-(Uno no sabe lo que es la soledad hasta que realmente se queda solo en la vida. Sin padres, sin amigos, sin ese cariño que se les concede a los niños simplemente por ser lo que son, niños.
Bueno, no podría decir que sé lo que es la verdadera soledad, pues aún poseo una persona…pero estoy a sólo un paso de caer…
Pobre abuela, sigue pensando que después de 8 años aún espero que mis padres entren por esa puerta. La edad la hace cada vez mas ingenua y vulnerable… que pena, no durará mucho.
Por suerte, desde pequeño me enseñó el medio para que no vuelva a quedarme solo. Podré conservar a todo el que desee de ahora en adelante. Ya lo tengo todo.
No, todo no.)
Fuera, se escucharon los gritos de cinco niños que corrían aterrorizados. Otra vez el pequeño Gaara, el hijo del Cuarto Kazekage, había salido a pasear.
Supuestamente ese enano estaba poseído por Sukaku, el primer bijuu…era algo difícil de creer a simple vista, pues tremendo poder no puede ser soportado por un cuerpo tan pequeño. Pero aun así cada vez que el enano aparecía ante los niños del pueblo estos huían.
-No da ninguna pena, se lo merece por matar a su madre…Pero es muy hermoso... Será una de mis marionetas.
-Pero aún es muy joven. Seguro que ni se dio cuenta del enorme poder que está encerrado en su interior- Dijo su abuela.
-Umm….Diez años te doy, ni uno más pequeño monstruito. Y más te vale ser fuerte, o nunca entrarás en mi colección-susurró para sus adentros mientras miraba como el pequeño Gaara recogía algo de la basura.
Diez años después aquel pequeño niño se convirtió en un adolescente realmente imponente. Bueno para que taparlo, era aterrador. Los golpes del pasado lo habían convertido en un pedazo de carne sin ningún tipo de sentimiento. Estaba completamente vació por dentro. Era incapaz hasta de sentir el mínimo dolor.
-Muerto en vida. Realmente aquel enano cambió mucho…
-Si, será una buena pieza, ¿no crees?- le dijo su abuela.
-…
-¿Dudas?
-No.
-Sasori, has esperado diez años. Es hora de crear la marioneta más hermosa jamás vista.
-Sí abuela.
¿¿¿Aquella maldita anciana no pensaba morir nunca??? Siempre recordándole lo que debía hacer…más que harto lo tenía.
-Tiene suerte de que no me valga para mi colección. No me gustaría que formara parte de ella tal vejestorio…
-¿Qué coleccionas?
Sasori se volteó buscando de donde provenía aquella voz tan conocida. Alzó la mirada hacia la rama de un árbol que estaba sobre él. Entre las hojas se veía el color rojizo de su cabello y sus ojos grises acechándole sumergido en la oscuridad de la noche.
Visto así, parecía un pequeño gatito perdido.
-¿Tú no deberías estar en la cama, criajo?
-Te pregunté qué coleccionas.
-…marionetas.
-¿Marionetas?
Sasori lo miró con fiereza. Éste era el momento perfecto para atacar.
-Tengo una…la encontré una tarde. Unos “insectos”-pronunció con asco refiriéndose a unos niños pequeños- la rompieron. Cuando algo esta roto debería mirar si se puede arreglar en vez de desecharlo o exterminarlo directamente. Qué asco.
Sasori miraba al muchacho gatuno anonadado. Le recordaba tanto a alguien…
-¿Sabes? Yo también tengo una colección.
Gaara bajo del árbol con gran agilidad y caminó hasta ponerse apenas a unos pasos de Sasori que aún lo miraba perplejo.
-¿Quieres formar parte?- rió.
-Soledad…-murmuró Sasori.
Gaara ladeó un poco la cabeza ante lo que había dicho. No tenía ningún sentido. ¿En qué estaba pensando realmente? ¿Para qué fue a su encuentro si no pensaba moverse? ¿Acaso era un suicida?
-Dime, ¿Qué es la soledad?
-La soledad no existe. Solo la sienten aquellos que son débiles de corazón. Es una simple excusa a la que cargarle nuestra asquerosa vida. Cuando uno vive para sí mismo y para nadie más la soledad es algo que no tiene cabida. Ni eso ni nada.
-Y si solo vives para ti, ¿Por qué tienes esa marioneta?
