartar a un Sanada loco, que intentaba despertar a un Yukimura muerto, frío y duro en la cama. La fuerza de Genichiro era abismal, tal así que no podían moverlo y terminaron los tres cayéndose al suelo, dejándole oportunidad a los doctores de retirar el cuerpo.

 

- "Alguien tiene que perder" -la voz de Yukimura la pudo sentir claramente en su cabeza, se estaba volviendo completamente loco.

 

Con su fuerza trató de quitarse a todo el equipo del Rikkai de encima, pero ni siquiera todos los mejores regulares podían contra Sanada, el cual parecía tener una fuerza increíble mientras veía alejarse la camilla donde estaba Yukimura, su amor....su único amor.

 

- ¡Yukimura!....¡YUKIMURA!..... ¡YUKIMURAAAAAAAAAAAAAAAA! -el desgarrador grito se oyó aun más allá del espacio tiempo.

 

 

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- ¡YUKIMURA! -Sanada se levantó de su horrible sueño, sudando frío.

 

Ese sueño había sido horrible, espeluznante y a la vez algo perturbador. Se sacó las sabanas de encima y caminó hacia la mesa tratando de buscar la medalla de segundo lugar, para al menos saber que era un sueño. Una mano fría tocó la suya, capturándola y tuvo miedo de darse la vuelta. Tragó duro y se dio cuenta que allí estaba la medalla del primer lugar, colgada justo frente a él.

 

- Sanada -la voz angelical de Yukimura, ahora más angelical que antes puesto estaba muerto, susurró en su oído. Se dio la vuelta y vio un espectro blanco junto a él-. Sanada.

 

- Yu-Yukimura.....-susurró.

 

- Alguien tiene que perder......-musitó con una sonrisa.

 

- ¿Eh? -Susurró mirándolo de nuevo y observó la medalla-. ¿Qué dices?

 

- Tu deseo se cumplió, pero tú debes saber que si algo tienes, algo te quitan. Es como la ley de la equivalencia, debe haber eso en el mundo, un equilibrio -susurró-. Ganaste la medalla pero me perdiste.

 

- No quiero ésto -susurró tomando la medalla-. ¡No la quiero sino puedo disfrutarla contigo!

 

- Ya no hay vuelta atrás -susurró separándose de él y un aura negra apareció-. Debo irme.

 

- No....por favor no....-susurró casi desgarrante-. ¡No te vayas! ¡YUKIMURA NO TE VAYAS!

 

- Perdón Sanada.....-susurró elevándose.

 

- Yukimura........ ¡YUKIMURAAAAAAAAAAAAAAAAA!

 

- ¡GENICHIRO! -gritó una voz femenina-. ¡YA DEJA DE GRITAR!

 

- ¿Eh? -se despertó sudando y con un ligero temblor-. ¿Qué demonios?

 

- Genichiro -se abre la puerta, su mamá estaba allí-. ¿No que ibas a ver a tu amigo Seiichi hoy?

 

- ¿Eh? -Preguntó y observó su escritorio, allí estaba parte de su ropa desacomodada y la medalla del segundo puesto-. Fue un sueño.

 

- ¿Tuviste una pesadilla? Te ves pálido -preguntó la mamá mientras le tocaba la frente-. No tienes fiebre ¿quieres que llame a un doctor?

 

- No madre....estoy bien -sonrió-. A veces uno no se da cuenta que cuando tiene un sueño, éste puede traer consecuencias.

 

- Hijo, los sueños son sueños -dijo la mujer-. Como dicen, por eso pasa lo que tiene que pasar ¿no crees? -dijo la mujer retirándose de su cuarto.

 

Sanada miró la foto de Yukimura y él cuando eran chicos, abrazándose, y luego vio la medalla del segundo puesto y sonrió.

 

- Doy gracias que los sueños, sean sólo sueños -suspiró-. Y los deseos....sólo deseos.....

 

 

Y así Sanada por primera vez, pensó que el segundo lugar, estaba bien.

 

 

Fin

Notas finales:

Sanada me quedó algo loco XD, pero a veces cuando veo PoT me lo imagino así a Sanadita, algo loco cuando está con yukimura.

Les digo algo, éste fue mi intento de hacer un fic dramático de PoT XD


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