-Ryu… ¿Estás dormido?
-Ummm… ¿Qué?
-Ya hace tres años que estamos en Risky…
-¿Y…?
-¿Crees que encontraremos a nuestros padres?
Ryu miro a Tora que estaba de espaldas a él, lo agarró del pijama y lo empujó hacia su cuerpo, abrazándolo.
-No te preocupes Tora…Estoy aquí – le susurró- Duerme anda.
Estar entre los brazos de su hermano lo tranquilizaba tanto, le daba esa calidez necesaria para olvidar por un momento esa falta…la de unos padres…
-¡¡Ryu, Tora, levantaos, que tenéis que ir a clase!!
Misaki irrumpió en la habitación histérico. Al ver que ninguno de los hermanos se despertó agarró el colchón zapateándolos de la cama con un tirón.
-¿¿¿Qué haces?!!-Grito Ryu.
-¡¿Quién os manda quedaros viendo la tele hasta tan tarde?!!¡¡Venga!!Quiero ver vuestros lindos culos fuera de esta habitación en diez minutos. Que aún tenéis que desayunar.
-Misaki, tío, relájate, que se te escucha desde la otra punta de la casa.
-¡¡¡¡Ahhhhhhhhh!!!! Desde que se fueron Sumire y Yamato hacéis lo que os da la gana, por vuestra culpa acabaré con mi bello rostro lleno de arrugas de tanto gritar - lloraba el pobre Misaki.
-Ala, ala, ya pasó-dijo Kaede mientras le daba palmaditas en la espalda – Por cierto enanos, llamaron de la comisaría. Dicen que paséis por allí.
-¿Será algo de nuestros padres?-preguntó nervioso Tora.
-No dijeron nada más.
Ambos hermanos se miraron.
Tras las clases se acercaron hasta la comisaría. Allí los guiaron hasta una de las salas donde les esperaba un hombre alto y bastante mayor.
-El motivo por el que os hemos hecho venir es porque encontramos el paradero de vuestros padres.
-¡¡¡¿¿¿En serio???!!!- bramó Tora feliz.
-¿Pero?
La voz de Ryu sonó mas ronca de lo normal…algo no iba bien y aquel policía no tenía muchas ganas de soltarlo.
-Sólo quieren que vuelva uno. No pueden ni quieren mantener a los dos, o eso dicen.
Os abandonaron de forma legal así que no están obligados a adoptar a ambos. Contra eso no podemos hacer nada. Lo siento muchachos pero tenéis que decidir qué vais a hacer.
Tora, incrédulo, se giró hacia su hermano que permanecía inmóvil a su lado mirando fijamente a aquel hombre sin ningún tipo de expresión en el rostro.
-Denos hasta mañana.
Y cogiendo a su hermano de la mano se lo llevó de vuelta a la residencia.
Durante el resto de la tarde no cruzaron palabra. Estaban demasiado ensimismados en sus pensamientos.
Ryu optó por encerrarse en la habitación. Se encontraba tumbado sobre la cama escuchando música cuando Tora irrumpió en la habitación.
-¡¡¡¿¿¿Es que no piensas decir nada???!!!
Estaba realmente histérico. Tenía los ojos tan rojos que parecían sangre pura.
-No hay nada que decir. Esa gente no quiere vernos…y yo a ellos tampoco. Aquí soy feliz y-
-¡¡¡¡Son nuestros padres!!!!- Lloraba –¡Los encontramos! Deberíamos ir, Ryu.
-Uno.
-¿Qué?
-Dijeron sólo uno…si tanto lo deseas ve tú.
-Pero…yo quiero ir contigo. Yo…te necesito Ryu.
-Pues entonces quédate- dijo tranquilamente.
-¡¡¡No!!!¡¡¡No quiero!!!¡¡Quiero ir con mis padres y quiero que vengas conmigo!!!
-No iré.
Tras decir eso se puso los auriculares y se volteó dando la espalda a su hermano que lloraba sin control.
-Eres un egoísta. ¡¡Te odio Ryu!!!
Tora se fue corriendo de la habitación tras dar un portazo.