La primera reacción del pelirrojo fue de sorpresa, no se esperaba algo así. Pero no podía ni pensaba responder a eso. Lo que menos quería era escuchar un discurso y menos de un vejestorio. Las ganas de deshacerse de aquella especie de copia barata de ojos rojos se hacia cada vez mas grande.
-Te voy a conceder el honor de formar parte de mi colección- dijo poniendo una mueca entre alegría y odio.
La arena comenzó a condensarse y rodear a Sasori que seguía quieto ocultando la mirada entre su pelo cobrizo. Cuando ya estaba casi cubierto de todo, cuando sólo le quedaba el rostro por desaparecer tras la arena, alzo la mirada y la clavo en la del pelirrojo.
-La llevas siempre encima.
-¿Qué?
-La marioneta, la llevas siempre contigo ¿por que?
De repente la marioneta salió sola del pequeño bolso que llevaba atado a la cintura. Se estaba moviendo sola, como si estuviera viva. De un salto salió del bolso precipitándose contra el suelo. Cayó perfectamente de pie, y alzó la mirada hacia el muchacho incrédulo de lo que veían sus ojos.
-Sé que la mueves con hilos de chakra. ¿Eres Titiritero como Kankuro?
-¿Kankuro? No sé quién es, pero bueno, supongo que será mi sucesor.
-Aún así… ¿por qué no puedo verlos?
-Porque soy el mejor Titiritero del mundo. Te estaba buscando, Gaara. Tú ibas a ser la marioneta más hermosa de mi colección. Tu belleza y ese enorme poder que llevas dentro, serías la más bella, y con diferencia.
-¿Y ahora por qué no?
-¿Quieres serlo?
-¿Me estás ofreciendo matarme cuando te tengo atrapado en mi arena?-bramó.
-La verdad cambié de opinión. Ven conmigo.
-¿Ir a dónde?- preguntó mientras cerraba la mano poco a poco.
-Si no fuera por el color de los ojos, tú y yo seriamos iguales. Juntos podremos completar nuestras colecciones y hacerlas las más bellas del mundo.
-Me da igual si mi colección es bella o no. ¡¡Lo único que me interesa es hacerla más grande!!!
-¿Y crees que encerrado en esta villa, donde hasta el más estúpido pájaro te tiene controlado? ¿Donde esperan la oportunidad para deshacerse de ti? Si vienes conmigo, podrás engrandecerla todo lo que quieras y más. Juntos podremos conseguir lo que queramos.
-¿Juntos? Jajajajaja… no necesito a nadie. Yo vivo para mí mismo y para nadie más. Adiós compañero.
Antes de que cerrara la mano por completo vio como sus labios se movían lentamente esbozando una pequeña sonrisa ladeada.
El capullo de arena explotó justo en el momento que la cerró por completo. Pero…¡¡no era a sangre a lo que sabía la arena!!Era a algo asqueroso y seco.
-Puesto que ya no la necesitas, me cambié por tu marioneta, supongo que no te importará-dijo Sasori apareciendo al lado izquierdo del muchacho que miraba fijamente los restos de la pequeña muñeca.
-Ahora estás realmente solo-dijo despreocupado.
De repente el endemoniado se abalanzó sobre él tirándolo furiosamente contra el suelo. Sus ojos lo miraban abiertos de manera exagerada. El odio lo consumía.
-Hermoso.
Cuando dejó de golpearlo Sasori alzó una mano hasta rozar la mejilla de Gaara.
-¿Vamos?
Esa noche, el cadáver de la vieja abuela de Sasori apareció completamente destrozado. Al parecer no tuvo tiempo a oponer resistencia. Buscaron sin cesar a los dos muchachos, pero nunca aparecieron.
Se dice que los vieron juntos en una aldea fuera de las cinco villas, dos muchachos completamente idénticos, solo diferenciados por el color de los ojos. Uno cargaba con una especie de calabaza y el otro con una preciosa marioneta del tamaño de un niño, que se movía como si realmente estuviera viva.
-Ahora dime. ¿Qué es la soledad para ti?- dijo Gaara mientras caminaban.
-¿La soledad? Es el momento en el que tú desaparezcas de mi lado- rió.
-…Buena respuesta.
Y siguieron caminando a través del frondoso bosque que rodeaba la villa de Konoha, lugar donde se encontraban sus futuros acompañantes de madera.