-No, el egoísta eres tú…mi Tora…
Puso el volumen del mp4 lo más alto que sus oídos podían soportar y trató de olvidar todo aquello sumiéndose en los mundos de fantasía que le aportaban aquellas canciones.
Cuando se despertó ya era noche cerrada.
Se sacó las legañas de los ojos a duras penas mientras trataba de desenroscar la maraña de cables en la que estaba atrapado.
Entonces apareció Kaede.
-Ryu ¿Dónde esta Tora?
-Ummm…se fue a casa.
-¿A casa?- preguntó perplejo.
Ryu se levantó de la cama y se acercó a Kaede, con la cabeza gacha. Al pasar por su lado se lo repitió…se fue a casa. Y se encerró en el baño.
Durante el resto de la semana Tora no apareció por el instituto, ni llamó a la residencia, ni al estudio, tan siquiera se notó su desaparición en los medios de comunicación. Era como si nunca hubiera existido.
Esto ponía de los nervios a Ryu. Era imposible que nadie lo hubiera notado. Ya hacía una semana que Tora no daba señales de vida y a nadie parecía importarle.
-Toma.
Misaki colocó un pequeño trozo de papel delante de sus brazos cruzados que ocultaban su cara al resto. Cuando lo miró vio que era la dirección de la casa de sus padres.
-Ve. Trae a mi hijo de vuelta.
Era la primera vez que Misaki hablaba tan serio.
Cogió un taxi y se fue directo hacia la dirección que marcaba el papel con la única idea de traer a su hermano aunque fuera a la fuerza.
La casa era bastante grande para ser de una familia “pobre”.
Timbró varias veces pero nadie salió a abrirle. Se acercó a la puerta y al posar su mano para golpearla esta cedió.
Recorrió todo el inmueble de arriba abajo sin encontrar nada más que muebles antiguos y polvo. Aquella casa estaba completamente vacía. Realmente habían desaparecido.
¿Cómo podía haberlo abandonado así? ¡¿Su propio hermano?! ¡¡¡Tora!!!
-¡¡¡Otra vez no!!!- dando un gran golpe contra el suelo-¡¡No Tora!!!¡¡Tú no!!!! Tú…no.
-¿Ryu?..¡¡Ryu!!
Tora se situó frente a su hermano que permanecía arrodillado en el suelo preocupado, pensaba que se había caído.
-¿Estás bien? ¿Te hiciste daño?
-¡¡¡Tú!!!- bramó abalanzándose sobre él.
Ambos cayeron al suelo. Tora abrió los ojos al notar algo frío que caía sobre su rostro. Eran las lágrimas de su hermano.
-¡¡Idiota!! ¡¡Eres un idiota egoísta!!¿¿Cómo se te ocurre irte así de mi lado?? ¡¡Tú eres mío y de nadie más!!¿¿Acaso no te llega lo que yo te doy??
-Sí, por eso vine a buscarte…me di cuenta de que lo que realmente necesito no es el calor de unos padres sino el tuyo. Necesito que me abraces, que me mimes y me beses. ¡Quiero tu corazón, Ryu!
-Ya es tuyo imbécil, desde hace mucho tiempo.
Ryu fue bajando la cabeza poco a poco mientras decía estas palabras hasta que la unión de sus labios las convirtió en silencio.
Inoportunamente el teléfono de Ryu sonó. Ambos miraron hacia el bolsillo que vibraba y se iluminaba.
-Misaki- dijeron a la vez.
Rompieron a reír ante la música estridente que no dejaba de sonar. Ryu ayudó a su hermano a levantarse y salieron juntos de la casa.
-Oye Ryu…
-Dime.
-¿Podremos tener una familia? Ya sabes…tu y…yo
A medida que hablaba el volumen de su voz disminuía por la vergüenza.
-¿Qué? Repite por favor, que no te estaba atendiendo…
-No…nada- dijo mirando hacia otro lado enfurruñado.
Ryu comenzó a reír ante el gesto de su hermano.
Y así comenzaron el camino de vuelta a casa, a su verdadero hogar.